4-Ética

Ética

Diccionario filosófico marxista · 1946:107

Ética

(Del griego: “ethikós”, costumbre, hábito, carácter.) La ética es la
doctrina sobre la moral, la moralidad; el sistema de normas y reglas
de conducta de los hombres en su relación con la sociedad y entre sí;
una de las formas de la conciencia social. (ver: Moral, Moralidad).

Diccionario filosófico abreviado · 1959:175-176

Ética

(del griego, ἦθος: moral, carácter, costumbres.) Ciencia que trata de
la moral, de su origen y de su desarrollo, de las reglas y de las
normas de conducta de los hombres, de sus deberes hacia la sociedad,
la patria, el Estado, etc. A veces se atribuye al término “ética” el
mismo sentido que al término “moral”. Antes de Marx, las doctrinas
éticas se integraban en los sistemas religiosos o filosóficos, y
constituían tentativas idealistas y metafísicas de establecer reglas y
normas de conducta inmutables, independientes del desarrollo
histórico, valederas para todas las épocas, y para todos los pueblos,
clases y agrupamientos sociales. Ni los idealistas, ni siquiera los
materialistas premarxistas que tenían una concepción idealista de la
historia, estaban en condiciones de crear una teoría científica de la
moral. Engels escribía a propósito de la ética de Feuerbach (ver):
“Donde el verdadero idealismo de Feuerbach se pone de manifiesto, es
en su filosofía de la religión y en su ética” (“Ludwig Feuerbach y el
fin…”, en Marx/Engels, Obras escogidas, t. II, p. 352, Ed. esp.,
Moscú 1952). El marxismo, que ha efectuado una revolución en la
filosofía, fue el primero en crear una teoría científica de la moral,
y demostró que la moral es una forma de la conciencia social, poniendo
en evidencia el carácter de clase de la moral en una sociedad
clasista.

La historia de las doctrinas éticas forma parte integrante de la
historia de la sociedad, de la lucha de clases, de la sucesión de las
diversas formaciones sociales. Los conceptos éticos de los esclavos y
de sus amos, de los siervos y de los feudales, de los obreros y de los
capitalistas, revelan un carácter opuesto. En la sociedad esclavista,
las cuestiones relativas a la ética fueron analizadas por
materialistas como Demócrito (ver), Epicuro (ver), en su lucha contra
los idealistas Sócrates (ver), Platón (ver), etc. Oponiéndose a la
moral religiosa, Epicuro sostenía que el hombre aspira naturalmente al
placer y que en ello no hay nada reprobable. Pero demostraba también
que los placeres espirituales son superiores a los goces corporales.
En cuanto a Platón, desarrollaba una teoría reaccionaria,
aristocrática, por la cual, vinculaba la moral a un mundo de ideas
suprasensibles, y particularmente, a la idea del “bien”. Afirmaba que
la aristocracia posee, de nacimiento, una moral superior. Aristóteles
(ver) concedió, de igual modo, mucha importancia a los problemas de la
ética, especialmente a la virtud cívica. Afirmaba que la virtud
“intelectual” se adquiere por medio de la educación, mientras que la
virtud “volitiva” se obtiene por el hábito. En sus doctrinas éticas,
los filósofos antiguos, ya fueran materialistas o idealistas,
justificaban la esclavitud y concebían la moral como idealistas, como
si fuera un conjunto de verdades eternas aplicables en todas las
circunstancias.

