Tiempo y espacio
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Diccionario filosófico marxista · 1946:299-300
En la Naturaleza y en la Sociedad todo se halla en estado de “perenne
movimiento y cambio constante, como algo que se renueva y se
desarrolla incesantemente y donde hay siempre algo que nace y se
desarrolla y algo que muere y caduca” (Stalin). Todos estos cambios
se efectúan en el espacio y el tiempo; el espacio y el tiempo
constituyen las formas objetivas de existencia de la materia y son
inseparables de ésta, igual que la materia es inseparable de aquéllos.
El idealismo subjetivo considera el tiempo y el espacio sólo como un
producto del raciocinio humano, separándoles, así, de la materia; por
oposición a ello, el materialismo dialéctico estima que el tiempo y el
espacio, sin la materia, carecen de todo contenido. “…Ambos modos de
ser de la materia, no representan sin ella más que un fantasma, una
abstracción que sólo existe en nuestras mentes” (Engels). Las
ciencias naturales, particularmente la física contemporánea, confirman
plenamente el punto de vista del materialismo dialéctico. Hubo un
tiempo en que la física, siguiendo la teoría de Newton, estudiaba el
tiempo y el espacio separados de la materia; Newton enseñaba que el
tiempo es absoluto, que transcurre siempre igual, “sin ninguna
relación con algo externo”, es decir, independientemente de la
materia; del mismo modo consideraba absoluto el espacio igual a sí
mismo en todas partes. La inexactitud de esta teoría de Newton fue
puesta de relieve en el siglo XX por el creador de la teoría de la
relatividad (ver), Einstein, quien demostró que si, por ejemplo, dos
cuerpos (o dos sistemas de cuerpos) se mueven uno con relación al
otro, el tiempo transcurre en ambos de diversa manera y de igual modo
difieren las correlaciones espaciales. Einstein demostró, además, que
la propia simultaneidad es relativa (y no absoluta como lo enseñaba
Newton); lo que es simultáneo en diversos lugares de uno de los
cuerpos que se mueve con relación al otro, no lo es desde el punto de
vista del observador, situado en el otro cuerpo. Según Einstein, el
curso del tiempo depende aún de la acción de los campos de
gravitación; cerca de los cuerpos de gran masa, el tiempo corre más
lentamente que lejos de ellos. En torno a la teoría de la relatividad
de Einstein hay todavía entablada una disputa de principios, pero sea
como fuere, lo importante es que la física actual ha renunciado al
modo metafísico newtoniano de abordar el tiempo y el espacio,
asociando sus propiedades con la materia. Comparando las ideas de
Newton sobre el tiempo y el espacio con las de Einstein, vemos que las
ideas y conceptos científico-naturales sobre el tiempo y el espacio
cambian y evolucionan. Pero es inmutable el hecho de que la
Naturaleza sólo existe en el tiempo y en el espacio. “…Nuestros
conceptos, en continuo desarrollo, sobre el tiempo y el espacio
reflejan el tiempo y el espacio objetivamente reales” (Lenin).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:102
El materialismo filosófico marxista enseña que nada hay en el mundo
fuera de la materia en movimiento, y que ella sólo puede moverse en el
espacio y en el tiempo. De consiguiente, tiempo y espacio representan
las formas objetivas de la existencia de la materia. El espacio y el
tiempo son inseparables de la materia, y la materia es inseparable de
ellos.
En oposición al idealismo subjetivo, que considera el tiempo y el
espacio sólo como un producto del pensamiento humano y los separa de
la materia, el materialismo sostiene que tiempo y espacio, son
materia, estarían desprovistos de cualquier contenido. “…Ambas formas
de existencia de la materia, sin esa materia, son la nada, sólo una
vacía representación, una abstracción, que existe meramente en nuestra
cabeza” (Engels). Las representaciones y conceptos
científico-naturales sobre el espacio y el tiempo cambian, se
desarrollan. Pero, el hecho de que la naturaleza existe sólo en el
tiempo y en el espacio, es inmutable. “…Nuestros conceptos, en
continuo desarrollo, sobre el tiempo y el espacio, reflejan el tiempo
y el espacio objetivamente reales” (Lenin).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:499-500
Formas fundamentales de la materia. “…las formas fundamentales de
todo ser son el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del
tiempo es tan absurdo como lo sería un ser concebido fuera del
espacio” (Engels, Anti-Dühring, p. 69, Ediciones Pueblos Unidos,
Montevideo, 1948). No hay espacio ni tiempo separados de la materia,
de los procesos materiales. El espacio y el tiempo al margen de la
materia no son otra cosa que una abstracción vacía de sentido.
