1-Individuo en la historia, El

El individuo en la historia

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

Diccionario filosófico abreviado · 1959:256-258

El individuo en la historia

Los teóricos burgueses, o bien reducen la historia a la actividad
consciente de las “personalidades notables” (reyes, jefes militares,
etc.) sin ver ninguna ley que rija esa actividad, o bien disminuyen el
alcance de la actividad humana, no viendo en el hombre más que el
instrumento de una necesidad ciega, de una voluntad divina, de un
destino impenetrable. En el primer caso, la historia es considerada
desde punto de vista voluntarista, como un dominio donde todo se
cumple de acuerdo con la voluntad, el deseo, el ideal de intelectuales
“dotados del espíritu crítico” o de “héroes”. Tal era, por ejemplo,
la teoría de los populistas relativa a los “héroes” y a la “multitud”
pasiva (ver Método subjetivo en sociología: Populismo). En el segundo
caso, la historia reviste un carácter de fatalidad: todo está
predeterminado y se cumple sin influencia de la actividad humana. Las
concepciones de los materialistas economistas vulgares, conducen
inevitablemente a este enfoque de la historia, como fue el caso de los
“economistas”, de los mencheviques, etc. (ver Espontaneidad y
conciencia). Disminución de la importancia de la acción de las masas
populares, del partido revolucionario, justificación de la
espontaneidad, negación del papel de la teoría avanzada, de las ideas
de vanguardia; tal es fondo de la concepción económica vulgar de la
historia.

En oposición a los idealistas y a los materialistas vulgares, el
marxismo-leninismo estima que los hombres crean ellos mismos su
historia, pero siempre en función de condiciones materiales
históricamente determinadas. El desarrollo de la sociedad se funda en
leyes económicas objetivas que los hombres no pueden ni abrogar ni
suprimir. Pero habiendo aprendido a conocerlas, y actuando de
conformidad con la necesidad histórica, pueden acelerar sensiblemente
el curso de los acontecimientos. Los intereses de las clases
progresistas expresan siempre las necesidades históricas que han
llegado a su madurez, de modo que la actividad de esas clases y de sus
representantes más eminentes tienden a realizar las tareas que plantea
la historia. Esta actividad conforme al curso objetivo de la
historia, determina la fuerza de los hombres y de ciertas
personalidades. Las personalidades más eminentes pueden quedar
anuladas si sus ideas y sus deseos se oponen al desarrollo económico
de la sociedad, si se oponen a las exigencias de la clase avanzada.
Y, por el contrario, los grandes hombres pueden realmente llegar a ser
grandes, cuando sus ideas y sus deseos traducen acertadamente las
necesidades del desarrollo económico de la sociedad, las de la clase
avanzada. Los dirigentes de la clase obrera ofrecen el ejemplo de
tales personalidades destacadas. El movimiento revolucionario del
proletariado ha hecho resaltar a las personalidades más eminentes de
la historia mundial, las que han ejercido una influencia sobre el
curso de los acontecimientos sociales.

Los clásicos del marxismo han pertrechado a la clase obrera y a todos
los trabajadores con el conocimiento lúcido de las leyes objetivas del
desarrollo de la sociedad, que existen independientemente de la
voluntad o de la conciencia humana. Les han señalado el camino de la
lucha contra toda explotación y esclavitud, por el comunismo. Marx y
Engels, no sólo echaron los fundamentos teóricos del comunismo, sino
que organizaron también los primeros ejércitos revolucionarios del
proletariado animándolos para la lucha contra la opresión y la
explotación. Lenin desarrolló de manera creadora la doctrina marxista
y fue el artesano y organizador del primer estado socialista de
obreros y campesinos cuya aparición señaló el comienzo de la era del
triunfo del socialismo. Bajo la dirección del Partido Comunista, el
socialismo ha vencido en la URSS. Hoy, numerosos países de Europa y
Asia, fuertemente compenetrados de las ideas del marxismo-leninismo,
se encaminan igualmente por la vía del socialismo. Una de las
características esenciales de los dirigentes proletarios reside en su
aptitud para ligar la acción práctica, organizadora y revolucionaria
para transformar el mundo, con el profundo estudio teórico de la
marcha objetiva de la historia.

La Gran Revolución Socialista de Octubre y la edificación del
socialismo en la URSS, han hecho surgir del seno de la clase obrera y
del campesinado, eminentes hombres políticos, dirigentes en los
dominios económico, cultural y militar. Los verdaderos dirigentes
comunistas deben estar indisolublemente ligados a las masas
trabajadoras y servirlas con sus conocimientos y sus talentos; deben
saber no sólo instruir a los obreros y a los campesinos, sino también
instruirse junto a ellos. Las masas laboriosas desempeñan el papel
principal en la historia y su acción es decisiva. La debilidad de los
dirigentes burgueses, que los destina al fracaso es la falta de sostén
del pueblo, por ser dirigentes de una minoría que defiende los
intereses de la clase explotadora. La fuerza de un jefe proletario,
de un dirigente de las masas laboriosas, reside en sus lazos con los
trabajadores y en su actividad en bien del pueblo.

Partiendo del hecho de que no es el individuo, por eminente que sea,
quien constituye la fuerza principal de la historia, sino las masas
populares creadoras de todos los valores, el marxismo-leninismo se
pronuncia contra todo culto del individuo. Ese culto es propio de los
partidos burgueses, antipopulares, que defienden intereses
completamente opuestos a los de los trabajadores, y que se inspiran en
concepciones sociales anticientíficas e idealistas. Los grandes
educadores del proletariado han combatido siempre todo elogio excesivo
de un individuo, la incomprensión del hecho de que son las masas
populares las que deciden la marcha de la historia. “Siendo hostil a
toda especie de culto del individuo”, escribía Marx, “no permití
jamás, durante la existencia de la Internacional, la publicación de
numerosas resoluciones que, para mi disgusto, me llegaban de una serie
de países, y en las cuales se trataba de los servicios que yo había
prestado. Ni siquiera respondía a ellas, salvo algunas veces para
criticarlas. Cuando Engels y yo nos adherimos por primera vez a la
sociedad secreta de los comunistas, fue a condición de que se
eliminara de los estatutos todo lo que pudiera contribuir a una
adoración supersticiosa de las personalidades destacadas…” (Carta de
Marx a Guillermo Bloss, Obras, Ed. alem.).

El gran mérito del Partido Comunista de la Unión Soviética es el de
haber sabido, de pleno acuerdo con las leyes objetivas del desarrollo
social, animar y organizar a la clase obrera y a los trabajadores del
campo, y conducirlos al asalto del régimen caduco de los grandes
terratenientes y de los capitalistas, para instaurar un orden nuevo,
socialista. El Partido Comunista se halla a la cabeza del pueblo
soviético y orienta toda su actividad hacia un solo objetivo: la
edificación de la sociedad comunista integral.

No figura en el Diccionario filosófico · 1965

No figura en el Diccionario de filosofía · 1984

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