Las doctrinas éticas religiosas adquirieron particular difusión en la
sociedad feudal (Tomás de Aquino, ver, etc.). Esas doctrinas
atribuían a la existencia humana, como fin supremo, el amor a Dios, la
sumisión absoluta a las autoridades de la Iglesia, la felicidad “en el
otro mundo” mediante un renunciamiento ascético a todos los goces
terrenales. Esas doctrinas justificaban el orden feudal y eran
hostiles a las masas trabajadoras –campesinos, pobres de las ciudades,
etc.– cuyos representantes (Tomás Müntzer, etc.) exigían una vida
feliz no “en el otro mundo” sino aquí. Con el nacimiento de la
sociedad burguesa, se asistió a la aparición de doctrinas éticas
progresistas, antifeudales, creadas por la joven burguesía que censura
la moral ascética de la Edad Media y proclama el “egoísmo racional”
(Helvecio, ver, Diderot, ver, etc.) según el cual, la conducta del
hombre debe depender no de la religión, sino de los intereses
personales bien comprendidos. Partiendo del hecho de que los hombres
nacen iguales, la teoría del “egoísmo racional” hacía la crítica de
los privilegios feudales, enunciaba el principio de “libertad,
igualdad y fraternidad”, lo que conducía en el fondo a reivindicar un
régimen burgués democrático. El materialista alemán Feuerbach lanzaba
llamamientos sentimentales al “amor universal”. Los materialistas
premarxistas ignoraban que la moral es una de las formas de la
conciencia social, no denunciaban el carácter de clase de la moral y
consideraban la “naturaleza humana” eterna e inmutable: sus ideas
quedaban encerradas en el marco del régimen burgués. Los demócratas
revolucionarios rusos (Belinski, ver; Herzen, ver; Chernishevski, ver;
Dobroliúbov, ver) entendían de una manera más justa y más profunda los
problemas de la moral: comprendían que los intereses de los
trabajadores son incompatibles con los de las clases explotadoras y
criticaban la moral de los grandes terratenientes y de los
capitalistas, desde el punto de vista de la revolución campesina. Los
materialistas rusos del siglo XIX eran los promotores de una moral que
tenía por principio el bien del pueblo. Sin embargo, tampoco ellos
podían comprender el papel histórico del proletariado y no pudieron
por esta razón producir una ética científica. Esta fue obra del
marxismo, el primero que descubrió las leyes objetivas que determinan
el desarrollo de la moral y su papel en la lucha de clases.

La ética marxista reveló la naturaleza anticientífica de las teorías
idealistas de toda especie que, como la teoría del ”imperativo
categórico” (ver) de Kant, por ejemplo, hacen abstracción del carácter
histórico y del carácter clasista de la moral social. La ética
marxista definió científicamente el contenido de la moral comunista,
su importancia, y las tareas que le incumben en la lucha por la
edificación del comunismo. La ética marxista parte de la necesidad de
una lucha implacable contra la moral burguesa reaccionaria y contra
sus propagandistas. Combatió y continúa combatiendo las teorías
cosmopolitas y racistas de la moral, enunciadas por Schopenhauer (ver)
y por Nietzsche (ver), así como las teorías éticas contemporáneas de
los ideólogos de la reacción. La ética marxista denuncia las
enseñanzas de los filósofos, sociólogos y materialistas reaccionarios
burgueses que justifican la caza de beneficios máximos por parte de
los capitalistas. En Estados Unidos e Inglaterra se difunden las
doctrinas morales de los pragmatistas (Dewey, ver; Schiller, etc.)
quienes afirman que las normas y valores morales constituyen una
creación de la voluntad de los hombres en interés del “business”
capitalista. Los partidarios del existencialismo (ver), Heidegger,
Jaspers y otros, declaran que la voluntad humana es independiente de
la realidad ambiente, y que por lo tanto “todo le es permisible al
hombre”. Los partidarios de la ética neo-tomista (Harrington,
Maritain, etc.) proclaman que el objeto de la conducta humana es el de
“prepararse para la muerte”, de “servir a Dios y a la Iglesia”. El
místico francés E. Aegerter considera que el principio fundamental de
la ética se reduce a una introspección mística del hombre. Todos los
representantes de la ética moderna burguesa combaten abiertamente el
análisis científico de la moral, y declaran que las normas y
principios morales son, o bien creación arbitraria de los hombres, o
bien efecto de la voluntad divina. Sólo la ética marxista-leninista
constituye una ciencia verdadera de la moral, que ha recibido la
consagración de la práctica histórica. Los grandes principios de la
moral comunista han triunfado en la U.R.S.S., país del socialismo
victorioso. (Ver igualmente Moral).

