Materia
Diccionario filosófico marxista · 1946:195-197
Materia
El mundo, por su naturaleza, es material. La variedad múltiple de los
fenómenos que observamos en la Naturaleza, representa diversas formas
de la materia en movimiento. La materia es la única fuente y la
última causa de todos los procesos en la Naturaleza, puesto que todo
se compone de la materia y por ella es engendrado. El átomo, la
célula viva, el organismo, el hombre pensante son diversas formas de
la materia. La materia es eterna e infinita. No desaparece ni es
creada de nuevo; es increable e indestructible; la materia sólo cambia
de formas. “Nada es eterno fuera de la materia en sus cambios y
movimiento eternos, y las leyes de su movimiento y su cambio”
(Engels). “Mediante el largo y lento desarrollo de la filosofía y de
las ciencias naturales, los hombres llegaron a la conclusión
generalizada de la unidad del mundo material” (Engels). Ya los
primeros filósofos de la Antigua Grecia reconocían la materia como el
fundamento de la realidad, pero identificándola con algunas de sus
formas. Tales estimaba que el fundamento de todo es el agua,
Anaxímenes entendía que el aire es la materia infinita y Heráclito
consideraba al fuego como primer fundamento de todo. Todos ellos
consideraban la “unidad en la variedad múltiple, infinita de los
fenómenos de la Naturaleza como algo que por sí mismo se comprende”
(Engels), y la buscaban en algo corpóreo, en algo especial (en el
agua, en el aire, en el fuego). El primer concepto general de materia
fue creado por los atomistas antiguos (Leucipo, Demócrito, Epicuro).
Demócrito enseñaba que el mundo es una multitud infinita de átomos,
idénticos por su esencia, pero diferentes por el volumen y la forma.
En el siglo XVII, la concepción atomista de la estructura de la
materia fue continuada por el filósofo francés Gassendi (ver), quien
también estimaba que el mundo se compone de átomos que poseen
propiedades absolutas, tales como la solidez y la impenetrabilidad.
Otra concepción sobre la materia desenvolvió el filósofo francés
Descartes (ver) el cual se manifestó contra la teoría atomista,
defendiendo la idea de la continuidad de la matarla. Descartes negaba
la indivisibilidad de los átomos, considerando que la materia es
divisible hasta la infinitud. Los materialistas franceses del siglo
XVIII dieron un paso adelante en la interpretación de la materia
manifestándose, de un lado, contra Descartes, que identificaba la
materia con la extensión, y del otro lado, contra Newton, que
interpretaba la materia como pasiva e inerte. Los materialistas
franceses concebían la materia en unidad con el movimiento. Pero sus
concepciones no salieron fuera de los marcos de la metafísica, puesto
que consideraban que la materia se compone de partículas iguales e
inmutables. «El reconocimiento de cualesquiera elementos inmutables,
“de la inmutable esencia de las cosas”, etc., no es un materialismo
verdadero, sino un materialismo metafísico, o sea, antidialéctico»
(Lenin). El materialismo dialéctico establece que la materia es el
mundo objetivo que existe en las múltiples y variadas formas de su
manifestación y no un conjunto de cosas muertas, anquilosadas,
inmóviles. El materialismo dialéctico no identifica la materia con
ninguna de sus formas concretas; distingue claramente el concepto
filosófico y el concepto físico de la materia. El concepto filosófico
de la materia da una respuesta al problema del carácter primario y de
realidad objetiva de la materia, abarcando todas sus formas, conocidos
y desconocidas. “La materia es una categoría filosófica que sirve
para designar la realidad objetiva que es dada al hombre en sus
sensaciones, realidad que es copiada, fotografiada. reflejada, por
nuestras sensaciones, pero que existe independientemente de ellas”
(Lenin). La materia posee una serie de propiedades sustanciales, la
principal de las cuales es el movimiento. La materia existe en el
espacio y en el tiempo, que son las formas objetivas de su existencia.
