3-Revolución social

Revolución social

Diccionario filosófico marxista · 1946:266-268

Revolución social

La revolución social constituye la etapa más importante en el
desarrollo social, una transformación básica en la vida de la sociedad
y del Estado, cuando se derroca un régimen social caduco y se afianza
un nuevo régimen social progresivo. “La revolución es una
transformación tal que destroza lo viejo en lo más fundamental y
básico” (Lenin). A diferencia de los teóricos de la burguesía liberal
y del oportunismo, que consideran las revoluciones sociales como un
accidente o como una desviación del camino “normal”, el
marxismo-leninismo enseña que las revoluciones son el resultado
necesario, sujeto a leyes, del desarrollo de la sociedad clasista.
Las revoluciones culminan un determinado proceso de la evolución, del
desarrollo gradual y de maduración en el seno del viejo régimen
social, de los elementos del nuevo régimen social, de la acumulación
gradual de las contradicciones entre lo nuevo y lo viejo. “Al llegar
a una determinada fase de su desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad chocan con las condiciones de producción
existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con
las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han movido hasta
entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas
relaciones se transforman en trabas suyas. Y así se abre una época de
revolución social” (Marx). La revolución resuelve la contradicción
existente entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones
de producción, rompe violentamente las relacionen caducas de
producción y abre el cauce para el ulterior desarrollo de las fuerzas
productivas. La inevitabilidad de las revoluciones sociales en una
sociedad dividida en clases antagónicas, se explica por el hecho de
que las viejas relaciones de producción son fortalecidas por sus
depositarios, las clases gobernantes, que protegen las normas
existentes por la fuerza del Poder del Estado. Por eso, para
desbrozar el camino para el ulterior desarrollo social, las nuevas
clases deben derrumbar el régimen de Estado existente. El problema
fundamental de toda revolución es el problema del Poder político. El
paso del Poder de manos de la clase gobernante reaccionaria que frena
el desarrolla de la sociedad, a manos de la clase revolucionaria, se
efectúa por medio de una enconada lucha de clases, mediante una guerra
civil. La revolución constituye la forma superior de la lucha de
clases. En las épocas revolucionarias el proceso espontáneo de
desarrollo de la sociedad, cede su lugar a la actuación consciente de
los hombres; la evolución pacífica es sustituida por la transformación
violenta. “Del conflicto entre las nuevas fuerzas productivas y las
viejas relaciones de producción, de las nuevas exigencias económicas
de la sociedad surgen nuevas ideas sociales; estas nuevas ideas
organizan y movilizan a las masas, las masas se funden en un nuevo
ejército político, crean un nuevo Poder revolucionario y utilizan este
Poder para liquidar por la fuerza el viejo régimen establecido en el
campo de las relaciones de producción y refrendar el régimen nuevo”
(Stalin). Los millones de hombres que antes estaban fuera de la vida
política, se alzan a la lucha consciente. Precisamente por eso, las
épocas revolucionarias denotan siempre la enorme aceleración del
desarrollo social. Las revoluciones son las locomotoras de la
historia, señaló Marx. No se debe confundir las revoluciones sociales
con las llamadas “revoluciones palaciegas”, “putsch”, etc., que sólo
denotan el cambio violento de la “élite” gubernamental, el cambio en
el Poder de diversas personas o grupos de la misma clase, mientras que
el síntoma fundamental de una revolución social es el cambio de todo
el régimen del Estado, el paso del Poder de una clase a manos de otra.
Sin embargo, no todo derrocamiento violento de una clase por otra
puede llamarse revolución. Si contra una clase progresista se alza,
en un levantamiento, una clase reaccionaria, si el Poder es ocupado
por la clase caduca que antes gobernaba, esto no es una revolución,
sino una contrarrevolución. Revolución significa, pues, el
advenimiento al Poder de una clase avanzada, progresista, que abre el
camino para el ulterior desarrollo de la sociedad. Por su contenido
social, se distinguen varios tipos de revoluciones sociales: las
revoluciones esclavistas, las revoluciones burguesas, las revoluciones
proletarias. El carácter o tipo de una revolución es determinado por
los objetivos sociales que ésta realiza, por las contradicciones que
resuelve. Las fuerzas motrices de una revolución son las clases que
la realizan, que la impulsan, venciendo la resistencia de las clases
caducas. La revolución proletaria, socialista, es radicalmente
distinta de todas las otras revoluciones anteriores. La revolución
proletaria socialista es la más grande entre las revoluciones que
conoce la Historia, por cuanto produce el cambio más profundo en la
vida de los pueblos. Todas las revoluciones del pasado tenían, según
expresión de Stalin, carácter unilateral, dando como resultado la
sustitución de una forma de explotación por otra. Sólo la revolución
proletaria, al establecer la dictadura del proletariado, de la clase
más revolucionaria en la historia de la humanidad, está en condiciones
de suprimir toda explotación del hombre por el hombre. La revolución
social, que representa el cambio más profundo en el desarrollo social,
no puede ser realizada en un momento cualquiera, por el capricho de
tal o cual grupo de revolucionarios, sino que se necesitan ciertas
condiciones objetivas, al conjunto de las cuales Lenin denominaba
situación revolucionaria. “La ley fundamental de la revolución,
confirmada por todas las revoluciones y en particular por las tres
revoluciones rusas del siglo XX, consiste en lo siguiente: para la
revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan
conciencia de la imposibilidad de vivir como antes y reclamen cambios;
para la revolución es necesario que los explotadores no puedan vivir
ni gobernar como antes. Sólo cuando las ‘capas de abajo’ no quieren
lo viejo y las ‘capas de arriba’ no pueden sostener lo viejo, sólo
entonces puede triunfar la revolución. En otros términos, esta verdad
se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una
crisis nacional general que alcance tanto a los explotados como a los
explotadores” (Lenin). Pero para que la revolución proletaria pueda
desencadenarse y obtener el triunfo, no basta sólo con tener una
situación revolucionaria. Es necesario además que a las condiciones
subjetivas se asocien las condiciones subjetivas: la capacidad de la
clase revolucionaria para una lucha audaz y abnegada, la presencia de
un partido revolucionario templado en las luchas, que realice una
justa dirección estratégica y táctica. Stalin, al referirse a las
condiciones que se necesitan para el triunfo de la revolución
proletaria, señala: “El triunfo de la revolución jamás llega por sí
solo. Hay que prepararlo y conquistarlo. Y sólo un fuerte partido
proletario revolucionario está en condiciones de prepararlo y de
conquistarlo” (Stalin). (Ver también: Revolución proletaria).

