4-Cosmogonía

Cosmogonía

Diccionario filosófico marxista · 1946:56-58

Cosmogonía e hipótesis cosmogónicas

La cosmogonía y las hipótesis cosmogónicas son la ciencia y las
hipótesis sobre el origen de los sistemas cósmicos (sistema solar,
sistemas astrales, &c.). El punto de partida de la cosmogonía
científica materialista es la ley absoluta de la Naturaleza: nada
puede nacer de la nada, la materia no nace ni se destruye, la materia
es eterna. En cambio, los mundos individuales, los sistemas solares y
estelares individuales sólo existen durante un determinado espacio de
tiempo; no son eternos, son transitorios. “Nada es eterno fuera de la
materia en eterna mutación y en eterno movimiento, y las leyes de su
movimiento y mutación” (Engels). Las hipótesis cosmogónicas, creadas
por la humanidad sobre la base de las conquistas más avanzadas de los
conocimientos científicos, no dan aún actualmente una descripción y
explicación satisfactorias del origen de los sistemas cósmicos.
Tampoco está resuelto aún el problema del origen de nuestro sistema
solar. Las hipótesis cosmogónicas pueden ser divididas en dos grupos:
las que se basan en nebulosas y las catastróficas. El primer grupo
comprende las hipótesis que explican el origen de los sistemas
cósmicos por la rotación de las nebulosas; las hipótesis catastróficas
explican el origen de los mundos como resultado de la colisión de
gigantescos soles y del desprendimiento de fragmentos aislados de
materia de los cuales están formados también los planetas, sus
satélites y demás cuerpos celestes. De entre las hipótesis acerca de
las nebulosas, las más importantes son las de Kant y de Laplace.
Antes de Kant, –de acuerdo con la física clásica de Newton–, nuestro
sistema solar era considerado como eterno e inmutable. El movimiento
de los planetas alrededor del sol se explicaba como resultado del
“primer impulso” comunicado al mundo por Dios. Engels escribe: “La
primera brecha en esta petrificada concepción del mundo fue abierta,
no por un experimentador naturalista, sino por un filósofo. En 1775
apareció la Historia general natural y teoría del cielo de Kant. El
problema del primer impulso queda descartado allí; la tierra y todo el
sistema solar aparecen como algo situado en el curso del tiempo”.
Kant concibe el origen del sistema solar como el resultado de la
rotación y condensación paulatina de la nebulosa, lo que habría
conducido a la formación del sol, de planetas y satélites. La
hipótesis de Kant obtuvo en 1796 (con una serie de modificaciones) su
ulterior desarrollo y fundamentación matemática en los trabajos de
Laplace. El valor filosófico de la hipótesis Kant-Laplace sobre el
origen de los mundos es extraordinario. En primer lugar, esta
hipótesis aparta toda fuerza divina del “más allá”: el mundo nació
como resultado del propio movimiento de la materia. En segundo lugar,
esta hipótesis introdujo en la ciencia la idea del desarrollo,
asestando con ello el golpe más fuerte a la metafísica. Las hipótesis
acerca de las nebulosas, sin embargo, no pudieron explicar toda una
serie de hechos. Entonces aparecen diversas hipótesis catastróficas
sobre el origen del mundo. De acuerdo con estas hipótesis, los
sistemas planetarios se formaron a consecuencia de la colisión directa
de astros, o como resultado de su cruce muy próximo, lo que habría
provocado la dispersión de la materia y la posterior formación de los
planetas. Por ejemplo, según la hipótesis de Jeans, un astro que se
cruzó con el sol, a poca distancia, provocó el desprendimiento de una
gran oleada de materia, que arrastrándose detrás del astro cuyo camino
no cambió, se extendió a través de una considerable distancia,
descomponiéndose después en diversos fragmentos y dando comienzo así a
la formación de los planetas. Pero tampoco la hipótesis de Jeans,
como las demás hipótesis catastróficas, pudo explicar toda una serie
de fenómenos (por ejemplo, las grandes distancias entre los planetas y
el sol), y por eso en la ciencia no existe todavía hasta hoy una
unidad de criterio, ni siquiera sobre el problema del origen de
nuestro sistema solar. Con algunas hipótesis cosmogónicas están
vinculadas las especulaciones pseudocientíficas de la filosofía
burguesa. Si hemos de dar fe a los actuales “filósofos” burgueses, la
muerte del Universo es inevitable: o bien a consecuencia de la llamada
“muerte calorífica” (el paso del calor de cuerpos más calientes a
menos calientes y el establecimiento del “equilibrio térmico” en el
Universo, de lo que ha de seguir su muerte), o bien a consecuencia del
supuesto “ensanchamiento” continuo del Universo, lo que conduce al
“desvanecimiento” de la materia en el mundo. Todas estas “teorías” no
están respaldadas por ningún fundamento científico.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:91-92