El concepto físico de la materia se define por nuestros conocimientos
científicos acerca de su estructura y de sus propiedades, concepto que
no puede dejar de modificarse con la evolución de los conocimientos
científicos acerca de la estructura de la materia. Así, en relación
con los progresos recientes de la ciencia de fines del siglo XIX y de
principios del XX, nuestros conocimientos sobre la estructura de la
materia han experimentado un cambio, fueron enriquecidos por nuevos
descubrimientos (la radioactividad, la teoría electrónica, etc.). La
física contemporánea ha revelado que no sólo el átomo tiene una
estructura compleja, sino también su núcleo, que se compone de
partículas de dos clases: protones y neutrones. El concepto físico de
la materia se va modificando, puesto que los conocimientos humanos se
profundizan incesantemente. Las ciencias naturales no pueden dar una
definición física plena y cabal de la materia, enumerar todas sus
propiedades y manifestaciones, ya que la propia materia es inagotable.
Pero “la mutabilidad de los conocimientos científicos acerca de la
estructura y las formas del movimiento de la materia no refutan la
realidad objetiva del mundo exterior” (Lenin). El concepto filosófico
de la materia está íntimamente relacionado con su concepto físico.
Pero, a la vez que la conexión entre ellos, es necesario recordar
también su diferencia. Confundir el concepto filosófico de la materia
que tiene un valor universal y no transitorio, con la doctrina física
acerca de la estructura de la materia que expresa siempre sólo el
nivel alcanzado por la ciencia, puede conducir a negar la existencia
de la materia como realidad objetiva, al idealismo físico.
Confundiendo ambos conceptos de la materia, los naturalistas burgueses
llegaron a una conclusión idealista a raíz de los formidables
descubrimientos de la física de principios del siglo XX.
Interpretaban el resquebrajamiento de nuestras representaciones de la
materia como el desvanecimiento de la propia materia. No es la
materia la que se desvanece, escribía Lenin, sino su límite hasta
ahora conocido el que se esfuma. Nuestro conocimiento se profundiza y
descubre nuevas propiedades de la materia. “Puede envejecer y
envejece con cada día la teoría de la ciencia acerca de la estructura
de la materia, acerca de la composición química de los alimentos,
acerca del átomo y el electrón” (Lenin), pero no puede envejecer el
concepto filosófico de la materia. Así, pues, el reconocimiento de la
materia como una realidad objetiva que existe antes que el hombre, y
que después de la aparición del hombre sigue existiendo fuera e
independientemente de la conciencia humana, constituye la premisa
básica de todo conocimiento científico.
Concepción filosófica de la materia
(Ver materia).
Concepción física o naturalista de la materia
(Ver materia).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:20 y 61
Materia
El mundo, por su naturaleza, es material. La variedad de los
fenómenos que se observan en la naturaleza, representa las distintas
formas de la materia en movimiento. El materialismo dialéctico
distingue la concepción filosófica y la física de la materia. La
concepción física se determina por nuestros conocimientos científicos
sobre la constitución de la materia y de sus propiedades; y no puede
dejar de variar con el desarrollo de los conocimientos científicos
sobre la constitución de la materia. Así, con relación a los nuevos
éxitos de la ciencia, a fines del siglo XIX y principios del XX,
nuestros conocimientos (radioactividad, teoría electrónica, etc.). La
concepción filosófica de la materia relacionada estrechamente con la
física, da una definición que expresa la existencia objetiva de la
materia, fuera de la conciencia del hombre. “La materia –escribe
Lenin– es una categoría filosófica para la designación de la realidad
objetiva, que se da al hombre en sus sensaciones; que se copia,
fotografía y refleja por nuestras sensaciones, existiendo
independientemente de ellas”. La materia posee una serie de
propiedades esenciales, la más importante de las cuales es el
