Umberto D.

Una historia que nos muestra la soledad, la inocencia y la vejez de un protagonista que en ningún momento pierde la dignidad ante tantísima adversidad -viejo, solo y sin casa- y en un contexto social en donde no faltan las dentelladas del desprecio al pobre que registra, con realismo, esta magnífica cinta.

Arranca esta extraordinaria película de 1952 con una manifestación de jubilados en Roma, disuelta por la policía por falta de autorización previa, y en la que reclaman un incremento del 20% de sus míseras pensiones.

Una cinta tan conmovedora y dura que muchos no quisieron ver en aquella época para no tener que reconocer la realidad de una Italia devastada por la guerra. Esta reacción del público provocó que su producción se convirtiera en fracaso económico. En la actualidad se le considera la obra cumbre de Vittorio de Sica y del neorrealismo, junto con otras del mismo director que no pueden tampoco dejar de verse: El limpiabotas, Ladrón de bicicletas y Milagro en Milán. El guionista del film, Cesare Zavattini, colaboraría con de Sica en estas dos últimas películas.

Es una historia que nos muestra la soledad, la inocencia y la vejez de un protagonista que en ningún momento pierde la dignidad ante tantísima adversidad -viejo, solo y sin casa- y en un contexto social en donde no faltan las dentelladas del desprecio al pobre que registra, con realismo, esta magnífica cinta.

Antiguo funcionario del estado, Umberto percibe una miserable pensión cuyo 50% debe destinar al alquiler de una modestísima habitación, con hormigas y humedades, en un piso que regenta una mujer sin escrúpulos, Antonia Belloni, que se codea con individuos del mismo linaje de la burguesía romana, con los que comparte, entre otras cosas, la afición al bel canto. Las deudas del inquilino se amontonan con el paso del tiempo y las amenazas de desahucio se incrementan con la misma rapidez. Agobiado por tanta desgracia, fracasado sus repetidos intentos por reunir el importe de la deuda, su perro Flike y la criada del inmueble constituyen junto a Umberto un trío cargado de ternura. Hasta en tres ocasiones su mascota, con la misma humanidad que comparte con sus entrañables compañeros de pensión, salva la vida de este gran hombre. A su vez, Umberto evita una muerte cruel a Flike en la escena dantesca de la perrera (m. 52), momentos antes de que fuera introducido en la cámara de gas (m. 56).

"Vittorio de Sica, director de Umberto D., figura clave del neorrealismo, cuatro oscar" El Cultural,, 15.07.15
Vittorio de Sica, director de Umberto D., figura clave del neorrealismo, cuatro Oscar. Fuente: El Cultural 15.07.15

La película se inspira en la vida del padre de Vittorio de Sica, también un jubilado en dificultades económicas y al que se la dedicó.

Una historia que se repite en la actualidad. Aproximadamente, la mitad de los jubilados en España perciben pensiones inferiores a 1.000 euros mensuales. No pocos deben compartir vivienda con sus hijos, no tan jóvenes, que no han podido emanciparse o que se han visto obligados a regresar al hogar familiar, sin trabajo o con ocupaciones precarias. Como en la película, cada vez resulta más habitual el que varias familias o parejas compartan las habitaciones de un mismo piso. Como también desgraciadamente, ante tantísimas dificultades, aumentan el número de pensionistas que finiquitan sus vidas de manera voluntaria.

Lo grotesco es que, a diferencia de la Italia de entonces, hoy disponemos de más de tres millones cuatrocientas mil viviendas vacías mientras que ocho de cada diez jóvenes de entre 16 a 29 años -aproximadamente seis millones- continúan viviendo en el domicilio familiar. Entre tanto, en España, se han llevado a cabo cientos de miles de desahucios entre 2008 y el tercer trimestre de 2020.

Una película con final abierto, pero bonito, muy bonito. Véanla.

Miguel Sagaseta

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