2-Cuestión nacional

Cuestión nacional

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

Diccionario filosófico abreviado · 1959:101-104

Cuestión nacional

El marxismo-leninismo distingue tres períodos en la evolución de la
cuestión nacional. El primer período es el de la abolición del
feudalismo y de la victoria del capitalismo en Occidente: las naciones
(ver), toman cuerpo y se constituyen. En Occidente, la aparición de
naciones coincidió con la formación de estados centralizados. Se
constituyeron así en estados: Inglaterra, Francia, Italia, &c. En el
Este de Europa (Hungría, Austria, Rusia) la evolución más lenta del
capitalismo retardó la formación de naciones, al tiempo que la
necesidad de defenderse contra los turcos, lo mongoles y demás pueblos
de Oriente, estimulaba la creación de Estados centralizados.
Surgieron así Estados multinacionales, en los cuales, la nación más
evolucionada y la primera en tomar cuerpo, se reveló como nación
dominante, mientras que las demás naciones, menos desarrolladas, se
convertían en naciones oprimidas, secundarias. En Europa Occidental,
las naciones se formaron en el curso de las guerras de liberación
nacional por el derribamiento del absolutismo, del feudalismo, del
yugo extranjero. Una vez alcanzados esos objetivos, los movimientos
nacionales de la burguesía llegaron a su término. Pero en el Este
europeo, en esa época y con el sistema de opresión nacional, los
movimientos nacionales burgueses no hacían sino comenzar. El yugo
nacional engendraba conflictos, movimientos nacionales en los cuales
la burguesía desempeñaba el papel principal.

El segundo período comienza con el nacimiento del imperialismo. Hasta
entonces, la cuestión nacional no desbordaba el marco de ciertos
estados multinacionales, y no interesaba más que a algunas naciones,
sobre todo europeas (irlandeses, checos, fineses, polacos, servios y
otros). Con el imperialismo, la cuestión nacional se transforma en un
problema internacional. Comienza la lucha entre los estados
imperialistas por el privilegio de explotar y esclavizar a los pueblos
de las colonias y semicolonias. Los viejos estados nacionales de
Occidente –Inglaterra, Italia, Francia y otros– que se habían
apoderado de nuevos territorios, se han convertido en estados
multinacionales cuya existencia está estrechamente vinculada a la
opresión nacional y colonial. El yugo nacional, que se ha hecho más
pesado, da un nuevo impulso a los movimientos antimperialistas de
liberación nacional de las colonias y semi-colonias. De ese modo, la
cuestión nacional se funde con el problema general de la liberación de
los pueblos coloniales y se convierte en una cuestión
nacional-colonial. El contenido de clase del problema nacional se
modifica igualmente: en el fondo, se trata ahora de la cuestión
campesina, puesto que el campesinado constituye la mayoría del
ejército del movimiento nacional. El movimiento de liberación
nacional de los pueblos esclavizados de las colonias y países
dependientes, mina el sistema imperialista y se transforma por
consiguiente en una poderosa reserva de la revolución proletaria. Los
intereses del movimiento proletario en los países capitalistas
desarrollados y los del movimiento de liberación nacional de las
colonias, exigen la formación de un frente revolucionario único. Para
el proletariado, la cuestión nacional constituye el problema de sus
aliados en la revolución. Antes de la primera guerra mundial y de la
Revolución de Octubre, el partido comunista consideraba esta cuestión
como parte integrante del problema de la revolución burguesa
democrática. Después de la primera guerra mundial y de la Revolución
de Octubre, la considera como parte integrante de la revolución
socialista.