El materialismo dialéctico fue en la historia de la filosofía y de las
ciencias la primera concepción que planteó y resolvió científicamente
el problema del espacio y del tiempo. El materialismo dialéctico
combate al idealismo, que, negando la realidad objetiva del espacio y
del tiempo, los considera como un producto de la conciencia, y combate
a la metafísica, que separa a la materia de las formas de su
existencia. Engels hizo la crítica de las lucubraciones metafísicas
de Dühring (ver), quien afirmaba que al principio, el mundo se hallaba
en estado de reposo absoluto, existía, por así decir, al margen del
tiempo. Partiendo de las indicaciones de Engels sobre el espacio y el
tiempo, y generalizando los nuevos datos de las ciencias de la
naturaleza, Lenin hizo dar un gran paso adelante al estudio de este
problema. En la lucha contra la concepción idealista de los kantianos
y de los “machistas”, según la cual, el tiempo y el espacio son formas
de la “sensibilidad” humana, Lenin demuestra que el reconocimiento de
la realidad objetiva del tiempo y el espacio deriva necesariamente del
reconocimiento de la realidad objetiva existente independientemente de
nuestra conciencia, o dicho de otro modo, de la materia en movimiento.
“En el universo no hay más que materia en movimiento, y la materia en
movimiento no puede moverse de otro modo que en el espacio y en el
tiempo” (Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, p. 190, Ediciones
Pueblos Unidos, Montevideo, 1948). Lenin indica que, a ese respecto,
el problema gnoseológico fundamental consiste en saber si el espacio y
el tiempo son reales o si no son más que productos del pensamiento
humano en el curso del desarrollo. Al reconocer la realidad objetiva
del espacio y del tiempo y de sus reflejos en nuestra conciencia, el
materialismo dialéctico permite a las ciencias de la naturaleza
estudiar fructíferamente sus propiedades físicas.
El progreso de la ciencia modifica y profundiza nuestras ideas sobre
el tiempo y el espacio. En los siglos XVIII y XIX, aun considerando
el tiempo y el espacio como una realidad objetiva, los físicos veían
en ellos, de acuerdo con Newton (ver), formas exteriores de la
materia, independientes de la materia y del movimiento. El idealista
alemán Kant (ver) y sus adeptos, se alzaron contra las ideas
materialistas de esa época sobre el espacio y el tiempo. Los
descubrimientos de la ciencia rusa, al establecer que el espacio y el
tiempo, como propiedades de la materia, se hallan en ligazón regular
con las propiedades físicas y químicas de los cuerpos materiales,
tuvieron una gran importancia para el progreso de las nociones
científicas de espacio y de tiempo y para la refutación de las teorías
metafísicas e idealistas. El eminente sabio ruso Lobachevski (ver)
demostró que las propiedades geométricas del espacio dependen de las
propiedades físicas de la materia, oponiéndose enérgicamente a las
concepciones idealistas de Kant y asestándoles un golpe demoledor.
Lobachevski refutó igualmente las interpretaciones metafísicas de la
geometría de Euclides y de la mecánica de Newton, y preparó así el
terreno propicio al desarrollo de las nociones científicas modernas
sobre el espacio y el tiempo. Los trabajos del químico ruso Butlerov
(ver) sobre la disposición espacial de los átomos en las moléculas de
las combinaciones químicas, y los descubrimientos del gran
cristalógrafo ruso Fedorov, quien formuló las leyes de la disposición
espacial de los átomos, de los iones y de las moléculas en los
cristales, enriquecieron aún más los conocimientos humanos sobre el
espacio y el tiempo, formas de existencia de la materia. Butlerov,
Fedorov y sus discípulos establecieron la dependencia de las
propiedades espaciales con relación a la naturaleza física de los
cuerpos materiales, pusieron en claro el papel que desempeña la
disposición espacial de los átomos en lo que concierne a tal o cual
propiedad de la materia.
Revelando propiedades físicas siempre nuevas del espacio y del tiempo,
las ciencias de la naturaleza confirman la tesis del materialismo
dialéctico sobre el vínculo orgánico que liga esas formas
fundamentales de la existencia de la materia recíprocamente y a la
materia en movimiento, sobre la interdependencia entre las formas (el
espacio y el tiempo) y el contenido (la materia). Estas tesis del
materialismo dialéctico encuentran una confirmación brillante en la
teoría de la relatividad (ver) debida a Einstein, Lorentz y otros
sabios, y que constituye la teoría física contemporánea del espacio y
del tiempo.
Por el hecho de que nuestros conceptos de tiempo y de espacio se
modifican, los filósofos y los físicos idealistas (ver Idealismo
“físico”) extraen la conclusión de que la realidad objetiva del
espacio y del tiempo está “refutada”. Con ese fin, se explota
especialmente la mecánica cuántica (ver). En el estudio de las
partículas microscópicas, los físicos idealistas proponen renunciar al
espacio y al tiempo que consideran como algo incognoscible e irreal.
