Dialéctica
Diccionario filosófico marxista · 1946:74-75
(Del griego: “dialogo” –sostener conversación, polémica). Algunos
filósofos de la Antigüedad entendían por dialéctica el arte de
descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones en la
argumentación del adversario y superando estas contradicciones.
Posteriormente, la dialéctica se convirtió en la teoría de las
conexiones y del desarrollo universales. La dialéctica considera que
todos los fenómenos están sujetos a perpetuo movimiento y cambio, y
que el desarrollo de la Naturaleza es el resultado del desarrollo y de
la lucha de sus contradicciones. Los filósofos de la antigua Grecia,
según la expresión de Engels, eran dialécticos innatos. El célebre
filósofo materialista de la antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo
es y no es, pues todo fluye, todo se halla sujeto a un proceso de
transformación, de incesante nacimiento y caducidad. Otro de los más
notables filósofos de la antigua Grecia, Aristóteles, había llegado ya
a penetrar en la forma más sustancial del pensar dialéctico. Pero en
la filosofía griega, la dialéctica aparece todavía en su simplicidad
primitiva. La dialéctica de los antiguos griegos era una dialéctica
candorosa. La conexión universal de los fenómenos no la demostraban
en sus pormenores. Concibiendo la Naturaleza como un todo íntegro, no
llegaron hasta el análisis de sus objetos y fenómenos, sin el cual
tampoco el cuadro general del mundo puede adquirir un sentido claro.
Más adelante, en el curso de varios siglos, la concepción metafísica
del mundo, concepción opuesta a la dialéctica, alcanzó el predominio.
Elementos de dialéctica hay también en la filosofía de Descartes y de
Spinoza, pero en general, sus concepciones son metafísicas. Sólo
desde la segunda mitad del siglo XVIII, la concepción metafísica del
mundo comienza a resquebrajarse, siendo el filósofo alemán Kant el
primero en abrirle una brecha al formular su teoría de la formación
histórica del sistema solar. La moderna filosofía alemana halló su
culminación en Hegel. “El mérito principal de esta filosofía fue, la
restauración de la dialéctica como suprema forma del pensamiento”
(Engels). La dialéctica hegeliana presentó por vez primera todo el
mundo histórico y espiritual en forma de un proceso, o sea, en
movimiento, mutación, desarrollo y transformación continuos. Las
contradicciones internas de este proceso actuaron, además, en calidad
de manantial del automovimiento y del autodesarrollo. Pero Hegel era
un idealista; veía la base y la esencia de todo lo existente en el
autodesarrollo de la “idea absoluta”. Según Hegel, el pensamiento era
el creador de la realidad. “De aquí surge toda la construcción
forzada hasta erizar a menudo los cabellos: el mundo, quiéralo o no,
debe adaptarse a un sistema de ideas” (Engels). La dialéctica se
transformó en una ciencia sólo cuando Marx y Engels la desembarazaron
de su corteza idealista hegeliana, siguieron desenvolviendo lo teoría
del desarrollo y crearon la dialéctica materialista. Marx y Engels
sólo tomaron de la dialéctica de Hegel su “médula racional”,
reelaborando sobre base materialista el método de Hegel, tomando por
fundamento del desarrollo, no la idea, sino la realidad material. El
método dialéctico marxista es básica y diametralmente opuesto a la
dialéctica de Hegel. La dialéctica marxista es la doctrina sobre el
desarrollo, pero en su forma más completa, profunda y libre de
unilateralidad. La dialéctica creada por Marx y Engels y desarrollada
más plenamente por Lenin y Stalin, es la ciencia de las leyes
generales del desarrollo de la Naturaleza, de la sociedad humana y del
pensamiento. (Ver: Método Dialéctico Marxista).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:25-26
(Del griego “dialego”, que significa sostener una conversación, una
polémica). En la antigüedad, algunos filósofos entendían por
dialéctica el arte de lograr la verdad descubriendo las
contradicciones contenidas en los razonamientos del adversario, y
superando esas contradicciones. Posteriormente, la dialéctica se
convirtió en una doctrina del desarrollo y de la relación universal.
La dialéctica considera todos los fenómenos como en eterno movimiento
y mutación; y el desarrollo de la naturaleza, como un resultado de la
lucha de las contradicciones que en ella existen.
Los antiguos filósofos griegos fueron dialécticos innatos. El célebre
filósofo materialista, de la antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo
existe y al mismo tiempo no existe, por cuanto todo fluye y
perpetuamente cambia, aparece y desaparece. Otro filósofo, el más
notable de la Grecia antigua, Aristóteles, investigó las formas
esenciales del pensamiento dialéctico. Empero, en la filosofía
griega, la dialéctica aparece todavía bajo una primitiva simplicidad.
