Pensionistas. Lo que viene

Esta entrada es la parte 3 de 3 en la serie Plan contra pensionistas
¿Existe un plan de acoso y derribo contra los pensionistas? (y 3)

El sistema de pensiones español es un sistema sostenible. Las reformas del 2011 y del 2013, comenzaron un proceso de desmoronamiento del sistema, con la finalidad de hacer calar en la sociedad que se necesitan otros sistemas de pensiones, que a la postre se demuestran más injustos y antidemocráticos. Estos mensajes esconden intereses ocultos, y estos sistemas que desean implantar, desventajas que hay que conocer.

Este es el último de la serie de artículos surgidos a raíz del estudio del Banco de España (BdE) acerca de la sostenibilidad de las pensiones y su futuro. 

Cuando en anteriores artículos hemos hablado del sistema de pensiones español lo hemos denominado «de reparto» —el sistema de pensiones español es un sistema universal de pensiones— y hemos explicado en qué consistía. En resumen y para refrescar la mente, en nuestro sistema, las cotizaciones de quienes trabajan hoy sirven para financiar las pensiones de quienes están cobrando ya una pensión en este mismo espacio de tiempo. Y las generaciones futuras financiarán así las pensiones de quienes trabajan hoy.

Muchos de los detractores de nuestro sistema de pensiones arguyen la insostenibilidad del sistema en base a variables demográficas: baja mortalidad, una alta esperanza de vida, y una baja natalidad. Y eso que dicen que vienen con un pan bajo el brazo.

Estos mismos detractores de nuestro sistema de pensiones defienden la instauración de otros sistemas, creando unos fondos individuales de ahorro, unas cuentas nocionales, o incluso cuentas de capitalización personalizada. 

Mientras a los sistemas de capitalización se les atribuye la posibilidad de equilibrar financieramente el sistema, son los sistemas de reparto los que mayor redistribución de la riqueza fomentan, mayor justicia social, y menores incertidumbres genera. Lo veremos más adelante.

De los sistemas de los que más se habla hoy en día, tenemos dos que están en boca de todos: el de las cuentas nocionales, y el de la “mochila austríaca”. Nos adentraremos en su definición y por qué debemos estar ojo avizor, porque están deseando colárnoslos. 

El primero de ellos, las cuentas nocionales, es un sistema en el que se recibe lo que se ha aportado durante la vida laboral. Aportas X, recibes X. Es individual e intransferible. Todo lo que se aporta va a una cuenta ficticia que indica lo que has aportado. Cuando llega la hora de la jubilación, se hace el cálculo con respecto a la esperanza de vida de la generación en cuestión. Una media, y punto. Ya dijimos en el primer artículo que cuidado con las medias. Que son más peligrosas que mi abuela Antonia con unas alpargatas en la mano. 

Así las cosas, y sin alpargatas de por medio, se divide la esperanza de vida de esa generación entre el dinero que tiene en esa cuenta. ¿Viviré ese tiempo? ¡Ah!, se siente si te da por irte al otro barrio antes de tiempo. 

Y una vez todos estos cálculos están hechos, se genera una especie de paga. Alguien dirá: Yo no tengo que compartir con nadie lo que yo aporto. Vale, tú mismo. ¿A que te mando a mi abuela Antonia y te lo hace ver por las buenas? Porque ahora empieza lo malo.

El mercado laboral español no es el sueco: alta temporalidad, —cada vez es más corto el tiempo de contrato: «Por primera vez, la duración de los contratos temporales baja de 50 días—, sueldos bajos, ingreso en el mercado laboral cada vez más difícil —que se lo pregunten a los recién titulados—, y salida del mercado laboral mucho más fácil, donde a los 45 años ya se entra en grupo de riesgo, si se pierde el empleo. 

En un país donde hasta el sector público fomenta el empleo temporal, las esperanzas no son nada halagüeñas para mantener un empleo durante los años suficientes como para poder aportar a esa cuenta individual. Recordemos, todo lo que metes en esa cuenta es tuyo. El vacío de todo lo que no has metido, también. Recuerda que el principio de universalidad, de solidaridad, de redistribución de la riqueza, no existe en este sistema. 

¿Qué quiere decir esto? Básicamente, que no tienes asegurado poder cubrir tus necesidades más básicas, generando una gran incertidumbre y miedo de perder el empleo, sobre todo a edades avanzadas. ¿Hace falta indicar lo que puede hacer un empresario si desea forzar a reducir su salario, recortar sus derechos, o ser explotado, a una persona de 50 años con escasas posibilidades de retornar al mercado laboral si pierde su trabajo? 