Diccionario filosófico · 1965:159-160

Ética

(del griego ἠθικἠ: relativo a las costumbres). Ciencia de la moral.
Se divide en ética normativa y teoría de la moral. La primera
investiga el problema del bien y del mal, establece el código moral de
la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena
y cuál es el sentido de la vida. La teoría de la moral investiga la
esencia de esta última, su origen y desarrollo, las leyes a que
obedecen sus normas, su carácter histórico. La ética normativa y la
teoría de la moral son inseparables entre sí. Últimamente se ha
desarrollado la metaética, que investiga las enunciaciones éticas, su
relación con la verdad, la estructura y constitución de la teoría
ética. La metaética es un fruto de la época actual, en que las
ciencias han recurrido al análisis lógico de sus medios. No hay que
identificar la ética con la moral vigente, “práctica”, con la
moralidad; la ética es la ciencia, la teoría de la moral y de la
moralidad. La moral surgió antes que la ética, existía ya en el
régimen de la comunidad primitiva, mientras que la ética apareció al
formarse la sociedad esclavista. La ética ha sido un elemento de las
doctrinas filosóficas, de la teoría filosófica. Desde que apareció,
en ella ha habido lucha entre la concepción materialista de la moral y
la idealista. Los materialistas premarxistas no podían comprender las
leyes objetivas reales del desenvolvimiento de la moral. Mas lucharon
contra las concepciones teológicas en la ética, sometieron a crítica
la idea que teólogos e idealistas mantenían del sentido de la vida,
defendieron el criterio de que el origen y las fuentes de las normas
morales son “terrenales”. En la Antigüedad, contribuyeron a que se
llegara a una concepción ética de la realidad los charvak (India), Yan
Chu y Lao-tse (China), Demócrito, Epicuro, Aristóteles (Grecia) y
otros. Se realizó una gran aportación al desarrollo de las ideas
éticas durante el período en que se formó y consolidó el régimen
burgués. Los ideólogos de la burguesía, en aquel tiempo
revolucionaria, como Spinoza, Rousseau, Helvecio, Holbach, Diderot y
Feuerbach, asignaban gran importancia a la resolución de los problemas
de la ética. Aunque filósofos como Kant y Hegel defendían la
concepción idealista de la moral, expusieron varias concepciones
éticas valiosas. Los demócratas revolucionarios de Rusia,
especialmente Belinski, Herzen, Dobroliúbov y Chernishevski,
realizaron una seria aportación a la ética. Como los socialistas
utópicos de Occidente (Fourier, Saint-Simon, Owen y otros), los
demócratas revolucionarios rusos, soñando con una sociedad justa,
intentaban predecir y esbozar las nuevas relaciones morales entre las
personas. La ética marxista hizo suyo todo cuanto de valioso había en
las teorías éticas del pasado. Su aparición constituyó un punto de
viraje en el desarrollo de la ética. Las teorías éticas precedentes
eran idealistas. Los filósofos del pasado suponían que bastaba
modificar el nivel de la conciencia de las personas, instruirlas, o
cambiar la forma de dirección estatal para difundir la moral que
preconizaban. Marx y Engels pusieron de manifiesto que la moral
estaba determinada por el régimen económico y social, y que poseía un
carácter histórico. Con su teoría del comunismo, señalaron cuáles son
los verdaderos caminos de la felicidad, de la justicia y de la
libertad. La nueva etapa en el progreso de la ética está unida al
nombre de Lenin. Contribuyeron asimismo a enriquecer la ética
marxista Plejánov, Lafargue, Bebel, Nadiezhda Krúpskaia, Antón
Makárenko y otros. Se ha dedicado suma atención a los problemas
éticos correspondientes al período del socialismo y de la formación
del comunismo, en los Congresos XX y XXII del P.C.U.S. La
construcción del comunismo ha planteado nuevos problemas ante la
ética, que se va transformando cada vez más en una ciencia
independiente. El código moral de los constructores del comunismo,
formulado en el programa del P.C.U.S., es de gran trascendencia para
el ulterior desarrollo de la ética marxista (Moral comunista). La
ética burguesa contemporánea está en crisis. Los principios de la
ética burguesa se basan en teorías metafísicas e idealistas.
Neotomistas y existencialistas escriben mucho sobre cuestiones éticas.
En cambio, los neopositivistas abandonan su misma problemática ética y
cultivan la lógico-semántica. La tendencia dominante en la ética
burguesa es la que sitúa en un plano abstracto y metafísico las
cuestiones relativas al humanismo, a la justicia y al bien, sin tener
en cuenta la vida; busca valores éticos “absolutos” cuya finalidad
única sigue siendo, como antes, la defensa y la conservación del
régimen capitalista. Son particularidades de la ética burguesa, la
propaganda del individualismo, la lucha contra el principio de
colectivismo. Paralelamente a la difusión del dogmatismo moral
neotomista, se intensifica el relativismo moral, que intenta demostrar
la imposibilidad de la ética científica.

