5-Evolución y revolución

Evolución y revolución

Diccionario filosófico marxista · 1946:108-109

Evolución y revolución

La concepción metafísica del desarrollo se reduce al reconocimiento
del cambio únicamente cuantitativo, gradual, evolutivo; el crecimiento
de lo que ya en el mismo principio está dado, lo que existe en forma
acabada. Semejante interpretación del desarrollo niega los saltos,
las transformaciones revolucionarias y es incapaz de explicar el
nacimiento de lo cualitativamente nuevo. El materialismo dialéctico
niega tal interpretación del desarrollo y enseña que el “movimiento es
biforme: evolutivo y revolucionario” (Stalin). En forma evolutiva se
efectúan los cambios cuantitativos, insignificantes, ocultos,
continuos, que preparan los cambios radicales, cualitativos, los que
se efectúan en forma súbita, a modo de saltos, revolucionariamente.
El desarrollo se produce “a modo de salto, catastrófico,
revolucionario”; “soluciones de continuidad”; la “transformación de la
cantidad en calidad” (Lenin). De esta manera, la evolución y la
revolución no pueden ser separadas la una de la otra, están
necesariamente relacionadas entre sí, y el verdadero desarrollo es la
unidad de la evolución y la revolución. “La historia real emprende
estas diversas tendencias, así como la vida y el desarrollo en la
Naturaleza comprenden, tanto la evolución lenta como los saltos
rápidos, las soluciones de continuidad” (Lenin). “El movimiento es
evolutivo cuando los elementos progresivos prosiguen espontáneamente
su trabajo cotidiano e introducen cambios pequeños, cuantitativos, en
las viejas normas. El movimiento es revolucionario, cuando estos
mismos elementos se unen, se compenetran con una sola idea, y con
pasos acelerados se encaminan hacia el campo enemigo para destruir de
raíz el viejo orden con sus rasgos cualitativos y establecer un orden
nuevo. La evolución prepara y abona el suelo para la revolución, y la
revolución corona la evolución y ayuda a su ulterior tarea” (Stalin).
El marxismo-leninismo lucha contra el oportunismo que separa la
evolución de la revolución y sustituye la lucha revolucionaria por la
lucha por reformas. Para el revolucionario, la reforma sólo es un
elemento accesorio de la revolución. Lo principal para él es la labor
revolucionaria. El marxismo-leninismo lucha también contra los que
separan la revolución de la evolución, los que interpretan
metafísicamente el movimiento como la única revolución, los que niegan
la necesidad de la evolución. Declarando de más el trabajo paciente
de organización de las masas para la verdadera acción revolucionaria,
desviando a las masas de las tareas de preparación para los saltos,
esta teoría pequeño-burguesa es tan reaccionaria como la teoría del
evolucionismo. Esta interpretación del desarrollo social es
característica de los anarco-sindicalistas. “El anarco-sindicalista
rechaza el ‘pequeño trabajo’, particularmente la utilización de la
tribuna parlamentaria. En realidad, esta última táctica se reduce a
preparar los ‘grandes días’, en medio de la incapacidad para acumular
las fuerzas que crean los grandes sucesos” (Lenin).

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:32

Evolución y revolución

“…El movimiento tiene una forma dual: evolutiva y revolucionaria”
(Stalin). Los cambios cuantitativos, insignificantes, ocultos e
ininterrumpidos se realizan por evolución. Los cambios cualitativos,
por el contrario, se realizan de súbito, por saltos,
revolucionariamente. “La historia real comprende esas diversas
tendencias, a semejanza de cómo la vida y el desarrollo de la
naturaleza comprenden tanto la lenta evolución cuanto los saltos
rápidos, soluciones de continuidad” (Lenin). El desarrollo implica,
por consiguiente, la evolución y la revolución. La evolución prepara
y da terreno a la revolución; la revolución culmina la acción de la
evolución y coadyuva en su actividad ulterior.

El oportunismo sustituye la lucha revolucionaria por la lucha
reformista. “Para el revolucionario, por el contrario, lo principal
es la acción revolucionaria y no la reforma; para él, la reforma es un
producto indirecto de la revolución”. (Stalin).

