4-Socialismo utópico

Socialismo utópico

Diccionario filosófico marxista · 1946:282 y 284

Socialismo utópico

Socialismo utópico se dice de las teorías socialistas que, a
diferencia de la teoría del socialismo científico de Marx, trazan
amplios planes universales de reconstrucción de la sociedad al margen
de la vida real de ésta y de la lucha de clases. Los socialistas
utópicos fundamentaban sus planes socialistas de una manera puramente
idealista, sin comprender el papel primario de las condiciones de la
vida material de la sociedad en el desarrollo histórico. A principios
del siglo XIX, fueron grandes socialistas utópicos Claudio Enrique
Saint Simón (ver), Carlos Fourier (ver) y Roberto Owen. El socialismo
utópico nació en la época en que la lucha de clases del proletariado
aún no se hallaba suficientemente desarrollada. “Todos los
socialistas fundadores de sectas pertenecen a un período en que ni la
clase obrera estaba todavía suficientemente instruida y organizada por
el curso del desarrollo de la propia sociedad capitalista, para
intervenir históricamente como personaje actuante en la escena
mundial, ni las condiciones materiales de su liberación estaban
suficientemente maduras en el seno del propio mundo viejo. La miseria
de la clase obrera existía, pero las condiciones para su movimiento
propio aún no” (Marx). Por eso, la prédica socialista adoptaba
inevitablemente un carácter utópico, es decir, visionario, irreal. El
socialismo utópico criticaba profunda y brillantemente las
contradicciones del capitalismo, tratando de convencer de la necesidad
de su sustitución por el socialismo, preveía la destrucción de los
contrastes entre la ciudad y el campo, la supresión de la propiedad
privada, etc. Sin embargo, “no sabía explicar la esencia de la
esclavitud asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de
su desarrollo, ni encontrar aquella fuerza social capaz de convertirse
en la creadora de la nueva sociedad” (Lenin). Los utopistas veían en
el proletariado sólo una masa oprimida a la que hay que compadecer y
ayudar, pero no la gran fuerza histórica, única capaz por su lucha de
asegurar la encarnación de las ideas socialistas en la vida. Sólo
Marx y Engels convirtieron el socialismo de una utopía en una ciencia;
pusieron de manifiesto que el socialismo no es una invención de
soñadores, de utopistas, sino el resultado necesario del desarrollo de
la sociedad capitalista y de la lucha de clases del proletariado, cuya
tarea histórica constituye la destrucción del capitalismo y la
construcción del socialismo.

Socialistas utópicos

Ver: Socialismo utópico.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:470-471

Socialismo utópico

Conjunto de doctrinas socialistas que, a diferencia de la teoría del
socialismo científico creada por Marx y Engels, elaboraban planes
vastos y universales de reconstrucción social, sin tener en cuenta la
vida real de la sociedad ni la lucha de clases. Los argumentos que
sostenían los socialistas utópicos en apoyo de sus ideales eran
puramente idealistas, e ignoraban el papel primordial de las
condiciones de vida material de la sociedad (ver) en el desarrollo
histórico. Habiendo aparecido en la época de la desagregación del
feudalismo, el socialismo utópico se halla ligado a los movimientos
revolucionarios. Fundado por Thomas Moro (ver), es ilustrado
posteriormente por el notorio utopista Campanella (ver). Durante el
siglo XVIII, las doctrinas utópicas se multiplican (Morelly, ver;
Meslier, ver; Mably, ver). Los grandes socialistas utopistas
Saint-Simon (ver), Charles Fourier (ver) y Robert Owen (ver)
pertenecen a los comienzos del siglo XIX.