Cosmogonía

En su acepción amplia, la cosmogonía estudia el origen y el desarrollo
de los cuerpos cósmicos, especialmente de nuestro sistema solar. Es
éste un problema particular que presenta un grandísimo interés. Igual
que en otros dominios, la solución de este problema implica la
interpretación acertada desde el punto de vista del materialismo
dialéctico, de las observaciones cada vez más numerosas proporcionadas
por la astronomía y el estudio del globo terrestre. Hace apenas
algunas docenas de años, esos datos casi no existían, de modo que los
sistemas cosmogónicos se basaban en premisas arbitrarias que parecían
entonces las más probables. Se deducía de esas premisas, de una
manera puramente especulativa, la historia de nuestro sistema
planetario y de todo el mundo sideral.

En el transcurso de doscientos años, a medida que progresaba la
ciencia del universo, numerosas hipótesis cosmogónicas se hundieron
para ceder el lugar a otras nuevas. La de Kant (1755), punto de
partida de todas las teorías ulteriores, había adquirido una
importancia considerable. Por primera vez, una teoría cosmogónica
proclamaba que la evolución es la ley fundamental del universo.
Engels apreciaba en alto grado esta doctrina. La hipótesis más
especial de Laplace (1796) llamada de la “nebulosa”, muy en boga hasta
comienzos del siglo XX, al igual que sus variantes creadas en el siglo
XIX y principios del siglo XX fueron después reemplazadas por la de
Jeans. Según la teoría de Jeans, los planetas se habrían formado a
partir de una porción de materia desprendida del sol, debido a la
atracción ejercida por una estrella al pasar por su proximidad. Con
la hipótesis de Jeans, se llega inevitablemente a concluir que nuestro
sistema solar ocupa una posición exclusiva en el universo, conclusión
que no concuerda con las observaciones y la tesis materialista. Los
sabios soviéticos han sido los primeros en demostrar que ese sistema
era inconsistente aun desde el punto de vista de la mecánica celeste.
En este dominio, reina la mayor confusión entre los sabios
extranjeros. Las “teorías” religiosas e idealistas que proclaman el
comienzo y el fin del universo, que predicen la “muerte térmica” del
mundo, &c., se hallan ampliamente difundidas.

La cosmogonía soviética se funda en el análisis y en una vasta
síntesis de datos obtenidos por la observación. Se ha establecido por
ejemplo, que las estrellas se desprenden del estado pre-estelar
simultáneamente, por grupos enteros (Ambartsumian), que las estrellas
se formaron en las épocas más remotas y que ese proceso prosigue
todavía; las estrellas están sujetas a una disgregación lenta: emiten
en el espacio su propia substancia, lo que reduce continuamente la
velocidad de su rotación y las pone en interacción con el medio
intersideral ambiente (Fessenkov); la formación de sistemas
planetarios, muy numerosos en el universo, está inseparablemente
ligada al nacimiento de las estrellas mismas y constituye un proceso
regular. La ciencia soviética ha obtenido resultados preciosos en el
estudio del origen de la Tierra y de los planetas del sistema solar.
Otto Schmidt ha elaborado una teoría que explica el mecanismo de la
formación de los planetas a partir de partículas de nebulosas
constituidas de una substancia gaseosa y polvorienta que rodeaba el
Sol. Esas partículas, arrastradas aparentemente por el Sol que se
desplaza en la Galaxia y encuentra las nebulosas de gas y de polvo,
han dado nacimiento a cuerpos cada vez mayores, y finalmente, a los
planetas. La teoría de Schmidt explica el movimiento de traslación
casi circular de los planetas, su rotación, los movimientos en el
mismo sentido y en sentido opuesto de los satélites, &c. Los éxitos
de la cosmogonía soviética se deben a la superioridad de una ciencia
que se inspira en el materialismo dialéctico.