No figura [→ Revolución socialista (proletaria)] en el Diccionario
filosófico abreviado · 1959

Diccionario filosófico · 1965:404-405

Revolución social

Cambio radical en la vida de la sociedad, que significa el
derrocamiento del régimen social caduco y la instauración de otro
nuevo, progresivo. A diferencia de los teóricos de la burguesía
liberal y del oportunismo, que consideran la revolución social como
una casualidad, el marxismo-leninismo enseña que la revolución es un
resultado necesario, sujeto a ley, del desarrollo de la sociedad de
clases. La época de la revolución social da cima a un proceso
evolutivo, a la gradual maduración, en el seno de la vieja sociedad,
de los elementos o premisas del nuevo régimen social. La revolución
social resuelve la contradicción entre las nuevas fuerzas productivas
y las viejas relaciones de producción, destruye las relaciones de
producción ya caducas y abre amplios horizontes al ulterior
desenvolvimiento de las fuerzas productivas. Gracias a las
revoluciones, se cumple la exigencia contenida en la ley de
correspondencia entre las relaciones de producción y el carácter de
las fuerzas productivas. Las viejas relaciones de producción son
consolidadas por quienes las representan, las clases dominantes, que
mantienen el orden existente valiéndose de la fuerza del poder
estatal. Éste es el motivo de que para desbrozar el camino al
desarrollo de la sociedad, las clases avanzadas deban derrocar el
régimen estatal existente. El problema fundamental de toda revolución
es el que se refiere al poder político. El paso del poder de manos de
la clase reaccionaria dominante a manos de la clase revolucionaria se
efectúa a través de una encarnizada lucha de clases. La revolución es
la forma suprema de esta lucha. En las épocas revolucionarias, las
amplias masas del pueblo, que hasta entonces se mantenían al margen de
la vida política, se elevan a la lucha consciente. A ello se debe,
precisamente, que las épocas revolucionarias signifiquen siempre una
enorme aceleración del desarrollo social. No deben confundirse las
revoluciones con las llamadas revoluciones de palacio, los putsches,
etc. Estos movimientos no representan más que el cambio violento de
la cúspide gubernamental, la sustitución en el poder de determinados
individuos o grupos por otros de la misma clase. El carácter de las
revoluciones está determinado por las tareas sociales que cumplen y
por las fuerzas sociales que en ellas participan. En este sentido, la
revolución socialista se distingue de manera radical de todas las
revoluciones anteriores (Revolución burguesa). Es la más grande de
las revoluciones conocidas en la historia, pues realiza las
transformaciones más profundas en la vida de los pueblos. La
revolución socialista acaba con las clases explotadoras y elimina toda
explotación del hombre por el hombre. Es ejemplo de tal revolución la
Gran Revolución Socialista de Octubre. La desigualdad del desarrollo
económico y político de los países capitalistas bajo el imperialismo
conduce a que las revoluciones no se lleven a cabo simultáneamente en
los diversos países. De esto se desprende la inevitabilidad de que el
paso del capitalismo al socialismo en escala mundial constituya toda
una época histórica. En el transcurso de dicha época, se van
desprendiendo del sistema capitalista unos países tras otros,
ahondando cada vez más la crisis del sistema capitalista. En tal
época, junto a las revoluciones socialistas, adquieren inmensa
importancia las revoluciones de liberación nacional –que destruyen el
sistema colonial del imperialismo, le asestan golpes en su
retaguardia– así como los movimientos democráticos de liberación de
distinto género. “Las revoluciones socialistas, las revoluciones
antiimperialistas de liberación nacional, las revoluciones
democráticas populares, los amplios movimientos campesinos, la lucha
de las masas populares por el derrocamiento de los regímenes fascistas
y otros regímenes tiránicos, los movimientos democráticos generales
contra el yugo nacional, todo ello se funde en un único proceso
revolucionario mundial que socava y destruye al capitalismo”
(“Documentos del XXII Congreso del P.C.U.S.”, págs. 347-348). En la
época contemporánea el sistema capitalista mundial, en su conjunto, ha
madurado para la revolución social del proletariado. No obstante, en
cada país las posibilidades de desenvolvimiento de la revolución
dependen de varias condiciones (Situación revolucionaria). Según sean
las condiciones históricas concretas y, ante todo, la fuerza de la
clase obrera y de sus aliados por una parte, así como el grado de
resistencia de las clases reaccionarias por la otra, la revolución
puede llevarse a cabo por vía pacífica o no pacífica.

