4-Macrocosmos

Macrocosmos

Diccionario filosófico marxista · 1946:185

Macrocosmos

Ver: Cosmos.

Diccionario filosófico marxista · 1946:220

Microcosmos

Ver: Cosmos.

No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959

Diccionario filosófico · 1965:288

Macro y microcosmo

Son dos zonas específicas de la realidad objetiva. La esfera de los
macrofenómenos es el mundo corriente, en el que vive y actúa el hombre
(lo constituyen los planetas, los cuerpos terrestres, los cristales,
las grandes moléculas, etc.). En él, la magnitud de los objetos es del
orden de los centímetros, de los metros o kilómetros; los intervalos
de tiempo en los procesos, son del orden de los segundos, horas y
años, es decir, son directamente accesibles a la observación. El
microcosmo (átomo, núcleo, partículas “elementales”, etc.) representa
una esfera cualitativamente distinta; en él, las magnitudes de los
objetos son inferiores a los miles de millonésimas de un centímetro,
los intervalos temporales son del orden de miles de millonésimas de
segundo. Cada uno de estos mundos se caracteriza por la peculiar
estructura de la materia, de las relaciones espacio-temporales de las
leyes del movimiento. Así, en el macrocosmo los objetos materiales
poseen una naturaleza discontinua y corpuscular, o continua y
ondulatoria, netamente expresada, y el movimiento de dichos cuerpos se
subordina a las leyes dinámicas de la mecánica clásica. En cambio, lo
característico de los fenómenos del microcosmo es la íntima conexión
entre las propiedades corpusculares y ondulatorias, conexión que se
manifiesta en las leyes estadísticas de la mecánica cuántica. El
límite especial que separa el macro y el microcosmo se ha establecido
en relación con el descubrimiento de la denominada constante de
Planck. Los “idealistas físicos” contemporáneos, asignando un valor
absoluto a la diferencia entre el macro y el microcosmo, a las
peculiaridades que presenta su cognición, llegan a negar el carácter
objetivo y la cognoscibilidad del segundo. La penetración de la física
en el mundo del átomo y luego en el del núcleo atómico y de las
partículas “elementales” ha constituido una brillante demostración de
la tesis formulada por Lenin acerca de la “infinitud de la materia en
profundidad”, ha confirmado, y a la vez ha enriquecido los principios
del materialismo dialéctico.

Diccionario de filosofía · 1984:265

Macro y microcosmos

Dos campos específicos de la realidad objetiva que se diferencian
entre sí por el nivel de organización estructural de la materia. La
esfera del macrofenómeno es el mundo habitual en que vive y actúa el
hombre (planetas, cuerpos terrestres, cristales, grandes moléculas,
etc.). Un dominio cualitativamente distinto es el microcosmos (átomos,
núcleos, partículas elementales, etc.), en el que las dimensiones de
los objetos son inferiores a las billonésimas partes de un centímetro,
y los intervalos temporales constituyen las billonésimas partes de un
segundo, es decir, son inaccesibles a la observación directa. Cada uno
de estos mundos se caracteriza por la originalidad de la estructura de
la materia, de las relaciones espacial-temporales y causales y de las
regularidades del movimiento. Así, los objetos materiales del
macrocosmos tienen una manifiesta naturaleza discontinua, corpuscular,
o continua, ondulatoria, y su movimiento se somete a las leyes
dinámicas de la mecánica clásica. Los fenómenos del microcosmos por el
contrario, se caracterizan por una estrecha interconexión de las
propiedades corpusculares y ondulatorias, lo que halla su expresión en
las leyes estadísticas de la mecánica cuántica. Una peculiar línea
divisoria entre el macro y microcosmos fue trazada en virtud del
descubrimiento de la denominada constante de Planck. Los “idealistas
físicos” contemporáneos absolutizan la diferencia entre el macro y
microcosmos y las particularidades de su conocimiento y llegan a la
negación de la objetividad y la cognoscibilidad del microcosmos. Pero
en realidad, la ciencia muestra la estrecha ligazón que existe entre
el macrocosmos y el microcosmos y pone de manifiesto, en particular,
las posibilidades de aparición de los objetos macroscópicos al chocar
micropartículas de alta energía. La penetración de la física en el
mundo del átomo, y más tarde del núcleo atómico y de las partículas
elementales, constituyó una brillante confirmación y enriquecimiento
de los principios del materialismo dialéctico.

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