5-Materialismo

Materialismo

Diccionario filosófico marxista · 1946:197-200

Materialismo

El materialismo es una de las dos principales tendencias en la
filosofía, que da la única respuesta científica correcta al problema
cardinal de la filosofía sobre la relación entre el ser y el pensar.
El materialismo, por oposición al idealismo, reconoce la materia como
lo primario, y la conciencia, el pensar, como lo secundario. La forma
superior del materialismo es el materialismo filosófico marxista
(ver), que supera todos los defectos y debilidades de las anteriores
doctrinas materialistas. El materialismo, en su evolución, se apoyó
en la ciencia, particularmente en las ciencias naturales. A lo largo
de toda la historia de la filosofía, el materialismo filosófico fue
normalmente la concepción del mundo de las clases sociales de avanzada
que luchaban por el progreso, interesadas en el desarrollo de las
ciencias. El materialismo nació en las colonias jónicas de la Grecia
Antigua a fines del siglo VII y principios del VI antes de nuestra
era, en la época de la formación de las Ciudades-Estados, cuando se
desarrollaban aceleradamente los oficios y el comercio. La concepción
materialista del mundo de los primeros pensadores griegos antiguos
está íntimamente relacionada con los primeros pasos de la ciencia.
Los filósofos griegos antiguos, representantes de la llamada filosofía
jónica (Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito), desenvolvieron la
concepción materialista espontánea y dialéctica simplista del mundo.
“La concepción materialista del mundo era, primitivamente, entre los
filósofas griegos, algo absolutamente lógico y natural” (Engels). El
problema fundamental de su filosofía era el problema del primer
principio, de la primera materia. Tales consideraba que el agua es el
primer principio de todas las cosas; Anaximandro, la materia
indefinida, el “apeyron”; Anaxímenes, el aire; Heráclito, el fuego.
Engels, caracterizando la filosofía de los jónicos, escribía: “…Aquí
tenemos ante nosotros enteramente un primitivo materialismo
espontáneo, que al nacer considera como natural la unidad en la
variedad de los fenómenos de la Naturaleza, como algo que por sí mismo
se comprende y la busca en algo definidamente corpóreo, o en algo
especial, como Tales en el agua”. Tomando como base del mundo los
diversas principios materiales, los jónicos lo concebían como un todo
íntegro, como un proceso infinito de cambios y de transformaciones de
estas primeras materias. Todos, según expresión de Engels, eran
dialécticos “innatos”, para quienes la conexión universal de los
fenómenos aparecía en la observación directa. Esta concepción del
mundo, primitiva, pero en el fondo exacta, fue claramente expresada
por Heráclito (alrededor de los años 544-484 antes de nuestra era).
El posterior desarrollo del materialismo está vinculado,
principalmente, con los nombres de Anaxágoras (alrededor de 500-428
antes de nuestra era), Empédocles (alrededor 460-425) y,
especialmente, Demócrito (años 460-370), Epicuro (342-270) y Lucrecio
(99-55). Los tres últimos fueron representantes del materialismo
atomista de la antigüedad. Consideraban como la base de todo a los
átomos, las más pequeñas partículas materiales, indivisibles e
impenetrables que se mueven en el vacío infinito. De toda clase de
asociaciones de estos átomos, diversas por su forma, está constituida,
a su juicio, la variedad toda de los fenómenos de la Naturaleza.
Existe una multitud infinita de mundos, que nacen del movimiento en
torbellino de los átomos. Unos mundos nacen, otros perecen. El
materialismo atomista de Demócrito, Epicuro y Lucrecio, estaba
dirigido contra la idea de la injerencia de los dioses en el destino
del mundo y, en general, contra la superstición religiosa. Negaban la
inmortalidad del alma, a la que consideraban material y compuesta de
átomos más sutiles. En la Edad Medía imperaban el idealismo y la
escolástica. La filosofía se convirtió entonces en la sirvienta de la
teología. Algunas tendencias materialistas en la escolástica se
manifestaron entre los nominalistas (Duns Escoto, Guillermo Occam),
que afirmaban que los conceptos generales no existen antes que las
cosas, como lo enseñaban los realistas extremos, sino que sólo son las
denominaciones de las cosas concretas individuales. La evolución de
la ciencia y el renacimiento del materialismo están relacionados con
la desintegración de la sociedad feudal y la formación del nuevo modo
capitalista de producción. Los grandes descubrimientos geográficos de
fines del siglo XV y de principios del XVI (descubrimiento de América,
de la vía marítima a la India, de la circunnavegación) demostraron la
forma esférica del mundo. Copérnico (1473-1543) refutó la idea,
defendida por la iglesia, acerca de la Tierra inmóvil en el centro del
universo, y fundamentó el sistema heliocéntrico del mundo, asestando
un certero golpe a la concepción eclesiástica del mundo de la Edad
Media. Los trabajos de Keplero (1571-1630) y de Galileo (1564-1642)
afianzaron el sistema heliocéntrico del mundo como el único
científico, no obstante la interdicción de esta teoría por la iglesia
y el cruel castigo de sus defensores. La filosofía materialista
