Escepticismo
Diccionario filosófico marxista · 1946:97
(Del griego: “skeptikos”, examen, meditación, consideración.) El
escepticismo es la corriente filosófica que expresa la duda en la
posibilidad de un conocimiento veraz, de la verdad objetiva. Los
escépticos elevan la duda al nivel de un principio; ante cada objeto,
dicen, son admisibles dos opiniones que se excluyen mutuamente: la
afirmación y la negación, y por eso nuestros conocimientos acerca de
las cosas no son veraces. El escepticismo, como corriente filosófica,
nació en la Grecia antigua; Pirrón (siglo III antes de nuestra era),
es considerado como su fundador. A juicio de los escépticos, la
convicción de la imposibilidad del conocimiento de las cosas debe
conducir, teóricamente, a la “abstención de todo juicio” (la llamada
“epoché”), y en la práctica, debe asegurar una actitud indiferente,
impasible, frente a los objetos, la “imperturbabilidad” del alma (la
“ataraxia”). En la época del Renacimiento, el escepticismo desempeñó
un considerable papel en la lucha contra la ideología medioeval, en el
socavamiento de la autoridad de la iglesia. Siguiendo a Montaigne
(1533-1592), Pierre Bayle (ver), “descomponiendo la metafísica con la
ayuda del escepticismo, preparó el terreno para la entrada del
materialismo y de la filosofía del buen sentido” (Marx). Pero, por
otra parte, el filósofo y matemático francés Pascal (1623-1662) sacó
del escepticismo deducciones en favor del misticismo; colocaba el
sentimiento religioso por encima de la razón vacilante en su
conocimiento. En el siglo XVIII, el representante del escepticismo
fue Hume (ver), que niega el valor objetivo de las categorías
filosóficas más importantes: la sustancia y la causalidad. Entre los
escépticos hay que incluir también a Kant (ver), con su teoría de la
incognoscibilidad de las “cosas en sí”. Sin embargo, ya Hegel,
reconociendo sus méritos en la lucha contra la metafísica y el
dogmatismo, consideraba el escepticismo como una “parálisis del
pensamiento”. El escepticismo, como principio negador del
conocimiento de la verdad objetiva, es refutado por la experiencia y
la práctica. El materialismo dialéctico parte del criterio de que “en
el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente cosas aún no
conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarán de
revelar y de dar a conocer” (Stalin).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:161-162
(del griego: σκέψις; σκέπτομαι: yo examino.) Tendencia filosófica que
expresa la duda acerca de la posibilidad de lograr la verdad objetiva.
Los escépticos erigen la duda como principio. Sobre cada objeto,
dicen, se pueden emitir dos opiniones que se excluyen recíprocamente:
la afirmación y la negación. De este modo, nuestro conocimiento de
las cosas se hace incierto. Esta doctrina filosófica fue fundada en
la Grecia antigua por Pirrón (alrededor de 360-270 a.n.e.). Según los
escépticos de la antigüedad, la convicción de no poder conocer las
cosas, debe desembocar, en teoría, en la “suspensión de todo juicio”,
y en la práctica, en una actitud de indiferencia, de imperturbabilidad
respecto a los objetos (“ataraxia”). Marx hace notar que el
escepticismo antiguo señala la decadencia del pensamiento filosófico,
antes tan vigoroso. Durante el Renacimiento, el escepticismo
desempeñó un papel importante en la lucha contra la ideología de la
Edad Media, contra la autoridad de la Iglesia. Siguiendo a Montaigne
(1533-1592), Bayle (ver), “al descomponer la metafísica con la ayuda
del escepticismo, preparó el terreno para la entrada del materialismo
y la filosofía del buen sentido en Francia” (Marx/Engels, Obras, Ed.
alem.). Por otra parte, Pascal (1623-1662) había extraído del
escepticismo conclusiones favorables al misticismo, y colocaba el
sentimiento religioso por encima de la razón vacilante. En el siglo
XVIII, el escepticismo toma la forma de agnosticismo (ver); Hume (ver)
negaba el valor objetivo de las categorías filosóficas más
importantes: la substancia (ver) y la causalidad (ver). Entre los
escépticos hay que incluir también a Kant puesto que proclama
incognoscible su “cosa en sí”. (Ver “Cosa en sí” y “cosa para
nosotros”).