La Gran Revolución Socialista de Octubre inaugura el tercer período,
el período soviético, en la manera de plantear y resolver la cuestión
nacional. Es el período de derribamiento del capitalismo, de
liquidación del yugo nacional, de la consolidación de la amistad y de
la colaboración fraternal de los pueblos soviéticos, de la formación
de las naciones nuevas, socialistas. Mientras el mundo burgués no
tiene otro medio de abordar la cuestión nacional, que el de dividir
las naciones, atizar el odio, esclavizar una nación por otra, la
Revolución de Octubre emprendió otro camino, revolucionario, basado en
la alianza fraternal de los trabajadores de diferentes pueblos. Y ha
mostrado que ése era el único medio de resolver la cuestión nacional y
de poner fin a la hostilidad entre naciones, inevitable bajo el
capitalismo. Desde los primeros días de la Revolución de Octubre (el
15 [2] de noviembre de 1917), el gobierno soviético adoptó la
“Declaración de los derechos de los pueblos de Rusia”. Ese documento
notable proclamaba: “1. Igualdad y soberanía de los pueblos de Rusia.

  1. Derecho de los pueblos de Rusia a disponer de sí mismos hasta
    llegar incluso a la separación y constitución en estado independiente.
  2. Abolición de los privilegios y restricciones nacionales y
    religiosos de toda especie. 4. Libre desarrollo de las minorías
    nacionales y de los grupos étnicos que pueblan a Rusia”. Lejos de
    dislocar a Rusia, el derecho que tenían ahora las naciones a disponer
    de sí mismas, soldó a los pueblos de esos países alrededor del pueblo
    ruso. Una vez liquidados el capitalismo y el yugo nacional, una vez
    instaurada la igualdad de derechos de todos los pueblos, se vio
    desaparecer las causas que incitaban a las naciones antes oprimidas, a
    separarse de Rusia. La propia naturaleza del Poder de los Soviets,
    internacional en cuanto a su contenido de clase, las necesidades de
    defensa en caso de ataques exteriores, las necesidades de la
    construcción socialista, constituyeron las condiciones que
    favorecieron el acercamiento de los pueblos soviéticos, su unión en un
    solo Estado multinacional. El 30 de diciembre de 1922 fue el día de
    nacimiento de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas,
    Estado multinacional sin precedentes en la historia. A diferencia de
    los estados multinacionales burgueses basados en la coacción y en la
    opresión de los pueblos débiles, el Estado Soviético está fundado en
    la unión libremente consentida de las repúblicas federadas, en la
    igualdad de derechos de todos los pueblos de la U.R.S.S. La
    experiencia histórica ha revelado la fragilidad de los estados
    multinacionales burgueses que se disgregaron inevitablemente, roídos
    por las contradicciones nacionales, como por ejemplo, Austria-Hungría
    en 1918. Sólo dentro de un régimen soviético pudo crearse un estado
    multinacional sólido fundado sobre la libre unión e igualdad de las
    naciones.

El régimen soviético no se limitó a proclamar la igualdad en derechos,
sino que dio fin lo más pronto posible a la desigualdad efectiva de
los pueblos en el dominio político, económico y cultural heredado del
antiguo régimen. El partido comunista realizó esta tarea con éxito en
medio de una lucha tenaz contra los enemigos del pueblo, los fautores
de desviaciones nacionalistas de toda especie. Ayudados por el pueblo
ruso, los pueblos antes atrasados alcanzaron a los de las regiones
centrales. Habiendo suprimido a las clases explotadoras, principales
instigadoras de los conflictos entre las naciones, el Poder Soviético
y el Partido Comunista han asegurado una amistad cada vez más sólida
de los pueblos de la URSS.

La solidez del Estado Soviético multinacional fue sometida a la prueba
de fuego en la gran guerra patria. La victoria de la Unión Soviética,
que salvó de la esclavización a los pueblos de Europa y Asia, permitió
a los numerosos pueblos de Europa central y sudoriental, así como a
los pueblos de China, de Corea del Norte y del Viet-Nam, conquistar la
independencia nacional y establecer el régimen de la democracia
popular.

