Es la hora de la militancia, ¡salvemos al PCE!

La unidad de acción no impide en absoluto el legítimo derecho de la minoría a seguir defendiendo sus posiciones ante la militancia en el marco de un permanente e imprescindible debate en el seno de una organización comunista viva. 

La candidatura de Cubero ha obtenido un fuerte apoyo en el XXI Congreso del PCE y contará con 41 miembros frente a 49 del grupo reformista en la nueva composición del Comité Central de la organización.

Sin las numerosas tropelías cometidas por la candidatura oficialista, Cubero sería ahora, sin ningún género de dudas, el nuevo Secretario General del PCE. Comenzaron con el aumento artificial del número de delegados congresuales hasta los 500 pese al importante descenso de militancia en los últimos años, cuando en el anterior Congreso se había fijado en 400 el número de delegados. Decisión arbitraria que adoptaron con el objetivo de obtener una sobrerrepresentación de la delegación andaluza en el XXI Congreso afín a su cuerda. Con esta maniobra, Enrique Santiago y su grupo han logrado en este Congreso situar a más de 30 delegados respecto del cupo anterior en un territorio con mayoría reformista, rompiendo desde el inicio del proceso congresual la correlación de fuerzas en perjuicio de una candidatura comunista alternativa. 

Luego, más tarde, impuso que la Conferencia del PCA se desarrollara de manera telemática, impidiendo que la delegación que apoyaba a Cubero pudiera constituir una candidatura para defender sus propuestas. Las votaciones en dicha cita conferencial fueron públicas, condicionando el voto de los/as delegados/as, cuando la legalidad partidaria obligaba el voto secreto. Tampoco pudo debatirse en la Conferencia del PCA el texto alternativo que promovía Cubero, y ahora los reformistas han acreditado a 8 delegados congresuales de este territorio que no se encontraban ni como titulares ni como suplentes en la lista oficial andaluza. Una presunta falsedad que no debe quedar impune, todo ello sin perjuicio de las numerosas irregularidades previas cometidas en la elección de la delegación de Andalucía.

Por otra parte, Enrique Santiago y su grupo decidieron no acreditar a las delegaciones exteriores de los partidos hermanos, ni tampoco a la prensa, una medida preventiva para evitar que las marrullerías que habían planificado para el evento congresual pudieran ser conocidas por terceros. Al mismo tiempo, acortaron la duración del Congreso suprimiendo la jornada del viernes 8 de julio, con la excusa de que pudiera el sector reformista acudir en apoyo a un acto publicitario de carácter electoralista.

Ya en sede congresual, a la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) la Mesa del Congreso le reduce de manera drástica el tiempo de intervención para la defensa de sus enmiendas, desde una hora y treinta minutos a tan solo cinco, y obligan a que ingentes cantidades de estas se votasen en bloque impidiendo así el debido debate entre los/as delegados/as. La totalidad de la UJCE abandona el auditorio en protesta y las delegaciones territoriales de Galicia, Castilla-León, Asturias, Aragón, Madrid, Canarias, Valencia y Exterior, se ausentan también del auditorio en solidaridad con las juventudes comunistas. Además, un grupo de delegados formula una protesta a Fernando Sánchez, responsable de organización del PCE, por estimar que había forzado la aprobación de una enmienda que eliminaba la presencia en el CC y en la Comisión Política de las/los secretarias/os de las organizaciones de nación o región, del exterior, PSUC-viu y UJCE, para restar representación a los territorios, cercenando injustamente la presencia de la candidatura de Cubero en el próximo Comité Central, así como en la próxima Comisión Política. Una parte de las enmiendas a la reforma de Estatutos, junto con la casi totalidad de las enmiendas al documento organizativo no se han podido debatir en el Congreso y han sido remitidas, contrariamente a lo que impone la legalidad partidaria, al nuevo Comité Central para que decida sobre su posible pertinencia. Tampoco ha faltado la agresión física a una delegada de la candidatura alternativa por parte de un conocido seguidor de Enrique Santiago. Algo que debe ser denunciado en sede judicial.

Todo este tipo de trampas han posibilitado un resultado no democrático. Enrique Santiago no dispone de legitimidad para ocupar una responsabilidad que ha alcanzado con artimañas deshonrosas. El Congreso ha sido una farsa y la responsabilidad recae exclusivamente en los reformistas. Algo que desde ahora la militancia debe denunciar un día sí y otro también tanto dentro como fuera del Partido.

Ante este resultado, los militantes que hemos apoyado a Cubero, cuyo número aumenta en el seno de la organización, debemos continuar la lucha por la plena recuperación del PCE como organización combativa, de clase y revolucionaria. Frente a las tesis reformistas y sus valedores, movidos muchos de ellos solo por vanidades y ambiciones personales, que promocionan “frentes de ternura” para sustituir la movilización obrera y popular por la paz social, los comunistas, ahora agrupados en torno a Alberto Cubero, debemos seguir defendiendo el PCE que en estos momentos tan difíciles necesita la clase obrera y las capas populares.