El escepticismo, que niega categóricamente la posibilidad de conocer
la verdad objetiva, es refutado por todo el desarrollo histórico de
las ciencias y por la experiencia de los hombres, que confirman la
tesis marxista sobre la cognoscibilidad del mundo. El materialismo
parte del principio de que no existen en el mundo cosas
incognoscibles, que las cosas todavía desconocidas serán descubiertas
y conocidas gracias a la ciencia y a la práctica. El escepticismo no
puede proporcionar ninguna prueba valedera de la incognoscibilidad de
las cosas. El materialismo marxista, que afirma la cognoscibilidad
del mundo, se apoya en los datos irrefutables de la actividad
práctica. Ésta denuncia implacablemente todo principio falso,
anticientífico e, inversamente, confirma todo principio justo, toda
verdad científica. Si como dicen los escépticos, los hombres no están
en condiciones de conocer la verdadera naturaleza de las cosas, no es
posible comprender cómo hacen para vivir, pues su existencia significa
que conocen las leyes objetivas de la naturaleza y que actúan sobre
ellas para dominarlas. Ni siquiera los animales podrían adaptarse
biológicamente a las condiciones circundantes, si sus
representaciones, en los límites que les son accesibles, no
correspondieran a los fenómenos percibidos. A diferencia del animal,
el hombre confecciona instrumentos de producción con la ayuda de los
cuales transforma la naturaleza, y en el curso de esta transformación
aprende a conocer los secretos más profundos de las cosas. “El
conocimiento puede ser biológicamente útil, en la práctica del hombre,
en la conservación de la vida, en la conservación de la especie,
únicamente cuando refleja la verdad objetiva, independiente del
hombre. Para el materialista, el ‘éxito’ de la práctica humana
demuestra la concordancia de nuestras representaciones con la
naturaleza objetiva de las cosas que percibimos”. (Lenin,
Materialismo y empiriocriticismo, p. 148, Ediciones Pueblos Unidos,
Montevideo, 1948). La propagación del escepticismo en la filosofía
burguesa contemporánea, la propaganda de los ideólogos burgueses en
favor de la “impotencia de la razón” ofrecen un testimonio del marasmo
de la cultura capitalista. Es una de las formas de la lucha contra la
ciencia y el materialismo científico.
Diccionario filosófico · 1965:144-145
Concepción filosófica que pone en duda la posibilidad del conocimiento
de la realidad objetiva. El escepticismo consecuente se conjuga con
el agnosticismo. Alcanza su mayor difusión en los períodos del
desarrollo de la sociedad en que los viejos ideales sociales ya se
tambalean y los nuevos todavía no se han consolidado. El escepticismo
como doctrina filosófica surgió en el período de crisis de la antigua
sociedad griega (siglo IV a. n. e.) como reacción a los anteriores
sistemas filosóficos que mediante razonamientos especulativos
intentaban explicar el mundo sensible, a menudo contradiciéndose entre
sí. Llegó a su punto culminante en las doctrinas de Pirrón,
Arcesilao, Carnéades, Enesidemo, Sexto el Empírico y otros.
Prosiguiendo las tradiciones de los sofistas, los primeros escépticos
señalaron el carácter relativo del conocimiento humano, la
indemostrabilidad formal del mismo y su dependencia de diversas
condiciones (circunstancias de la vida, estado de los órganos de los
sentidos, influencia de las tradiciones y de los hábitos, &c.). En la
base de la concepción ética del escepticismo grecorromano, figuraba la
duda en la posibilidad de un saber demostrado y admitido por todo el
mundo. Los escépticos de la Antigüedad clásica, preconizaban la
abstención de todo juicio para alcanzar la imperturbabilidad del alma
(ataraxía) y con ello, la felicidad, que es el fin de la filosofía.