Otra cosa pasa en el mundo burgués. La independencia nacional de los
pueblos se ve amenazada allí por los planes de conquista de los
imperialistas extranjeros. La filosofía de la burguesía reaccionaria
presta una base teórica –la idea reaccionaria del cosmopolitismo
(ver)– a esas ambiciones expansionistas. Los propósitos agresivos de
los monopolios tienen hoy el completo sostén de los dirigentes
socialistas de derecha de ciertos países, quienes lanzándose por el
camino del abandono de la soberanía nacional, se ponen al servicio de
los imperialistas. Una tarea histórica incumbe al proletariado y a
los partidos comunistas de esos países: agrupar a su alrededor a todas
las fuerzas democráticas y patrióticas del pueblo para hacer fracasar
los planes de conquista de los imperialistas y asumir la defensa de la
independencia y de la soberanía nacionales.

Diccionario filosófico · 1965:97

Cuestión nacional

Es la que concierne a la liberación de las naciones y a las
condiciones de su libre desarrollo. La cuestión nacional ha de
examinarse con una perspectiva histórica, pues su contenido y
significado difieren de una época a otra. Al surgir las naciones, la
cuestión nacional estaba ligada al derrocamiento del feudalismo y a la
liberación del país del yugo extranjero. En la época del
imperialismo, la cuestión nacional se ha convertido en un problema
planteado entre estados, se ha fundido con la cuestión general
relativa a la liberación de los pueblos coloniales, ha pasado a ser un
problema nacional y colonial a la vez. Ha resultado hallarse
estrechamente unida a la cuestión campesina, pues la masa principal de
quienes participan en el movimiento nacional está formada por
campesinos. Con la Revolución de Octubre, se inicia la época de las
revoluciones socialistas y de liberación nacional, la época en que se
liquida el sistema colonial. Actualmente, la cuestión nacional vuelve
a plantearse a los pueblos de varios países capitalistas
desarrollados, debido al afán de dominar el mundo por parte de los
estados imperialistas (la Alemania y el Japón fascistas durante la
segunda guerra mundial, los Estados Unidos en el último período). El
proletariado y los partidos comunistas de varios países se encuentran
ante una tarea histórica: oponerse a los planes usurpadores de los
imperialistas, tomar en sus manos la causa de la independencia y de la
soberanía nacionales, agrupar a su alrededor a todas las fuerzas
democráticas y patrióticas del pueblo. Mientras que los ideólogos del
mundo burgués consideran que el único medio de resolver la cuestión
nacional es el aislamiento de las naciones –lo cual, en realidad, hace
que entre ellas se acentúe la hostilidad y unas sean subordinadas a
otras–, la Revolución Socialista de Octubre ha mostrado la posibilidad
y la conveniencia de que se siga otro camino, revolucionario. Es el
camino del aniquilamiento del capitalismo y de la liquidación absoluta
del yugo nacional, el de instaurar la amistad de los pueblos. El
régimen soviético no se ha limitado a proclamar la igualdad de
derechos de las naciones, sino que ha hecho todo lo necesario para
acabar lo más rápidamente posible con la desigualdad económica, y
cultural que de hecho existía entre los pueblos, herencia del viejo
régimen. Basándose en la ayuda mutua fraternal y, ante todo, en la
del gran pueblo ruso, todas las repúblicas nacionales soviéticas han
fundado en sus territorios una industria moderna, han preparado
especialistas nacionales, obreros e intelectuales, han desarrollado
una cultura, nacional por su forma y socialista por su contenido.
Como se indica en el programa del P.C.U.S., la edificación del
comunismo lleva a una unión todavía más estrecha de los pueblos
soviéticos, mientras que la desaparición de los límites entre las
clases y el desarrollo de las relaciones sociales comunistas
intensifican la homogeneidad social de las naciones, facilitan el
incremento de los rasgos comunistas generales de la cultura, de la
moral y del género de vida, la ulterior consolidación de la confianza
mutua y de la amistad entre los pueblos.

No figura en el Diccionario de filosofía · 1984

Comparte este artículo