El Informe Político al X Pleno del CC del PCE o la pendiente hacia su desaparición
Ese es, ni más ni menos, el escenario actual que requiere levantar el necesario congreso que consiga hacer triunfar en nuestras filas los principios y una táctica consecuentemente revolucionaria.
El informe que se presentaba al pleno del Comité Central, del 15 de septiembre de 2024, ya nos había obligado a una reflexión que comenzaba así:
“Resulta sorprendente que en el Informe Político al X Pleno del CC no haya, por una parte, ni la más mínima referencia a Sumar y, por otra, que no se realice ni el más mínimo análisis político del rotundo fracaso de la estrategia política basada en la confluencia bajo las siglas de Sumar y antes con Podemos.
Sumar pasa así a convertirse en el Juan Guaidó del PCE. La mayoría reformista del Comité Central después de apostar hasta el resto por un artificio carente de la mínima cobertura social y organizativa y que sufrió, en su corta y posiblemente efímera vida, un fracaso electoral y político tras otro ha decidido que lo mejor es correr un tupido velo para huir de posibles responsabilidades políticas de quienes, desde el grupo comandado por E. Santiago, primaron el “papel cuché” del consejo de ministros y ministras al trabajo de organización y movilización propio de una organización revolucionaria.”
Conocido el informe definitivo, el que sale del propio pleno del CC del 15/09, y como nos temíamos, se pasa de obviar olímpicamente a SUMAR, a la confluencia-convergencia, a la estrategia política y a los responsables de la misma, a convertir a SUMAR en “el muerto que tiene la culpa”.
Del tupido velo se pasa a considerar las europeas como casi el único fracaso de SUMAR, aunque se reconoce que el cambio de ciclo venía de atrás, de muy atrás diríamos, ni una de las elecciones celebradas supuso, ni tan siquiera, la consolidación de los resultados obtenidos en las generales que nos llevaron de la mano de Podemos, en sus ansias de convertirse en la “izquierda respetable” – la izquierda poscomunista- , al papel cuché del gobierno, ya era para pensárselo, pero no, se apostó por vestir el traje de la respetabilidad burguesa, la colaboración con una socialdemocracia que apuesta por el capitalismo como único sistema posible, por la monarquía y el régimen del 78, por la OTAN y la UE.
Responsabilidades cero, autocrítica cero, en el informe previo al pleno y en el informe del mismo nadie asume ningún tipo de responsabilidad, la responsabilidad es de SUMAR, del muerto.
El resto del informe lo mismo, por lo que nosotros tampoco cambiamos ni una coma.
Otra sorpresa, que no es tal, es la ausencia de cualquier crítica a la socialdemocracia, al PSOE, al partido que desde el gobierno que comparte con Sumar y se apunta logros tan infames como, abandonar a los saharauis en manos de la dictadura marroquí, se muestra incapaz de ir más allá del mero postureo con el estado genocida de Israel que, en la agresión a Gaza y Cisjordania, acumula más de 40.000 muertos, incontables heridos y mutilados amen de daños en infraestructuras y viviendas, ocupaciones de tierras, maltrato, tortura y cárcel a palestinos y palestinas por el mero hecho de serlo. Un genocidio en toda regla.
El apartado I) dedicado a política internacional vuelve a ser, una vez más, un rosario de brindis al sol y un resumen de noticias de prensa.
De forma consciente y contumaz se huye de comprometerse con medidas concretas a impulsar por el Partido, por sus representantes electos en las instituciones, con o sin las coaliciones en las que participa en parlamentos estatal, autonómicos y corporaciones locales, y/o en el ámbito social de movilización popular.
En el ámbito institucional, no se compromete el secretario general del PCE, como diputado y coportavoz parlamentario del grupo Sumar en el Congreso a presentar iniciativas legislativas que incidan e insistan en la condena de Israel como estado genocida; prohíban el comercio de armas o componentes de doble uso con Israel; condenen la compra o la venta de armas a Israel por parte de países de la Unión Europea; apoyen sin reservas el reconocimiento de la victoria del PSUV en Venezuela y el reconocimiento del gobierno del presidente Nicolás Maduro, avalado, como ocurre en cualquier país donde se celebren elecciones, incluidos los europeos, por la verificación de los organismos facultados para tal cometido, en el caso venezolano por el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela; reconozcan la independencia del pueblo saharaui y su derecho a la autodeterminación de acuerdo a resolución de la ONU, condenando las prácticas genocidas de la monarquía marroquí; obliguen al gobierno de coalición a tomar todas las medidas precisas para proteger al pueblo saharaui, el reconocimiento de la doble nacionalidad española y saharaui a aquellos que dispongan de DNI español, así como a sus familiares y descendientes; obliguen al gobierno de coalición a cesar en el envío de armas a Ucrania y a posicionarse claramente por un alto el fuego y el inicio de negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia y, finalmente, comprometan al gobierno de coalición a desarrollar una política internacional basada en la independencia de los EEUU y la OTAN.
