Stalingrado
Vilsmaier, el director del film, no pone el acento en una guerra entre países contendientes, sino en los conflictos que provoca entre los soldados alemanes y entre estos y sus superiores.
La ciudad de Stalingrado, cuyo nombre mantuvo entre 1925 y 1961, hoy Volgogrado, disponía de una población al inicio de la década de los 40 del pasado siglo de aproximadamente un millón y medio de habitantes. Constituía ya entonces un importante centro industrializado y de transporte fluvial y por ferrocarril.
Durante la Gran Guerra Patria –II Guerra Mundial- se desarrolló en esta ciudad, entre el 21 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943, la batalla de Stalingrado, una de las más sangrientas de la historia de la humanidad. Un episodio bélico decisivo por la heroica defensa de la ciudad por el ejército rojo y el pueblo ruso frente al ejército invasor alemán, que acabó quebrando su agresión militar a la Unión Soviética con la rendición del mariscal de campo Friedrich Paulus y de todo el VI Ejército de la Alemania hitleriana, el mismo contingente que antes arrasó Francia y desfiló victorioso por los Campos Elíseos de París. Una batalla en la que perdieron la vida más de un millón de soldados de ambos bandos, quedando arrasada la Ciudad Heroica, título que adquiere en 1945.
Stalingrado es una película que aborda esta crucial confrontación bélica, pero contada desde el lado alemán, y más en concreto, desde la perspectiva de un pelotón de soldados y su jerarquía militar en donde la ideología nazi y los comportamientos extremadamente violentos se encuentran muy presentes, con alguna salvedad, como la del teniente Hans Von Witzland, contrapeso de un relato que describe el horror de la guerra y la maldad extrema de los mandos militares nazis, entre los que destacan el capitán Haupmann Haller y el general Hentz.
Este acontecimiento bélico ha sido objeto de otras interesantes películas, entre las que destacan: Días y noches (1944), El punto decisivo (1945), Stalingrado: batalla en el infierno (1959), Ellos lucharon por su patria (1976) y Enemigo a las puertas (2001).
La cinta recoge en sus inicios el estado de ánimo de unos soldados alemanes que hasta entonces no había perdido una batalla, con la moral muy alta y en donde se deja ver la condición nazi de muchos de ellos. «Tomaremos la ciudad rusa de Stalingrado en tres días», dice uno (12m. 43s.); «hay nuevos días grandes, después de la guerra cada uno recibirá lo que pida, yo recibiré diez mujeres y cien hectáreas de buena tierra», dice otro (13m. 02s.); «todos esos campesinos ya trabajan para nosotros», indica un tercero, asomado a la ventanilla del tren (13m. 15s.) cuando transitan por las llanuras de la actual Ucrania. Más tarde, sin embargo, veremos como uno de ellos, desesperado y abatido, se suicida (1h. 58m.); la ejecución de uno de sus superiores por un soldado alemán (1h. 48m.); la muerte de un soldado por fuego amigo; la huida desesperada de soldados alemanes (1h. 36 m.) que nos recuerda a episodios como el de la retirada de los soldados norteamericanos de Saigón en 1975 o la más reciente evasión del ejército estadounidense de Kabul.
Vilsmaier, el director del film, no pone el acento en una guerra entre países contendientes, sino en los conflictos que provoca entre los soldados alemanes y entre estos y sus mandos militares, conforme se van desarrollando unos acontecimientos marcados por la barbarie y la crueldad extrema que todos ellos protagonizan y promueven. Como en toda guerra, refleja lo mejor y lo peor del género humano.
El director alemán de este film, Joseph Vilsmaier, retomó en 1992 el inicial proyecto de Sergio Leone de esta película, que no pudo llevar a cabo a causa de su fallecimiento el 30 de abril de 1989. En el metraje nos introduce en la Segunda Guerra Mundial, en las trincheras, en los tanques, en las ametralladoras, en los campos minados, en el estruendo de las bombas, en el horror de la guerra.
Es una película que puede calificarse como antibelicista y autocrítica, aunque no llega a la altura de Senderos de gloria, obra maestra del gran director Stanley Kubrick. Es un film sangriento, terrorífico, que describe la guerra tal y como es, un infierno en la tierra.
Relata a un grupo de soldados alemanes descansando en la Rivera italiana, que luego son enviados a Stalingrado a combatir en guerrillas contra el ejército rojo. Represaliados a un batallón de castigo por intentar atender a uno de sus heridos en un hospital de campaña con uso de la fuerza, son obligados a una misión suicida en un contexto de hambre e intenso frio. Los que logran sobrevivir son restituidos a una unidad de asalto, pasando a depender del despiadado y sádico capitán nazi Haller. El General Invierno preside el final de la película.
Destaca en este film la escena del sacerdote bendiciendo la invasión nazi (19m. 12s.): «Dios con nosotros, esto está escrito en la hebilla del cinturón del soldado alemán… porque no existe una labor más hermosa que la de defender a ultranza los valores occidentales, valores humanistas cristianos contra el bolchevismo del este; por esa razón el soldado alemán, al contrario del bolchevique, en cuya hebilla no hay sitio para dios, nunca está solo aunque este lejos de su patria combatiendo en tierras enemigas»; la del pelotón de fusilamiento de un grupo de partisanos rusos entre los que se encuentra un menor de edad (1h. 22m.); y la de la deserción (1h. 27m. 40s.) en la que el teniente alemán dice: «ya no me siento ligado a mi juramento, después de todo lo que ha pasado todos tienen derecho a irse».
Stalingrado es una película de 1993 con guión a cargo de Johannes Heide, Jürgen Büsche, Joseph Vilsmaier y Christoph Fromm. Excelente fotografía de Rolf Greim, Klaus Moderegger, Peter von Haller y música de Enjott Schneider.
Una película que nos invita a reflexionar sobre la guerra y sobre la extrema crueldad del nazismo.
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