“En la física clásica”, escribe Heisenberg, “la investigación se
proponía como finalidad estudiar los fenómenos objetivos que se
desarrollan en el espacio y en el tiempo… Ahora bien, en la teoría de
los cuantos nos encontramos con un estado de cosas completamente
diferente… para la mecánica cuántica, la cuestión no es, en absoluto,
establecer objetivamente los acontecimientos en el espacio y en el
tiempo”.
Al denunciar las tentativas que hacen los idealistas para refutar la
concepción científica del espacio y del tiempo, formas objetivas de la
materia en movimiento, el marxismo enseña que no se debe confundir la
cuestión de la variabilidad de las nociones de espacio y de tiempo con
la cuestión gnoseológica de su realidad objetiva. Nuestras ideas
sobre el espacio y el tiempo, que reflejan el tiempo y el espacio
reales, nos dan un conocimiento relativo, incompleto de ellos; pero
esas verdades relativas componen poco a poco la verdad absoluta. Los
idealistas “físicos” confunden estas dos cuestiones, e invocando la
relatividad de nuestras representaciones, pretenden refutar la
objetividad del espacio y del tiempo.
De perfecto acuerdo con las ciencias de la naturaleza, el materialismo
dialéctico afirma que el espacio y el tiempo existen objetivamente, al
margen e independientemente de nuestra conciencia, y que nuestro
conocimiento se adapta “…cada vez más al espacio y al tiempo
objetivos, reflejándolos cada vez más exacta y profundamente” (Lenin,
Materialismo y empiriocriticismo, p. 204, Ediciones Pueblos Unidos,
Montevideo, 1948).
Diccionario filosófico · 1965:462-463
Formas básicas de la existencia de la materia. Lo que ante todo
interesa a la filosofía es si el tiempo y espacio son reales o
constituyen puras abstracciones existentes sólo en la conciencia del
hombre. Los filósofos idealistas niegan el carácter objetivo del
tiempo y el espacio: los sitúan en dependencia del contenido
individual de la conciencia (Berkeley, Hume, Mach), los ven como
formas apriorísticas de la contemplación sensorial (Kant) o como
categorías del espíritu absoluto (Hegel). El materialismo reconoce el
carácter objetivo del tiempo y el espacio, niega la realidad fuera del
uno y del otro. El tiempo y el espacio son inseparables de la
materia. En esto se revela su universalidad y su generalidad. El
espacio es tridimensional; el tiempo una dimensión y sólo una; el
primero expresa el orden en que están dispuestos simultáneamente
objetos que coexisten; el segundo, en cambio, expresa la sucesión en
que van existiendo los fenómenos que se sustituyen unos a otros. El
tiempo es irreversible, o sea, todo proceso material se desarrolla en
una dirección, del pasado al futuro. El avance de la ciencia natural
ha demostrado la inconsistencia de la concepción metafísica, según la
cual el tiempo y el espacio existen con independencia de los procesos
materiales y cada uno de por sí. El materialismo dialéctico no parte
del simple nexo del tiempo y espacio con la materia en movimiento,
sino de que el movimiento constituye la esencia del tiempo y el
espacio y de que, por ende, la materia, el movimiento, el tiempo y el
espacio son inseparables. Esta idea ha sido confirmada por la física
moderna. La ciencia natural de los siglos XVIII-XIX, a la vez que
reconocía el carácter objetivo del tiempo y del espacio, los
consideraba, siguiendo a Newton, separados uno del otro y como algo
independiente, con existencia por completo aparte de la materia y del
movimiento. En concordancia con las concepciones atomísticas de los
filósofos clásicos de la naturaleza (Demócrito, Epicuro), los
naturalistas casi hasta el propio siglo XX identificaban el espacio
con el vacío, lo consideraron como algo absoluto, siempre y en todas
partes igual e inmóvil, mientras que concebían el tiempo como fluyendo
uniformemente. La física moderna ha desechado las viejas
representaciones del tiempo y el espacio como recipientes vacíos y ha
demostrado la profunda interconexión existente entre ambos y la
materia en movimiento. La principal conclusión de la teoría de la
relatividad de Einstein estriba, precisamente, en establecer que el
tiempo y el espacio no existen de por sí, al margen de la materia,
sino que se encuentran en una interconexión universal de tal
naturaleza que en ella pierden su independencia y aparecen como partes
relativas de un espacio-tiempo único e indivisible. La ciencia ha
establecido con exactitud que el curso del tiempo y la extensión de
los cuerpos dependen de la velocidad con que dichos cuerpos se mueven,
y que la estructura o las propiedades geométricas del continuo
tetradimensional (espacio-tiempo) cambian en dependencia de la
acumulación de masas de substancia y del campo de gravitación por
ellas engendrado. Han influido mucho en la formación de las modernas
teorías del espacio y el tiempo las ideas de Lobachevski, Riemann,
Gauss y Bolyai. El descubrimiento de la geometría no euclidiana
refutó la doctrina kantiana sobre el tiempo y el espacio como formas
extra-experimentales de la percepción sensorial. Las investigaciones
de Bútlerov, Fiódorov y sus sucesores han revelado la dependencia en
que se encuentran las propiedades espaciales respecto a la naturaleza
física de los cuerpos materiales, han descubierto que las propiedades
fisicoquímicas de la materia están condicionadas por la disposición
espacial de los átomos. El hecho de que varíen nuestras
representaciones acerca del tiempo y el espacio es utilizado por el
idealismo filosófico y “físico” para negar la realidad objetiva de
aquéllos. Según el materialismo dialéctico, el conocimiento humano
proporciona una representación cada vez más profunda y correcta del
tiempo y el espacio objetivamente reales.
