El mayordomo de los señores de «¿Sisepuede?»

De cómo nos quieren hacer bailar al son que nos tocan. Una imagen y una asociación de ideas con comentario.

Un mayordomo (en la imagen, el del ballet «Cascanueces») lee atentamente no se sabe qué libro, quizás de instrucciones que se refieren a lo que van a ejecutar los bailarines que representan las principales figuras de la trama.

El está, casi entre bambalinas, casi regidor ambivalente que lo mismo forma parte del espectáculo como de la oficina del manager del teatro, comprobando que cada interviniente hace las piruetas que le corresponden en el guión.

En el ballet «Cascanueces», algunos observadores encontraron la transición entre el mundo terrenal de la primera escena y el mundo de fantasía del segundo acto demasiado abrupto. Si relacionamos esta imagen (porque nos evocara un cierto parecido con alguna personalidad actual) con el momento presente de la realidad política española, puede decirse que sucede justamente al revés: Hemos pasado de la fantasía optimista del “podemos” a la duda sobre si se puede, de una forma tan perversamente disimulada, que pocos advirtieron en la alegría callejera del 15M que había trampa en esa propuesta de “asaltar los cielos” sin tener los pies en la tierra.

Nuestro mayordomo se había ofrecido con toda la servidumbre que pudiera entregar para mayor vistosidad del espectáculo. Cierto que por el camino nos cambiaron la identidad y pasamos de ser pueblo a ser gente. Pero él fue el primero en sacrificarse: Pasó de ser un autoproclamado y supuesto rupturista a masterchef de un comistrajo de oportunismo coaligado.

Ahí lo tienen. Ahora ya sabemos que el libro que mantiene abierto en sus manos en modo de consulta permanente es el manual de instrucciones que le han entregado para que parezca fino ballet lo que nos quieren obligar a bailar al margen de lo que ponía nuestra partitura.

Redacción

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