moderna, que sintetizó las conquistas del pensamiento científico,
mantiene la lucha contra la escolástica, contra la autoridad de la
iglesia y dirige su mirada hacia la experiencia como el auténtico
maestro, y hacia la Naturaleza como el verdadero objeto de la
filosofía. El progenitor del materialismo de los tiempos modernos fue
el filósofo inglés Francisco Bacon (1561-1626), que se manifestó
contra la escolástica y en defensa del conocimiento experimental;
consideraba las sensaciones y la experiencia, fuente de nuestros
conocimientos. El materialismo de Bacon, aún encerrando tendencias
mecanicistas, no había adoptado, sin embargo, un carácter mecanicista
unilateral. En Hobbes (1588-1679), sistematizador del materialismo
baconiano, el materialismo adquirió un carácter nítidamente
mecanicista. “La materialidad pierde su flor y se convierte en la
materialidad abstracta de un geómetra. El movimiento físico es
sacrificado al movimiento mecánico o matemático” (Marx). El
materialismo mecanicista fue desarrollado en su física por el filósofo
francés Descartes (1596-1650), quien permaneció en las posiciones del
dualismo en su metafísica. El filósofo Gasssendi (1592-1655) resucitó
el materialismo atomista de Epicuro y combatió la metafísica idealista
de Descartes. El gran filósofo holandés Spinoza (1632-1677) superó el
dualismo de Descartes, tomando como base la sustancia única, la
Naturaleza. La extensión y el pensamiento fueron considerados por
Spinoza como las propiedades (atributos) necesarias e inalienables de
esta sustancia única. La aspiración de Spinoza a comprender la unidad
del mundo y a explicarlo por sí mismo, halló su expresión en su teoría
de la sustancia como causa de sí misma, como autocausa. No obstante
todos los aspectos débiles y sus defectos, la filosofía de Spinoza
constituye la gran síntesis de los conocimientos de aquella época. La
filosofía de Locke (1632-1704), sin estar libre de concesiones al
idealismo y al agnosticismo, pero que desenvolvió el principio
materialista sosteniendo que las percepciones del mundo exterior por
los órganos sensoriales son la fuente del conocimiento, ejerció una
gran influencia sobre la teoría del conocimiento de los materialistas
franceses del siglo XVIII. También ejerció una influencia
considerable sobre estos últimos el filósofo inglés Toland
(1670-1722), que concebía el movimiento como el atributo fundamental
de la materia. El materialismo francés (La Mettrie, 1709-1751;
Holbach, 1723-1789; Diderot, 1713-1784; Helvecio, 1715-1771, y otros),
que sintetizó los progresos alcanzados por las ciencias naturales en
los siglos XVII y XVIII y que en vísperas de la Revolución Francesa de
1789 forjó el arma teórica de la lucha de la burguesía revolucionarla
contra la ideología feudal, tenía un carácter particularmente
combativo y progresista. Los materialistas franceses actuaron como
combatientes por el progreso de la ciencia, contra el obscurantismo
religioso y contra la metafísica idealista del siglo XVII. Sin
embargo, el materialismo francés no rebasó los marcos de la metafísica
y de la interpretación mecanicista del movimiento. Los materialistas
franceses eran idealistas en cuanto a la interpretación de los
fenómenos sociales. El último gran representante del materialismo
anterior a Marx fue el filósofo alemán Ludwig Feuerbach (1804-1872),
que, luchando contra el idealismo de Hegel, afirmaba que la Naturaleza
existe independientemente de la conciencia y que el hombre es el
producto de la Naturaleza. Pero Feuerbach concebía el hombre de una
manera abstracta, sólo como Hombre en general y no como un hombre
social e históricamente concreto que modifica el mundo que le
circunda. Al no comprender el valor de la práctica social, Feuerbach
permaneció en las posiciones del materialismo intuitivo, siendo
idealista en la interpretación de los fenómenos sociales, Feuerbach
criticó severamente la religión, no estando en condiciones, sin
embargo, de descubrir sus raíces sociales, y llegando a proclamar una
religión nueva, la religión del corazón, la religión del amor. Además
de rechazar el idealismo hegeliano desechó también su dialéctica,
quedándose en las posiciones del materialismo metafísico. Sólo Marx y
Engels, los ideólogos de la única clase consecuentemente
revolucionaria, el proletariado, reelaborando todo lo valioso que
había creado el pensamiento científico y filosófico precedente,
crearon la forma superior del materialismo, el materialismo dialéctico
(ver). Marx y Engels hicieron extensivo, por primera vez, el
materialismo al conocimiento de la Sociedad, creando el materialismo
histórico (ver). Después de ellos, los filósofos y sabios burgueses
hicieron aisladas tentativas de resucitar las anteriores formas del
materialismo dotándole de un carácter trivial y vulgar (los
materialistas vulgares: Buchner, Vogt, Moleschot, que aparecieran en
Alemania en las décadas del 50 y 60 del siglo XIX). Marx y Engels
lucharon contra este materialismo trivial y vulgar. El materialismo
dialéctico, desarrollado más adelante en los trabajos de Lenin y de
Stalin, es la concepción filosófica del Partido Bolchevique.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:61-65