movimiento. La materia existe en el espacio y en el tiempo, que son
las formas de existencia de la materia, unidas a ésta
indisolublemente.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:325-327
Materia
El mundo es material por naturaleza. La diversidad de los fenómenos
naturales es una manifestación de las diversas formas de la materia en
movimiento. La materia es la fuente única y la causa última de todos
los procesos naturales. El átomo, la célula viva, el organismo, el
hombre pensante, constituyen diferentes especies de la materia. La
materia es eterna en el tiempo e infinita en el espacio. No puede ser
creada ni destruida; sólo puede cambiar de forma. Engels escribía que
en el ciclo de la materia “…no hay nada eterno a no ser la materia en
eterno cambio, en eterno movimiento, y las leyes según las cuales se
mueve y cambia” (Dialéctica de la naturaleza, Ed. rusa). Los hombres
llegaron a la comprensión de la unidad del mundo material luego de un
prolongado desarrollo de la filosofía y de las ciencias de la
naturaleza. La materialidad del mundo se prueba no por medio de
juegos de prestidigitación, dice Engels, sino por un largo y laborioso
desarrollo de la filosofía y de las ciencias de la naturaleza. Ya los
primeros filósofos de la Grecia antigua colocaban la materia en la
base de todas las cosas, pero la identificaban con uno de sus diversos
aspectos: para Tales (ver) era el agua; para Anaxímenes, el aire, y
para Heráclito (ver), el fuego. La diversidad de los fenómenos
naturales no les impedía reconocer en ellos la unidad que buscaban en
las formas materiales particulares (el agua, el aire, el fuego). La
primera definición de la materia se debe a filósofos atomistas de la
antigüedad: Leucipo, Demócrito (ver), Epicuro (ver). Demócrito
consideraba el mundo como una infinidad de átomos indivisibles, pero
de forma y magnitud diferentes.
En el siglo XVII, la concepción atomística fue desarrollada por
Gassendi (ver), para quien el mundo estaba compuesto por átomos
dotados de propiedades absolutas tales como la solidez y la
impenetrabilidad. En cuanto a Descartes (ver), se alzaba contra la
teoría atomística, sostenía la idea de la continuidad de la materia,
negaba la indivisibilidad de los átomos y afirmaba que la materia es
divisible al infinito. Los filósofos materialistas del siglo XVIII se
pronunciaban por una parte contra Descartes, que identificaba la
materia y la extensión, y por otra parte, contra Newton (ver), que
consideraba la materia como algo pasivo e inerte. Para los
materialistas franceses, la materia es inseparable del movimiento.
Pero ellos tampoco rebasaron el marco de la concepción metafísica
según la cual, la materia se compone de partículas iguales inmutables
y el movimiento se reduce al simple desplazamiento en el espacio. «La
admisión de elementos inmutables cualesquiera, de la “inmutable
esencia de las cosas”, etc., no es materialismo: es un materialismo
metafísico, es decir, antidialéctico» (Lenin, Materialismo y
empiriocriticismo, p. 290, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo,
1948).
Los descubrimientos del gran sabio Lomonósov (ver), particularmente la
ley de la conservación de la materia y del movimiento, que demostró la
imposibilidad de aniquilar la materia y el movimiento, fueron de gran
valor para el estudio científico de la materia y de las leyes de su
movimiento. Un aporte precioso fue hecho en ese dominio por los
pensadores rusos del siglo XIX, Belinski (ver), Herzen (ver),
Chernishevski (ver) y Dobroliúbov (ver), quienes oponiéndose a la
teoría metafísica de la materia, la enfocaban desde el ángulo de su
desarrollo y de su cambio continuos. Sin embargo, sólo el
materialismo dialéctico ha llegado a eliminar enteramente los
postulados metafísicos y ha dado una definición científica de la
esencia de la materia. Fue formulada por Lenin de la manera
siguiente: “La materia es una categoría filosófica que sirve para
designar la realidad objetiva, que es dada al hombre en sus
sensaciones, que es copiada, fotografiada, reflejada por nuestras
sensaciones, y que existe independientemente de ellas” (Ibid., pp.