Diccionario de filosofía · 1984:153-154

Ética

(griego ethos: costumbre.) Una de las disciplinas teóricas más
antiguas, cuyo objeto de estudio es la moral. La ética surge en el
período de establecimiento del régimen esclavista, disociándose de la
conciencia moral espontánea de la sociedad como una de las principales
partes integrantes de la filosofía, como ciencia “práctica” de cómo se
debe proceder, a diferencia del saber puramente teórico sobre la
realidad. Posteriormente, la ética misma se divide en los campos
teórico y práctico, en ética filosófica y ética normativa. En la
ética burguesa moderna, esta división históricamente justificada ha
llegado a la ruptura total (Análisis lingüístico en ética, Positivismo
lógico, Metaética), a la enajenación mutua entre la ciencia y la
moral. La contraposición tradicional de la teoría y la práctica en la
historia de la ética también obstaculizaba la solución de su problema
fundamental: el de la fuente y la base de las ideas morales. De
ordinario, la moral se deducía de un principio extrahistórico –Dios,
naturaleza del hombre o leyes del Cosmos (Naturalismo, Ética
teológica)–, de algún principio apriorístico o idea absoluta en
autodesarrollo (Kant y Hegel) o de cierta autoridad (Ética
aprobativa). En el siglo 20, la crisis de estos modos tradicionales
de deducción de la moral halló su expresión en la tesis de la ética
burguesa moderna sobre la imposibilidad de fundamentar teóricamente
las ideas morales, así como en la división de dicha ética en dos
corrientes mutuamente opuestas (irracionalismo y formalismo).
Únicamente el marxismo, que supera por completo la contraposición de
la teoría y la práctica, esclareciendo su naturaleza socio-histórica,
permite deducir científicamente las ideas morales de los modos de
producción en desarrollo histórico, de los tipos de vida social, que
sustituyen con carácter lógico unos a otros, y del progreso de la
cultura material y espiritual de la sociedad, y esclarecer la
naturaleza de la moral y su lugar en la vida social y la especificidad
del reflejo del ser social en la conciencia moral. Respectivamente se
resuelve también la cuestión del objeto y las tareas de la ética
marxista, que abarca una serie de esferas de investigación. Una de
ellas es el estudio de la historia del desarrollo de la moralidad del
género humano, que transcurre en forma de lucha y cambio de la moral
de las diversas formaciones socioeconómicas y clases, así como en
forma de historia de las doctrinas éticas, que refleja este proceso.
En cuanto a nuestra época, esta tarea de la ética consiste en
fundamentar históricamente la moral superior de la humanidad –la moral
comunista– y en someter a crítica la moral y la ética burguesas. De
esta manera la ética normativa se convierte en desarrollo natural de
las conclusiones de la teoría histórica de la ética y deja de ser una
doctrina independiente, opuesta a la ética teórica. Los principios
morales no se establecen por ciertos filósofos, partidarios de una u
otra corriente, sino que se forman en el proceso de la práctica
social, reflejando la experiencia atesorada por muchas generaciones,
por todo el pueblo y las distintas clases. La ética marxista analiza
también la naturaleza y el mecanismo de acción de la moral y la
investiga como aspecto de la actividad social del hombre, como forma
específica de relaciones y conciencia sociales. En la época de
edificación del comunismo crecen inconmensurablemente las tareas
teóricas de la ética marxista y su significación práctica. La ética
marxista sintetiza y sistematiza los principios de la moral comunista,
que se forman por la masas trabajadoras en el proceso de construcción
de la nueva sociedad, fundamenta científicamente dichos procesos y
constituye la base teórica de la educación moral de los trabajadores,
de la formación de su posición activa en la vida y de la
intransigencia para con las infracciones de las normas de la moral
comunista.

Comparte este artículo