Materialismo

Una de las dos tendencias principales en filosofía, que da la única
verdadera respuesta a su problema fundamental sobre la relación del
pensamiento con la existencia. El materialismo, en oposición al
idealismo, reconoce la materia como lo primario, y la conciencia, el
pensamiento, como lo secundario. La forma superior del materialismo
es el materialismo filosófico marxista, que supera todos los defectos
y debilidades de las doctrinas materialistas anteriores. El
materialismo, en su desarrollo, se apoya en la ciencia y, en
particular, en las ciencias naturales. En toda la historia de la
filosofía, el materialismo filosófico; como principio, fue la
concepción del mundo de las clases avanzadas, en lucha por el progreso
e interesadas en el desarrollo de las ciencias.

El materialismo fue engendrado en una colonia de la Antigua Grecia –la
Jonia– a fines del siglo VII y principios del VI (a. de n. e.), en
la época del establecimiento de las antiguas ciudades-estados griegos,
y de un fuerte desarrollo de los oficios y del comercio.

La concepción materialista del mundo, de los primeros pensadores de la
Antigua Grecia, está estrechamente relacionada con los primeros pasos
de la ciencia. Los antiguos filósofos griegos (siglo VI a. de n.e.),
representantes de la llamada filosofía jonia (Thales, Anaximandro,
Anaxímenes, Heráclito), desarrollaron una concepción del mundo
espontáneo-materialista y de la dialéctica simple. “La concepción
materialista del mundo era, primitivamente, entre los filósofos
griegos, algo que se comprendía por sí mismo” (Engels). El problema
fundamental de su filosofía era el de los primeros principios, de la
primera materia. Thales consideraba como primer principio de todas
las causas, el agua; Anaximandro, una sustancia indeterminada, el
apeyrón; Anaxímenes, el aire; Heráclito, el fuego. Engels,
caracterizando la filosofía de los jonios, escribía: “…Aquí se
encuentra, por entero, ante nosotros, el primitivo materialismo
espontáneo cuyo surgimiento se comprende por sí mismo, y que
considera, naturalmente, en la infinita variedad de los fenómenos de
la naturaleza, una unidad y la busca en algo corporal determinado, en
algo particular, como Thales, en el agua”. Tomando como fundamento
del mundo distintos principios materiales, los jonios lo consideraban
como un todo relacionado, como un proceso infinito de cambio y
transformación de aquellas primeras cosas. Todos ellos eran
dialécticos innatos; la relación universal de los fenómenos del mundo
aparecía, en ellos, como resultado de una contemplación inmediata.

Ese concepto sobre el mundo, simple pero exacto en su esencia, fue
expresado por Heráclito (aproximadamente 544-484 a. de n.e.) más
claramente que nadie. El desarrollo posterior del materialismo está
vinculado, principalmente, con los nombres de Anaxágoras
(aproximadamente: 500-428 antes de n.e.); Empédocles (aproximadamente
485-425 a. de n.e.) y, sobre todo, Demócrito (469-370 a. de n.e.),
Epicuro (342-270 a. de n.e.) y Lucrecio (99-55 a. de n.e.).

Demócrito, Epicuro y Lucrecio fueron los representantes del
materialismo atomista de la Antigüedad. Tomaban como fundamento de
todo lo existente los átomos, indivisibles, impenetrables,
pequeñísimas partículas materiales que se mueven en el vacío infinito.
De la combinación de estas partículas, distintas en su forma, se
constituye, a su juicio, toda la variedad de los fenómenos de la
naturaleza. Los mundos existen en multitud infinita. Se originaron
por el movimiento en torbellino de los átomos. Unos mundos aparecen,
otros se destruyen. El materialismo atomista de Demócrito, Epicuro y
Lucrecio fue dirigido contra las ideas de la injerencia de los dioses
en el destino del mundo y, en general, contra las supersticiones
religiosas. Consideraban que el alma es material, constituida por
ligerísimos átomos, y negaban su inmortalidad.

En la edad media dominaron el idealismo y la escolástica. La
filosofía fue convertida en una sirvienta de la teología. Algunas
tendencias materialistas en la escolástica, se manifestaron con los
nominalistas (Duns-Scott, G. Occam). Los nominalistas afirmaban que
las nociones generales no existen antes que las cosas, cual enseñaban
los realistas extremistas, sino que sólo vienen a ser la designación
de las cosas unitarias concretas.

El desarrollo de las ciencias y el renacimiento del materialismo están
relacionados con la descomposición de la sociedad feudal y la
formación del nuevo modo capitalista de producción. Los grandes
descubrimientos geográficos de fines del siglo XV y principios del XVI
(descubrimiento de América, la ruta marítima a la India, los viajes
alrededor del mundo) demostraron la esfericidad de la formación de la
tierra. Copérnico (1473-1543) rechazó la concepción, defendida por la
iglesia, de la tierra inmóvil, que se halla en el centro del universo;
y desarrolló el sistema heliocéntrico del mundo, asestando un golpe
destructor a la concepción escolástica del mundo, de la Edad Media.
Los trabajos de Kepler (1571-1630) y Galileo (1564-1642) confirmaron
el sistema heliocéntrico del mundo como el único científico, no
obstante la interdicción de su doctrina por la iglesia, y la
implacable represión contra sus defensores.

La nueva filosofía materialista, generalizando las adquisiciones del
pensamiento científico, lucha contra la escolástica y las autoridades
eclesiásticas; se dirige a la experiencia como al verdadero maestro, y
a la naturaleza como el verdadero objeto de la filosofía. El
progenitor del materialismo de los tiempos modernos fue el filósofo
inglés Francisco Bacon (1561-1626). Bacon se manifestó contra la
escolástica, en defensa del conocimiento experimental; consideraba las
sensaciones, la experiencia, como la fuente de nuestros conocimientos.
El materialismo de Bacon, aunque contenía en sí tendencias
mecanicistas, sin embargo; aun no había adoptado el carácter
mecanicista unilateral. Con Hobbes (1588-1679), que es el
sistematizador del materialismo baconiano, el materialismo adoptó un
carácter mecanicista, claramente acusado. “La sensibilidad pierde sus
brillantes colores y se convierte en la abstracta sensibilidad del
geómetra. El movimiento físico se da en sacrificio del movimiento
mecánico o matemático” (Marx). El materialismo mecanicista es
desarrollado en su física por el filósofo francés Descartes
(1596-1650), quien permanece, en metafísica, en las posiciones del
idealismo. El filósofo Gassendi (1593-1655) resucita el materialismo
atomista de Epicuro, y lucha con la metafísica idealista de Descartes.
El gran filósofo holandés Espinosa (1632-1677) supera el dualismo de
Descartes. Espinosa toma como fundamento, una sustancia única: la
naturaleza. Considera la extensión y el pensamiento como propiedades
(atributos) necesarias e inherentes de esa sustancia única. La
tendencia en Espinosa a comprender la unidad del mundo y explicarlo
por sí mismo, encontró expresión en su teoría sobre la sustancia como
causa de sí propia. Dejando de lado toda una serie de defectos y
debilidades, la filosofía de Espinosa representa una grandiosa
síntesis de los conocimientos de aquel tiempo.

La filosofía de Locke (1632-1704), no liberada del idealismo y del
agnosticismo, pero que desarrollaba la afirmación materialista de que
las percepciones recibidas del mundo exterior por los órganos de los
sentidos son la fuente del conocimiento, influyó sobre la teoría del
conocimiento de los materialistas franceses del siglo XVIII. El
materialismo francés (Lamettrie 1709-1751, Holbach 1723-1789, Diderot
1713-1784, Helvecio 1715-1771 y otros), que generalizó los éxitos de
las ciencias naturales de los siglos XVII y XVIII y que fue en
vísperas de la Revolución Francesa de 1789, el arma teórica de la
lucha de la burguesía feudal, tenía un carácter particularmente
combativo y progresivo.