136 y 137). Esta definición generaliza los datos de la ciencia sobre
la materia y suministra a los sabios un sólido apoyo materialista.
Esta definición apunta directamente contra los idealistas que
especulan con cada nuevo descubrimiento en el dominio de la estructura
del átomo para denigrar el materialismo y hacer creer que la materia
sería una ficción, un símbolo, un puro concepto, y no una realidad
objetiva. Ahora bien, cualesquiera que sean las nuevas ideas sobre la
estructura del átomo, nada puede conmover este hecho capital: la
materia existe independientemente de la conciencia humana; todo lo que
existe es la materia en sus diversas manifestaciones. La definición
de la materia como categoría filosófica resuelve el problema de la
realidad objetiva y de la anterioridad de la materia, abarca todas las
formas conocidas y todavía desconocidas de la existencia de la
materia.
La materia está dotada de ciertas propiedades esenciales, de las
cuales, la principal es el movimiento. Ella se mueve en el espacio y
en el tiempo (Ver Tiempo y espacio), formas objetivas de su
existencia. Nuestras representaciones sobre la estructura de la
materia están en función del nivel alcanzado por la ciencia. Así, los
nuevos progresos de la ciencia que se produjeron a fines del siglo XIX
y comienzos del XX, han modificado y enriquecido nuestros
conocimientos sobre la estructura de la materia (la radioactividad, la
teoría electrónica, etc.). La física moderna no sólo ha descubierto
la estructura compleja del átomo, sino también del núcleo compuesto de
partículas de dos clases: protones y neutrones. (Ver Átomo; Núcleo
atómico). Pero, “…la mutabilidad de nuestros conocimientos
científicos sobre la estructura y las formas de movimiento de la
materia tampoco refuta la realidad objetiva del mundo exterior”
(Ibid., p. 190). Los físicos de fines del siglo XIX y del comienzo
del XX, extrajeron de esos descubrimientos una conclusión idealista.
La destrucción de las antiguas representaciones concretas de la
materia fue interpretada por ellos como la desaparición de la propia
materia. En su lucha contra el idealismo “físico” (ver) y el
“machismo” (ver), Lenin hace notar que no es la materia lo que
desaparece, sino un límite determinado de nuestros conocimientos en
ese dominio. Al progresar, nuestros conocimientos descubren
propiedades nuevas de la materia. Sólo nuestras ideas sobre la
estructura de la materia, sobre la composición química de las
substancias, sobre el átomo y el electrón, etc., pueden envejecer,
pero no la noción de materia.
Los filósofos reaccionarios de nuestros días han desencadenado de
nuevo la campaña contra la materia desnaturalizando los nuevos
descubrimientos en el dominio del microcosmos. Sólo el materialismo
dialéctico asegura una base filosófica inconmovible a la ciencia
moderna de la materia. El marxismo considera que la definición de la
materia como categoría filosófica no puede ser confundida con tal o
cual teoría física acerca de la estructura de la materia: la
variabilidad de nuestras representaciones sobre la estructura y las
propiedades de la materia no puede refutar el hecho de su realidad
objetiva. Al mismo tiempo, el marxismo insiste en el vínculo de la
filosofía con las demás ciencias. Engels hace notar que el
materialismo cambia de aspecto ante cada gran descubrimiento de las
ciencias naturales. Así, la tesis del materialismo dialéctico sobre
el espacio y el tiempo como formas objetivas de la existencia de la
materia, es incontestable. Pero habiendo profundizado la física
moderna nuestros datos sobre las relaciones entre la materia y el
movimiento, el espacio y el tiempo, es imposible examinar, al
presente, las nociones del espacio y del tiempo, sin tener en cuenta
los nuevos descubrimientos. Sucede lo mismo en lo que concierne al
movimiento como modo de existencia de la materia de la que es una
propiedad inseparable: los progresos de la física moderna, la teoría
de la correlación entre la masa y la energía, del cambio de masa con
el crecimiento de la velocidad, etc., al profundizar y concretar
nuestros conocimientos sobre ese punto, hacen que la noción de
movimiento no pueda ser examinada al margen de la teoría física
moderna. El materialismo dialéctico exige que la concepción
filosófica de la materia tome en consideración las adquisiciones de la
ciencia, sin lo cual, la filosofía se convierte en dogma incapaz de
generalizar los nuevos aportes científicos.
