Fatalismo
Diccionario filosófico marxista · 1946:112
Fatalismo
(Del latín: “fatum”, suerte, destino). El fatalismo es una teoría
idealista, según la cual, el desarrollo histórico está predestinado
por una fuerza desconocida, por la suerte, por el destino. El
fatalismo niega el activo papel creador de la personalidad, de los
partidos y de las clases en la historia, considerando que la
intervención del hombre en el desarrollo de la sociedad, en los
sucesos históricos, es inútil, y que el hombre sólo es un juguete
ciego en manos de las leyes inexorables de la historia. El fatalismo
es una doctrina reaccionaria, puesto que predica la pasividad, la
inacción, el automatismo, y niega la lucha revolucionaria. La
doctrina del marxismo-leninismo sobre las leyes que rigen el
desarrollo social y sobre el papel de la personalidad, de los partidos
y de las clases en este desarrollo es opuesta tanto al fatalismo, como
al subjetivismo que reduce todo el desarrollo social a la acción de
los “héroes”, de las personalidades ilustres. La doctrina del
marxismo-leninismo sobre la necesidad histórica en el desarrollo
social no menoscaba, ni mucho menos, el papel de la personalidad en la
historia (ver). El marxismo-leninismo parte del criterio de que son
los hombres los que hacen la historia, pero que su actuación está
condicionada y determinada por las necesidades del desarrollo de la
vida material de la sociedad.
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:34
Fatalismo
(Del latín “fatum” fatalidad, destino). Doctrina idealista, conforme
a la cual, el desarrollo histórico se predetermina por una fuerza
desconocida, una cierta fatalidad o destino. El fatalismo niega la
activa función creadora de la personalidad, del partido y de las
clases de la historia, considerando que el hombre no puede inmiscuirse
en el desarrollo de la sociedad y de los acontecimientos históricos.
El hombre sólo es un ciego juguete en manos de las inexorables leyes
de la historia.
El fatalismo es una doctrina reaccionaria, porque predica la
pasividad, la inacción, el curso natural de las cosas, y niega la
lucha revolucionaria. La doctrina del marxismo-leninismo sobre las
leyes del desarrollo social y el papel de la personalidad, de las
clases y del partido en ese desarrollo, se opone tanto al fatalismo
como al subjetivismo, que atribuye todo el desarrollo social a la
acción de los “héroes”, de las grandes personalidades. La doctrina,
del marxismo-leninismo sobre la necesidad histórica en el desarrollo
social, de ningún modo disminuye el papel de la personalidad en la
historia. El marxismo-leninismo parte de que los mismos hombres hacen
la historia, pero que su actividad se condiciona y determina por las
exigencias materiales de la vida social.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:183
Fatalismo
(del latín, fatum: destino). Teoría idealista según la cual, el
desarrollo histórico está determinado de antemano por una fuerza
desconocida, el fatum, destino. El fatalismo no reconoce el papel
activo de los partidos, de las clases en la historia. Estima que la
intervención del hombre en la evolución de la sociedad, en los
acontecimientos históricos, es inútil, que el hombre sólo es un
juguete ciego de las leyes implacables de la historia. El fatalismo
es una doctrina reaccionaria puesto que predica la pasividad, la
inacción, el “laissez-aller”, y repudia la lucha revolucionaria.
La doctrina marxista-leninista sobre las leyes objetivas del
desarrollo social, sobre el papel de la personalidad, de las clases,
de los partidos, en la historia, se opone al fatalismo de igual modo
que al subjetivismo que reduce todo a los actos de los “héroes”, de
las personalidades eminentes. La doctrina marxista-leninista acerca
de la necesidad histórica, sobre las leyes objetivas del desarrollo
social, no disminuyen en absoluto el papel del individuo en la
historia (ver). El marxismo-leninismo parte del hecho de que son los
hombres quienes hacen la historia, pero que su actividad está
condicionada y determinada por las necesidades del desarrollo de la
vida material de la sociedad. (Ver igualmente Libertad y necesidad).
