Personalidad y sociedad
No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946
No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959
No figura en el Diccionario filosófico · 1965
Diccionario de filosofía · 1984:334
Personalidad y sociedad
Problema socio-filosófico, cuya esencia consiste en aclarar qué
condiciones proporciona cada sociedad históricamente concreta para el
proceso de formación y desarrollo de la personalidad, en qué medida se
deja sentir la actividad de la personalidad sobre la sociedad y cómo
se conjugan los intereses de la personalidad y la personalidad. Las
teorías sociales premarxistas se basaban en la idea de la
insuperabilidad y la eternidad de la contradicción entre la sociedad y
la personalidad y en la valoración de éstas como ciertas integridades
independientes. Así, en la sociedad esclavista, además de las teorías
de Platón y Aristóteles, que fundamentaban la necesidad de someter la
persona a la integridad política –el Estado–, existían las teorías de
los estoicos, escépticos y epicúreos, en las que el poder del Estado
se consideraba como fuerza represiva y hostil a la personalidad. En la
formación feudal, una consolidación rígida de la posición, los
derechos y las obligaciones de la persona por la estructura estamental
y de casta de la sociedad encontraba su reflejo en la ideología
religiosa ilimitadamente dominante, con su apología de la jerarquía,
la prédica de la obediencia a Dios, etc. El surgimiento del capitalismo
suprime la unión del hombre con la comunidad, estamento, casta, gremio
y forma el punto de vista del individuo aislado. La sociedad aparece
frente a él como un conjunto de propietarios privados formalmente
iguales, a los que debe asegurar las mejores posibilidades para la
manifestación de sus capacidades y energía personales. En los siglos
17-18 se elaboran intensamente las teorías del contrato social, según
las cuales la estructura social y estatal es producto del acuerdo de
los individuos y puede ser transformada si deja de servir al bien de
los hombres, es decir, si infringe el acuerdo. Ahora bien, el
afianzamiento y desarrollo del capitalismo, particularmente en la
época del imperialismo, mostraron que la liberación de la personalidad
proclamada por sus ideólogos, devino de hecho esclavización de la
personalidad con las relaciones materiales y monetarias. La
deshumanización y la despersonalización del hombre abarcan no sólo la
esfera del trabajo, sino también la esfera de la actividad mental, la
esfera burocratizada de la administración e incluso la esfera del ocio
y las distracciones. Este proceso se refleja en la filosofía burguesa,
incapaz de establecer que el conflicto entre la sociedad y la
personalidad depende de las relaciones de propiedad privada, filosofía
que convierte este conflicto en una contradicción eterna e
insuperable. Al mostrar que el desarrollo y la alternación de las
formaciones es al mismo tiempo el proceso histórico de devenir y
desarrollo de la persona humana, el marxismo vinculó el surgimiento de
la contradicción entre la sociedad y la personalidad a la existencia
de las relaciones sociales antagónicas y esclareció el carácter
concreto de manifestación de dicha contradicción y las vías de su
superación inevitable. La supresión de las clases antagónicas y de las
formas históricamente heredadas de la división del trabajo en el
contexto del socialismo crea las condiciones necesarias para la
formación de las personas desarrolladas en todos los aspectos y
activas en el sentido creador. En la fase del socialismo desarrollado
aumentan las posibilidades de la conjugación armónica de los intereses
sociales y personales, cuando, por una parte, la sociedad hace todo lo
posible en aras del bien del hombre y, por la otra, los miembros de la
sociedad sirven conscientemente a los intereses sociales, elevando
para ello su nivel profesional y cultural general, la responsabilidad
social, la organización y disciplina, es decir, desarrollándose como
personalidades socialmente ricas.