6-Verdad absoluta y verdad relativa

Verdad absoluta y verdad relativa

Contenido

Diccionario filosófico marxista · 1946:312-313-314

Verdad absoluta

En su interpretación de la verdad absoluta, la metafísica parte de la
premisa de la inmutabilidad de los conocimientos humanos. Concibiendo
todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para
siempre, la metafísica acepta también toda verdad como fruto del
conocimiento acabado y dado de una vez para siempre. El materialismo
dialéctico niega esta clase de verdades absolutas. El conocimiento
constituye un proceso histórico de movimiento del no saber al saber,
del conocimiento de los fenómenos aislados, de los aspectos parciales
de la Naturaleza a su conocimiento más profundo y más completo, al
descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo. Cada fase
del conocimiento está limitada por el nivel de la ciencia y por las
condiciones históricas de la vida de la Sociedad, que hacen
inevitablemente que nuestros conocimientos sobre la Naturaleza sean
relativos, incompletos. Pero las verdades descubiertas por nuestro
conocimiento, siendo relativas, contienen al mismo tiempo también
parte de una verdad absoluta, puesto que reflejan de manera correcta,
aunque incompleta, el mundo objetivo exterior. Por eso, el
conocimiento logrado mediante las verdades incompletas y relativas,
nos acercan, en el desarrollo progresivo del conocimiento humano, a la
verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo
objetivo. Es inconcebible agotar el conocimiento del mundo objetivo
en un momento históricamente determinado del desarrollo del conocer
humano. Tal conocimiento agotado significaría que el saber humano
puede detenerse en su desarrollo, cuando lo que ocurre es que está
constantemente progresando del conocimiento de la esencia de las cosas
hacia el conocimiento más profundo de dicha esencia. Por otra parte,
tal conocimiento agotado del mundo objetivo no es posible en un
momento dado, debido a que el propio mundo se halla en un estado de
cambio y renovación eternas. Por consiguiente, también el
conocimiento que es el reflejo mental del mundo exterior, es
inagotable y jamás puede acabarse; de la misma manera que es
inagotable e infinito el mundo. Lenin, en su obra Materialismo y
Empiriocriticismo (Ver), dio una definición dialéctica de la verdad
absoluta: “Por su naturaleza, el pensamiento humano es capaz de
darnos, y nos da en efecto, la verdad absoluta, la cual está integrada
por una suma de verdades relativas. Cada escalón del desarrollo de la
ciencia aporta nuevos granos a esta suma que constituye la verdad
absoluta; pero los límites de verdad de cada tesis científica son
relativos, ora dilatándose, ora restringiéndose por el desarrollo
sucesivo del saber” (Lenin).

Verdad relativa

El proceso del conocimiento del mundo y de las leyes que lo rigen es
tan infinito como lo es el mismo desarrollo de la Naturaleza y de la
Sociedad. Nuestros conocimientos, relativamente exactos, en esta o en
la otra fase del proceso de la ciencia se profundizan y se precisan
cada vez más a medida que se desarrollan. Así, hasta principios del
siglo XX, el átomo era considerado indivisible, pero después se
demostró que también el átomo está integrado por electrones. La
teoría electrónica de la estructura de la materia constituye un avance
amplio y profundo de nuestros conocimientos sobre la materia. Pero
tampoco lo que hoy sabe la ciencia respecto a la estructura de la
materia es la última y definitiva verdad. “…El materialismo
dialéctico insiste en el carácter transitorio, relativo, aproximativo,
de todas estas etapas del conocimiento de la Naturaleza por la ciencia
humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el mismo
átomo, la Naturaleza es infinita” (Lenin). El materialismo
dialéctico, al afirmar el carácter relativo de la verdad de nuestro
conocimiento, considera al mismo tiempo, que cada verdad relativa
marca un peldaño en la posesión de la verdad absoluta (ver), que cada
paso del conocimiento científico contiene elementos de la verdad
absoluta, es decir, de la verdad completa. No existe un límite
infranqueable entre la verdad relativa y la verdad absoluta. El
conjunto de verdades relativas en su desarrollo nos ofrece una verdad
absoluta. “Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta nuevos
granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites
de verdad de cada tesis científica son relativos” (Lenin).