Los materialistas franceses se manifestaron como luchadores por el
progreso científico, contra el oscurantismo religioso, contra la
metafísica idealista del siglo XVII. Empero, del marco del
materialismo metafísico y de la concepción mecánica del movimiento.
Los materialistas franceses fueron idealistas en la explicación de los
fenómenos sociales.

El último gran representante del materialismo premarxista fue el
filósofo alemán Feuerbach, (1804-1872). Luchando con el idealismo de
Hegel, Feuerbach sostenía que la naturaleza existe independientemente
de la conciencia, y que el hombre es un producto de la naturaleza.
Sin embargo, Feuerbach consideraba al hombre abstractamente, sólo como
hombre en general, pero no como hombre social concreto, que
transformara al mundo que lo rodea. No habiendo comprendido la
importancia de la práctica social, Feuerbach permaneció en las
posiciones del materialismo contemplativo, y como idealista en la
explicación de los fenómenos sociales. Feuerbach criticó agudamente
la religión. Empero, no estuvo en condiciones de descubrir sus raíces
sociales y llegó a la afirmación de una nueva religión: la religión
del corazón, religión del amor. Desechando el idealismo de Hegel,
rechazó también la dialéctica y quedó en las posiciones del
materialismo metafísico.

Solo Marx y Engels –ideólogos de la única clase consecuentemente
revolucionaria, el proletariado–, reelaboraron todo lo valioso que dio
el pensamiento científico y filosófico precedente y crearon la forma
superior del materialismo, el materialismo dialéctico. Marx y Engels
por primera vez extendieron el materialismo al conocimiento de la
sociedad, creando el materialismo histórico. Después de Marx y
Engels, los filósofos y sabios burgueses trataron, alguna vez, de
resucitar las anteriores formas del materialismo, dándoles un carácter
simplista y vulgar (los materialistas vulgares: Buchner, Vogt,
Moleschott, que actuaron en Alemania, en los años 50-60 del siglo
XIX). Marx y Engels lucharon contra tal materialismo, estrecho y
vulgar. El materialismo dialéctico, desarrollado más adelante en los
trabajos de Lenin y Stalin, es la concepción filosófica del mundo del
Partido Bolchevique.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:327-330

Materialismo

Una de las dos principales corrientes filosóficas, que resuelve
científicamente el problema fundamental de la filosofía, el de la
relación entre el pensar y el ser. Contrariamente al idealismo, el
materialismo considera la materia como dato primario y la conciencia,
el pensamiento, como dato secundario. La forma superior del
materialismo es el materialismo filosófico marxista (ver), que ha
superado todas las insuficiencias y debilidades de las doctrinas
materialistas anteriores. El materialismo, que se apoya en la
ciencia, ha sido siempre la concepción del mundo de las clases
sociales avanzadas en lucha por el progreso e interesadas en el
desarrollo de las ciencias.

El materialismo nació en los países del Oriente antiguo: Babilonia,
Egipto, India y China. A fines del siglo VII y comienzos del VI antes
de nuestra era, en la época de la formación de las ciudades griegas
con su artesanado y su comercio floreciente, se desarrolló en las
colonias jónicas de Grecia. Los sistemas materialistas de los
pensadores de la Grecia antigua, quienes eran al mismo tiempo
naturalistas, se hallaban estrechamente ligados a los progresos de las
ciencias. Los filósofos jonios de la escuela de Mileto (ver), en
particular, Tales, Anaximandro, Anaxímenes, profesaban un materialismo
primitivo y una dialéctica ingenua. El problema fundamental de sus
sistemas era el del principio primero, de la materia original. Para
Tales (ver) las cosas provenían del agua; para Anaximandro, de una
materia indefinida, el “apeirón”; para Anaxímenes, del aire. Según
Heráclito (ver), el universo fue, es y será siempre un fuego vivo que
se enciende y se extingue perpetuamente. En su caracterización de la
filosofía jónica, Engels decía: “…vemos dibujarse ya enteramente el
materialismo natural espontáneo que, en la primera fase de su
desarrollo, considera como algo completamente lógico y natural la
unidad en la infinita diversidad de los fenómenos naturales, y la
busca en algo netamente físico, en un cuerpo en particular, como Tales
en el agua” (Dialéctica de la naturaleza, Ed. rusa). Al colocar en
la base del mundo diversos elementos materiales, los filósofos de la
Grecia antigua lo consideraban como un todo unido, como un proceso
infinito de cambios y de transformaciones de esos elementos. Según la
expresión de Engels, eran todos ellos dialécticos natos, para quienes
la idea de la ligazón de los fenómenos era el resultado de la
observación inmediata. Ese punto de vista ingenuo, pero justo en el
fondo, fue formulado con la mayor fuerza por Heráclito. Los progresos
ulteriores del materialismo se vinculan ante todo a los nombres de
Anaxágoras (ver), Empédocles (ver), Demócrito (ver), Epicuro (ver) y
Lucrecio (ver). Demócrito, Epicuro y Lucrecio eran atomistas. Según
ellos, el fundamento de todas las cosas está constituido por átomos,
partículas materiales de formas variadas, indivisibles e
impenetrables, que se desplazan en un vacío infinito y cuyas
combinaciones engendran toda la diversidad de los fenómenos naturales.
Los mundos son innumerables y extraen su origen del torbellino de los
átomos. Unos surgen, otros perecen. El materialismo atomístico de
Demócrito, de Epicuro y de Lucrecio estaba dirigido contra la idea de
la intervención divina en los destinos del mundo y, de una manera
general, contra las supersticiones. Esos filósofos negaban la
inmortalidad del alma, a la que consideraban como una cosa material,
compuesta de átomos muy ligeros.