Diccionario filosófico · 1965:297-298
Materia
Categoría filosófica para designar la realidad objetiva, que existe
con independencia de la conciencia y en ésta se refleja (véase, Lenin,
tomo XIV, pág. 117. Materialismo y empiriocriticismo, E.P.U.,
Montevideo 1959, pág. 135). Materia es la multiplicidad infinita de
todos los fenómenos, objetos y sistemas existentes, es el substrato de
todas las diversas propiedades, relaciones, interacciones y formas del
movimiento. La materia no existe más que en la infinita multiplicidad
de formas concretas de organización estructural, cada una de las
cuales posee diferentes propiedades e interacciones, una estructura
compleja, y constituye un elemento de un sistema más general. Sería,
por tanto, erróneo buscar “la materia como tal”, una substancia
primaria invariable, fuera de sus formas concretas. La esencia
interna de la materia se revela a través de sus diversas propiedades e
interacciones, cuyo conocimiento significa, precisamente, el
conocimiento de la materia misma. Cuanto más compleja es la materia,
tanto más distintas y diferenciadas son sus interconexiones y
propiedades. En el nivel más alto de la complejidad –al que
corresponde la aparición de los seres racionales– algunas de las
propiedades de la materia, como por ejemplo la conciencia, parecen tan
insólitas, tan distintas de la materia, que a primera vista se nos
ofrecen como algo totalmente desligado de ella. El elevar esta idea a
la condición de algo absoluto, la incapacidad de descubrir el nexo
entre la conciencia y la materia siempre ha dado lugar a que surgieran
diversas teorías idealistas y dualistas. Desde el punto de vista del
materialismo dialéctico, la oposición entre materia y conciencia es
relativa y condicional. Sólo tiene sentido en lo que respecta al
planteamiento y a la resolución de la cuestión fundamental de la
filosofía; más allá de esta esfera, pierde su sentido absoluto, pues
la conciencia, las ideas sociales, etc. pueden presentarse respecto a
los objetos materiales, cualesquiera que sean, como determinantes, y
en este sentido son lo primario. La acción transformadora de la
sociedad hace que en el mundo que nos circunda, determinado grupo de
objetos materiales –instrumentos y medios de producción, edificios,
productos de la síntesis química, objetos de consumo, etc.– por su
origen y por la organización de la materia que los compone en cierta
medida dependen de la conciencia del hombre, pues en ellos se encarna
la idea humana. A medida que la ciencia y la técnica avancen, irá
aumentando el número de objetos materiales cuyas propiedades, forma de
organización e incluso origen dependerán de la actividad
transformadora consciente del ser humano, que utilizará, al hacerlo,
los materiales de la naturaleza. En este sentido señaló Lenin que “la
conciencia del hombre no sólo refleja el mundo objetivo, sino que
también lo crea” (tomo XXXVIII, pág. 204). La concepción filosófica
de la materia como realidad objetiva se concreta y completa mediante
las ideas científicas sobre la estructura y propiedades de la materia
misma. Mas sería erróneo identificar la materia como categoría
filosófica con tales o cuales concepciones sobre su estructura, dado
que éstas cambian en dependencia de los nuevos descubrimientos de la
ciencia, mientras que la definición filosófica de la materia permanece
invariable. También sería erróneo identificar la materia como
categoría filosófica con alguno de sus aspectos concretos, por ejemplo
con la substancia, con el campo o con alguna de sus propiedades,
verbigracia la masa, la energía, etc. La concepción materialista
dialéctica de la materia se diferencia de la metafísica por el hecho
de ver la materia no sólo como existiendo objetivamente, con
independencia del espíritu del hombre, sino, además, como ligada de
manera indisoluble al movimiento, al espacio y al tiempo, capaz de
autodesarrollo, infinita en las relaciones cualitativa y cuantitativa
en todas las dimensiones de su existencia (Unidad y diversidad del
mundo, Formas de movimiento de la materia).