La dialéctica de los antiguos griegos fue ingenua. La relación
universal de los fenómenos no la demostraba en sus detalles;
considerando la naturaleza como un todo, no llegaron al análisis
separado de los fenómenos y objetos de la naturaleza, sin lo cual no
puede ser nítido ni general el panorama del mundo.
Mucho después, durante el transcurso de una serie de siglos, dominó la
concepción metafísica del mundo, contraria a la dialéctica. Sólo
desde la segunda mitad del siglo XVIII la concepción metafísica del
mundo comienza a resquebrajarse. La primera brecha en esta concepción
fue abierta por el filósofo alemán Kant, que formuló la teoría de la
formación histórica del sistema solar. La novísima filosofía alemana
halló su culminación con Hegel. “Su gran mérito fue el retorno a la
dialéctica como forma superior del pensamiento”. (Engels).
La dialéctica hegeliana fue la primera en presentar todo el mundo
natural, histórico y espiritual, bajo la forma de un proceso, es
decir, continuo movimiento, cambio, desarrollo y transformación. Las
contradicciones internas de ese proceso actuaban, entre tanto, en
calidad de fuente del movimiento espontáneo y del desarrollo
espontáneo. Pero Hegel fue idealista. El fundamento y la esencia de
todo lo existente, Hegel lo veía en el desarrollo espontáneo de la
“idea absoluta”. Según Hegel, resultaba que el pensamiento viene a
ser el creador de la realidad. “De aquí emana su atormentada y a
menudo terrible construcción: el mundo –quiéralo o no–debe
conformarse con el sistema lógico”. (Engels).
La dialéctica sólo se hizo una ciencia cuando Marx y Engels la
liberaron de la corteza idealista hegeliana y llevaron adelante la
doctrina del desarrollo, creando la dialéctica materialista. Marx y
Engels aprovecharon de la dialéctica de Hegel, su “grano racional” y
reelaboraron, de forma materialista, el método de Hegel, tomando por
fundamento del desarrollo, no la idea, sino la realidad material. En
vista de ello, el método dialéctico marxista, en su base, está
directamente contrapuesto a la dialéctica de Hegel. La dialéctica
marxista es una doctrina del desarrollo en su aspecto más completo,
profundo y libre de toda unilateralidad. La dialéctica, creada por
Marx y Engels y desenvuelta por Lenin y Stalin, es la ciencia de las
leyes universales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad
humana y del pensamiento. (Ver Método dialéctico marxista).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:126-128
En la antigüedad se entendía por dialéctica, el arte de descubrir la
verdad gracias a la discusión, poniendo de relieve y eliminando las
contradicciones del adversario. Los filósofos de la Grecia antigua
eran, según la expresión de Engels, dialécticos de nacimiento.
Heráclito (ver), célebre materialista griego, afirmaba que las cosas
existen y no existen a la vez, puesto que todo fluye y cambia
constantemente, todo nace y desaparece, y el mundo está constituido
por contradicciones que luchan entre sí. La causa del desarrollo
reside en la lucha de contrarios. Otro filósofo ilustre de la Grecia
antigua, Aristóteles (ver), analizó las principales formas del
pensamiento dialéctico. Pero en la filosofía de la Grecia antigua, el
carácter distintivo de la dialéctica era su ingenuidad y simplicidad
primitivas. Al considerar la naturaleza como un todo, esos filósofos
no llegan a separar, a analizar los fenómenos y los objetos, sin lo
cual es imposible hacerse una imagen clara y completa del mundo. Se
fijaban “…más en el movimiento, en las transiciones, en la
concatenación que en lo que se mueve, cambia y se concatena”.
(Engels, Anti-Dühring, p. 34, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo,
1948). Durante siglos después, hasta fines del siglo XVIII, reinó una
concepción metafísica: se creía en la inmutabilidad de todo lo que
existe. (ver Metafísica).
La filosofía moderna contiene también elementos de dialéctica:
Descartes (ver), Spinoza (ver), Diderot (ver). Descartes contribuyó a
la penetración de la dialéctica en las matemáticas. Al definir la
naturaleza como la causa en sí, Spinoza negó toda fuerza exterior como
fuente de la naturaleza. Como los demás materialistas franceses,
Diderot consideraba el movimiento como una propiedad inherente a la
materia, profesaba teorías evolucionistas que aplicaba a la naturaleza
viva, &c. Pero en su conjunto, su concepción seguía siendo
metafísica.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los progresos de las
ciencias naturales demolieron la concepción metafísica del mundo.
