4-Identidad

Identidad

Diccionario filosófico marxista · 1946:151

Identidad

La identidad es la categoría que expresa la igualdad, lo idéntico del
objeto, del fenómeno a sí mismo. La lógica formal entiende la
identidad de una manera abstracta, según el principio: A = A. Pero en
la Naturaleza no existe tal identidad muerta e inmóvil. “El vegetal,
el animal, cada célula, en cada instante de su vida son idénticos a sí
mismos y al mismo tiempo difieren de sí mismos debido a la asimilación
y desasimilación de materias, debido a la respiración, formación y
extinción de las células…” (Engels). El materialismo dialéctico
reconoce la identidad concreta, es decir, una identidad del objeto
consigo mismo que no excluye los cambios del objeto, las
contradicciones que en él existen. Cada cosa se halla en diversas
relaciones, a veces contradictorias, con las otras cosas y, por
consiguiente, no es una identidad muerta, igual siempre a sí misma,
sino que es lo que es y es otra cosa. No obstante los cambios
parciales imperceptibles que constantemente experimenta cualquier
fenómeno de la Naturaleza, dicho fenómeno, durante cierto tiempo sigue
siendo lo que es, sin sufrir cambios básicos, esenciales, sin
transformarse en una nueva cualidad. Así, por ejemplo, la roca sigue
siendo roca, no obstante el proceso de erosión y desmoronamiento al
que constantemente está sujeta. Pues, esta propiedad objetiva de las
cosas de ser idénticas y al mismo tiempo diferentes de sí mismas, de
contener en sí una contradicción interna, de hallarse en proceso de
desarrollo, de mutación, expresa también la categoría de la identidad
concreta, dialéctica. Toda identidad del objeto es temporal,
relativa, pasajera; sólo el movimiento, la mutación de los objetos es
lo absoluto y permanente.

Identidad abstracta

Ver: Identidad.

Identidad concreta

Ver: Identidad.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:249-250

Identidad

Categoría que expresa el estado de un objeto igual a sí mismo. La
fórmula metafísica de la identidad es esencialmente abstracta: A = A.
Ahora bien, la naturaleza ignora las identidades rígidas e inmutables
de ese tipo. “La planta, el animal, cada célula en cada instante de
su vida, son idénticos a sí mismos, y sin embargo, se diferencian de
sí mismos, por el hecho de la asimilación y de la eliminación de
substancias, de la respiración, de la formación y muerte de las
células…, en una palabra, como resultado de una suma de
modificaciones moleculares incesantes” (Engels, Dialéctica de la
naturaleza, Ed. rusa). El materialismo dialéctico reconoce una
identidad concreta en la cual el objeto es idéntico a sí mismo, sin
que queden excluidas las contradicciones internas. En cada momento
dado, toda cosa es una cosa determinada, pero al mismo tiempo sufre
cambios, sus relaciones con las demás cosas son diferentes y a menudo
contradictorias, en una palabra, lejos de ser una identidad fija,
siempre igual a sí misma, la cosa es lo que es y, al mismo tiempo, es
otra cosa. La categoría de la identidad dialéctica, concreta, expresa
precisamente esa propiedad objetiva de las cosas de implicar
contradicciones internas, de cambiar, de desarrollarse. La identidad
de un objeto es temporal, relativa, pasajera; sólo el movimiento, el
cambio es absoluto, constante.

Diccionario filosófico · 1965:232

Identidad

Categoría que expresa la igualdad de un objeto, de un fenómeno consigo
mismo o la igualdad de varios objetos. De los objetos A y B se dice
que son idénticos en el caso y sólo en el caso de que todas las
propiedades (y relaciones) que caracterizan a A caractericen también a
B, y viceversa (ley de Leibniz), Ahora bien, como quiera que la
realidad material cambia sin cesar, no suele haber objetos
absolutamente idénticos a sí mismos, ni siquiera en sus propiedades
esenciales, básicas. La identidad no es abstracta, sino concreta, o
sea, contiene diferencias, contradicciones internas que se “superan”
constantemente en el proceso de desarrollo y que dependen de las
condiciones dadas. La identificación misma de los objetos exige su
previa diferenciación; por otra parte, a menudo hay que identificar
objetos distintos (por ejemplo, con el fin de establecer su
clasificación). Esto significa que la identidad se halla
indisolublemente vinculada a la diferencia, y es relativa. Toda
identidad de las cosas es temporal, transitoria, mientras que su
desarrollo, su cambio, es absoluto. En las ciencias exactas, sin
embargo, se utiliza la identidad abstracta, es decir, abstraída del
desarrollo de las cosas, en consonancia con la ley de Leibniz que
acabamos de citar, dado que en el proceso de la cognición idealizar y
simplificar la realidad, en ciertas condiciones, no sólo resulta
posible, sino incluso necesario. Es con semejantes limitaciones como
se formula también la ley lógica de la identidad, Mas, al hacerla
extensiva a la realidad, como es propio de la metafísica, conduce a
conclusiones en las que se afirma que las cosas son inmutables,
constantes.

Diccionario de filosofía · 1984:222

Identidad

Categoría que expresa la igualdad, la uniformidad del objeto o
fenómeno consigo mismo o la igualdad de varios objetos. De los
objetos A y B se dice que son idénticos, los mismos, únicamente en el
caso de que todas las propiedades (y relaciones), que caracterizan a
A, también caracterizan a B, y viceversa (ley de Leibniz). Ahora
bien, por cuanto la realidad material no deja de cambiar, no existen
objetos que sean absolutamente idénticos, incluso en sus propiedades
esenciales, fundamentales. La identidad no es abstracta sino
concreta, es decir, contiene diferencias y contradicciones internas
que siempre se destruyen y renacen en el proceso de desarrollo. La
identificación misma de algunos objetos recaba diferenciarlos
previamente de otros objetos; por otra parte, a menudo se tienen que
identificar objetos diferentes (por ejemplo, para clasificarlos).
Esto significa que la identidad está enlazada inseparablemente con la
diferencia y es relativa. Toda identidad de las cosas es temporal,
pasajera, y su desarrollo y cambio son absolutos. Sin embargo, en las
ciencias exactas, la identidad abstracta, es decir, disociada del
desarrollo de las cosas, se utiliza, en conformidad con la ley de
Leibniz, porque en el proceso del conocimiento son posibles y
necesarias en ciertas condiciones la idealización y la simplificación
de la realidad. La ley de la identidad en lógica también se formula
con semejantes limitaciones.

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