Diccionario filosófico · 1965:89

Cosmogonía

(del griego κόσμος: universo, y γίγνομαι: ser, producirse). Parte de
la astronomía; ciencia sobre el origen y el desarrollo de los cuerpos
celestes y sus sistemas. Convencionalmente, se puede dividir en
cosmogonía planetaria y cosmogonía estelar, aunque la solución de los
problemas de cada una de ellas se halla relacionada con la que se dé
en la otra. Las conclusiones de la cosmogonía se basan en los datos
de otras partes de la astronomia, de la física, así como también de la
geología y otras ciencias que tratan de la Tierra. La cosmogonía,
como la cosmología, se encuentra íntimamente unida a la filosofía, ha
sido y sigue siendo campo de enconada lucha entre materialismo e
idealismo, entre ciencia y religión. La dificultad que ofrecen los
problemas cosmogónicos se debe a que los procesos en que se produce el
desarrollo de los objetos cósmicos duran muchos millones y miles de
millones de años; en comparación con esto, las observaciones
astronómicas e incluso toda la historia de la astronomía abarcan
espacios de tiempo insignificantemente pequeños. Las dificultades de
la cosmogonía planetaria están, además, condicionadas por el hecho de
que por ahora sólo podemos observar de manera directa un sistema
planetario. La cosmogonía científica nació hace unos doscientos años,
cuando Kant formuló la hipótesis de que los planetas habían surgido de
una nebulosa de polvo que, según él, había rodeado al Sol en otro
tiempo. Las hipótesís de Kant (1755) y de Laplace (1796) (Hipótesis
de la nebulosa) no pudieron explicar algunas particularidades
esenciales de la estructura del sistema solar y fueron abandonadas.
Se presentaron otras varias hipótesis de las cuales la más popular fue
la de Jeans (1916). Sin embargo, también ésta chocó con obstáculos
insuperables y desde el punto de vista de los principios constituía
incluso un paso atrás en comparación con las hipótesis cosmogónicas
clásicas. Actualmente, prosigue la tenaz acumulación de datos y se
generalizan, pero el problema aún no se ha resuelto. Es muy
sustancial la aportación de los científicos soviéticos a la cosmogonía
planetaria (trabajos de Otto Iúlievich Schmidt, Vasili Grígorievich
Fesenkov y otros). Sólo en el siglo XX se ha aclarado la naturaleza y
la estructura interna de las estrellas. En la actualidad, se sabe en
líneas generales cuál es el carácter de la evolución de las estrellas,
mas por lo que respecta a su origen sólo cabe formular, por ahora,
conjeturas. Durante mucho tiempo imperó la idea de que las estrellas
habían nacido simultáneamente hacía varios miles de millones de años.
Ahora no hay duda, sobre todo gracias a los trabajos de los hombres de
ciencia soviéticos (Viktor Amazaspovich Ambartsumián), de que también
en la época actual se da el proceso de la formación de estrellas en
las galaxias, en la nuestra y en las otras. Se han efectuado también
varios trabajos que arrojan nueva luz sobre el desarrollo de los
cúmulos estelares y de las galaxias. Los éxitos de la cosmogonía
soviética se deben en gran parte a que sus científicos orientan las
investigaciones inspirándose en la filosofía del materialismo
dialéctico. La filosofía idealista, en cambio, contribuye a menudo a
que surjan ideas cosmogónicas arbitrarias, como la de que los átomos,
las estrellas y hasta la Metagalaxia proceden de la nada, lo cual
significa el renacimiento de concepciones fideístas impugnadas ya por
la ciencia natural.

Diccionario de filosofía · 1984:91-92

Cosmogonía

(gr. kosmos: Universo, y goneia: nacimiento.) Esfera de la ciencia en
la que se estudian el origen y el desarrollo de los cuerpos celestes y
de sus sistemas. Puede ser dividida convencionalmente en cosmogonía
planetaria y cosmogonía astral, aunque los problemas de su solución
están interconectados. Las conclusiones de la cosmogonía se basan en
los datos de otras secciones de la astronomía, de la física, así como
de la geología y de otras ciencias sobre la Tierra. La cosmogonía, lo
mismo que la cosmología, está ligada estrechamente con la filosofía,
ha sido y sigue siendo la palestra de una enconada lucha entre el
materialismo y el idealismo, entre la ciencia y la religión. La
dificultad de los problemas cosmogónicos se debe a que los procesos de
desarrollo de los objetos cósmicos duran millones y miles de millones
de años; en comparación con ello, las observaciones astronómicas y
toda la historia de la astronomía incluso abarcan insignificantes
lapsos de tiempo. Las dificultades de la cosmogonía planetaria están
condicionadas también por el hecho de que por ahora podemos observar
directamente sólo un sistema planetario. La cosmogonía científica
nació hace unos 200 años, cuando Kant planteó la hipótesis acerca de
la formación de los planetas a partir de una nebulosa de polvo que
otrora rodeaba al Sol. Las hipótesis de Kant (1755) y Laplace (1796)
(Hipótesis de la nebulosa) no pudieron explicar algunas
particularidades sustanciales de la estructura del Sistema Solar.
Actualmente sigue acumulándose material fáctico y se le sintetiza,
pero el problema todavía no está resuelto. Los trabajos de los
científicos soviéticos (O. Schmidt, V. Fesénkov y otros) hicieron un
aporte sustancial a la cosmogonía planetaria. Tan sólo en el siglo 20
fueron establecidas la naturaleza y la estructura interior de los
astros. En la actualidad, el carácter de su evolución está claro en
lo general, pero todas las hipótesis sobre su origen siguen siendo
discutibles. La cosmogonía de la metagalaxia se la remite de
ordinario a la competencia de la cosmología.

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