Confundir con las palabras: un belicismo cómplice que convierte la denuncia del genocidio en “antisemitismo” (2/4)

Esta entrada es la parte 2 de 4 en la serie Anti-historia, arma de guerra

Asimilar a “antisemitismo” la crítica a las políticas de colonización y apartheid del Estado de Israel y sus atrocidades contra el pueblo palestino se ha convertido en discurso corriente de los dirigentes europeos.

No pasa inadvertido que, en Occidente, fuerzas de ideología ultraderechista, tradicionalmente impregnadas de un antisemitismo militante, se manifiesten entre los más incondicionales y entusiastas defensores del Estado sionista y justificadores de sus crímenes. Una de ellas es “Alternativa para Alemania” (AfD), segunda candidatura en votos conseguidos en las elecciones generales del pasado febrero. Hace pocos años, a propuesta de sus representantes, el parlamento federal había condenado como expresión de “antisemitismo” cualquier forma de apoyo a la campaña “Boicot, Desinversión y Sanción” (BDS), en respuesta al apartheid impuesto por Israel a los palestinos (resoluciones del 26/04/2018 y el 17/05/2019). La irrupción del dueño de la “red social” X en la campaña electoral, apoyando a AfD como única opción que “puede salvar Alemania” y “nuestra civilización”, despertó susceptibilidades en Berlín y en los grandes medios de Europa Occidental. Los mismos que, no mucho antes, habían hecho oídos sordos a las denuncias del gobierno venezolano sobre los manejos del magnate en las últimas elecciones presidenciales en Venezuela. La historia colonial deja huella en los subconscientes y nostalgias de mucho biempensante. ¡No confundamos el “jardín” del señor Borrell con su “jungla”!

En Francia, la admiración por Pétain que no ocultaba el fundador del Frente Nacional, el recientemente fallecido Jean-Marie Le Pen, el mismo que despachaba el genocidio de los judíos europeos como “un detalle de la historia”, no ha supuesto obstáculo alguno a su hija y sucesora al frente del ahora denominado Rassemblement National para reclamar para su partido, al calor del 7 de octubre de 2023, el atributo de verdadero “amigo de los judíos” y “escudo protector de nuestros compatriotas de confesión judía”. “Siempre” han sido “sionistas”, remató unos meses después, en pleno desarrollo de la matanza de palestinos y de la reducción de Gaza a ruinas. Lo que, en cierto modo, no puede considerarse del todo falso. En 1886, Edouard Drumont, autor de un compendio antisemita que tuvo gran éxito y se erigiría pocos años después en biblia de referencia de la coalición reaccionaria galvanizada en torno al “caso Dreyfuss”, ya había propuesto librarse de los judíos “enviándolos a todos a Palestina”. [1]Edouard Drumont, La France juive. Una mentirosa confabulación, orquestada por una poderosa campaña de los medios reaccionarios franceses e impulsada por un clima social de prejuicios xenófobos y … Seguir leyendo.

En resumen, una auténtica “grada de animación” de Netanyahu se nutre de admiradores mal disimulados del nazismo, en Alemania, del régimen colaboracionista de Vichy, en Francia, y… del franquismo en España.

Puede resultar llamativo y absurdo, pero no podríamos tacharlo de ilógico. Entre unos y otros, hay convergencia de intereses y similitud de ideologías y prejuicios. Contra “el islamismo” dicen todos ellos. Los palestinos, totalmente ajenos a los crímenes del fascismo europeo de los años 30-40 del siglo pasado, pagan con la máxima dureza por ellos: blanqueamiento de algunos (Meloni, etc.), manos libres para los dirigentes de Israel y sus crímenes, y un alivio –se dice– de cualquier resto de “mala conciencia” (¿?) en quienes, en Europa, nunca se cansan de pregonar su apego granítico a “nuestros valores”: derechos humanos, democracia, libertad… El respaldo (en distintos grados, aunque generalizado, más allá de las diferencias de discursos y gestos), por acción y omisión, a los crímenes del sionismo no deja en ellos, hasta ahora, esta clase de huellas. La demagogia de extrema derecha gana impulso en su acoso a la inmigración en general, y especialmente a la procedente de países de mayoría musulmana. Otra transferencia de “culpas”. En tiempos de incertidumbre y dificultades para capas sociales cada vez más extensas y, por otro lado, ante la probada renuncia a toda perspectiva política de transformación social por parte de los partidos tradicionales “de izquierda”, hay un enorme campo abonado (¡y funcional a los intereses dominantes!) para que el fascismo difunda su veneno, ahonde la división en el seno de las clases y capas populares y continúe obteniendo réditos electorales. A la vez, sus líneas de agitación y sus posiciones pasan a las agendas de las más altas instancias de la UE y de los gobiernos de los Estados europeos, cualquiera que sea su composición (conservadores, socialdemócratas o laboristas y liberales, indistintamente o coaligadamente).