La Edad Media es dominada por el idealismo y la escolástica. La
filosofía se convierte en la servidora de la teología. Algunas
tendencias materialistas se manifiestan en los nominalistas (Ver
Nominalismo; Occam), quienes afirman, en oposición a los “realistas”,
que las ideas generales no son anteriores a las cosas y sirven
únicamente para designar los objetos concretos. La decadencia de la
sociedad feudal y el nacimiento del modo de producción capitalista
estimulan el progreso de la ciencia y el nuevo avance del
materialismo. Los grandes descubrimientos geográficos de fines del
siglo XV y comienzos del XVI (descubrimiento de América, de la vía
marítima a las Indias, viajes alrededor del mundo) muestran la
esfericidad de la tierra. El eminente sabio polaco Copérnico (ver)
echa por tierra el sistema de Ptolomeo defendido por la Iglesia y,
según el cual, la tierra sería un cuerpo fijo colocado en el centro
del universo. El sistema heliocéntrico de Copérnico asesta un golpe
fulminante a la concepción medieval del mundo. Kepler y Galileo (ver)
perfeccionan ese sistema científico a despecho de su condenación por
la Iglesia y de las represiones brutales de que fueron objeto sus
defensores.

La filosofía materialista del nuevo período generalizó y resumió las
adquisiciones del pensamiento científico, se elevó contra la
escolástica y los dogmas de la Iglesia, se volvió hacia la
experiencia, su verdadero maestro, y hacia la naturaleza, objeto
auténtico de la filosofía. Ese materialismo era la filosofía de una
clase nueva, la burguesía, que desplazaba a los feudales. El filósofo
inglés F. Bacon (ver) fue el fundador del materialismo moderno. Fue
enemigo de la escolástica y defensor del conocimiento experimental;
las sensaciones, la experiencia, eran para él, la fuente de nuestros
conocimientos. A pesar de su tendencias mecanicistas, su materialismo
no tiene el carácter unilateral que tendrá en Hobbes (ver). Marx
escribía que en Hobbes, quien sistematizó el materialismo de Bacon, la
materialidad “se convierte en la materialidad abstracta del geómetra.
El movimiento físico es sacrificado al movimiento mecánico o
matemático; la geometría es proclamada como la ciencia principal”
(Marx/Engels, Obras, Ed. alem.). Descartes (ver) desarrolla en su
física el materialismo mecanicista (ver) aunque permaneciendo dualista
en filosofía. Gassendi (ver) pone de nuevo en el puesto de honor al
materialismo atomístico de Epicuro y lucha contra la metafísica
idealista de Descartes. El gran filósofo holandés Spinoza (ver)
supera el dualismo de Descartes y sostiene que la naturaleza es la
substancia única cuyos atributos son la extensión y el pensamiento.
La substancia, “causa sui“, expresa la unidad del mundo, el cual se
explica por sí mismo. No obstante sus puntos débiles, la filosofía de
Spinoza señala un gran paso adelante en el progreso del materialismo.
La teoría materialista del conocimiento del siglo XVIII, debe mucho a
Locke (ver), quien, no obstante sus concesiones al idealismo y al
agnosticismo, desarrolla la tesis materialista según la cual, las
percepciones sensoriales del mundo exterior constituyen la fuente del
conocimiento. El filósofo inglés Toland (ver), quien consideraba el
movimiento como el atributo esencial de la materia, ejerció también
una gran influencia sobre el desarrollo del materialismo. El
materialismo francés (La Mettrie, ver; Holbach, ver; Diderot, ver;
Helvecio, ver, y otros), que sistematizó las adquisiciones de la
ciencia de la naturaleza de los siglos XVII y XVIII, y se convirtió,
en vísperas de la Revolución Francesa, en el arma teórica de la
burguesía revolucionaria en su lucha contra la ideología feudal, se
distingue por su carácter avanzado y combativo. Los materialistas
franceses, campeones del progreso científico, se alzan contra el
obscurantismo religioso, contra la metafísica idealista. Pero el
materialismo francés no rebasa el marco del materialismo metafísico,
de la concepción mecanicista del movimiento según la cual, todos los
cambios de la naturaleza representan un progreso puramente
cuantitativo. Los materialistas franceses, como todos sus
predecesores por lo demás, se atienen a una explicación idealista de
los fenómenos sociales.

El materialismo filosófico y la ciencia materialista del siglo XVIII
deben mucho al gran sabio ruso Lomonósov (ver) y al eminente filósofo
ruso Radishchev (ver). La ley de la conservación de la materia y del
movimiento revelada por Lomonósov, así como otros descubrimientos de
ese sabio, en física, química, etc., denotaban una tendencia
rigurosamente materialista y minaban los fundamentos del idealismo.
Las tesis sostenidas por Lomonósov contenían importantes elementos
dialécticos. El campeón de la lucha contra la servidumbre de la
gleba, Radishchev, asestó golpes sensibles al idealismo por medio de
su libro Del hombre, de su mortalidad y de su inmortalidad.

El filósofo alemán Ludwig Feuerbach (ver) fue un notable representante
del materialismo anterior a Marx. Combatiendo el idealismo de Hegel
(ver), Feuerbach sostiene que la naturaleza existe independientemente
de la conciencia, que el hombre es un producto de la naturaleza. Sin
embargo, considera al hombre como un ser abstracto, como el hombre en
general, y no como un ser social e históricamente concreto que
transforma el mundo que lo rodea. Sin comprender la importancia de la
práctica social, Feuerbach no pasó de ser un materialista
contemplativo y un idealista en la explicación de los fenómenos
sociales. Hizo una crítica severa de la religión pero, incapaz de
captar sus raíces sociales, proclamó una religión nueva, la del
corazón y del amor. Al rechazar el idealismo de Hegel, rechazó al
mismo tiempo, su dialéctica.