Diccionario de filosofía · 1984:423-424
Formas fundamentales de existencia de la materia. La filosofía se
interesa, ante todo, por el problema de la relación del tiempo y
espacio con la materia, es decir, son reales el tiempo y el espacio o
constituyen puras abstracciones que sólo existen en la conciencia.
Los filósofos idealistas niegan la dependencia del tiempo y espacio
respecto de la materia y los consideran como formas de la conciencia
individual (Berkeley, Hume, Mach), o como formas apriorísticas de la
contemplación sensorial (Kant), o como categorías del espíritu
absoluto (Hegel). El materialismo subraya el carácter objetivo del
tiempo y espacio. El hecho de ser inseparables de la materia
constituye una manifestación de su universalidad. El espacio expresa
el orden de distribución de los objetos que coexisten simultáneamente,
mientras que el tiempo la consecutividad de los fenómenos que se
sustituyen unos a otros. El tiempo es irreversible, es decir, todo
proceso material se desarrolla en una dirección: del pasado al futuro.
El materialismo dialéctico reconoce no simplemente el nexo exterior
del tiempo y espacio con la materia en movimiento, sino que considera
que el movimiento es la esencia del tiempo y espacio y que, por
consiguiente, la materia, el movimiento y el tiempo y espacio son
mutuamente inseparables. Esta idea ha sido confirmada por la física
moderna. Al hablar de la objetividad del tiempo y espacio, las
ciencias naturales de los siglos 18-19 los tomaban, siguiendo a
Newton, separadamente uno de otro, considerándolos como algo que no
depende en absoluto de la materia y el movimiento. De conformidad con
los criterios atomistas de los filósofos naturalistas antiguos
(Demócrito, Epicuro), hasta el siglo 20, los naturalistas
identificaban el espacio con el vacío, considerándolo absoluto,
homogéneo e inmóvil siempre y en todas partes, y el tiempo transcurre
uniformemente. La física moderna echó por la borda la vieja noción
sobre el espacio como recipiente vacío de cuerpos y sobre el tiempo,
como fenómeno único para todo el Universo infinito. La conclusión
principal de la teoría de la relatividad de Einstein consiste
precisamente en que el tiempo y espacio no existen por sí solos,
separados de la materia, sino que se encuentran en una interconexión,
en que pierden toda independencia, constituyendo los aspectos de un
todo único y diverso. La teoría general de la relatividad demostró
que el correr del tiempo y la extensión de los cuerpos dependen de la
velocidad del movimiento de los mismos y que la estructura o las
propiedades del continuo tetradimensional (espacio-tiempo) cambian en
dependencia de la aglomeración de las masas de substancia y del campo
gravitacional engendrado por ellas. En la creación de la teoría
moderna del tiempo y espacio desempeñaron un gran papel las ideas de
Lobachevski, B. Riemann, K. F. Gauss, J. Bolyai. El
descubrimiento de la geometría no euclidiana refutó la doctrina
kantiana del tiempo y espacio como formas extraexperimentales de la
percepción sensorial. Las investigaciones de Bútlerov, E. Fiódorov y
sus partidarios pusieron de manifiesto el hecho de que las propiedades
espaciales dependen de la naturaleza física de los cuerpos materiales
y que las propiedades físico-químicas de la materia están
condicionadas por la ubicación espacial de los átomos. La
variabilidad de nuestras representaciones sobre el tiempo y espacio es
utilizada por el idealismo para negar la realidad objetiva de los
mismos. Según el materialismo dialéctico, el conocimiento humano en
su desarrollo ofrece una idea cada vez más profunda y certera acerca
del tiempo y espacio como calidades objetivamente reales.