La propagación deliberada de una mentalidad de guerra en la UE es otro componente importante del cuadro y refuerza afinidades y confluencias que no dejan de ser explicables dentro de una cierta lógica. Peligrosa. Sus retóricas justificativas son rigurosamente anti-históricas. Ni son exclusivas de las derechas más extremas de Europa, ni son estas los aliados (y cómplices) más eficaces y decisivos de los gobernantes sionistas que, como reafirmó la alta representante de la diplomacia europea, pueden “contar con el apoyo total de la UE”.

Asimilar a “antisemitismo” la crítica a las políticas de colonización y apartheid del Estado de Israel y sus atrocidades contra el pueblo palestino se ha convertido en discurso corriente de los dirigentes europeos, especialmente en Francia, Alemania y Reino Unido, en concordancia cada vez más completa con la criminalización de la solidaridad con Palestina que se aplica en EEUU, bajo la presidencia de Trump ahora como antes con Biden. Las formaciones políticas que no han transigido ante el chantaje, especialmente las de izquierdas que mantienen significativa representación parlamentaria, como es el caso de la “Francia Insumisa”, vienen sufriendo ataques desquiciados de las fuerzas gobernantes y de otras que las apoyan, y campañas de difamación y linchamiento mediático sin la menor reserva o pudor deontológicos. El diario francés Le Monde, uno de los campeones del belicismo anti-ruso en Europa –como El País en España– se ha empleado a fondo en esta campaña, compartida con el conjunto de las mayores corporaciones mediáticas del continente. El pasado 22 de marzo, el vespertino francés publicó una tribuna en la que dos centenares de firmantes, entre los que se incluían un antiguo presidente de la República, dos ex primeros ministros y un variado surtido de alcaldes y parlamentarios de formaciones de derechas y del Partido Socialista de nuestro vecino del norte, llamaban a “proteger a los judíos incorporando a la ley el antisionismo como nueva forma del antisemitismo”. Estas palabras encajan en una elección hecha para confundir. A menos que, por compartida e interiorizada, la confusión brote “espontáneamente”, lo que parece poco probable y podría considerarse aún más grave teniendo en cuenta la condición de los firmantes…

El Parlamento Europeo lleva años promoviendo la adopción por un número creciente de Estados de la definición de “antisemitismo” establecida por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA). Siete de los once ejemplos anexos a esta definición confunden a conciencia cualquier crítica al Estado de Israel con antisemitismo. El objetivo no es otro que amordazar la crítica y desacreditar o proscribir las movilizaciones de solidaridad con Palestina. [2]Dominique Vidal y Bertrand Heilbronn, “Comment Israël manipule la lutte contre l’antisémitisme”, Orient XXI, 12 de febrero de 2019 ; Serge Halimi y Pierre Rimbert, “L’art de la … Seguir leyendo Tampoco han faltado las falsas acusaciones de “antisemitismo”, contra quienes denuncian los crímenes sionistas, por parte de voceros de la derecha española (en cualquiera de sus etiquetas), cuya historia ideológica no está libre, precisamente, de marcas antisemitas en algunos de sus mitos y devociones “fundacionales”.

¿Qué decir, entonces, del antisionismo acunado, desde comienzos del siglo XX, en medios políticamente liberales de judíos europeos, y de las inquietudes expresadas por algunos de sus más eminentes intelectuales, como Sigmund Freud o Albert Einstein, ante la creación, desde la nada, de un Estado judío en una tierra ya poblada? [3]Sophie Bessis, “Cette extrême droite pro-Israël”, en Manuel d’autodéfense intellectuelle. Histoire, sous-série Le Monde diplomatique, 2024. ¿Cómo entender los argumentos del historiador israelí Ilan Pappé o los del francés Vidal-Naquet? O las posiciones públicas de inequívoca condena del genocidio palestino y de solidaridad con sus víctimas de un Noam Chomsky, de Claudia Sheinbaum, de supervivientes del Holocausto nazi y descendientes de sus víctimas… Uno de esos supervivientes, Primo Levi, nos advirtió que los campos de exterminio “no fueron un accidente, un imprevisto de la historia”; que “el fascismo existía desde antes de Hitler y Mussolini, y ha sobrevivido, abiertamente o bajo formas disimuladas, a la derrota de la Segunda Guerra mundial”; que, aunque existen los “monstruos”, “los más peligrosos [porque son muchos más] son los hombres ordinarios (…) dispuestos a creer y a obedecer sin discutir…”. [4]Primo Levi, Si esto es un hombre, Planeta, 2018, 1ª ed., en italiano, de 1947. “Hombres (y mujeres) ordinarios” en el contexto de un sistema (colonial) y de una dinámica de las estructuras (crisis del imperialismo y de la hegemonía estadounidense y “occidental”).