El socialismo utópico surgió en la época en que la lucha de clases del
proletariado se hallaba todavía poco desarrollada. “Todos los
socialistas, fundadores de sectas”, escribía Marx, “pertenecen al
período en que la clase obrera no estaba lo bastante educada y
organizada por el desarrollo de la propia sociedad capitalista, como
para intervenir en la arena mundial y desempeñar allí el papel de
personaje histórico; y en que, por otra parte, las condiciones
materiales de su emancipación no estaban lo suficientemente maduras en
el seno del viejo mundo. La miseria de la clase obrera era un hecho;
pero las condiciones de su propia actividad política, de su propio
movimiento, no existían todavía” (Archivo Marx/Engels, Ed. rusa).
Por consiguiente, la propaganda del socialismo tenía necesariamente un
carácter utópico, ineficaz. A pesar de esta particularidad, el
socialismo primitivo desempeñó un papel considerable en el desarrollo
del pensamiento social progresivo. El socialismo utópico de
Saint-Simon, Fourier y Owen, constituyó una de las fuentes teóricas
del socialismo científico. Engels hizo notar que el socialismo
científico reposa sobre los hombros de esos socialistas utópicos, a
quienes califica, no obstante el utopismo de sus teorías, como las más
grandes inteligencias de todos los tiempos. El socialismo utópico
hizo una crítica incisiva de las contradicciones del capitalismo,
demostró que había que reemplazarlo por el socialismo, previó la
supresión de la oposición entre la ciudad y el campo así como la de la
propiedad privada, etc. Sin embargo, los socialistas utópicos eran
incapaces de explicar la naturaleza del modo de producción capitalista
y las condiciones objetivas que condujeran a la victoria del
socialismo. No distinguían la clase destinada a crear la sociedad
nueva. A sus ojos, el proletariado no era la gran fuerza histórica,
la única fuerza capaz de encaminar, por medio de la lucha, las ideas
socialistas, sino una masa oprimida necesitada de ayuda y digna de
compasión. Los utopistas “…querían crear la felicidad en la tierra
mediante leyes y declaraciones, sin el concurso del pueblo (de los
obreros)” (Stalin, Obras, t. I, p. 10, Ed. esp., Moscú, 1953). Por
eso, el proletariado no prestaba oídos a sus teorías, y en las masas
maduraba la gran idea de que la liberación de la clase obrera no puede
ser sino la obra de esa clase misma.

En Rusia, las ideas del socialismo utópico fueron ilustradas por los
portavoces del campesinado revolucionario, por pensadores profundos
tales como Chernishveski (ver), Dobroliúbov (ver) y otros. Las ideas
socialistas de los célebres demócratas revolucionarios rusos del siglo
XIX eran más avanzadas qua las del socialismo premarxista de Europa
Occidental. Esas ideas eran notables por su carácter revolucionario
consecuente, por su espíritu combativo. Los demócratas
revolucionarios rusos comprendían que la propaganda pacífica no
bastaba para realizar los ideales socialistas, que sólo el pueblo
trabajador estaba interesado en substituir la vieja sociedad por una
nueva. Pero su socialismo era también utópico. Las condiciones
históricas de la Rusia feudal no estaban todavía lo bastante maduras
como para la aparición del socialismo científico y el proletariado
sólo se hallaba en estado embrionario. Al no poder comprender que
únicamente el proletariado es la fuerza capaz de construir el
socialismo, los demócratas revolucionarios no estaban en condiciones
de elaborar la teoría del socialismo científico. Los demócratas
revolucionarios soñaban con pasar al socialismo a través de la comuna
campesina del pasado. Únicamente Marx y Engels hicieron del
socialismo una ciencia, y demostraron que no se trata de un sueño
quimérico, sino del resultado necesario del desarrollo de la sociedad
capitalista y de la lucha de clases del proletariado, cuya tarea es
suprimir el capitalismo y construir el socialismo.