El materialismo anterior a Marx alcanzó su apogeo en la obra de los
grandes pensadores rusos del siglo XIX Belinski (ver), Herzen (ver),
Chernishevski (ver), Dobroliúbov (ver). Estos pensadores fueron
portavoces de los intereses del campesinado, campeones de la lucha
contra la servidumbre de la gleba y la explotación burguesa. Eso les
permitió eliminar los defectos y la estrechez del materialismo
anterior. Lejos de ser pasivo y contemplativo, el materialismo de
Chernishevski y de Dobroliúbov fue un arma y bandera de la lucha
revolucionaria contra la opresión del pueblo, fue la ideología de la
revolución campesina. Contrariamente a Feuerbach, los materialistas
rusos no rechazaban la dialéctica hegeliana sino que utilizaban sus
elementos positivos y se esforzaban por encauzarla en un sentido
materialista. Lucharon resueltamente contra la religión, y uno de sus
grandes méritos consiste en haber creado una estética materialista,
una ética revolucionaria, etc. Las circunstancias objetivas, sin
embargo, no permitieron que esos pensadores superaran enteramente la
estrechez metafísica del antiguo materialismo, ni aplicaran el
materialismo filosófico a la explicación de la vida social, ni se
elevaran hasta el materialismo dialéctico. Sólo Marx y Engels,
ideólogos del proletariado, es decir, de la única clase revolucionaria
consecuente, refundieron con espíritu crítico lo más precioso del
pensamiento científico y filosófico anterior, y crearon la forma
superior del materialismo, la única científica, el materialismo
dialéctico (ver).

El materialismo filosófico marxista no es una simple prolongación del
antiguo materialismo, sino que significa un “salto” en el desarrollo
del pensamiento humano, el pasaje a un estado cualitativo nuevo. El
materialismo de Marx y Engels superó la estrechez del antiguo
materialismo, conservando al mismo tiempo cuanto había de valedero en
este último.

El materialismo marxista se halla ligado orgánicamente a la teoría
dialéctica del devenir. Es un materialismo dialéctico. Las diversas
tentativas realizadas por los filósofos y científicos burgueses para
resucitar las antiguas formas –mecanicistas y metafísicas– del
materialismo (Büchner, Vogt, Moleschott, materialistas vulgares
alemanes de la década del cincuenta del siglo XIX) fueron liquidadas
completamente por Marx, Engels y Lenin. Marx y Engels crearon el
materialismo histórico (ver) aplicando el materialismo al conocimiento
de la sociedad. La esencia del materialismo marxista como ideología
del proletariado revolucionario, se expresa con brillantez en una de
las tesis de Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo” (Marx/Engels, Obras escogidas, t. II, p. 378, Ed.
esp., Moscú, 1952). La esencia misma del materialismo filosófico
marxista determina su eficacia revolucionaria, su combatividad, su
espíritu de partido, su vínculo orgánico con el socialismo proletario.

