3-Conciencia

Conciencia

Contenido

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946
Diccionario filosófico abreviado · 1959:81-82

Forma superior, específicamente humana, del refleio de la realidad
objetiva. La conciencia del hombre es una función de “ese fragmento
especialmente complejo de la materia que se llama cerebro humano”
(Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, p. 252, Ediciones Pueblos
Unidos, Montevideo, 1948). Por conciencia social, se entiende el
conjunto de ideas, de teorías, de concepciones sociales que reflejan
las condiciones de la vida material de la sociedad, el modo de
producción de los bienes materiales.

La conciencia humana se forma en el transcurso de la actividad social
en la producción, y es el producto del desarrollo social. Al
trabajar, al fabricar los instrumentos de producción, al actuar sobre
la naturaleza, el hombre conoce las propiedades de los objetos, aísla
lo esencial de lo secundario, lo necesario de lo fortuito, y pone al
descubierto los vínculos necesarios y las leyes de los fenómenos. En
el transcurso del trabajo, el hombre adquiere conciencia igualmente de
sus relaciones con el medio ambiente, con los hombres que participan
en la producción. Dado que la conciencia no aparece sino como
consecuencia del trabajo social, no la poseen ni siquiera los animales
superiores. La conciencia supone una actitud activa y reflexiva con
respecto al medio circundante, la capacidad de sustraerse a él, de
determinar sus relaciones con ese medio, de organizar racionalmente la
producción material. Entre las particularidades del trabajo humano
que lo distinguen de las “formas instintivas del trabajo” de los
animales, Marx cita la actividad racional del hombre. El desarrollo
psíquico de los animales no es más que la prehistoria de la conciencia
humana. La aparición de la conciencia está ligada a la del lenguaje:
conciencia y lenguaje tienen la misma edad. La formación del lenguaje
ejerció una influencia enorme sobre la formación y el progreso de la
conciencia. El lenguaje articulado constituye una de las fuerzas que
ayudaron a los hombres a desarrollar su conciencia, su pensamiento.

La cuestión de la relación de la conciencia con la materia, con el
ser, es la cuestión fundamental de la filosofía. Contrariamente al
idealismo que proclama la anterioridad del “espíritu”, de la
conciencia, el materialismo filosófico-marxista parte del principio de
que la materia, existente aparte e independientemente de la
conciencia, constituye el dato primario, pues ella es la fuente de las
sensaciones, de las representaciones, de la conciencia, mientras que
la conciencia es un dato secundario, derivado, puesto que es el
reflejo de la materia, el reflejo del ser. La anterioridad de la
materia, del ser con relación a la conciencia está probada por el
hecho de que esta última surge en cierta etapa del desarrollo de la
materia, de la naturaleza; que las ideas y las teorías que constituyen
la conciencia humana no son más que el reflejo del medio circundante
en el cerebro del hombre; que la conciencia social en su conjunto –la
vida espiritual de la sociedad– está determinada por las condiciones
de la vida material, por el modo de producción de los bienes
materiales. La vida social de los hombres determina su conciencia
social. Las condiciones de la vida material de la sociedad determinan
las ideas, las teorías, las opiniones e instituciones políticas. La
conciencia social cambia con la existencia social. La vida espiritual
de la sociedad se manifiesta bajo las diferentes formas de la
conciencia social: política, filosofía, religión, arte, &c. En la
sociedad de clases, la conciencia social de los hombres tiene siempre
un carácter de clase.

Los clásicos del marxismo-leninismo explicaron los orígenes de la
conciencia, así como de su papel, del papel de las ideas en el
desarrollo social. La conciencia social actúa a su vez sobre la vida
social que la ha engendrado. Las ideas, opiniones y teorías nuevas,
progresistas, que expresan los intereses de las formas avanzadas de la
sociedad, ayudan a combatir lo envejecido, lo caduco, y favorecen el
progreso de la sociedad. “Sin su labor organizadora, movilizadora y
transformadora sería imposible llevar a cabo las tareas que plantea el
desarrollo de la vida material de la sociedad”. (Stalin, “Sobre el
materialismo dialéctico y el materialismo histórico”, en Cuestiones
del leninismo, p. 649, Ed. esp., Moscú, 1941). (ver igualmente
Pensamiento).