Rudo golpe a las ideas metafísicas en las ciencias fue asestado por
Kant (ver), autor de la teoría natural del cielo, por Lomonósov (ver),
quien descubrió la ley de la conservación de la materia y del
movimiento, formuló la idea de la evolución de la tierra, &c. Los
descubrimientos científicos y la actividad práctica del hombre
demostraron que nada permanece fijo, que nada está dado de una vez por
todas en la naturaleza.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, Hegel (ver) hizo conocer
su teoría del desarrollo dialéctico. Su doctrina sobre la evolución y
el cambio, desempeñó un papel considerable en el progreso de la
dialéctica. Según la dialéctica hegeliana, el mundo histórico y
espiritual por entero, es un solo proceso en movimiento, cambio,
desarrollo y transformación continuos. Las contradicciones internas
constituyen la fuente de este automovimiento. Hegel aplicó la
dialéctica al estudio de los conceptos y de los juicios, a la lógica.
Pero Hegel es idealista, y su sistema dogmático reaccionario,
condicionado por su estrechez de clase, está en contradicción con su
método dialéctico. Para Hegel, la esencia del ser está en el
autodesarrollo de una “idea absoluta”, mística. La conciencia es,
según él, el demiurgo de la realidad, de la naturaleza. No es, pues,
la conciencia la que debe concordar con el desarrollo real, sino la
propia realidad la que tiene que someterse a las construcciones
especulativas de la filosofía hegeliana. La dialéctica de Hegel no
tenía todavía formas científicas. Sus formas escolásticas y místicas
desfiguran la realidad y ponen todo cabeza abajo. La dialéctica está
totalmente vuelta al pasado y no hacia el presente y el porvenir. En
el sistema hegeliano, el desarrollo, después de haber alcanzado un
grado determinado, se detiene completamente. Abandonando aun sus
principios dialécticos. Hegel afirma que la naturaleza no sufre
ningún cambio.
La filosofía revolucionaria rusa de mediados del siglo XIX, señala una
etapa importante en el desarrollo de la concepción dialéctica del
mundo. Belinski (ver), Herzen (ver), Chernishevski (ver), y otros
pensadores rusos, al criticar el carácter idealista e inconsistente de
la dialéctica hegeliana, se esfuerzan en moldear de nuevo el método
dialéctico, en convertirlo en materialista. En sus manos, la
dialéctica es un instrumento de lucha para la transformación
revolucionaria del orden social. Sin embargo, no logran librarse
enteramente de la antigua concepción metafísica. La dialéctica no se
convirtió en ciencia sino a través de los ideólogos del proletariado,
Marx y Engels.
Los grandes fundadores del socialismo proletario, crearon el método
dialéctico marxista, forma nueva de dialéctica y la única científica.
Su dialéctica tiene por fundamento inconmovible a las ciencias de la
naturaleza, especialmente, los tres grandes descubrimientos del siglo
XIX: la célula, la ley de la conservación y de la transformación de la
energía, y el darwinismo. La dialéctica resulta de una síntesis
genial de toda la experiencia humana, en particular, de la experiencia
de la lucha entre el proletariado y la burguesía. Habiendo rechazado
el sistema idealista reaccionario de la filosofía hegeliana, Marx y
Engels extraen de la dialéctica de Hegel su núcleo racional, la
doctrina del desarrollo. El método dialéctico marxista es
diametralmente opuesto a la dialéctica de Hegel: Marx y Engels toman
por base no la idea, sino la realidad material. La dialéctica
marxista representa la teoría del desarrollo más completa y más
profunda. En oposición a Hegel, Marx y Engels consideran la
naturaleza desde el punto de vista del cambio y del desarrollo. En el
Anti-Dühring (ver), la Dialéctica de la naturaleza (ver) y otras
obras, Engels examina bajo sus múltiples aspectos, los problemas de la
dialéctica en las ciencias de la naturaleza. Al aplicar la dialéctica
materialista y el materialismo filosófico a la ciencia de la sociedad,
Marx y Engels trastornaron las ideas admitidas sobre la sociedad y
crearon la teoría del materialismo histórico (ver). La dialéctica
materialista no se vuelve sólo hacia el pasado, sino que lo hace hacia
el presente y el porvenir. Y pone al servicio del partido proletario
el conocimiento de las leyes objetivas del desarrollo.
El método dialéctico marxista se creó y desarrolló en la lucha contra
las teorías metafísicas de los ideólogos burgueses y
pequeño-burgueses, contra las diversas teorías evolucionistas
oportunistas que consideran el devenir como un cambio puramente
cuantitativo sin supresión de lo viejo ni nacimiento de lo nuevo. El
Capital (ver), obra maestra de Marx, así como los trabajos de Engels:
Anti-Dühring, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana (ver) y otros, desempeñaron un papel inmenso en la elaboración
de la dialéctica materialista. Lenin indica que en El Capital, la
dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento están aplicadas al
análisis del modo de producción capitalista.
La dialéctica materialista es una ciencia que se desarrolla de un modo
creador. Ella se enriquece gracias a la experiencia nueva de la lucha
del Partido Comunista de la Unión Soviética y de todo el proletariado
mundial, generalizada por Lenin, por su discípulo y continuador
Stalin, y por otros discípulos de Lenin. Lenin y Stalin profundizaron
la dialéctica en la lucha contra el dogmatismo y el eclecticismo de
los mencheviques, de los oportunistas de la II Internacional, contra
los trotskistas, los bujarinistas y los demás enemigos del marxismo.
