Enajenación
No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946
No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959
No figura en el Diccionario filosófico · 1965
Diccionario de filosofía · 1984:134
Enajenación
Concepto que caracteriza, en primer lugar, el proceso y los resultados
de la transformación de los productos de la actividad humana (tanto
práctica: productos del trabajo, dinero, relaciones sociales, etc.,
como teórica), así como de las propiedades y capacidades del hombre,
en algo independiente de los individuos y que los domina; en segundo
lugar, la transformación de cualesquiera fenómenos y relaciones en
algo distinto de lo que son de por sí, la deformación y desvirtuación
en la conciencia de los individuos de sus relaciones vitales reales.
Podemos encontrar las fuentes de la idea de la enajenación en las
concepciones de la Ilustración francesa (Rousseau) y alemana (Goethe,
Schiller). Esta idea expresaba objetivamente la protesta contra el
carácter antihumanitario de las relaciones de propiedad privada. El
problema de la enajenación continuó elaborándose en la filosofía
clásica alemana. La interpretación idealista de la enajenación fue
desarrollada con la mayor plenitud por Hegel, para el cual todo el
mundo objetivo es el “espíritu enajenado”. Según Hegel, la tarea del
desarrollo consiste en eliminar esta enajenación en el proceso del
conocimiento. Al mismo tiempo, en la comprensión hegeliana de la
enajenación figuran atisbos racionales sobre algunas peculiaridades
del trabajo en la sociedad antagónica. Feuerbach consideraba la
religión como enajenación de la esencia humana, y el idealismo, como
enajenación de la razón. Sin embargo, al reducir la enajenación
únicamente a los fenómenos de la conciencia, Feuerbach no encontró las
vías reales necesarias para superarla, pues las veía sólo en la
crítica teórica. En la filosofía burguesa moderna, así como en la
literatura revisionista, la enajenación se caracteriza como fenómeno
fatalmente inevitable, engendrado o bien por el progreso técnico y
científico, o bien por las peculiaridades extrahistóricas de la
actividad humana. La base teórica de tal concepción consiste en
identificar la enajenación con la objetivación (Objetivación y
desobjetivación), y, por su esencia social, dicha concepción desempeña
funciones apologistas. Marx, quien concedió gran atención al análisis
de la enajenación, partía de que ésta expresa las contradicciones de
una determinada etapa del desarrollo de la sociedad. La enajenación
debe su origen a la división del trabajo y está enlazada con la
propiedad privada. En tales circunstancias, las relaciones sociales
se forman de modo espontáneo, se escapan al control por parte de los
hombres, mientras que los resultados y productos de la actividad se
enajenan de los individuos y grupos sociales y aparecen como impuestos
por otros hombres o por fuerzas sobrenaturales. Marx centra su
atención en el análisis de la enajenación del trabajo. Con ayuda de
este análisis caracteriza el sistema de relaciones capitalistas y la
situación del proletariado. El reconocimiento de la enajenación del
trabajo como base de las demás formas de enajenación, comprendidas las
ideológicas, permitió concebir la conciencia desfigurada, falsa como
resultado de las contradicciones de la vida social real. Al mismo
tiempo, Marx fundamentó la tarea de liquidar la enajenación mediante
la transformación comunista de la sociedad.