Diccionario filosófico · 1965:298-299

Materialismo

(del latín materialis: sustancial). Única corriente filosófica
científica, opuesta al idealismo. El materialismo como certidumbre
espontánea de todas las personas en la existencia objetivo del mundo
exterior, se distingue del materialismo como concepción filosófica del
mundo, concepción que representa la profundización y el desarrollo
científicos del punto de vista del materialismo espontáneo. El
materialismo filosófico afirma el carácter primario de lo material y
el carácter secundario de lo espiritual, de lo ideal, lo cual
significa que el mundo es eterno, que no ha sido creado, que es
infinito en el tiempo y en el espacio. El materialismo entiende que
la conciencia es un producto de la materia y la concibe como un
reflejo del mundo exterior, con lo cual afirma que la naturaleza es
cognoscible. En la historia de la filosofía, el materialismo, por
regla general, ha sido la concepción del mundo de las clases y capas
avanzadas de la sociedad, interesadas en que el mundo se reflejara
acertadamente, en que se intensificara el dominio del hombre sobre la
naturaleza. Generalizando los resultados de las ciencias, el
materialismo facilitaba el progreso del saber, el perfeccionamiento de
los métodos científicos, lo cual a su vez ejercía beneficiosa
influencia sobre los resultados de la actividad práctica del hombre,
sobre el desarrollo de las fuerzas productivas. En el proceso de la
interacción que se establecía entre el materialismo y las ciencias
especiales, se modificaba el aspecto del propio materialismo. Sus
primeras doctrinas aparecen cuando nace la filosofía en las sociedades
esclavistas de la India, China y Grecia antiguas, varios siglos antes
de nuestra era, debido al progreso de los conocimientos científicos en
astronomía, matemáticas y otras ciencias. El rasgo común del
materialismo antiguo, en muchos aspectos todavía ingenuo (Lao-tse,
Ian-chu, Van Chun, escuela charvaka, Heráclito, Anaxágoras,
Empédocles, Demócrito, Epicuro y otros), estriba en reconocer la
materialidad del mundo, su existencia independiente del espíritu
humano. Sus representantes se esforzaban por encontrar en la
diversidad de la naturaleza un primer principio común a todo lo
existente y a todo lo que ocurre (Elemento). Fue un mérito del
materialismo antiguo el haber ideado la hipótesis de la estructura
atómica de la materia (Leucipo, Demócrito). Muchos materialistas de
la Antigüedad eran dialécticos espontáneos. No obstante, algunos de
ellos no establecían aún una delimitación precisa entre lo físico y lo
psíquico, atribuían propiedades psíquicas a toda la naturaleza
(Hilozoísmo). En el materialismo antiguo, el desarrollo de las tesis
materialistas y dialécticas se combinaba aún con la influencia de la
ideología mitológica. En la Edad Media y en el Renacimiento, las
tendencias materialistas se presentaban en forma de nominalismo, de
teorías panteístas (Panteísmo) y de otras que sostenían la
“coeternidad de naturaleza y Dios”. El ulterior desarrollo del
materialismo aconteció durante los siglos XVII-XVIII en Europa (Bacon,
Galileo, Hobbes, Gassendi, Spinoza, Locke). Este materialismo surgió
sobre la base del capitalismo en gestación y del avance consiguiente
de las fuerzas productivas, de la nueva técnica, de la ciencia. Los
materialistas, como ideólogos de la burguesía, progresiva en aquellos
tiempos, combatieron a la escolástica medieval y a las autoridades
eclesiásticas, tomaron la experiencia como maestro y la naturaleza
como objeto de la filosofía. El materialismo de los siglos XVII-XVIII
se halla vinculado a la mecánica y a la matemática, entonces en
impetuoso crecimiento, y a ello se debe su carácter mecanicista. Otra
de sus particularidades estriba en su tendencia al análisis, a la
división de la naturaleza en esferas y objetos de investigación
aislados, desligados entre sí, y en examinarlos sin tener en cuenta su
desarrollo. Entre los representantes de la filosofía materialista del
período indicado, ocupan un lugar especial los materialistas franceses
del siglo XVIII (La Mettrie, Diderot, Helvecio y Holbach). Sin salir,
en líneas generales, de la concepción mecanicista del movimiento, lo
consideraban –siguiendo a Toland– como propiedad universal e
inseparable de la naturaleza. Se liberaron por completo de la
inconsecuencia deísta inherente a la mayor parte de los materialistas
del siglo XVII. La conexión orgánica que existe entre todo
materialismo y el ateísmo se manifestó con singular relieve en los
materialistas franceses del siglo XVIII. En el desarrollo de esta
forma de materialismo el punto culminante –en Occidente–, corresponde
al materialismo “antropológico” de Feuerbach. Al mismo tiempo, en
Feuerbach se hace más patente el carácter contemplativo propio de todo
el materialismo premarxista. En Rusia y en otros países de la Europa
Oriental, dan un nuevo paso en el desarrollo del materialismo los
demócratas revolucionarios de la segunda mitad del siglo XIX con su
filosofía (Belinski, Herzen, Chernishevski, Dobroliúbov, Márkovich,
Botev, y otros); se basaban en la tradición de Lomonósov, Radíshchev y
otros, y en varios aspectos se elevaron sobre el estrecho horizonte
del antropologismo y del método metafísico. La forma superior y más
consecuente del materialismo es el materialismo dialéctico creado por
Marx y Engels a mediados del siglo XIX. Con él no sólo se superan las
insuficiencias del viejo materialismo recién indicadas, sino además,
la concepción idealista de la historia, propia de todos ellos. En la
ulterior historia del materialismo, ya se distinguen nítidamente dos
tendencias por principio diferentes: el desarrollo del materialismo
dialéctico e histórico por una parte y distintas variedades simplistas
y vulgarizadoras del materialismo por otra. Entre estas últimas la
más típica ha sido el materialismo vulgar próximo al positivismo;
hacia el positivismo se inclinaban también las variedades del
materialismo vulgar que surgieron en la linde de los siglos XIX y XX
como tergiversación del materialismo dialéctico (revisión mecanicista
del marxismo y otras). En la segunda mitad del siglo XIX el
materialismo en sus formas maduras resultó incompatible con los
estrechos intereses de clase de la burguesía. Los filósofos burgueses
acusan al materialismo de amoral, de no comprender la naturaleza de la
conciencia y lo identifican con las variedades primitivas del primero.
Algunos de ellos, sin embargo, aunque rechazan el ateísmo militante y
el optimismo cognoscitivo, se han visto obligados a admitir, con
vistas al desarrollo de la producción y de la ciencia natural, ciertos
elementos de la concepción materialista del mundo. Por otra parte no
han sido pocos los científicos que, declarándose idealistas,
desentendiéndose al modo positivista “de toda filosofía”, en las
investigaciones científicas especiales han mantenido de hecho
posiciones materialistas (por ejemplo, el materialismo
histórico-natural de Ernst Haeckel y de Ludwig Boltzmann). En cuanto
a los hombres de ciencia avanzados de nuestro tiempo, es
característica la evolución en el sentido de pasar del materialismo
científico-natural al materialismo consciente y, en última instancia,
al materialismo dialéctico (Langevin, Joliot-Curie, Kotarbinski,
Ianaguida, Lamont y otros). Una de las particularidades que ofrece el
desarrollo del materialismo dialéctico estriba en enriquecerse con
nuevas ideas gracias a la crítica tanto de las formas actuales del
idealismo como de los puntos débiles de las teorías formuladas por los
naturalistas materialistas. El actual desarrollo de la ciencia
requiere que los naturalistas se conviertan en partidarios conscientes
del materialismo dialéctico. Por otra parte, el desarrollo de la
práctica histórico-social y de la ciencia condiciona el ulterior
progreso de la filosofía del materialismo.