Diccionario filosófico abreviado · 1959:177-178

Evolución y revolución

La evolución es una acumulación lenta, gradual, de cambios
cuantitativos; la revolución es un cambio brusco, radical,
cualitativo. La metafísica sólo reconoce los cambios cuantitativos,
el crecimiento gradual, evolutivo. Esta concepción del desarrollo
ignora los saltos, los trastornos revolucionarios, y no explica el
nacimiento de lo cualitativamente nuevo. El materialismo dialéctico
combate esta manera de ver y enseña que el movimiento reviste una
forma doble: evolutiva y revolucionaria. Los cambios poco sensibles,
latentes, continuos, cuantitativos, se efectúan por evolución;
preparan los cambios radicales, cualitativos, revolucionarios, que se
realizan por medio de saltos. Por tal razón, es preciso considerar el
devenir no sólo como un cambio cuantitativo, sino también como un
desarrollo por saltos, revolucionario, discontinuo, como una
transformación de la cantidad en calidad. No es posible, pues,
separar la evolución de la revolución, que se vinculan
indisolublemente. El desarrollo verdadero reside en la unidad de la
evolución y la revolución.

“El movimiento es evolutivo cuando los elementos progresivos continúan
espontáneamente su labor cotidiana e introducen en el viejo régimen
pequeños cambios, modificaciones cuantitativas.

“El movimiento es revolucionario cuando esos mismos elementos se unen,
se penetran en la misma idea y se precipitan contra el campo enemigo,
para destruir de raíz el viejo régimen e introducir en la vida cambios
cualitativos, instaurando un nuevo régimen.

“La evolución prepara la revolución y crea el terreno para ella, y la
revolución corona la evolución y contribuye a su obra ulterior”
(Stalin, “¿Anarquismo o socialismo?”, en Obras, t. 1, p. 308, Ed.
esp., Moscú, 1953).

El marxismo-leninismo lucha contra el oportunismo, que niega la
revolución como instrumento de transformación radical del orden
social, y que substituye la lucha revolucionaria por la acción
reformista. Para un revolucionario, la reforma no es sino un producto
accesorio de la revolución. Lo que importa es la lucha
revolucionaria. El marxismo-leninismo lucha igualmente contra la
teoría que desliga la revolución de la evolución, que sólo reconoce la
forma revolucionaria del movimiento y niega la necesidad de la
evolución, de la preparación gradual y de la organización de las masas
destinadas a una acción revolucionaria. Al apartar a las masas de la
preparación de un salto revolucionario, esta teoría pequeño-burguesa
hace mucho daño al movimiento obrero, y es tan reaccionaria como el
evolucionismo. La negación de la necesidad del desarrollo evolutivo
es característica del anarcosindicalismo. “El anarcosindicalista
declina el ‘trabajo menudo’ y, particularmente, la utilización de la
tribuna parlamentaria. En realidad, esta última táctica desemboca en
una espera de ‘los grandes días’, sin saber concentrar las fuerzas que
crean los grandes acontecimientos” (Lenin, Marx, Engels, Marxismo, Ed.
rusa). Los dirigentes socialistas de derecha de hoy se sirven de las
teorías evolucionistas burguesas para justificar la traición a los
intereses de la clase obrera y de todos los trabajadores. Así, el
reformista austríaco Renner, en su libro “El mundo nuevo y el
socialismo”, pretende que el pasaje del capitalismo al socialismo debe
efectuarse gradualmente, “de éxito en éxito”, por medio de la
renovación reformista del régimen burgués, y no por medio de la
revolución socialista. El marxismo-leninismo estigmatiza a esos
lacayos del capital, y enseña que no se puede abolir el capitalismo y
construir el socialismo sino por medio de la revolución, por un salto
revolucionario.

Sin embargo, la dialéctica exige que la revolución que corona todo
desarrollo evolutivo sea considerada en el plano histórico. Sólo
cuando la sociedad está dividida en clases hostiles, el salto reviste
el carácter de una revolución política, de una explosión, o sea, que
el poder existente es derribado y se crea un poder nuevo. Si la
sociedad no está compuesta de clases hostiles, la transición de la
cualidad vieja a la cualidad nueva no reviste la forma de revoluciones
políticas, de explosiones. (Ver igualmente Salto; Transformación de
cambios cuantitativos en cambios cualitativos).