Sin embargo, los propios escépticos no se abstenían, ni mucho menos,
de enjuiciar las cosas y escribían obras en las que criticaban los
dogmas filosóficos especulativos y presentaban argumentos (los
denominados tropos) en favor del escepticismo. En la filosofía de los
siglos XVII-XVIII, existieron diversas corrientes del escepticismo.
En conjunto, el escepticismo contribuyó en importante medida a refutar
el dogmatismo de la ideología medieval. En los trabajos de Montaigne,
Charron, Bayle, &c., se ponía en duda los argumentos de los teólogos,
se preparaba el terreno para poder asimilar el materialismo. Por otra
parte, el escepticismo de Pascal, Hume, Kant y otros limitaba las
posibilidades de la razón en general y desbrozaba el camino a la fe
religiosa. En la filosofía contemporánea, ha asimilado a su modo los
argumentos tradicionales del escepticismo el positivismo, que
considera absurdos todos los juicios, generalizaciones e hipótesis,
cualesquiera que sean, inaccesibles a la comprobación experimental.
Diccionario de filosofía · 1984:140
(griego skeptikos: que examina, investiga, critica.) Concepción
filosófica que pone en tela de juicio la posibilidad de conocer la
realidad objetiva. El escepticismo consecuente se suma al
agnosticismo y el nihilismo. El escepticismo se propaga más en los
períodos de desarrollo de la sociedad en los que los viejos ideales
sociales se han quebrantado ya, mientras que los nuevos no se han
afianzado todavía. Como doctrina filosófica, el escepticismo surgió
en el período de la crisis de la sociedad antigua (siglo 4 a.n.e.)
como reacción a los sistemas filosóficos precedentes que se valían de
los razonamientos especulativos para tratar de explicar el mundo
sensorial, contradiciéndose a menudo los unos a los otros. El
escepticismo alcanzó su apogeo en las doctrinas de Pirrón, Arcesilao,
Carnéades, Enestidemo, Sexto el Empírico y otros. Imitando la
tradición de los sofistas, los primeros escépticos subrayaban el
carácter relativo del conocimiento humano y su dependencia de las
distintas condiciones (circunstancias de vida, estado de los órganos
de los sentidos, influencia de las tradiciones y costumbres, &c.). La
duda en la posibilidad de un conocimiento demostrable y reconocido por
todos sirvió de base a la concepción ética del escepticismo antiguo.
Los escépticos antiguos predicaban la abstensión de los juicios para
lograr la quietud espiritual (ataraxia) y, con ello, la felicidad que
es precisamente el fin que persigue la filosofía. Pero los escépticos
mismos no se abstenían, ni mucho menos, de emitir juicios y creaban
obras en las que criticaban los dogmas filosóficos especulativos y
exponían argumentos a favor del escepticismo. El escepticismo
desempeñó un importante papel en la refutación del dogmatismo de la
ideología medieval. En los trabajos de Montaigne, Charron, Bayle &c.
se ponía en tela de juicio los argumentos de los teólogos y se
preparaba el terreno para la asimilación del materialismo. Por otra
parte, el escepticismo de Pascal, Hume, Kant y otros limitaba las
posibilidades de la razón en general y desbrozaba el camino a la fe
religiosa. En la filosofía moderna, los argumentos tradicionales del
escepticismo los asimiló de manera original el positivismo, que
califica de insensatos cualesquiera juicios, generalizaciones e
hipótesis, inaccesibles a la verificación experimental directa. El
materialismo dialéctico reconoce el escepticismo como elemento del
conocimiento (duda, autocrítica, &c.) sin absolutizarlo hasta el rango
de concepción filosófica que deviene en agnosticismo.