Y mostraron que la dialéctica, doctrina del desarrollo histórico
multiforme y lleno de contradicciones, es el fundamento filosófico de
uno de los rasgos principales del marxismo: su vinculación orgánica
con la práctica. En la lucha contra el reformismo y el oportunismo
que encubrían su esencia metafísica con un reconocimiento verbal del
desarrollo, pusieron de manifiesto la correlación de las formas
evolutiva y revolucionaria del devenir y mostraron la función de los
saltos revolucionarios en la historia de la sociedad. En particular,
los trabajos de Lenin, proyectan una viva luz sobre el problema de las
contradicciones, de la lucha de los contrarios como “núcleo de la
dialéctica”, de la lógica dialéctica.
El carácter creador de la dialéctica científica, se manifiesta en la
necesidad de concretar tal o cual ley dialéctica con motivo de las
nuevas realizaciones de la ciencia y de las nuevas condiciones
históricas. Marx y Engels pusieron al desnudo principalmente, la
dialéctica de la sociedad burguesa, que no es sino un caso particular
de la dialéctica tomada en general. Las decisiones y los documentos
del Partido Comunista de la Unión Soviética, que hacen el balance de
la prodigiosa experiencia de la lucha del Partido por el socialismo,
constituyen una vasta síntesis de la dialéctica del pasaje del
capitalismo al socialismo, de la dialéctica del desarrollo de la
sociedad socialista.
La dialéctica materialista es la ciencia de las leyes generales del
desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento.
(ver Método dialéctico marxista).
Diccionario filosófico · 1965:118-120
Ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo de la
naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano. Una larga
historia ha precedido a la concepción científica: de la dialéctica, y
el concepto mismo de dialéctica ha surgido durante la reelaboración y
hasta la superación del sentido inicial del término. Ya la filosofía
grecorromana subrayó con gran fuerza el carácter variable de todo lo
existente, concibió la vida del mundo como un proceso, elucidó el
papel que en este proceso desempeña la transformación de toda
propiedad en su contraria (Heráclito, en parte los materialistas de
Mileto, los pitagóricos). A tales investigaciones no se aplicaba
todavía el término “dialéctica”. Al principio, con este término
(διαλεκτική τέχνη –“arte de la dialéctica”) se designaba el arte del
diálogo y de la discusión: 1) la capacidad de sostener una discusión
por medio de preguntas y respuestas; 2) el arte de clasificar los
conceptos, de dividir las cosas en géneros y especies. Aristóteles,
que no comprendió la dialéctica de Heráclito, consideraba que el
inventor de la dialéctica fue Zenón de Elea, quien sometió a análisis
las contradicciones que surgen cuando se intenta comprender el
concepto de movimiento y de multiplicidad. El propio Aristóteles
distingue la “dialéctica” como ciencia de los argumentos probables, de
la “analítica”, ciencia de la demostración. Platón, siguiendo a los
eleatas (Escuela eleática) define el ser verdadero como idéntico e
invariable, mas en los diálogos “El Sofista” y “Parménides” fundamenta
las conclusiones dialécticas en el sentido de que los géneros
superiores de lo que es sólo pueden concebirse de modo que cada uno de
ellos sea y no sea, resulte igual a sí mismo y no igual, sea idéntico
a sí y se transforme en su “otro”. Por esto el ser incluye en sí
contradicciones: es uno y múltiple, eterno y transitorio, invariable y
variable, reposa y se mueve. La contradicción es la condición
necesaria para incitar el alma a la cogitación. El arte de hacerlo
es, según Platón, el arte de la dialéctica. Siguieron desarrollando
la dialéctica los neoplatónicos (Plotino, Proclo). En la escolástica,
la filosofía de la sociedad feudal, se empezó a dar el nombre de
dialéctica a la lógica formal que fue contrapuesta a la retórica. En
los estadios iniciales del desarrollo de la sociedad capitalista,
formulan ideas dialécticas acerca de la “coincidencia de contrarios”,
Nicolás de Cusa y Bruno. En la Época Moderna, a pesar del predominio
de la metafísica, Descartes y Spinoza ofrecen ejemplos de pensamiento
dialéctico; el primero, en su cosmogonía; el segundo, en la teoría
sobre la substancia como causa de sí misma. En el siglo XVIII,
descuellan en Francia, por la riqueza de sus ideas dialécticas,
Rousseau y Diderot. El primero investiga las contradicciones como
condición del desarrollo histórico; el segundo, además, estudia las
contradicciones en la conciencia social de su tiempo (“El sobrino de
Rameau”). Constituye una etapa importantísima en el desarrollo de la
dialéctica antes de Marx, el idealismo clásico alemán, el cual, a
diferencia del materialismo metafísico, veía en la realidad no sólo el
objeto del conocimiento, sino que además la consideraba como objeto de
actividad. Por otra parte, el desconocimiento de la base verdadera,
material, de la cognición y de la actividad del sujeto, llevó a los
idealistas a tener una concepción limitada y de la dialéctica. El
primero en una brecha en la metafísica fue Kant, quien señaló el valor
de las fuerzas contrarias en los procesos físicos y cosmogónica,
introdujo –por primera vez después de Descartes– la idea desarrollo en
el conocimiento de la naturaleza. En epistemología, Kant desarrolla
las ideas dialécticas en la teoría de las “antinomias”. No obstante,
la diléctica de la razón, según Kant, es ilusoria y se elimina tan
pronto como el pensamiento vuelve a sus límites circunscriptos al
conocimiento de los fenórnenos y nada más. Más tarde, en
epistemología (en “Teoría de la ciencia”), Fichte expuso el método
“antitético” para la investigación de las categorías, método que
contiene importantes ideas dialécticas. Siguiendo a Kant, Schelling
amplía la concepción dialéctica de los procesos de la naturaleza. En
la cima de la dialéctica anterior a Marx, se encuentra la de Hegel.