Diccionario filosófico · 1965:162-163

Evolución y revolución

Partes del desarrollo indisolublemente concatenadas entre sí;
corresponden al incremento de las transformaciones cuantitativas en el
desarrollo del fenómeno (evolución) y al cambio cualitativo más o
menos rápido (revolución). La concepción materialista dialéctica de
la evolución y de la revolución ha superado las unilateralidades
metafísicas del evolucionismo simplista (Spencer), que circunscribía
el desarrollo a cambios cuantitativos graduales y no proporcionaba la
clave para la comprensión del automovimiento, y del “catastrofismo”
negaba el proceso de las transformaciones cuantitativas, preparadoras
de la revolución, y confiaba en la voluntad de las grandes
personalidades (voluntarismo), en la casualidad o en el creador de la
naturaleza (Cuvier). El movimiento incluye en sí tanto el cambio
cuantitativo gradual (evolución) como su interrupción (revolución).
Ésta no es fruto de la arbitrariedad, sino que constituye un proceso
objetivo en el que se superan las viejas contradicciones, que alcanzan
“un grado máximo de tensión” y el fenómeno a que ello da origen se
desarrolla en virtud de nuevas contradicciones. De ahí que carezca de
fundamento la teoría de la evolución emergente, que reconoce de
palabra la aparición de lo cualitativamente nuevo en el proceso de
desarrollo, pero en última instancia niega el autodesarrollo
dialéctico y no ve las premisas de la revolución en la evolución
precedente. Tergiversan, asimismo, la esencia de la evolución y de la
revolución, otros ideólogos de la burguesía y los revisionistas, a
quienes atemoriza la inevitabilidad de la revolución social. El
concepto de evolución también se emplea para designar al desarrollo en
el amplio sentido de la palabra (verbigracia, evolución del mundo
orgánico) y, en este caso, se entiende por evolución el movimiento que
incluye en sí cambios cuantitativos y cualitativos.

Diccionario de filosofía · 1984:157-158

Evolución y revolución

(latín evolutio y revolutio.) Conceptos que se aplican para
caracterizar los diversos aspectos del desarrollo. Por evolución en
sentido amplio se entiende el cambio del ser y la conciencia (en este
sentido, el concepto de evolución es próximo por su contenido al de
desarrollo), que comprende las transformaciones tanto cuantitativas
como cualitativas. La correlación de estas últimas en el desarrollo
se expresa precisamente a través de la correlación de la evolución (en
el sentido estricto) y la revolución. En conformidad con ello, con el
término “evolución” se designan los cambios cuantitativos más o menos
lentos y graduales, y con el término “revolución”, las
transformaciones cualitativas, cardinales que se realizan a saltos.
La relación entre evolución y revolución la expresa la ley de la
transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos. La
complejidad de esta relación se hace evidente al analizar el
surgimiento de algo nuevo. En efecto, lo nuevo no puede surgir de la
nada, como producto de la creación sobrenatural (creacionismo), sino
que es siempre un resultado de los estados precedentes. Al mismo
tiempo, los estados precedentes de por sí no pueden originar lo nuevo,
pues este último es algo distinto en principio de los estados que le
dieron vida. En el marco de la metafísica, esta contradicción es
insuperable, ya que el pensamiento metafísico separa un aspecto de la
contradicción del otro y lo absolutiza. En resumen, por una parte, el
desarrollo se entiende como evolución llana (Spencer), y por la otra,
como suma de saltos sin causas no condicionados por el desarrollo
anterior (Couvier, evolución emergente). Esta unilateralidad es
particularmente nociva en el análisis del desarrollo social, pues
conduce o bien a la renuncia a las transformaciones revolucionarias de
la sociedad (reformismo), o bien a las ideas izquierdistas de que la
revolución no tiene premisas, de que la violencia “revolucionaria”
directa es el modo de solución de todos los problemas y de que se debe
“exportar la revolución” (Anarquismo). La filosofía marxista entiende
el desarrollo como solución de la contradicción interiormente
inmanente al fenómeno en desarrollo. Por eso, en el fenómeno mismo
surge su propia negación, al formarse todas las condiciones necesarias
para ello (en el curso de la evolución). Ahora bien, lo nuevo sólo
puede surgir como interrupción, en el proceso gradual del desarrollo,
como salto. Por eso, la evolución y la revolución son momentos
necesarios de todo desarrollo: la evolución prepara la revolución, y
esta última culmina a aquélla. Esto se refiere también a las
revoluciones sociales.

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