Diccionario filosófico · 1965:431-432

Socialismo utópico

Etapa precientífica en la formación de la teoría acerca de la
sociedad. Está basada en la comunidad de bienes, en el trabajo
obligatorio para todos y en la igual distribución de los productos.
Quien utilizó por primera vez el término “utopía” (del griego ού: no,
y τόπος: lugar; literalmente: “lugar que no existe”) en el sentido de
una sociedad ideal fue Tomás Moro (así denominó la isla imaginaria en
que situó una sociedad ideal). Posteriormente, el término empezó a
utilizarse para caracterizar regímenes sociales inventados y, ante
todo, irrealizables. Los socialistas utópicos, al criticar el régimen
existente, basado en la propiedad privada, al presentar imágenes del
futuro régimen ideal, al querer fundamentar teóricamente la necesidad
de la propiedad social, expusieron no pocas ideas y conjeturas
geniales. A ello se debe, precisamente, que el socialismo utópico,
junto con la economía política inglesa y la filosofía clásica alemana,
constituya una de las fuentes ideológicas del socialismo científico.
La condena de la propiedad privada y la exaltación de la comunidad de
bienes pueden hallarse ya en algunos escritores de la antigua Grecia y
Roma, en “herejes” medievales, en los programas de algunas
sublevaciones campesinas de la época feudal y en los ideólogos de los
campesinos; constituía una reacción natural ante la desigualdad y la
explotación del hombre por el hombre en las sociedades antagónicas. A
medida que surge y se desarrolla el capitalismo, a medida que se van
formando los precursores más o menos desarrollados del proletariado,
el socialismo utópico va adquiriendo cada vez más rasgos de realismo
histórico, se va haciendo más complejo como teoría, se ramifica dando
origen a diversas escuelas y orientaciones. Su desarrollo sistemático
comienza en el período en que nace el capitalismo, en la época del
Renacimiento y de la Reforma (Huska en Bohemia, Münzer en Alemania,
Moro en Inglaterra, Campanella en Italia, etc.). Sigue avanzando en
el período de las revoluciones burguesas de Europa, período en que fue
la ideología de los predecesores del proletariado (Meslier, Mably,
Morelly, el babuvismo en Francia; Lilburne, Winstanley, en
Inglaterra). El socialismo utópico alcanzó su mayor desarrollo
durante el impetuoso crecimiento del capitalismo, cuando se disiparon
las ilusiones de los ideólogos de las revoluciones burguesas y las
contradicciones de la sociedad capitalista resultaban cada vez más
patentes (Saint-Simon y Fourier en Francia, Owen en Inglaterra). Sin
embargo, no hubo un solo socialista utópico que lograra situarse en
una posición materialista en la manera de concebir la historia y
descubrir la fuerza real capaz de llevar a cabo la transformación
socialista de la sociedad. Incluso Saint-Simon, el que más cerca
estuvo de comprender el papel de la propiedad y de las clases en el
desarrollo progresivo –sujeto a ley– de la historia, afirmaba que le
base del desarrollo social la constituía el progreso de los
conocimientos científicos, de la moral y de la religión. A ello se
añadía la falta de comprensión de cuáles eran los caminos verdaderos
que conducían a la transformación de las relaciones sociales
existentes, la renuncia a la revolución, la creencia ingenua de que
mediante la propaganda de las ideas del socialismo era posible cambiar
el orden vigente. Tan sólo el desarrollo de las fuerzas productivas,
que hace inevitable el cambio del modo de producción, el surgimiento
de un proletariado industrial bastante disciplinado y organizado por
obra del desarrollo de la propia sociedad capitalista, crean, según
palabras de Marx, la posibilidad histórica de que el socialismo se
convierta de una utopía en una ciencia. Carlos Marx y Federico Engels
transformaron dicha posibilidad en realidad, después de demostrar
científicamente que el paso al comunismo es inevitable, después de
descubrir la fuerza capaz de llevar a cabo dicho paso: el
proletariado, y después de crear la teoría de la revolución socialista
y de la dictadura del proletariado como instrumento para la
realización de los ideales socialistas. El marxismo reelaboró con
espíritu crítico cuanto había de valioso en las teorías del socialismo
utópico y se lo asimiló. Con la aparición del marxismo, el socialismo
utópico se va convirtiendo cada vez más en un factor que frena el
avance del movimiento obrero y socialista. En algunos países, el
socialismo utópico, fundiéndose con la ideología
democrático-revolucionaria, desempeño un papel positivo todavía
después de haber surgido el marxismo (demócratas revolucionarios
rusos, populistas de la década, de 1870 y otros).