Independientemente de su falsa concepción, en Hegel “por vez primera
se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la historia y del
espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio,
transforación y desarrollo, intentando además poner de relieve la
conexión interná de este movimiento y desarrollo”. (F. Engels,
Anti-Dühring, pág. 23 – Ibíd., E.P.U., 1961, págs. 33-34). A
diferencia e las determinaciones abstractas del entendimiento, la
dialéctica, según Hegel es el paso de una determinación a otra en el
cual se pone de manifiesto que tales determinaciones son unilaterales
y limitadas, es decir, contienen la negación de sí mismas. Por este
motivo la dialéctica, según Hegel, es “el alma motriz de todo
despliegue científico del pensar y constituye el único principio que
introduce en el contenido de la ciencia una conexión inmanente y la
necesidad”. El resultado de la dialéctica de Hegel rebasó en mucho el
significado que él mismo le había asignado. En la doctrina hegeliana
sobre la necesidad con que todo se transforma en su negación, se
hallaba contenido el principio que revoluciona la vida y el
pensamiento, por lo que los pensadores avanzados veían en la
dialéctica de Hegel “el álgebra de la revolución” (Herzen). La
concepción verdaderamente científica de la dialéctica fue creada sólo
por Marx y Engels. Después de desechar el contenido idealista de la
filosofía de Hegel, Marx y Engels estructuraron la dialéctica sobre la
base de la concepción materialista del proceso histórico y del
desarrollo del conocimiento, generalizando los procesos reales que
ocurren en la naturaleza, en la sociedad y en el pensar. En la
dialéctica científica, se combinan orgánicamente las leyes del
desarrollo tanto, del ser como del conocer, dado que tales leyes, por
su contenido, son idénticas, y sólo se diferencian por la forma. De
ahí que la dialéctica materialista sea no sóló una doctrina
“ontológica”, sino, además, gnoseológica, una lógica que examina el
pensamiento y la cognición tanto en su devenir como en su desarrollo,
pues las cosas y fenómenos son lo que devienen en el proceso de su
desarrollo, y en ellos está contenido, como tendencia, su futuro, es,
decir, aquello que devendrán. En este sentido, la dialéctica
materialista ve también la teoría del conocimiento como generalización
de la historia del conocimiento, y, cada concepto, cada categoría, a
pesar de su carácter de máxima géneralidad, llevan la impronta de la
historicidad. La categoría principal de la dialéctica materialista es
la contradicción. En la teoría de las contradicciones, la diáléctica
materialista descubre la fuerza motriz y la fuente de todo desarrollo;
en ésta categoría se encuentra la clave de todos los demás principios
y categorías del desarrollo dialéctico: el desarrollo por medio de la
transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos, la
interrupcion de la gradualidad, los saltos, la negación del momento
inicial del desarrollo y la negación de esta misma negación; la
repetición, sobre una base superior, de ciertas facetas y rasgos del
estado inicial. Precisamente, es esta manera de concebir el
desarrollo lo que distingue la dialéctica de todo género de
concepciones evolucionistas vulgares, tan características de las
teorías contemporáneas burguesas y reformistas. La dialéctica
materialista constituye un método filosófico para investigar la
naturaleza y la sociedad. Sólo con un criterio dialéctico es posible
comprender el camino complejo y lleno de contradicciones por el que se
va formando la verdad objetiva, la conexión de los elementos de lo
absoluto y de lo relativo en cada escalón del avance de la ciencia,
los pasos de unas formas de generalización a otras formas, más
profundas. La esencia revolucionaria de la dialéctica materialista,
inconciliable con todo estancamiento e inmovilidad, hace de la propia
dialéctica un instrumento de la transformación práctica de la
sociedad, una ayuda para tomar objetivamente en consideración las
necesidades históricas del desenvolvimiento social, la falta de
conformidad de las viejas formas respecto al nuevo contenido, la
necesidad de pasar a formas superiores que faciliten el progreso de la
humanidad. La estrategia y táctica de la lucha por el comunismo se
elaboran en plena correspondencia con la concepción materialista
dialéctica del mundo (Lógica dialéctica).
Diccionario marxista de filosofía · 1971:75-77
(del griego dialegomai, dialogo, razono). Ciencia acerca de las leyes
más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento; teoría y método del conocimiento de los fenómenos de la
realidad en su desarrollo, en su automovimiento, con base en sus
contradicciones internas; “doctrina acerca de las contradicciones en
su total y multifacético desarrollo histórico” (Lenin). Tal es la
acepción con que se emplea el término “dialéctica” en la filosofía
marxista. En un principio dialéctica significaba discusión, choque
entre opiniones contrapuestas de cuyo resultado nace la verdad. La
concepción dialéctico-científica acerca de la realidad no surgió de
golpe, sino que ha sido resultado de la larga evolución del
conocimiento humano. Inicialmente la dialéctica se manifestó en forma
de una representación ingenua, basada en la observación externa de que
en el mundo todo se halla sujeto a cambio y renovación incesantes, de
que las substancias en la naturaleza se transforman y las cosas nacen,
desaparecen y se convierten en su contrario. El pensador de la Grecia
antigua Heráclito fue quien expresó del modo más brillante esta
dialéctica espontánea. Consideraba que el mundo “fue, es y será fuego
eternamente vivo, que se encenderá y apagará con regularidad”. Los
antiguos veían únicamente la imagen general del cambio infinito de los
fenómenos, no pudieron descubrir la regularidad de este cambio ni
comprender cómo se manifiesta esta regularidad en los distintos
fenómenos. En el período en que imperaba el método metafísico
–opuesto a la dialéctica– (siglos xv-xvii) se encuentran algunos
elementos de dialéctica en las concepciones de varios notabilísimos
filósofos: Descartes (idea respecto al origen de los mundos arrancando
de elementos primarios), Spinoza (enfoque dialéctico al abordar el
problema de la libertad y la necesidad), Diderot (conjeturas en cuanto
a la evolución de las substancias vivas). La etapa siguiente en el
desarrollo de la dialéctica está vinculada a los nombres de los
filósofos idealistas alemanes de los siglos XVIII y XIX, y ante todo a
los de Kant y Hegel, que hicieron una importante contribución a la
comprensión de la complejidad y contradictoriedad del proceso del
pensar. En esto jugó gran papel la doctrina de Kant acerca de las
antinomias de la razón. Hegel fue el primero en representarse el
mundo como un proceso de movimiento progresivo universal, de
desarrollo desde los escalones inferiores hasta los superiores, cuya
fuerza motriz y fuente son las contradicciones inherentes a todos los
fenómenos y las cuales constituyen la fuerza vital de todo lo
existente. Hegel formuló las leyes fundamentales de este desarrollo,
elaboró el sistema de categorías de la dialéctica, lo cual ejerció una
influencia substancial en el pensamiento filosófico posterior. Sin
embargo, desarrolló la dialéctica sobre una base falsa, sobre una base
idealista. A su juicio, el movimiento, el desarrollo, existen
únicamente porque todo se halla dirigido por cierta conciencia
sobrenatural, por la razón universal, la cual piensa, crea los
conceptos, se autorreconoce a través de su movimiento y engendra la
naturaleza y la sociedad en este proceso de movimiento. Todo
desarrollo cesará en cuanto la razón universal alcance, a través del
sistema hegeliano, toda su riqueza interna. El idealismo determinó el
conocido conservaturismo de la dialéctica de Hegel, su artificiosidad
en el intento de colocar los procesos reales bajo el esquema del
desarrollo de los conceptos. Los pensadores rusos de vanguardia de
los años 40-60 del siglo XIX (Hertzen, Belinski, Chernishevski)
utilizaron la dialéctica para explicar el desarrollo de la naturaleza
y la sociedad, para fundamentar la lucha revolucionaria contra la
autocracia y el régimen de servidumbre. Sin embargo, no pudieron
realizar la reelaboración materialista de la dialéctica, es decir, no
superaron el idealismo al explicarse los fenómenos sociales. Marx y
Engels crearon una dialéctica materialista auténticamente científica
utilizando lo más valioso de la dialéctica hegeliana y apoyándose en
los avances de la ciencia de su tiempo. La dialéctica materialista se
caracteriza por abordar con objetividad el examen de los fenómenos,
por comprender a éstos tal cual son por sí mismos. Toda la
experiencia del conocimiento y de la práctica humana demuestra que en
el mundo existe una vinculación estrecha e indisoluble entre todos los
fenómenos, entre los aspectos de cada fenómeno, “nexo que da un
proceso de movimiento único y universal sujeto a leyes” (Lenin). La
esencia de la comprensión dialéctica del movimiento y del desarrollo
de los fenómenos, su diferencia con la metafísica, es reflejado por
las leyes de la dialéctica. Las leyes dialécticas fundamentales son:
1) la ley de la unidad y lucha de los contrarios, la cual pone de
manifiesto los impulsos internos, la causa del desarrollo, y
constituye la esencia, el núcleo de la dialéctica; 2) la ley tránsito
de los cambios cuantitativos a cualitativos y viceversa, que
caracteriza el desarrollo no como el cambio puramente externo de los
objetos, sino como un cambio radical que afecta a sus propiedades
internas; 3) la ley de la negación de la negación, según la cual el
desarrollo tiene carácter progresivo, va de lo simple a lo complejo,
de lo inferior a lo superior. Las leyes fundamentales encuentran
complemento y concreción en las regularidades reflejadas en las
categorías de la dialéctica, reveladoras del nexo existente entre
esencia y fenómeno, necesidad y casualidad, posibilidad y realidad,
causa y efecto, &c. Las leyes de la dialéctica son las del desarrollo
no sólo del mundo material sino también del conocimiento humano. Para
que el hombre esté en condiciones de conocer los fenómenos del mundo
material con todos sus nexos, relaciones, transiciones mutuas y
contradicciones, su conciencia, los conceptos que surgen en su cabeza,
deben ser igualmente flexibles, móviles, contradictorios. De ahí que
la dialéctica sea al mismo tiempo teoría del conocimiento y lógica
dialéctica. La dialéctica no es sólo la base del conocimiento sino
también de la actividad práctica fructuosa de los hombres; revela el
carácter históricamente transitorio de todas las formas de la vida
social, exige no atenuar las contradicciones sociales radicales, sino
su solución por vía revolucionaria. La dialéctica es esencialmente
crítica y revolucionaria. “Ante esta filosofía no existe nada
definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene
de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del
devenir y del perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo
superior” (Engels). La dialéctica produce pánico en la burguesía y
sus apologistas, pues fundamenta la inevitable desaparición de la
propiedad privada y la explotación capitalista. Esta es la razón de
que los ideólogos burgueses realicen intentos por refutarla. Pero son
vanos los propósitos de los enemigos del marxismo: el desarrollo de la
ciencia y la sociedad no sólo confirman la veracidad de la dialéctica,
sino que enriquecen su contenido con nuevos aspectos.
Diccionario de filosofía · 1984:115-117
(gr. dialegomai: sostengo charla, razono): ciencia sobre las leyes
más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento. Una larga historia precedió a la comprensión científica
de la dialéctica, y ese concepto mismo surgió en el curso de la
modificación y hasta superación del sentido inicial del término. Al
comienzo, este término (dialektike techne: “arte de la dialéctica”)
designaba: 1) la capacidad de sostener una disputa mediante preguntas
y respuestas; 2) el arte de clasificar los conceptos y dividir las
cosas en géneros y especies. La filosofía de la Antigüedad subrayó ya
con gran fuerza la mutabilidad de todo lo existente, comprendió la
realidad como proceso y elucidó el papel que desempeña en este proceso
la transformación de toda propiedad en su contrario (Heráclito, en
parte los materialistas de Mileto y los pitagóricos). A semejantes
investigaciones no se aplicaba todavía el término “dialéctica”.
Aristóteles atribuye la invención de la dialéctica a Zenón de Elea,
que sometió a análisis las contradicciones que surgen al intentar
concebir las nociones de movimiento y de conjunto. El propio
Aristóteles establece diferencia entre la “dialéctica” y la
“analítica”, como entre la ciencia sobre las opiniones probables y la
ciencia sobre la demostración. Platón define el ser auténtico como
idéntico e inmutable y, no obstante, fundamenta las conclusiones
dialécticas de que los géneros superiores de lo existente sólo pueden
concebirse de modo que cada uno de ellos existe y no existe, es igual
a sí mismo y no es igual, es idéntico a sí mismo y se transforma en su
“otro”. Por eso, el ser encierra contradicciones: es único y
múltiple, eterno y pasajero, inmutable y mutable, reposa y se mueve.
La contradicción es condición necesaria para estimular el alma a la
reflexión. Según Platón, este arte es precisamente el arte de la
dialéctica. En la filosofía de la sociedad feudal –la escolástica–
empezó a llamarse dialéctica a la lógica formal que se oponía a la
retórica. En la época del Renacimiento, las ideas dialécticas sobre
la “coincidencia de los contrarios” las adelantan Nicolás de Cusa y
Bruno. En los tiempos nuevos, a pesar de la dominación de la
metafísica, dan ejemplos de pensamiento dialéctico Descartes y
Spinoza. En el siglo 18, en Francia se destacan por la riqueza de
ideas dialécticas Rousseau y Diderot. Rousseau investiga las
contradicciones como condición del desarrollo histórico, y Diderot,
además, las contradicciones en la conciencia social contemporánea a
él. Antes de Marx, la etapa más importante del desarrollo de la
dialéctica fue el idealismo clásico alemán, que, a diferencia del
materialismo metafísico, no enfocaba la realidad sólo como objeto del
conocimiento, sino, también, como objeto de la actividad. Al mismo
tiempo, el desconocimiento de la verdadera base material del
conocimiento y la actividad del sujeto condujo a la estrechez y a los
errores en las ideas dialécticas de los idealistas alemanes. Kant fue
el primero en abrir la brecha en la metafísica. Señaló la importancia
de las fuerzas contrarias en los procesos físico y cosmogónico y –por
primera vez después de Descartes– introdujo en el conocimiento de la
naturaleza la idea del desarrollo. En la teoría del conocimiento,
Kant desarrolla las ideas dialécticas en su doctrina de las
“antinomias”. Pero la dialéctica de la razón, según Kant, es una
ilusión y se suprime al volver el pensamiento a encuadrarse en su
marco, limitado por el conocimiento tan sólo de los fenómenos.
Después de Kant, Schelling desarrolla la concepción dialéctica de los
procesos de la naturaleza. La cumbre del desarrollo de la dialéctica
premarxista fue la dialéctica idealista de Hegel, en la que “…por
vez primera… se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la
historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante
movimiento, cambio, transformación y desarrollo, intentando además
poner de relieve la conexión, interna de este movimiento y desarrollo”
(C. Marx, F. Engels, t. 20, p. 23). El resultado de la dialéctica
de Hegel rebasó en mucho la significación que él mismo le atribuyó.
En la doctrina hegeliana de la necesidad, con la que todo llega a su
negación, se encerraba un principio que revolucionaba la vida y el
pensamiento, en virtud de lo cual los pensadores de vanguardia
calificaban la dialéctica hegeliana de “álgebra de la revolución”
(Herzen). Marx y Engels crearon la concepción auténticamente
científica de la dialéctica. Al rechazar el contenido idealista de la
filosofía de Hegel, construyeron la dialéctica sobre la base de la
comprensión materialista del proceso histórico y del desarrollo del
conocimiento y la sintetización de los procesos reales que transcurren
en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En la dialéctica
científica se conjugan las leyes del desarrollo tanto del ser como del
conocimiento, pues son idénticas por su contenido y se diferencian
sólo por su forma. Por eso, la dialéctica materialista es una
doctrina no sólo “ontológica”, sino también gnoseológica, que estudia
de igual manera el pensamiento y el conocimiento en su devenir y
desarrollo, por cuanto las cosas y los fenómenos son lo que son en el
proceso del desarrollo y llevan implícito, como tendencia, su futuro,
o sea, lo que pasarán a ser. En este sentido, la dialéctica
materialista enfoca la teoría del conocimiento también como historia
sintetizada del conocimiento, y todo concepto o categoría, a pesar de
su carácter extremadamente general, llevan la impronta de la
historicidad. La categoría principal de la dialéctica materialista es
la contradicción. En la doctrina de las contradicciones, la
dialéctica pone al descubierto la fuerza motriz y la fuente de todo
desarrollo; en ella está la clave para las demás categorías y
principios del desarrollo dialéctico: desarrollo mediante la
transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos,
interrupción en el proceso gradual del desarrollo, saltos, negación
del punto de partida del desarrollo y negación de esa negación misma,
repetición, sobre una base superior, de algunos aspectos y rasgos del
estado inicial. Tal comprensión, precisamente, distingue la
dialéctica de las opiniones evolucionistas vulgares de todo género,
típicas de las teorías burguesas y reformistas modernas. La
dialéctica materialista constituye el método filosófico de
investigación de la naturaleza y la sociedad. Sólo con la óptica de
la dialéctica es posible comprender el camino complejo y
contradictorio del establecimiento de la verdad objetiva; la conexión,
en cada etapa de desarrollo de la ciencia, de los elementos absoluto y
relativo, estable y mutable; las transiciones de unas formas de
generalización a otras, más profundas. La naturaleza revolucionaria
de la dialéctica materialista, que no tolera ningún estancamiento e
inmovilidad, la convierte en instrumento de transformación práctica de
la sociedad, que ayuda a considerar objetivamente las necesidades
históricas del desarrollo social, la falta de correspondencia de las
formas viejas al nuevo contenido y la necesidad de pasar a formas
superiores, que contribuyan al progreso de la humanidad. La
estrategia y la táctica de lucha por el comunismo se trazan en plena
conformidad con el modo de pensar dialéctico-materialista (Lógica
dialéctica).