Dicho esto, también es preciso e indispensable hacer una autocrítica de los errores y las insuficiencias del trabajo realizado por la candidatura alternativa. Sin esos errores y sin esas insuficiencias, pese a todas las marrullerías de los reformistas, el Congreso se hubiera decantado por Cubero. Hemos perdido el Congreso no solo por las tropelías de los adversarios, sino también por las deficiencias de nuestro trabajo.

Cuando los promotores de la candidatura tomaron la acertada decisión de conformarla, el primer paso que debieron dar,  en nuestra opinión, fue el de constituir una plataforma interna de opinión, tal y como establecen nuestros Estatutos. Esta plataforma hubiera constituido una excelente herramienta organizativa para agrupar a un mayor número de camaradas que desde el primer momento nos hubiéramos puesto a trabajar en la elaboración participativa del contenido inicial de nuestra alternativa política y de dirección, en la elaboración de las enmiendas desde la militancia de base, en el desarrollo de una intensa campaña política, dentro y fuera del PCE y en la elección democrática de los miembros de la candidatura lo que hubiera hecho posible la necesaria presencia en esta de una militancia representativa de todas las sensibilidades y cuya ausencia empobrece nuestra representación en el Comité Central. En su lugar, el trabajo realizado ha sido desde arriba, un error que hemos pagado caro.

Por otra parte, la candidatura alternativa ha soslayado a lo largo de todo el proceso congresual cuestiones que causan en la militancia profunda y justificada preocupación: ¿debe Unidas Podemos permanecer en un gobierno otanista, precursor de la guerra y ejecutor de medida neoliberales? ¿puede ser alternativa del PCE apoyar la promoción por Enrique Santiago de una plataforma escandalosamente defendida por los medios de prensa y las televisiones que son financiadas por el IBEX-35? ¿no es acaso un proyecto electoralista encaminado a sustituir la lucha de clases por la paz social en detrimento de los intereses obreros y populares y a suscribir un pacto de rentas que haga pagar a trabajadores y pensionistas el creciente coste de la inflación? ¿es admisible que ministros con el carnet del PCE defiendan el envío de armamento a Ucrania y miren para otro lado cuando se incrementa el gasto militar en perjuicio de perentorias necesidades sociales? ¿no debería trabajar el PCE en la conformación de una alianza y de un proyecto electoral encaminado a dinamizar la lucha de clases, a recuperar el sindicalismo de clase, a trabajar por un proceso constituyente republicano, a defender desde la calle y desde las instituciones los intereses de la mayoría social?  Las instituciones son importantes pero la calle es decisiva, proclaman con mucho acierto dirigentes de izquierda en Francia.

La campaña en este proceso congresual ha sido sostenida, principalmente, por militantes de base a impulsos de iniciativas propias que han carecido del necesario soporte organizativo de la candidatura mediante una plataforma interna de opinión. Y a nivel de publicaciones, no se ha utilizado debidamente toda la potencialidad que les ofrecían revistas digitales para intensificar la campaña entre la militancia y lograr un mayor número de delegados al congreso.

Dicho esto ¿qué hacer ahora? 

Ilustración de Fernando Francisco Serrano.

Tras el XXI Congreso, que ha sido un congreso fallido, en donde se ha impedido el debate y se ha elegido con trampas a la nueva dirección del PCE, corresponde a los integrantes de la candidatura de Cubero en el nuevo Comité Central defender con firmeza y de manera resuelta las posiciones políticas de una minoría que debe aspirar a ser mayoría lo antes posible. La unidad de acción no impide en absoluto el legítimo derecho de la minoría a seguir defendiendo sus posiciones ante la militancia en el marco de un permanente e imprescindible debate en el seno de una organización comunista viva. 

Cubero ha izado la bandera del Partido y tras ello, y pese a todas nuestras deficiencias, solo este hecho, que ha mantenido hasta sus últimas consecuencias confrontando con los reformistas en el XXI Congreso, ha levantado numerosos apoyos y enormes expectativas entre la militancia que no renuncia a recuperar al centenario PCE como vanguardia de la clase obrera. Y no solo en la militancia interna. Muchísimos camaradas que abandonaron la organización asqueados de la deriva reformista nos miran con mucha atención y con predisposición a volver al Partido.

No se les ocurra ahora arriar la bandera. El PCE se encuentra en una difícil encrucijada y es mucha la militancia que con este congreso ha recobrado ánimo y voluntad en luchar por la recuperación del PCE. Ha sido encomiable el esfuerzo de tantos hombres y mujeres militantes de nuestra organización que han hecho posible un apoyo tan significativo a una candidatura que, pese a las carencias apuntadas, ha sido capaz de decir ¡basta! al oportunismo. No les defraudemos. Ni un paso atrás. ¡Salvemos al PCE!

Julián Cudero Hernández y 50 militantes del PCE.

Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *