Roma, ciudad abierta

Durante la ocupación de Roma, emergen estos personajes de comportamientos éticos intachables. Al mismo tiempo, la guerra muestra la grandeza y la miseria extrema de los seres humanos, en los que la infancia, siempre la más perjudicada, aprende a odiar y alcanza la madurez a destiempo.

En septiembre de 1943, Roma es ocupada por el ejército nazi durante nueve meses y liberada en junio del año siguiente. La película nos cuenta una historia no real, pero que pudo serla porque resulta creíble y porque se apoya en diversas historias verídicas y entrecruzadas que Rossellini recopila entre las calles y barrios de la ciudad romana. Un militante partisano, el ingeniero Manfredi, un sacerdote, Pietro Pellegrini, párroco de San Clemente, una viuda, Pina, de fuerte temperamento, madre de Marcello de ocho años y novia de Francesco, tipógrafo de una publicación clandestina, y una infancia, constituyen los protagonistas de un relato que dirige Roberto Rossellini, autor de otras dos grandes obras cinematográficas: Paisà y Alemania, año cero.

Antes de que la segunda guerra mundial hubiera finalizado, se rueda la película en condiciones muy precarias, que no impiden la creación de una obra maestra de cine comprometido. La mayoría de los actores no eran profesionales, a excepción de la gran Anna Magnani y Aldo Fabrizi. La película se estrena pocos meses más tarde de la terminación de la guerra, pero en España fue prohibida su exhibición por  la dictadura franquista, otra muestra más de la relación y colaboración de Franco con sus aliados nazis.

Durante la ocupación de Roma, emergen estos personajes de comportamientos éticos intachables. Al mismo tiempo, la guerra muestra la grandeza y la miseria extrema de los seres humanos, en los que la infancia, siempre la más perjudicada, aprende a odiar y alcanza la madurez a destiempo.

Mientras van subiendo las escaleras del viejo inmueble, los pequeños se incorporan con retraso a sus domicilios, y la cámara registra, sucesivamente, las reprimendas que reciben de sus progenitores que desconocen la participación de aquellos en un atentado contra el invasor nazi: ¡bravo, estoy orgulloso de ustedes! le dice el pequeño Marcello al resto de la pandilla (m. 36). Más tarde, el adalid de esta cuadrilla de menores sería testigo del asesinato de su madre. Los mismos que horrorizados contemplan el final de Don Pietro.

Manfredi, comunista y miembro de la organización militar de la resistencia y Pietro, párroco de una barriada popular de Roma, comparten causa común contra la ocupación. El cabecilla nazi, un sofisticado torturador (m. 1.24), le dice al clérigo quien es Manfredi: ¡Es un subversivo, un sin dios, un enemigo suyo! Y el sacerdote le responde: solo sé que es un hombre que necesitaba mi modesta ayuda… yo soy sacerdote católico y creo que quien combate por la justicia y la libertad camina por los senderos del Señor.

"Partisanas en 1945". Fuente: Ahora Roma, noticias de Italia en español 25/04/2019
“Partisanas en 1945”. Fuente: Ahora Roma, noticias de Italia en español 25/04/2019

En el mismo año en que Roma es ocupada por los nazis, el ejército soviético derrota  a los alemanes en la batalla de Stalingrado y el general Von Paulus se entrega en febrero  con 300.000 hombres. En el norte de África, las tropas aliadas al mando de Montgomery derrotan al Afrika Korps de Rommel en El Alamein (Egipto). Se presentía entonces la debacle total del ejército alemán y en las filas nazis aparecen los primeros disidentes. Uno de estos, Rossellini lo retrata. Mientras un oficial nazi interpreta en el piano una conocida obra musical (m. 1.28), uno de los oficiales, con la sinceridad que le empujaba unas copas de más, le confiesa al verdugo de la Gestapo: pensaba igual que usted que pertenecíamos a una raza superior… nunca entenderemos que los pueblos quieren vivir libres… no sabemos hacer otra cosa que matar, matar. Hemos cubierto Europa de cadáveres. Y de esas tumbas crece lamentablemente el odio, odio por todas partes. Seremos aniquilados por el odio sin esperanza alguna… Todos moriremos, moriremos sin esperanza.

Antes de morir víctima de increíbles torturas (m. 1.31), el oficial de la Gestapo le dice: usted es comunista, su partido ha resuelto un pacto de alianza con las fuerzas reaccionarias, ahora unidos luchan contra nosotros, pero mañana cuando Roma esté ocupada o liberada como dicen ustedes ¿piensan que seguirán siendo sus aliados esos altos oficiales monárquicos?

Rossellini, que trabajaba para una empresa cinematográfica italiana, recopilaba trozos sobrantes de negativo para rodar, de forma clandestina, películas como “Roma, ciudad abierta”. Un magnifico film de héroes anónimos, cuya fotografía y ambientación nos sumergen en la Italia ocupada. Imprescindible de ver (varias veces).

Miguel Sagaseta

“Roma, Ciudad Abierta”
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