Diccionario de filosofía · 1984:274-276

Materialismo

(lat. materialis): corriente filosófica científica, opuesta al
idealismo. Se diferencia entre el materialismo como convicción
espontánea de todos los hombres en la existencia objetiva del mundo
exterior y el materialismo como concepción filosófica del mundo que
constituye la profundización y el desarrollo científicos de los puntos
de vista del materialismo espontáneo. El materialismo filosófico
afirma la prioridad de lo material y el carácter secundario de lo
espiritual, lo ideal, lo que significa que el mundo existe desde toda
la eternidad, no fue creado y es infinito en el tiempo y el espacio.
Considerando que la conciencia es un producto de la materia, el
materialismo estudia a aquélla como reflejo del mundo exterior y
afirma así la cognoscibilidad de la naturaleza. En la historia de la
filosofía, el materialismo ha sido, por lo general, la concepción del
mundo de las clases y sectores de vanguardia de la sociedad,
interesados en el conocimiento atinado del mundo y en el reforzamiento
del poder del hombre sobre la naturaleza. Sintetizando las
realizaciones de la ciencia, el materialismo contribuye al crecimiento
del saber científico y al perfeccionamiento de los métodos
científicos, lo cual a su vez ejerce una influencia benéfica sobre los
éxitos de la práctica humana y el desarrollo de las fuerzas
productivas. En el proceso de interacción del materialismo y las
ciencias especiales se han cambiado el aspecto y las formas del propio
materialismo. Sus primeras doctrinas aparecen al surgir la filosofía
en las sociedades esclavistas de la India, China y Grecia antiguas,
algunos siglos antes de nuestra era, en virtud del progreso en el
dominio de la astronomía, las matemáticas y otras ciencias. El rasgo
común del materialismo antiguo, todavía ingenuo en gran medida (Laozi,
Yang Zhu, Wang Chung, escuela lokayata, Heráclito, Anaxágoras,
Empédocles, Demócrito, Epicuro y otros), consiste en el reconocimiento
de la materialidad del mundo y su existencia independiente de la
conciencia humana. Sus representantes procuraban hallar en la
diversidad de la naturaleza el principio primario común a todo lo que
existe y acontece (Elemento). Un mérito del materialismo antiguo fue
la creación de la hipótesis acerca de la estructura atómica de la
materia (Leucipo, Demócrito). Muchos materialistas antiguos fueron
dialécticos espontáneos. Ahora bien, la mayoría de ellos no trazaban
todavía una línea divisoria nítida entre lo físico y lo psíquico,
dotando de propiedades de este último a toda la naturaleza
(Hilozoísmo). El desarrollo de los postulados materialistas y
dialécticos se conjugaba aún en el materialismo antiguo con la
influencia de la ideología mitológica. En los siglos de la Edad
Media, las tendencias materialistas se manifestaban en forma de
nominalismo, doctrinas de la eternidad de la naturaleza y de Dios y de
las primeras herejías panteístas. En la época del Renacimiento, el
materialismo (Telesio, Bruno y otros) a menudo tomaba forma de
panteísmo e hilozoísmo, estudiaba la naturaleza en su integridad y
hacía recordar en gran medida el materialismo de la Antigüedad. En
los siglos 17-18, el materialismo se desarrolló en los países de
Europa (Bacon, Galileo, Hobbes, Gassendi, Spinoza, Locke). Esta forma
de materialismo surgió sobre el terreno del capitalismo naciente y el
correspondiente crecimiento de la producción, la técnica y la ciencia.
Siendo ideólogos de la burguesía, que a la sazón era una clase
progresista, los materialistas luchaban contra la escolástica medieval
y las autoridades eclesiásticas y se remitían a la experiencia como al
maestro y a la naturaleza como al objeto de la filosofía. En los
siglos 17-18, el materialismo está enlazado con la mecánica y las
matemáticas en vertiginoso progreso, lo cual determinó el carácter
mecanicista del materialismo. Una particularidad del materialismo de
aquella época era el afán de analizar, de dividir la naturaleza en
campos y objetos de investigación más o menos aislados y desvinculados
entre sí y de estudiarlos al margen del desarrollo. Entre
representantes de la filosofía materialista de aquel período ocupan
especial lugar los materialistas franceses del siglo 18 (La Mettrie,
Diderot, Helvecio y Holbach). Manteniendo en conjunto las posiciones
de la comprensión mecanicista del movimiento, lo juzgaban propiedad
universal e inalienable de la naturaleza. Muchos elementos de la
dialéctica figuran en el materialismo de Diderot. En los
materialistas franceses del siglo 18 es particularmente realzado el
nexo orgánico existente entre todo materialismo y el ateísmo. En
Occidente, la cumbre de esta forma de materialismo era el materialismo
“antropológico” de Feuerbach. Al mismo tiempo, en las obras de
Feuerbach se manifestó con la mayor evidencia el carácter
contemplativo propio de todo el materialismo premarxista. En Rusia y
otros países de Europa Oriental, un paso adelante en el desarrollo del
materialismo lo constituyó en la segunda mitad del siglo 19 la
filosofía de los demócratas revolucionarios (Belinski, Herzen,
Chernishevski, Dobroliúbov, Marcovic, Botev y otros), que se apoyaba
en las tradiciones de Lomonósov, Radíschev, etc. y en varios aspectos
se elevó por encima del estrecho horizonte del antropologismo y del
método metafísico. La forma superior y más consecuente del
materialismo pasó a ser el materialismo dialéctico, creado hacia
mediados del siglo 19 por Marx y Engels. El materialismo dialéctico
no sólo superó los defectos mencionados del viejo materialismo, sino
también la comprensión idealista –propia de todos sus
representantes–de la sociedad humana. En la historia posterior del
materialismo se distinguieron ya bien claro dos líneas diferentes por
principio: el desarrollo del materialismo dialéctico e histórico, por
una parte, y una serie de variedades simplificadas y vulgarizadas del
materialismo, por la otra. Entre las últimas, el más típico era el
materialismo vulgar, que se acercaba al positivismo; hacia este último
tienden también las variedades del materialismo surgidas en la
divisoria de los siglos 19 y 20 como deformación del materialismo
dialéctico. En la segunda mitad del siglo 19, el materialismo en sus
formas maduras resultó incompatible con los estrechos intereses de
clase de la burguesía. Los filósofos burgueses acusan al materialismo
de amoralidad y lo identifican con sus variedades primitivas. A veces
los idealistas hacen pasar sus doctrinas por materialismo “auténtico”
y “más reciente” (Carnap, Bachelard, Sartre). Disimulando a menudo la
contraposición del materialismo y el idealismo, los filósofos
burgueses no recurren sólo al positivismo y el neorrealismo, sino
también a construcciones tan amorfas y ambiguas como el naturalismo
americano moderno. Los científicos contemporáneos de vanguardia se
caracterizan por el tránsito del materialismo de las ciencias
naturales al materialismo consciente y, en última instancia,
dialéctico (Langevin, Juliot-Curie y otros). Una particularidad del
desarrollo del materialismo dialéctico es su enriquecimiento con
nuevas ideas. El desarrollo actual de la ciencia exige que los
científicos naturalistas se conviertan en partidarios conscientes del
materialismo dialéctico. Al mismo tiempo, el desarrollo de la
práctica socio-histórica y la ciencia recaba que se desarrolle y
especifique sin cesar la filosofía misma del materialismo. Lo último
transcurre en constante lucha del materialismo contra las variedades
más recientes de la filosofía idealista.

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