Diccionario de filosofía · 1984:377

Revolución social

(latín revolutio.) Cambio básico en la vida de la sociedad, que
significa el derrocamiento del régimen social caduco y la instauración
de un régimen nuevo, progresista; instrumento y medio de transición de
una formación socio-económica a otra. A diferencia de los teóricos de
la burguesía liberal y del oportunismo, que consideran la revolución
social como casualidad, el marxismo-leninismo enseña que las
revoluciones son un resultado necesario y lógico del desarrollo de la
lucha de clases en las formaciones antagónicas. La revolución social
culmina el proceso de evolución, de maduración paulatina en el seno de
la vieja sociedad, de los elementos o premisas del nuevo régimen
social; resuelve la contradicción entre las fuerzas productivas nuevas
y las relaciones de producción viejas, caducas, destruye estas últimas
y la superestructura política que las consolida, abre un vasto campo
para el desarrollo continuo de las fuerzas productivas. Las viejas
relaciones de producción se mantienen por sus portadores, por las
clases dominantes, que protegen los órdenes anticuados con la fuerza
del poder del Estado. Por eso, para desbrozar el camino del
desarrollo social, las clases de vanguardia deben derribar el régimen
estatal existente. El problema fundamental de toda revolución social
es el problema del poder político. La revolución es la forma superior
de lucha entre las clases. En las épocas revolucionarias las grandes
masas del pueblo, que antes estaban apartadas de la vida política, se
alzan a la lucha consciente. Es por eso, precisamente, que en las
épocas revolucionarias se acelera enormemente el desarrollo social.
No se debe confundir las revoluciones con los denominados golpes
palaciegos, putchs, etc. Estos últimos no son sino el reemplazo
violento de la cúspide gubernamental, la sustitución en el poder de
algunas personas o grupos pertenecientes a la misma clase. El
problema del poder no agota el contenido de la revolución social. En
la amplia acepción del término, esta última incluye todas las
transformaciones sociales que realiza la clase revolucionaria. El
carácter de las revoluciones se determina por las tareas sociales que
cumplen y por las fuerzas sociales que participan en ellas. El tipo
superior de revolución social es la revolución socialista, que se
diferencia de raíz de todas las revoluciones de las épocas pasadas
pues origina cambios profundísimos en la vida de los pueblos. Las
revoluciones anteriores no hacían más que sustituir una forma de
explotación por otra; la revolución socialista suprime las clases
explotadoras y elimina toda explotación del hombre por el hombre. La
acentuación de la desigualdad del desarrollo económico y político de
los países capitalistas bajo el imperialismo es la causa de que las
revoluciones socialistas no se realizan simultáneamente en distintos
países. De eso se deduce la inevitabilidad de toda una época
histórica de transición del capitalismo al socialismo a escala
mundial. En el curso de esta época, un país tras otro se desgaja del
sistema capitalista, profundizando cada vez más su crisis, y adquieren
colosal importancia también las revoluciones de liberación nacional y
los movimientos liberadores democráticos de distinto género. En cada
país tomado por separado, las posibilidades del surgimiento y
despliegue de la revolución dependen de una serie de condiciones
objetivas ( Situación revolucionaria) y del grado de madurez del
factor subjetivo.

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