Saga borbónica II: Felipe VI

Esta entrada es la parte 3 de 9 en la serie Saga borbónica

La saga borbónica prosigue en manos (pretendidamente lavadas) de los herederos del emérito.

Con las pupilas derretidas, y empañadas las gafas de un vaho estremecido que apenas me permite teclear, escribo estas líneas húmedas por el llanto, para rendir admiración sin límite a la figura inmarcesible del nuevo Cid Campeador: el rey Felipe uve i de España, coño, que en un alarde sin parangón histórico, ha decidido “renunciar” al parné chungo que tenía su padre, mediante una repudia hereditaria nula de pleno derecho porque está prohibida en los arts. 816 y 991 del Código Civil. Bien hecho, guapi.

¿Hay en el mundo algo más bello que renegar de un dinero corrupto cuando te pilla la prensa internacional y no tienes más remedio que hacerlo para salvar el culo? ¿Cabe mayor nobleza que defender la honra jurando que no sabías nada más que eras partícipe de un delito, desde hacía ya un año? Ante esta situación ¿qué gesto puede haber más recomendable que lavarse las manos? ¿Alguien duda de la filantropía de una renuncia así, tan cara? ¡Qué cara hay que tener! Me conmueve la dolida certeza de que no merecemos a nuestro gran Felipe. Esta hazaña altruista, de tan incomparable hondura que quizá solo podría compararse con un trono de oro, más que agradecimiento a un rey que muestra al fin su valioso interior, desata en mí una emoción muy viva que, esta vez sí, me impele a gritar: ¡viva!…

¡VIVA LA REPÚBLICA!

Juan Ignacio Ruiz-Huerta

Capítulo III “El cumple de la tita Pecu”

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