Diccionario filosófico · 1965:170
Fatalismo
(del latín “fatalis”: funesto). Concepción filosófica según la cual
en el mundo y en la vida humana todo se halla sujeto a la
predeterminación del hado, del destino. Ya en la mitología antigua se
encontraba difundida la idea de que los hados imperan sobre los
hombres e incluso sobre los dioses. En la historia de la filosofía,
la concepción del fatalismo recibió distintas interpretaciones en
dependencia de cómo se resolvía el problema del libre albedrío. En la
teoría de la predeterminación (ocasionalismo, armonía preestablecida,
etc.), el hombre era concebido como un abúlico juguete de Dios o de la
naturaleza, creado en cierta ocasión e incapaz de modificar el curso
preestablecido de los acontecimientos. A esta variedad de fatalismo,
que niega por completo el libre albedrío, se contrapone otra posición
extrema: el voluntarismo. El fatalismo religioso (Islamismo, Agustín,
Lutero, Calvino y otros) admitía con ciertas salvedades el libre
albedrío del hombre, mas nunca pudo reconciliar la «buena» voluntad de
Dios con la «mala» voluntad humana. El fatalismo alcanza su expresión
acabada en las teorías filosóficas que preconizan la repetición
absoluta de todos los acontecimientos en cada ciclo del devenir del
cosmos («eterno retorno» de los pitagóricos, Nietzsche y otros). Esta
concepción concibe la casualidad y la libertad del hombre como
instrumento y premisa del destino, con lo cual reconoce que el hombre
es el creador de su vida. Por ejemplo, en la filosofía de Nietzsche,
fatalista hasta la médula y, al mismo tiempo, voluntarista, del «amor
al destino» se desprendía la «voluntad de poder». Históricamente, el
fatalismo ha desempeñado un papel reaccionario. Por una parte, el
considerar el destino como un «plan» de la vida del hombre establecido
desde arriba incitaba a la pasividad, a subordinarse servilmente a las
circunstancias. Por otra parte, la seguridad en la omnipotencia de la
voluntad suprema que conducía a los «elegidos del destino» a la
victoria inevitable y al dominio favorecía el fanatismo religioso.
Diccionario de filosofía · 1984:164-165
Fatalismo
(lat. fatalis): concepción del mundo antidialéctica, según la cual
todos los procesos que transcurren en el mundo están sometidos al
dominio de la necesidad que no deja lugar a la libertad y la creación,
están predeterminados. Inicialmente, el fatalismo se desarrolló en la
mitología como representación de que los hombres y hasta los dioses
dependen inminentemente de la suerte ciega, que no tiene sentido ni
fin. En filosofía, el fatalismo se manifiesta en formas distintas.
Según la doctrina de los estoicos, el cosmos está dominado por un
destino inexorable, y después del incendio mundial, que ocurre
periódicamente, todo se repite. En la doctrina de Leibniz de la
armonía prestablecida, la interacción de las mónadas está
predeterminada por Dios; en el sistema idealista objetivo de
Schelling, el divorcio entre la libertad y la necesidad priva a los
individuos de las posibilidades de actuar libremente; en la concepción
de Hegel, el individuo sólo constituye en definitiva un instrumento
del espíritu absoluto. En los sistemas del materialismo metafísico
(Hobbes, el materialismo francés del siglo 18, etc.), la negación de
la casualidad objetiva y la identificación de la causalidad y la
necesidad también conducen al fatalismo. El fatalismo teológico parte
de la predeterminación de los acontecimientos en la historia y la vida
del hombre por la voluntad de Dios; en su marco se libra una lucha
entre las concepciones de la predeterminación absoluta (agustinismo,
calvinismo, jansenismo) y las concepciones que tratan de hacer
coincidir la omnipotencia de la providencia con el libre albedrío del
hombre (catolicismo, ortodoxia). En la filosofía marxista están
orgánicamente vinculadas la acción de las leyes del desarrollo de la
sociedad y la actividad libre de los hombres y se ha alcanzado la
comprensión de la dialéctica de la necesidad y la casualidad, la
libertad y la necesidad. El marxismo ve las raíces de clase del
fatalismo en los intereses de determinadas fuerzas sociales y hace ver
que el terreno histórico de las concepciones fatalistas se elimina
gradualmente gracias sólo a la transformación cardinal de la sociedad.