La batalla de Argel
La historia real de un delincuente de poca monta, que logra alcanzar la condición de un patriota consecuente, en un extraordinario proceso de transformación personal.
La batalla de Argel, de Gillo Pontercorvo, es considerada como la obra maestra de este director de cine de fuerte compromiso social. La película relata, con la fuerza de un documental y con un magnifico formato de blanco y negro, el desarrollo de la lucha del pueblo argelino por su emancipación frente a la potencia francesa ocupante entre los años 1954 a 1962. Los planos cortos se entremezclan con otros que reflejan movimientos de masas, aparentemente caóticos, propios de los procesos revolucionarios, pero expuestos de tal forma que atrapan al espectador, que nos recuerda, por otra parte, la obra maestra de “El acorazado Potemkim” de Serguéi Eisenstein.
Uno de los actores principales, Yacef Saadi, fue uno de los fundadores del FLN y participó en los hechos que relata el film. El guión, de Franco Solinas y Pontecorvo, se inspira en el texto de Saadi “Souvernirs de la bataille dAlger”. Se rueda en escenarios reales con actores no profesionales, salvo Jean Martín, en el papel del coronel Mathieu. La música a cargo de Ennio Morricone conjuntamente con Pontecorvo.
Alí La Pointe es un joven argelino, analfabeto, jornalero en paro y bruto, con un largo historial de reformatorios y cárceles por delitos menores. Estando en prisión, puede observar aterrado, desde la celda, la ejecución por guillotina de un patriota argelino. El impacto que le produce la dantesca escena le estimula, tras la fuga de prisión, a enrolarse en el Frente de Liberación Nacional, que lidera la batalla política y militar por la independencia argelina. Con el paso de unos años, Alí pasa a ocupar puestos de máxima responsabilidad en la dirección de esta organización.
En su primer comunicado, el FLN declara: «¡Hermanos argelinos! Nuestra guerra está dirigida contra el colonialismo. Nuestro objetivo es la independencia y el restablecimiento del estado argelino… Nuestro deber es salvar vuestro país y restablecer su libertad. Su victoria será la vuestra ¡Adelante hermanos! ¡El FLN los llama a las armas!»
Esta temática, centrada en la recuperación de un delincuente que logra alcanzar la condición de un patriota consecuente, es muy similar a la que se describe en esa otra gran película que es “El General de la Rovere“, protagonizada por Victorio de Sica, rodada unos años antes por Roberto Rossellini, en la que otro malhechor de poca monta, Bertone, acaba convirtiéndose en héroe de la resistencia antifascista italiana.
La batalla de Argel no es un film de contenido neutral. Toma partido en favor de quienes luchan contra el colonialismo, al igual que la otra gran obra cinematográfica de Pontecorvo, Queimada, de obligado visionado. Pero lo hace desde el respeto a los hechos acaecidos, sin caer en posiciones dogmáticas. Las escenas de torturas protagonizadas por los paracaidistas franceses fueron censuradas en Estados Unidos y el Reino Unido, mientras los correctores miraban para otro lado respecto de las secuencias cruentas de la lucha guerrillera. En España fue exhibida años después de la muerte del dictador.
El odio racista de los ocupantes se muestra en la escena de un mendigo (m. 33.20) asentado en la zona residencial acomodada de los franceses. El vecindario de los inmuebles de este barrio pudiente grita desde los balcones a las fuerzas militares galas: « ¡Matad a todos los bastardos! ¡Entonces tendremos algo de paz! ¡Ahí está!, señalando al pobre vagabundo desconcertado. ¡Seguro que es él! ¡Cogedle! ¡Asesino! ¡Asesino! ¡Parece un sucio terrorista! ¿A dónde vas? ¡Árabe asqueroso! ¡No le dejéis escapar! ¡Está huyendo! ¡Paradle! ¡Detenedle!» El mismo trato recibe un pequeño árabe, vendedor ambulante de golosinas (1 hora, 28 m.), tras un atentado en el hipódromo. La multitud enfurecida le grita y le golpea: «pequeño bastardo, ¡vas a pagar por los otros!».
Destaca en la cinta la secuencia de las tres jóvenes argelinas, Djamila, Zohora y Hassiba, que visten al modo occidental para facilitar el tránsito por los controles del ejército en la Casbah de Argel (m. 41), para protagonizar más tarde tres importantes acciones guerrilleras en una cafetería, en una discoteca y en el aeropuerto, que nos muestran el papel igualitario de hombres y mujeres en la lucha por la liberación nacional y relega a la religión a un segundo plano. En el comunicado número 24 del FLN podemos leer: «Hermanos argelinos, la administración colonial es responsable no solo de empobrecer nuestro pueblo, sino también corromper y degradar a nuestros hermanos y hermanas que han perdido su dignidad. El FLN lidera una campaña para erradicar esta plaga y solicita la ayuda y cooperación de la población. Es el primer paso hacia la independencia. Desde hoy, el FLN asume la responsabilidad del bienestar físico y moral del pueblo de Argelia y ha decidido en consecuencia prohibir el comercio y consumo de drogas y bebidas alcohólicas y prohibir la prostitución y su explotación.»
El final de esta extraordinaria película lo constituye una reflexión acerca de cuándo y de qué modo se producen los procesos revolucionarios, que en no pocas ocasiones suceden al margen de la voluntad de los revolucionarios. La tarea de estos es contribuir a que se produzcan y asegurar su éxito, su desarrollo y su consolidación posterior. Uno de los principales responsables del FLN le dice a Alí (1 hora, 6 m.): «Las guerras no se ganan con los atentados. Ni las guerras ni las revoluciones. El terrorismo sirve para comenzar, pero después todo el pueblo tiene que moverse. Esa es la razón de esta huelga. Movilizar a todos los argelinos para medir nuestras fuerzas… Sabes, Alí, es muy difícil comenzar una revolución, más difícil incluso es continuarla, y lo más difícil de todo es ganarla. Pero solamente después, cuando hayamos vencido, comenzaran las verdaderas dificultades».
Para aquellos lectores con dificultades auditivas, la cinta puede verse con subtítulos en este enlace.
Miguel Medina Fernández-Aceytuno.
Miguel Sagaseta.