Quienes estén constantemente entrando y saliendo del mercado laboral lo van a tener muy crudo con este sistema para poder sobrevivir. No ya tener una jubilación digna. Eso es impensable. 

Seguimos: el cálculo de la pensión abarcaría toda la vida laboral de la persona. Eso provoca una disminución bastante seria en la cuantía de la pensión que se percibiría. Incluso se alerta de que la pensión podría ser hasta un 65% menor que las actuales. (Fuente: Santa Lucía)

Vayamos a la Mochila Austríaca. ¿Recuerdan que en el anterior artículo el «Partido de Izquierdas» de Unidas Podemos votó a favor de la Mochila Austríaca porque se «equivocaron al darle al botón». ¿Qué es eso de la Mochila Austríaca?

Tiene su parecido a las cuentas nacionales. Siendo individual la aportación, se crea un fondo a nombre de quien trabaja, individual e intransferible, y este fondo es quien percibe las aportaciones, y lo gestiona una entidad financiera —vaya, ya apareció quien no quería aparecer en la foto. Pues ahora no te muevas, que te voy a retratar—. Lo aportado, se invierte. ¿En qué? En Deuda del Estado, en acciones, en bonos, deuda de empresas, etc. Lo aportado, se usa en caso de que sea despedido, como subsidio, o rescatado a la hora de la jubilación.

Estamos en situación igual al caso anterior, en un mercado laboral como el español, ¿cómo es posible aportar tanto como para tener una vida digna a la hora de la jubilación? Además, con este sistema, en caso de despido, el subsidio de desempleo sale de tu cuenta. Lo que sale por el subsidio de desempleo no cuenta ya para la jubilación, porque ya te lo has comido.

Este sistema provoca aún más incertidumbre, por dos razones principales: La primera, se favorece el despido, porque ya no hay finiquito. La segunda, lo que te queda en ese fondo, si no es suficiente, implica que no te llegue para subsistir, y se deberá seguir trabajando para poder tener una jubilación digna. Al final, mucho más tiempo, si se puede, en el mercado laboral, con lo que es una subida encubierta de la edad de jubilación, o una bajada de la misma. 

Como lo que se aporta se invierte, es una especie de Plan de Pensiones, (venga sonríe para la foto. Dientes, dientes.) y ya vimos en el artículo anterior que gran parte de los planes de pensiones acaba perdiendo dinero. Entonces, ¿a quién beneficia? A las entidades financieras, que dispondrán de los fondos de quienes trabajan y gestionarán miles de millones de euros. ¿Gratis? ¿Piensas que una entidad financiera va a procurarte una rentabilidad gratis, sin obtener nada a cambio? 

Estos dos sistemas, generan bastante incertidumbre. Con una tasa de paro del 15%. Con tasas de paro de más del 30% entre los jóvenes. Con un mercado laboral que discrimina a las personas mayores de 45 años, a las mujeres, personas con discapacidad, …. pues se puede acabar con un fondo bastante enclenque. Y un futuro bastante aterrador. La riqueza se concentra en las manos de quienes poseen puestos muy bien retribuidos, y sumen bastantes años de aportación al sistema. Una minoría. Mientras la gran mayoría de trabajadores, para que los cálculos salgan, implica que habrá que alargar la edad de jubilación para poder tener una pensión con la que subsistir. Y al final, es dejar en manos del mercado de capitales el futuro de nuestras pensiones. Y los resultados que se obtengan van a ser imposibles de prever.

¿Pero quiénes fomentan la defensa de estos dos modelos? La mayoría, desde entidades, organizaciones y profesionales del sector de las entidades bancarias, entidades de seguros, o fondos de inversión. Les interesa, como ya hemos mencionado, que nos acaben vendiendo productos financieros para nuestra jubilación. Y que los miles de millones de las aportaciones queden en sus balances como un activo más que no se rescatará en años, con lo que las entidades tendrán capacidad para gestionar estos activos para que les reporten beneficios, que en la mayoría de los casos redundará muy escasamente en beneficio del trabajador que los aporta.

Como ya anotamos anteriormente, estos dos sistemas son individuales. Lo mío, mío. ¿Y si no me llega? Si no te llega, porque el mercado laboral español es un desastre, para eso funciona el principio de Universalidad del sistema de pensiones español actual, para que puedas tener una pensión no contributiva para poder cubrir tus necesidades mínimas. 