Cubierta de la edición en español del libro del historiador israelí Ilan Pappé, Limpieza étnica en
Palestina (Ed. Crítica, 2008)

Todos esos críticos serían “antisemitas” para los voceros del régimen de Israel y sus incondicionales. Judíos que “se odian a sí mismos”. “Antisemitas”, como el “semítico” pueblo palestino, víctima de genocidio. Y como Stephen Kapos, 87 años, superviviente del Holocausto, interpelado por la policía británica por manifestarse contra las atrocidades sionistas.

Ah, pero esa derecha extrema europea que jalea a Netanyahu y es jaleada por Musk, ¿no es también, según repiten gobernantes y prensa del continente, el ámbito en que se mueven los no beligerantes con la Federación Rusa o, directamente, el de los “amigos de Putin”? ¿Seguro?

La primera ministra italiana tuvo al Duce entre sus santos favoritos, pero no hay pecado que no expíe una demostración convincente de valores “atlánticos” y rusofobia. El “liberal” Macron, alto empleado de la Banca Rothschild antes de hacer carrera política hasta la titularidad del Ministerio de Finanzas durante el mandato presidencial del “socialista” Hollande, no le ha hecho ascos a Le Pen (entre otros apoyos) para pasar por encima de la voluntad popular expresada en las urnas, y cerrar las puertas del gobierno francés a la izquierda que ganó, aunque en minoría, las elecciones legislativas de 2024. La CDU de Merz (que fue directivo del fondo de inversiones estadounidense BlackRock), ganadora de las últimas elecciones alemanas, tampoco se los hizo para “romper el cordón sanitario”, votando con la extrema derecha de AfD, a comienzos de febrero de 2025, un reforzamiento de las medidas restrictivas contra la inmigración. Su coalición gubernamental en ciernes, en alianza con socialdemócratas, sortea una nueva ruptura con esa formación, pero convalida la asunción de aquel elemento clave del programa de los ultraderechistas. En España, no hay que rebuscar los ejemplos que evidencian que los solapamientos entre el Partido Popular y Vox no se limitan a su genealogía. Y, más allá de justas retóricas, ambos se apuntan, como las derechas nacionalistas catalana y vasca, a la aceleración del incremento del gasto militar que propugna el presidente Sánchez, atento a las exigencias de la Comisión Europea y la Secretaría General de la OTAN. 

Matices al margen, el relato “occidental” biempensante que sitúa a los “nazis” en el entorno del presidente ruso evita hablar de ellos en referencia a Kiev. Hace poco más de diez años, medios nada sospechosos de simpatías filo-rusas (Daily Telegraph, Newsweek, BBC, Le Figaro, Huffington Post…) recogían revelaciones incómodas sobre la muy influyente posición de los sectores extremistas y neonazis en los aparatos militar y policial del poder instaurado en Kiev tras el golpe de Estado nacionalista y pro-occidental de noviembre de 2013-febrero de 2014; hasta el punto, señalaban, de que la Fundación Simon Wiesenthal y el Gran Rabino de Ucrania hubieran expresado su preocupación. Después, con la salvedad de alguna inoportuna indiscreción, se hizo el silencio. Es la misma clase de discurso que apunta a los peligros de un “terrorismo islamista” ubicuo, salvo, desde finales de 2024, en la Siria bajo reinado de un prominente jefe de la antigua Al Qaida, bendecido ahora por Occidente como un prometedor “libertador” (y visitado, como tal, con honores, entre otros, por el ministro Albares): impasible ante las agresiones de Israel (y sin contradicciones mayores con las ambiciones turcas), como corresponde, mientras proliferan las matanzas de opositores y se potencia la ruptura sectaria de la nación siria. Otros útiles “combatientes por la libertad”, como aquellos de Afganistán que encandilaban al presidente Reagan hace cuatro décadas.

Notas

Notas
1 Edouard Drumont, La France juive. Una mentirosa confabulación, orquestada por una poderosa campaña de los medios reaccionarios franceses e impulsada por un clima social de prejuicios xenófobos y antisemitas, condujo al procesamiento e injusta condena por un delito de traición del capitán Alfred Dreyfuss. Émile Zola denunció el escándalo en su célebre carta abierta publicada en el diario L’Aurore el 13 de enero de 1898, titulada Yo acuso. El “caso Dreyfuss” puso de manifiesto una profunda división de la sociedad francesa entre muy influyentes fuerzas reaccionarias y defensores del progreso. Dreyfuss solo fue exonerado en 1906.
2 Dominique Vidal y Bertrand Heilbronn, “Comment Israël manipule la lutte contre l’antisémitisme”, Orient XXI, 12 de febrero de 2019 ; Serge Halimi y Pierre Rimbert, “L’art de la diffamation politique”, Le Monde diplomatique, octubre 2024.
3 Sophie Bessis, “Cette extrême droite pro-Israël”, en Manuel d’autodéfense intellectuelle. Histoire, sous-série Le Monde diplomatique, 2024.
4 Primo Levi, Si esto es un hombre, Planeta, 2018, 1ª ed., en italiano, de 1947.
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