2-Nuevo y viejo

Nuevo y viejo

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

Diccionario filosófico abreviado · 1959:384-385

Nuevo y viejo

La filosofía marxista entiende por nuevo no todo lo que nace y existe,
sino únicamente lo que nace para desarrollarse, lo que tiene un
porvenir y acelera el progreso de la sociedad en su conjunto o en
algunos de sus aspectos. Lo nuevo es el motor del desarrollo. Una
concepción semejante permite distinguir entre lo que es efectivamente
nuevo y entre lo que lo es en apariencia. Lo viejo, lo que ha
caducado, puede, a veces, afectar la forma de lo “nuevo”, pero no deja
de ser por ello menos viejo. Así, en el Manifiesto del Partido
Comunista (ver) Marx y Engels denunciaron el “socialismo feudal” que
disimulaba los intereses de los grandes señores: “A guisa de bandera,
estos señores enarbolaban un mísero zurrón de proletario, a fin de
atraer al pueblo. Pero cada vez que el pueblo acudía, advertía que
sus posaderas estaban ornadas con el viejo blasón feudal y se
dispersaba en medio de grandes e irreverentes carcajadas”
(Marx/Engels, Obras escogidas, t. I, p. 42, Ed. esp., Moscú, 1951).
Para engañar al pueblo, los fascistas alemanes se envolvían en la toga
del “nacional-socialismo”; hacían pasar su fanatismo racista por algo
“nuevo”, aunque en realidad, el fascismo (ver) no era más que una
forma nueva de la dictadura terrorista abierta del capital financiero.

La filosofía marxista entiende por “viejo” todo lo que cesa de ser el
motor del progreso y que se convierte en un obstáculo en la marcha
adelante. Lo viejo y lo nuevo luchan entre sí, pues traducen las
diferentes tendencias de la realidad, su pasado y su presente, lo que
muere y lo que nace, lo negativo y lo positivo, el elemento
conservador y el elemento revolucionario. La lucha de lo nuevo, de lo
progresivo contra lo viejo, contra lo que muere, es una ley esencial
del devenir. (Ver Lucha de contrarios).

La lucha entre lo nuevo y lo viejo culmina necesariamente en la
victoria de lo nuevo, de lo progresivo, pues la fuerza de lo nuevo, de
lo progresivo es invencible. “Lo que interesa, sobre todo, al método
dialéctico no es lo que en un momento dado parece estable pero
comienza ya a morir, sino lo que nace y se desarrolla, aunque en un
momento dado parezca poco estable, pues lo único que hay insuperable,
según él, es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo”
(Stalin, “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico”, en Cuestiones del leninismo, p. 637, Ed. esp. Moscú,
1941). Así, al día siguiente de la Revolución, los “sábados
comunistas” (iniciativa generosa de los obreros comunistas que
trabajaban el sábado sin ninguna retribución y fuera de las horas
reglamentarias, por cuenta del Estado) no estaban muy extendidos, pero
en ellos Lenin percibió los gérmenes de una actitud nueva, comunista,
hacia el trabajo. Hoy, esos gérmenes se han convertido en un poderoso
factor de desarrollo de la sociedad soviética: la emulación socialista
del pueblo entero. Sin embargo, lo nuevo no triunfa espontáneamente,
de por sí. La fuerza del Partido Comunista de la Unión Soviética,
reside en que sabe discernir lo nuevo, lo progresivo, cuando se halla
todavía en estado embrionario, y contribuye activamente al
florecimiento de lo nuevo, lo ayuda a echar raíces y a desplazar a lo
viejo.

Cuando lo nuevo triunfa, no desecha totalmente lo viejo, sino que saca
provecho de todas las conquistas del pasado. Existe una relación
determinada, una filiación entre lo viejo y lo nuevo. El marxismo no
tiene nada de común con la concepción vulgar, mecanicista, de la
evolución concebida como un conjunto de grados sin vínculos, no
derivados el uno del otro. La cultura socialista, por ejemplo, sería
inconcebible si no utilizara todas las realizaciones de la cultura
precedente estructurada de nuevo y asimilada con espíritu crítico.

Por otra parte, el marxismo no erige en absoluto tal o cual fenómeno
nuevo. Lo nuevo mismo evoluciona, cambia, envejece y de motor se
convierte en una traba. Así, las nuevas relaciones de producción
(ver) constituyen factores decisivos del auge de las fuerzas
productivas (ver). Sin embargo, es preciso no olvidar que esas
relaciones no se conservan eternamente nuevas, que envejecen a su vez,
y que deben, con el tiempo, ceder el lugar a otras relaciones de
producción correspondientes al carácter de las fuerzas productivas.
El Partido Comunista enseña que es preciso no sólo descubrir lo nuevo,
sino también velar constantemente por su florecimiento. Lo nuevo
pierde sus posiciones avanzadas cuando cesa de perfeccionarse y
detiene su marcha adelante.

Diccionario filosófico · 1965:342

Lo nuevo y lo viejo

Son dos fuerzas y tendencias contrarias: la lucha entre una y otra,
sobre todo en los fenómenos sociales, constituye la fuerza motriz del
desarrollo. Lo que mueve, lo que orienta el desarrollo en
determinadas condiciones históricas es lo nuevo: todo lo que lo frena
y obstaculiza es lo viejo. En el proceso del desarrollo, lo nuevo y
lo viejo se encuentran en interconexión dialéctica: lo nuevo surge de
lo viejo, donde existe como germen; todo lo positivo y valioso que se
daba en lo viejo permanece bajo un aspecto superado en lo nuevo. La
aparición de lo nuevo constituye siempre un salto, el fin de viejas
contradicciones y el comienzo de contradicciones nuevas. Mas, la
aparición en sí de lo cualitativamente nuevo se prepara en el proceso
de desarrollo de las contradicciones de lo viejo. Al principio, lo
viejo es más fuerte que lo nuevo. No obstante, lo nuevo es
invencible, de uno u otro modo, en última instancia desplaza a lo
viejo. Lo nuevo lleva en sí nuevas contradicciones y, con ello,
gérmenes de un desarrollo ulterior. En la etapa siguiente, lo nuevo
en su conjunto o algunos de sus rasgos y partes envejecen. No todo lo
que surge por primera vez es auténticamente lo nuevo; lo es, tan sólo,
lo que se manifiesta como forma más progresiva, que facilita el
desarrollo ulterior. Lo nuevo se pone de manifiesto como tal en la
lucha, en la victoria sobre lo viejo, en el desarrollo. La aparición
de lo nuevo es un proceso objetivo y no depende de la subjetiva
arbitrariedad. No obstante, en la sociedad socialista la lucha entre
lo nuevo y lo viejo, lo caduco y lo que nace, lo atrasado y lo
avanzado, adquiere un carácter consciente, planificado.

No figura en el Diccionario de filosofía · 1984

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