Diccionario de filosofía · 1984:273-274
Materia
Realidad objetiva que existe fuera e independientemente de la
conciencia humana y es reflejada por esta última. La materia, abarca
una infinidad de objetos y sistemas del mundo que existen en la
realidad. La materia es increable e indestructible, eterna en el
tiempo e infinita en el espacio, en sus manifestaciones estructurales,
está ligada indisolublemente con el movimiento y es capaz de
autodesarrollarse sin cesar. En determinadas etapas, existiendo las
condiciones favorables, este autodesarrollo conduce al surgimiento de
la vida y de los seres pensantes. La conciencia constituye la forma
superior del reflejo, que es una propiedad de la materia. El carácter
universal y absoluto de la materia caracteriza la unidad material del
mundo. En este último no hay nada que no sea un determinado tipo o
estado de la materia, su propiedad, forma de su movimiento o producto
de su desarrollo histórico. El reconocimiento de la unidad material
del mundo es el principio de partida del materialismo filosófico en
oposición a todas las concepciones idealistas en las que se admite
como substancia de todos los fenómenos en el mundo la voluntad divina,
la “idea absoluta”, el espíritu, la energía (energetismo), etc. La
materia no puede reducirse a sus formas concretas de manifestación,
por ejemplo, a la substancia o a los átomos, pues existen las formas
no substanciales de la materia: los campos electromagnéticos y
gravitacionales, los neutrinos de diversos tipos, cuya estructura es
muy compleja. La materia es inagotable y su conocimiento es
potencialmente ilimitado. Al mismo tiempo, la materia siempre posee
una organización sistémica ordenada y es inseparable de las distintas
propiedades y formas del movimiento. Desde el punto de vista de la
ciencia moderna, las formas fundamentales de la materia son: 1) los
sistemas de la naturaleza inorgánica (partículas elementales y campos,
átomos, moléculas, cuerpos macroscópicos, sistemas cósmicos de
distintos órdenes); 2) los sistemas biológicos (toda la biosfera,
desde los microorganismos hasta el hombre); 3) los sistemas
socialmente organizados (hombre, sociedad). Pero la materia no se
reduce sólo a estas formas, ya que en el mundo infinito existen
también variedades cualitativamente distintas de la materia como
realidad objetiva, por ejemplo, los quarkos u otros posibles
microobjetos en la estructura de las partículas “elementales”. La
comprensión filosófica de la materia como realidad objetiva se
especifica por las teorías de las ciencias naturales sobre la
estructura y las leyes del movimiento de la materia. Pero sería
erróneo identificar la categoría filosófica de materia con las
representaciones físicas o químicas concretas sobre la materia, pues
estas ultimas tienen un carácter particular y no abarcan toda la
diversidad infinita de las variedades de la materia existentes en la
realidad. De la misma manera es erróneo identificar la materia con
una de sus propiedades concretas, por ejemplo, con la masa, la
energía, el espacio, etc., puesto que la materia posee una diversidad
inagotable de propiedades. El concepto de materia se explica
detalladamente en todo el contenido del materialismo dialéctico e
histórico y en su doctrina acerca de las propiedades universales y
leyes del desarrollo de la materia (Formas de movimiento de la
materia, Infinito y finito, Universo, Substancia, Unidad y diversidad
del mundo).