Diccionario filosófico · 1965:76-77
  1. Forma superior, propia tan sólo del hombre, del reflejo de la
    realidad objetiva. La conciencia constituye un conjunto de procesos
    psíquicos que participan activamente en el que conduce al hombre a
    comprenaer el mundo objetivo y su ser personal. Surge en relación con
    el trabajo del hombre, con su actividad en la esfera de la producción
    social, y se halla indisolublemente vinculada a la aparición del
    lenguaje, que es tan antiguo como la conciencia. El lenguaje ha
    ejercido una influencia enorme sobre el desarrollo de la conciencia,
    sobre la formación del pensar lógico y abstracto. Únicamente en el
    proceso del trabajo, en las relaciones sociales que los hombres
    establecen entre sí, llegan éstos a hacerse cargo de las propiedades
    de los objetos, a descubrirlas, a darse cuenta de su propia relación
    con el medio circundante, a destacarse de este último, a organizar una
    acción orientada sobre la naturaleza con el fin de subordinarla a las
    propias necesidades. De ahí que la conciencia sea un producto del
    desarrollo social y no exista al margen de la sociedad. El
    pensamiento abstracto y lógico, vinculado al lenguaje, no sólo permite
    reflejar el perfil externo, sensorial, de los objetos y fenómenos,
    sino, además, comprender su alcance, sus funciones y su esencia. Sin
    la comprensión y sin el saber que están unidos a la actividad
    histórico-social y al lenguaje humano, no hay conciencia. Cualquier
    imagen sensorial del objeto, cualquier sensación o representación
    forman parte de la conciencia en la medida en que poseen un
    determinado sentido en el sistema de conocimientos adquiridos a través
    de la actividad social. Los conocimientos, las significaciones y los
    sentidos conservados en el lenguaje, orientan y diferencian los
    sentimientos del hombre, la voluntad, la atención y otros actos
    Psíquicos, uniéndolos en una conciencia única. Los conocimientos
    acumulados por la historia, las ideas políticas y jurídicas, las
    realizaciones del arte, la moral, la religión y la psicología social
    constituyen la conciencia de la sociedad en su conjunto (Ser social y
    conciencia social). Sin embargo, no cabe identificar la conciencia
    tan sólo con el pensamiento abstracto y lógico. El pensamiento no
    existe en lo más mínimo al margen de la actividad viva sensorial y
    volitiva de la esfera toda de lo psíquico. Si el hombre produjera
    sólo operaciones lógicas, una tras otra, sin percibir, sin sentir y
    sin experimentar en la práctica la correlación constante que existe
    entre el significado de sus conceptos las acciones activas y las
    percepciones de la realidad, no comprendería o no aprehendería la
    realidad ni se comprendería a sí mismo, es decir, no poseería
    conciencia de las cosas ni de sí mismo. Por otra parte, no es posible
    identificar los conceptos de “psique” y de “conciencia”, o sea, no
    debe considerarse que todos los procesos psíquicos en cada momento
    dado se incluyen en la conciencia. Hay vivencias psíquicas que,
    durante cierto tiempo, pueden encontrarse como “más allá del umbral”
    de la conciencia (Subconsciente). La conciencia, incorporándose la
    experiencia histórica, los conocimientos y los métodos del pensar
    elaborados por la historia anterior, se asimila la realidad
    idealmente, a la vez que establece nuevos fines y objetivos, crea
    proyectos de instrumentos futuros, orientando toda la actividad
    práctica del hombre. La conciencia se forma en el hacer para influir,
    a su vez, sobre ese hacer determinándolo y regulándolo. Llevando a la
    práctica sus ideas creadoras, el hombre transforma la naturaleza, la
    sociedad, y con ello se transforma a si mismo. En este sentido, Lenin
    demostró que “la conciencia del hombre no sólo refleja el mundo
    objetivo, sino que, además, lo crea” (t. XXXVIII, pág. 204). En
    todo el transcurso de la lucha ideológica sostenida en torno a la
    concepción del mundo la cuestión más aguda y fundamental ha sido y
    sigue siendo la de la conciencia y su relación con la materia
    (Cuestión fundamental de la fílosofía). Gracias a la concepción
    materialista de la historia, Marx logró resolver científicamente, por
    primera vez, el problema indicado y crear con ello una filosofía
    realmente científica.
  2. Complejo de vivencias emocionales basadas en la comprensión que el
    hombre tiene de la responsabilidad moral por su conducta en la
    sociedad, estimación que hace el individuo de sus propios actos y de
    su comportamiento. La conciencia no es una cualidad innata, está
    determinada por la posición del hombre en la sociedad, por sus
    condiciones de vida, su educación, &c. La conciencia se halla
    estrechamente vinculada al deber. El deber cumplido produce la
    impresión de conciencia “limpia”; la infracción del deber va
    acompañada de “remordimientos” de conciencia. La conciencia, como
    activa reacción del hombre en respuesta a las exigencias de la
    sociedad, constituye una poderosa fuerza interna de perfeccionamiento
    moral del ser humano.
Diccionario de filosofía · 1984:79-80
  1. Forma superior, propia exclusivamente del hombre, del reflejo de
    la realidad objetiva. La conciencia es la unidad de los procesos
