Saga Borbónica I: Emérito, amor real y Corinnavirus

Esta entrada es la parte 2 de 9 en la serie Saga borbónica

La saga borbónica que les ofreceremos en Hojas de Debate  mediante ocho entregas variopintas, se inicia con este primer capítulo: Amor real y Corinnavirus.

Anda la prensa bolivariana y marxista aventando  rumores sobre noséqué banco suizo, en cuya sede de Las Bahamas había una cuenta a nombre de una fundación ficticia, de la que el único dueño era nuestro amadísimo Juan Carlos de Borbón. Dicen que a esa cuenta llegó en el año 2008 una transferencia de 100 millones de dólares, por gentileza del rey de Arabia Saudí, un tipo encantador sobre cuya honestidad nadie tiene la menor duda. Y añaden los medios comunistas que la justicia está investigando si nuestro rey emérito traspasó 65 milloncetes desde esa fundación en Las Bahamas a Su Alteza Serenísima Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una ‘ex amiga’ del emérito que ha tenido el detalle de cambiar su apellido por el de Larsen para que podamos pronunciarlo. Digo ‘ex amiga’ porque ahora se ha puesto brava y ha acusado a nuestro rumboso monarca de haberla amenazado a través de unos chicos del CNI que fueron a decirle que calladita está más mona. Cómo son las mujeres…

El millonario abono lo efectuó don Juan Carlos en 2012, cuando aún era nuestro dueño y señor, antes de que le obligaran a dimitir y se celebraran elecciones generales a la Corona, en las que participó un solo votante y fue elegido por unanimidad el admirable Felipe uve i, candidato al que nadie pudo disputar el cetro de lo preparao que iba.

A mí no me parece mal que las parejas de sangre azul se arrullen con tan delicados arrumacos. Si el emérito adoraba a su princesa, no iba a regalarle un ramo de margaritas como haría un funcionata de Correos con su churri, digo yo. Además, la aristócrata alemana, en su declaración ante la Fiscalía, ha dejado claro que no hay nada ilegal: “esos 65 millones fueron un regalo no solicitado que nos dio el rey emérito”, ha dicho. Es decir, una donación para ella y su hijo Alexander, con los que se había encariñado el monarca por lo mucho que Corinna le cuidaba en plan Teresa de Calcuta. Me detengo aquí, pues la emoción me embarga: gracias al inmenso amor de un rey español, un niño pobre y huérfano, como los de Chaplin, al fin puede tener hogar y aspirar a una buena educación en un colegio suizo. Cómo es el amor. Y se me saltan las lágrimas cuando imagino el emotivo encuentro entre el corinnito y Felipevi, en el que se llamen ‘primito’…..

Cuando el amor es así, casi infinito, se borran las fronteras: es como un virus. Si la pasta borbónica llegó a las bellísimas manos de Corinna, viajando de Las Bahamas a Ginebra, es porque antes nuestro dulce rey enamorado había recibido 100 millones del jerarca saudí, con quien le unen lazos fraternales, y quiso compartir generosamente esos billetes con su amiga. No hay más. Lo único que se deduce de este romántico movimiento del dinero es que los borbones no solo son el símbolo de la unidad de España, sino también del hermanamiento entre diferentes culturas. Pero ya están los cutres republicanos sospechando cohechos y blanqueos donde solo hay amor verdadero.  

¿Y lo del AVE a la Meca, que sale a todas horas en la prensa izquierdista y perroflauta? Para mí, el AVE es sencillamente la versión moderna de la mítica flecha de Cupido que vuela de un lugar a otro a la velocidad de la luz. Qué comisiones ni qué comisiones. Si es que carecéis de cultura galante, coño.

También se ha publicado que nuestro campechano le regaló otro milloncete a una “antigua amante” suiza. Un disparate: como si nuestro Juancar fuera capaz de cometer esa injusticia de darle 65 millones a una y a la otra 1. Además, parece como si el hombre no hubiera hecho otra cosa más que follar a costa del erario, cuando sabemos que siempre se ha desvivido por nosotros con una abnegación y entrega admirables. Y, encima, dicen que le regaló otros 45 millones a su primito Álvaro de Orleans que, según la prensa roja, podría ser un testaferro que ocultaba dineros del monarca. Qué bobada. Sabemos por una entrevista publicada en El País que Álvaro es un pedazo de pan que está pasando un mal momento. En una situación así ¿quién no le presta cuarenta y pico kilos a su primo?

No entiendo cómo hay gente que pueda sospechar siquiera que nuestro rey emérito sea un pilluelo, cuando cada Navidad, nevase o no, se asomaba a la tele para dejarnos su último mensaje, antes de irse a Botswana, y desearnos lo mejor en momentos de crisis, mostrar su apoyo a los necesitados y decirnos que tenemos que portarnos bien porque la justicia es igual para todos. Un hombre con un corazón así ¿cómo podría hacer algo inmoral y escandaloso como cobrar comisiones de una dictadura sanguinaria en una cuenta ‘offshore’, y darle la guita a su chica para blanquearla? Si no sois capaces de valorar toda la generosidad que esconde la ejemplar conducta borbónica, no tenéis sentimientos. Qué queréis ¿que devuelva el dinero y vaya a la cárcel? Entonces es que no habéis comprendido el hondo significado del mensaje bíblico: “el amor os hará libres”.

Menos mal que a nuestro emérito no le afectan estas conjuras organizadas por abyectos republicanos, llamadas al fracaso. Y menos mal que todavía quedan periódicos serios como el ABC, LA RAZÓN o EL MUNDO que no se han hecho eco de esas patrañas.

Por su parte, la Conferencia Episcopal ha dado un nuevo ejemplo de discreción y saber estar, manteniendo un silencio prudente y responsable en medio de todas estas habladurías. Mi aplauso, sin reservas. Pero un verdadero monárquico, no debería callar en este momento histórico en que los enemigos de España quieren manchar la inmaculada figura de nuestro monarca emérito con la hez de la calumnia: tendría que limpiar esa imagen y decir, como entonces, con orgullo: ¡biba el rey!

¡Ah, si el caudillo estuviera aún con nosotros! Cómo disfrutaría al ver que su hijo adoptivo se enfrenta valeroso a las mismas conspiraciones marxistas y judeomasónicas que él mismo tuvo que padecer.

Juan Ignacio Ruiz-Huerta

Capítulo II “Felipe VI”

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