Saga borbónica IV: La boda de Felipe VI

Esta entrada es la parte 5 de 9 en la serie Saga borbónica

“CUSÍ” fan tutte

Como en los cuentos de hadas, la boda se celebró en la Catedral el año 2004. Ella, radiante y sin operar aún, eclipsó a las azucenas con su belleza al saludar desde la carroza en modo Lady Di. Él, sobrio y preparado, esbozó una sonrisa al comprobar que sus fieles súbditos seguían adorando a la monarquía, no obstante los rumores sobre algún que otro chanchullo de la familia real. El sol que rozaba apenas las vidrieras del Altar Mayor, iluminó a la feliz pareja. Y el pueblo cayó en éxtasis durante la ceremonia.

Planearon la luna de miel con todo primor: Jordania, Camboya, Fiji, Samoa, EEUU y México. Un viaje algo caro, la verdad: más de medio millón. Pero lo pagaba Juan Carlos I, el rey de los regalos rumbosos. ¿Qué padre no hace un esfuercillo en la boda de su hijo unigénito? Además un amigo de toda la vida, el empresario Josep Cusí, se ofreció a costear más de la mitad del viaje: 269.000 dólares. ¿Qué amigo no se estira un poco en ocasión como esa?.

¿Que quién es Cusí? Pues un adorable anciano de 86 años, testaferro de Juan Carlos I,unidos ambos por la pasión del mar. Cusí fue denunciado, en 1984, por el periodista de La Vanguardia, Miguel Ángel Roselló,que le acusó de haberle agredido por publicar una información sobre el precio de venta de uno de sus barcos: “…en el transcurso de una fiesta de entrega de premios a la que Roselló se había desplazado en misión informativa, Cusí se abalanzó sobre el informador, en presencia de 80 o 90 personas, y sin mediar palabra, le derribó de un par de puñetazos y una vez en el suelo, le propinó varias patadas“, consta en el archivo digital de El País.

El viaje fue de ensueño. Bajo el humilde pseudónimo de señor y señora Smith, los actuales monarcas recorrieron incógnitos el mundo derrochando amor. Solo por las cinco noches que pasaron en el resort ‘The Wakaya Club’ afincado en las islas Fiji, durante una de sus paradas nupciales, el rey de España pagó 33.000 dólares, según el diario británico The Telegraph que ha desvelado los detalles de la principesca boda. Pero ¿quién no ha despilfarrado algo en su viaje de novios? Recuerdo que yo mismo pasé la luna de miel en Torrevieja, en un apartamento de los tíos de mi señora que daba al mar por la fachada lateral. Todos y todas cometemos locuras por amor, cuando el amor es verdadero. “Cosí fan tutte” dijo Mozart.

No lo vais a creer, pero ya he leído en la prensa algún chismorreo insinuando que si el dinero con que Juan Carlos I pagó el 50% del viaje del chico… que si tal y que si cual. Por supuesto ni El País, ni el ABC, ni El Mundo o La Razón han dicho ni pío porque son periódicos serios. Pero algún panfletillo de izquierdas ha llegado a sugerir incluso que utilizar dinero procedente de comisiones ilícitas para pagar gastos ordinarios, sean chuches o lunas de miel, es un delito de blanqueo de capitales continuado. Y digo yo: qué coño tendrá que ver el amor con las comisiones, el blanqueo, las cuentas en paraísos  fiscales o el sueldo del rey. Ganas de encizañar por encizañar, evidentemente.

Además estamos hablando de una familia que, como su nombre indica, es real, que quiere decir lo que quiere decir. Y de ahí viene lo de la real gana. O sea, que no estamos hablando de una parejita hortera que se va a vivir a Galapagar, por ejemplo, que eso sí tiene delito. Estamos hablando de una pareja re-al. ¿Qué parte no se entiende?

Juan Ignacio Ruiz Huerta 

Capítulo V “Adios…”

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