Diccionario de filosofía · 1984:401-402

Socialismo utópico

Etapa precientífica en el desarrollo de la doctrina sobre la sociedad
basada en la comunidad de posesión, el trabajo obligatorio para todos
y la distribución equitativa de los bienes. El término “utopía” como
designación de una sociedad ideal, lo usó por primera vez Moro, que
llamó así a una isla imaginaria, en la que fue creada una sociedad
ideal. Posteriormente se lo empezó a emplear para caracterizar los
regímenes sociales imaginarios e irrealizables. Criticando el régimen
existente basado en la propiedad privada, presentando cuadros del
futuro régimen ideal e intentando fundamentar teóricamente la
necesidad de la propiedad social, los socialistas utópicos expusieron
no pocas ideas y atisbos geniales. Por eso, precisamente, el
socialismo utópico, lo mismo que la economía política inglesa y la
filosofía clásica alemana, es una de las fuentes ideológicas del
socialismo científico. La condena de la propiedad privada y los
elogios a la comunidad de bienes figuran ya en las obras de algunos
escritores de la Grecia y Roma antigua y de los “herejes” medievales,
en los programas de algunas insurrecciones campesinas de la época del
feudalismo y en las concepciones de los ideólogos campesinos,
constituyendo esto una reacción natural a la desigualdad y a la
explotación del hombre por el hombre en la sociedad antagónica. A
medida del surgimiento y desarrollo del capitalismo y de la formación
de los predecesores del proletariado, el socialismo utópico adquiere
cada vez más rasgos de realismo histórico, se hace más complejo como
teoría y se ramifica; formando diversas escuelas y corrientes. El
desarrollo sistemático del socialismo utópico empieza en el período
del nacimiento del capitalismo, en la época del Renacimiento y de la
Reforma (J. Hus en Bohemia, Münzer en Alemania, Moro en Inglaterra,
Campanella en Italia, etc.). Sigue desarrollándose en el período de
las revoluciones burguesas en Europa, constituyendo a la sazón la
ideología de los predecesores del proletariado (Mellier, Mably,
Morelli, el babuvismo en Francia, Lilburne y Winstanley en
Inglaterra). El socialismo utópico alcanzó su apogeo en el período de
desarrollo vertiginoso del capitalismo, cuando las ilusiones de los
ideólogos de las revoluciones burguesas se disiparon, y las
contradicciones de la sociedad capitalista se hacían cada vez más
evidentes (Saint-Simon y Fourier en Francia, Owen en Inglaterra).
Pero ningún socialista utópico pudo ocupar las posiciones
materialistas en la comprensión de la historia y mostrar la fuerza
real de la transformación socialista de la sociedad. Se añadieron a
ello la incomprensión de las vías reales de transformación de las
relaciones sociales existentes, la renuncia a la revolución y la fe
ingenua en que el orden existente puede ser cambiado con ayuda de la
propaganda de las ideas del socialismo. Únicamente el desarrollo de
las fuerzas productivas, que hace inevitable una revolución en el modo
de producción, y la aparición del proletariado industrial,
suficientemente organizado en el curso del desarrollo de la sociedad
capitalista misma, crea la posibilidad histórica de que el socialismo
se convierta, de utopía, en ciencia. Marx y Engels hicieron realidad
esta posibilidad, al demostrar científicamente la inevitabilidad del
tránsito al comunismo, descubrir que la fuerza capaz de realizarlo era
el proletariado, y crear la doctrina de la revolución socialista y de
la dictadura del proletariado como instrumento de la plasmación en la
vida de los ideales socialistas. El marxismo asimiló y reelaboró con
espíritu crítico todo lo valioso de las doctrinas del socialismo
utópico. Después que surgió el marxismo, el socialismo utópico se
convierte cada vez más en factor que frena el movimiento obrero y
socialista. En algunos países, al fundirse con la ideología
democrática revolucionaria, desempeña un papel progresista ya después
del surgimiento del marxismo (demócratas revolucionarios rusos,
populistas rusos de los años 70 del siglo 19, etc.).

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