Se habla de que es un sistema que no es viable, insostenible, y que está en bancarrota. ¿Por qué no se habla de que en el futuro de las pensiones una de las variables más importantes es el crecimiento de la economía? ¿el fomento de empleo? ¿la mejora de la productividad? Ya hablamos anteriormente sobre las tasas de desempleo en España y los salarios. Con una base retributiva más alta, los trabajadores podrán aportar más al sistema, sin necesidad de aumentar el número de contribuyentes.  Por lo tanto, ¿qué tal si comenzamos a hablar de mejora de salarios?. Otra de las variables, es el empleo. Si aumenta el empleo, aumenta el número de trabajadores, y por lo tanto se recauda más en materia de aportaciones. Un país con un desempleo estructural del 15% como España tiene un problema más importante en este desempleo que en la baja natalidad. 

Y utilizando estos factores demográficos se ha iniciado desde hace tiempo un frente para dividir a la sociedad, destruir el sistema enfrentando unas generaciones contra otras. Es lo que se pretende desde sectores más conservadores, y con intereses bien declarados, como publicaba El Confidencial: «España trata mejor a sus ancianos que a sus jóvenes». No es un ellos (pensionistas) contra nosotros (trabajadores, jóvenes, etc). Las pensiones públicas es una cuestión de todos nosotros. Estos ataques pretenden exacerbar la opinión pública con la demagogia, allanando el camino que se desea desde los sectores financieros y políticos, en busca de la destrucción de nuestro sistema, que ya ha comenzado, y dirigirnos sin remedio hacia ese cambio al sistema de capitalización. 

Un apunte más, analizando los datos publicados por la Seguridad Social, el sistema no presentó ningún déficit importante antes de la crisis del 2008. Y no es casualidad. Lo que hay que fomentar es el crecimiento económico, e instaurar las mejoras que ya hemos indicado anteriormente.

Y aún si nos basamos en datos demográficos, debemos tener presente y estudiar más en profundidad cómo afecta realmente la inmigración al mercado laboral. Cómo será el flujo migratorio es algo que no se puede prever en el futuro, pero su inclusión social y laboral deben ser dos premisas importantes a la hora de poder contar con sus cotizaciones. 

Nuestro sistema de pensiones es un sistema solidario, universal, y redistributivo. Si no se ha podido cotizar lo suficiente, el sistema cubrirá tus necesidades mínimas con una pensión no contributiva. De todas las alternativas, sin lugar a dudas, el que mayor carga de justicia social conserva. Esto no quiere decir que no necesite una mejora. Ya que lo que se ha conseguido con las últimas reformas que se llevaron a cabo (2011, y 2013) ha sido un empeoramiento sistemático de nuestro sistema: Reducción sistemática de las pensiones de los nuevos pensionistas, y un estancamiento de las ya existentes, pérdida del poder adquisitivo, que se va acelerando con el paso del tiempo debido a la inflación, y a la paupérrima subida del 0,25% anual, cuando la inflación está en el entorno del 1,8%. 

¿Por qué se generan entonces estos mensajes? Si no se generase ese miedo sobre el futuro de nuestras pensiones, ¿usted se sacaría un plan de pensiones, que en el mejor de los casos no supera la inflación, y en la mayoría de casos, pierde dinero, mientras las entidades ganan en comisiones a su costa?  

Y para aquellas personas que dicen que el gasto en pensiones es inasumible, eldiario.es publicaba: «Hay diferentes fuentes, entre ellas datos de la Seguridad Social que ha enviado el Gobierno al Pacto de Toledo. Con un escenario de crecimiento del 2% y un IPC del 1,8%, el gasto en pensiones llegaría al 14% del PIB si se revalorizaran con los precios en su punto más crítico, que es 2045, y luego ya empieza a bajar. Si tomamos un crecimiento medio del 2,4%, que no es ningún disparate, el gasto en pensiones no llega en ningún momento al 13% del PIB[…]Estaríamos en el entorno del 14% y 14,5%. Austria y Portugal gastan hoy eso. Francia está en el entorno del 15%, Italia está alrededor del 16%.».

Por último, y me he dejado lo más importante, ¿qué habría sido de aquellas personas que han perdido su trabajo, y han sido sus padres pensionistas quienes les han ayudado a llegar a fin de mes? Familias enteras viviendo de las pensiones de los padres y abuelos.

¿Y qué pasa con aquellos pensionistas que han podido salir adelante, mejor o peor, de esta crisis en la que nos encontramos y que todavía, por mucho que digan, aún no hemos salido, agravada por el COVID?

Sin las pensiones de hoy, los españoles no habrían aguantado tasas de desempleo descomunales, salarios cada vez más precarios. ¿Funcionan como elemento de protección social las pensiones de nuestro sistema? Sí, y es de justicia que lo sigamos defendiendo. Por los jóvenes, por los pensionistas de hoy, y por todos los que deseamos que este sistema siga siendo lo que es. Y que no nos cuenten milongas. 

Navegación de la serie<< Pensionistas. Repercusiones e intereses
Comparte este artículo