    psíquicos que participan activamente en la intelección por el hombre
    del mundo objetivo y de su propio ser. Surge en el proceso de la
    actividad laboral, socio-productiva de los hombres y está enlazada
    indisolublemente con el lenguaje que es tan viejo como la conciencia.
    Desde su nacimiento, el hombre se encuentra en el mundo de los objetos
    creados por las generaciones precedentes y se forma como tal
    únicamente en el proceso de enseñanza de su utilización concreta. El
    modo de relación del hombre con la realidad no se determina
    directamente por su organización corporal (como en los animales), sino
    por las habilidades de acciones con los objetos que sólo adquiere
    comunicándose con otros hombres. En la comunicación, la actividad
    vital propia del hombre aparece ante él también como actividad de
    otros. Por eso, el hombre valora cada una de sus acciones con la
    misma medida social que otros hombres. El modo de relación del hombre
    con el mundo se denomina conciencia precisamente porque él comprende y
    conoce los objetos. Sin comprensión y conocimiento, frutos de la
    actividad objetiva socio-histórica y del habla humana, no hay
    conciencia. Toda imagen sensorial del objeto, toda sensación o
    representación son parte de la conciencia por cuanto poseen
    determinada significación y sentido. Los conocimientos, la
    significación y el sentido, que se conservan en el lenguaje, orientan
    y diferencian los sentimientos del hombre, su voluntad, atención y
    otros actos psíquicos, unificándolos en una conciencia única. Los
    conocimientos acumulados por la historia, así como las ideas políticas
    y jurídicas, las realizaciones del arte, la moral, la religión y la
    psicología social constituyen la conciencia de la sociedad en su
    conjunto (Ser social y conciencia de masas). Ahora bien, no se debe
    identificar la conciencia solo con el conocimiento y el pensamiento
    idiomático. El pensamiento no existe en general al margen de la
    actividad sensorial-volitiva de toda la esfera de lo psíquico. El
    pensamiento no es el tratamiento de la información, sino el cambio
    activo, sensorial-objetivo y concreto de la realidad conforme a su
    propia esencia. El pensamiento idiomático –cambio de las
    significaciones y del sentido de los vocablos, signos, símbolos, &c.–
    no es sino una forma del pensamiento real del hombre. Por otra parte,
    no se debe identificar los conceptos de psique y de conciencia, es
    decir, considerar que todos los procesos psíquicos en el hombre se
    incluyen en cada momento dado en la conciencia. Una serie de
    vivencias psíquicas puede encontrarse cierto tiempo, diríase, “al
    margen” de la conciencia. (Subconsciente). Al asimilar la
    experiencia histórica, los conocimientos y los métodos del
    pensamiento, elaborados por la historia precedente, la conciencia
    concibe la realidad idealmente, planteando también nuevos fines y
    tareas, creando proyectos de futuros instrumentos y orientando toda la
    actividad práctica del hombre. La conciencia se forma por la
    actividad para influir a su vez sobre ella, determinándola y
    regulándola. Al poner en práctica sus ideas creadoras, los hombres
    transforman la naturaleza, la sociedad y, de este modo, a sí mismos.
    En todo el curso de la lucha ideológica en la ciencia, el problema
    fundamental y más agudo ha sido y continúa siendo el de la conciencia
    y su relación con la materia (Problema fundamental de la filosofía).
    Gracias a la comprensión materialista de la historia, el marxismo fue
    el primero en resolver científicamente este problema, creando así una
    filosofía auténticamente científica.
  2. Categoría ética que expresa la forma superior de capacidad del
    individuo de ejercer autocontrol moral. A diferencia del motivo
    (sentido del deber), la conciencia incluye también la autovaloración
    por el hombre, sobre la base de la comprensión de su responsabilidad
    ante la sociedad, de las acciones realizadas. La conciencia obliga al
    hombre a que no simplemente logre con sus acciones el respeto a sí
    mismo (que no se humille), a que no pierda el sentido del humor y la
    dignidad personales, sino también a que dedique todas sus fuerzas al
    servicio de la sociedad, la clase de vanguardia y toda la humanidad.
    La conciencia presupone asimismo la capacidad del individuo de valorar
    de igual manera sus propias opiniones y las de otros en conformidad
    con las necesidades objetivas de la sociedad, así como la
    responsabilidad del hombre no solo por sus propias acciones, sino
    también por todo lo que ocurre en el mundo circundante. La conciencia
    del hombre se forma socialmente y se determina por la medida del
    desarrollo histórico del mismo, así como por su posición social en las
    condiciones objetivas en las que se encuentra. La conciencia puede
    manifestarse tanto en forma de concientización por el individuo del
    significado moral de sus acciones como en un conjunto de vivencias
    emocionales (remordimiento de la conciencia). La educación de la
    conciencia en cada hombre es un importante aspecto de la formación de
    la moralidad comunista.
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