En el ámbito social, brilla por su ausencia la más mínima implicación real y tangible de la mayoría reformista de la dirección del PCE en un planteamiento estratégico de una respuesta social y movilización, para detener la deriva armamentista de la UE, su implicación en la guerra de Ucrania, el sometimiento a los intereses geopolíticos de los EEUU y la OTAN o el tibio y cuando no inexistente, posicionamiento respecto al genocidio palestino.
En el apartado VII, “La cohesión en el PCE”, la exigua mayoría oportunista articulada a partir del fallido XXI Congreso parece decidida a convertirla en el velo, con el que pretende ocultar su fracaso, rotundo fiasco, y de una caza de brujas que tiene como objeto intentar disciplinar a una militancia que mira desde el desconcierto, la incredulidad, cuando no la indiferencia y la lejanía, el vaciamiento ideológico y político del partido en una socialdemocracia a remolque del imperialismo, de manos de los nuevos pijos y pijas salidas de las filas de una izquierda que nunca lo fue y que aspira a ser una nueva “beautiful people”, al estilo de los Boyer o los Carlos Solchaga allá por los años del gobierno de Felipe González, aunque eso sí, menos fiestera y más modosita esta de hoy que aquellos de ayer.
De nuevo, en su pseudo-análisis, se parte de una premisa falsa, se afirma textualmente que «el conflicto tenía un carácter formal -la no aceptación por minoría del XXI Congreso del PCE de los acuerdos tomados democráticamente por dicho Congreso- » y que «luego ha ido mutando y desvelando su verdadero origen que es una profunda divergencia política e ideológica …»
Se equivocan, interesadamente claro, nunca se ocultó, la divergencia política e ideológica, esta estaba encima de la mesa, y se fundamentaba en la falta de escrupuloso respeto, por parte del sector de la dirección afín a los planteamientos políticos y organizativos del secretario general, el incumplimiento contumaz de lo acordado en el XX Congreso del PCE al plasmarlo en políticas ajenas a los intereses de la clase trabajadora que han llevado a la desaparición del Partido como actor político relevante y a la continuada caída de la afiliación y constantes bajas o inhibiciones de la militancia.
Para ser más preciso, fue determinante en el fallido XXI Congreso del PCE la nefasta utilización de métodos indignos que derivaron en una aparente mayoría del 54% y una maniatada, por dichos métodos, minoría del 46% llevando al PCE a un callejón sin salida que solo se podrá despejar mediante la celebración, con todas las garantías y debidas condiciones, del auténtico y legítimo XXI Congreso que se merece la militancia comunista y la clase trabajadora y capas populares del conjunto del Estado español.
Como V. I. Lenin, en su obra Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, nos tenemos que enfrentar a la táctica oportunista de los “mencheviques”, ahora personificada en el grupo de Enrique Santiago, mediante el apoyo a la “táctica bolchevique” de la revolución democrático-social y su transformación en revolución socialista, como se contiene en nuestros documentos congresuales. En Rusia debido a la postura de los mencheviques, el Partido se dividió, entonces y ahora, en dos partes. Dos tácticas se pusieron de manifiesto, y el trabajo de Lenin supuso la preparación política de un partido proletario de tipo nuevo.
Ese es, ni más ni menos, el escenario que tenemos tras aquel desastroso congreso, seguido de más de dos años de estéril proceso de casi liquidación partidaria, en palabras de Lenin, de “atraso, precisamente en este sentido, salta a la vista, es el lado más vulnerable, representa un peligro real para el movimiento”. Por ello, «propugnamos una nueva tarea, llamamos la atención sobre la misma, planteamos una nueva consigna, exigimos de los socialdemócratas realmente revolucionarios una labor inmediata para que sea llevada a la práctica.»
A ella está llamada la militancia comunista del PCE, ese 46%, o quizás algo más a tenor de la votación sobre el citado Informe que de 99 componentes del Comité Central solo recibió un 50,5 % de votos a favor, y que debe reclamar y levantar el XXI Congreso, realmente pendiente, que consiga hacer triunfar en nuestras filas el programa y la táctica consecuentemente revolucionaria.