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:108-109

Verdad absoluta

Por verdad absoluta, en metafísica, se entiende la inmutabilidad del
conocimiento humano. Considerando todos los objetos y fenómenos como
inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica admite toda
verdad como acabado y definitivo resultado del conocimiento.

El materialismo dialéctico niega tal género de verdad absoluta. El
conocimiento representa en sí un proceso histórico de movimiento de la
ignorancia al saber; de la noción simple de los distintos fenómenos y
partes de la naturaleza, hacia su más profunda y completa comprensión,
y el descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo.

Cada grado del conocimiento está limitado por el nivel de la ciencia y
las condiciones históricas de la vida social, que inevitablemente
hacen relativos, es decir, incompletos nuestros conceptos de la
naturaleza. Empero, siendo relativas las verdades que nuestro
conocimiento descubre, contienen, a la vez, partículas de la verdad
absoluta, por cuanto reflejan exactamente, aunque de modo incompleto,
el mundo objetivo exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante
verdades incompletas y relativas nos aproxima a la verdad absoluta, es
decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo.

Sin embargo, un conocimiento que agotase el mundo objetivo, sería un
absurdo. Ello sólo sería posible en condiciones dadas, si el mundo
material cesara de desarrollarse, se detuviera en su movimiento y se
agotase a sí propio. Pero, eso no será nunca. El mundo se encuentra
en estado de eterno cambio y renovación. Por consecuencia, el
conocimiento, que es reflejo racional del mundo exterior es también
inagotable y nunca puede acabar, como inagotable e infinito es el
mundo.

Verdad relativa, 109-110

El proceso del conocimiento del mundo y de sus leyes es infinito, como
es infinito el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. Nuestros
conocimientos, en cada etapa dada de su desarrollo, son verdaderos
relativamente, profundizándose y concretándose cada vez más, en la
medida del desarrollo de la ciencia.

Así, el átomo se consideraba indivisible hasta principios del siglo
XX, en que demostróse que él, a su vez, está compuesto de electrones.
La teoría electrónica de la constitución de la materia representa un
grado de profundización y extensión de nuestro conocimiento sobre la
materia. Empero, aún aquello que es actualmente conocido sobre la
constitución de la materia, no es la verdad última y definitiva.

“El materialismo dialéctico insiste sobre el carácter relativo,
transitorio y aproximativo de todos estos jalones del conocimiento de
la naturaleza, adquiridos por la ciencia progresista del hombre. El
electrón es tan inagotable como el átomo: la naturaleza es infinita”
(Lenin).

Afirmando el carácter relativo de las verdades de nuestro
conocimiento, el materialismo dialéctico, al mismo tiempo, considera
que cada verdad relativa denota nuestra aproximación a la verdad
absoluta, y que cada paso del conocimiento científico contiene
elementos de la verdad absoluta, es decir, de la verdad completa.

No existe un límite infranqueable entre la verdad relativa y la
absoluta. El conjunto de las verdades relativas, en su desarrollo, de
la verdad absoluta. “Cada etapa del desarrollo de la ciencia agrega
nuevos granos a esa suma de la verdad absoluta; pero, los límites de
la verdad de cada afirmación científica, son relativos” (Lenin).

Diccionario filosófico abreviado · 1959:518-520

Verdad absoluta y verdad relativa

Conceptos filosóficos que reflejan el proceso histórico del
conocimiento de la realidad objetiva. Contrariamente a la metafísica,
que considera el saber humano como inmutable y que ve en cada verdad
un producto acabado, dado de una vez por todas, el materialismo
dialéctico considera el conocimiento como un proceso histórico que se
va escalonando desde la ignorancia al conocimiento, desde el
conocimiento de hechos y aspectos aislados de la realidad, a un
conocimiento más amplio y más profundo, al descubrimiento de las leyes
de desarrollo siempre nuevas.

El proceso del conocimiento del mundo y de sus leyes es tan infinito
como el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. En cada fase de
la ciencia, nuestros conocimientos dependen del nivel alcanzado por la
experiencia, la técnica, la industria, &c. A medida que progresan el
conocimiento y la práctica humanas, nuestras representaciones de la
naturaleza se profundizan, se hacen más exactas, se perfeccionan. Por
lo tanto, las verdades establecidas por la ciencia en una época
histórica determinada, lejos de ser definitivas, completas, son
necesariamente verdades relativas que deben ser desarrolladas,
verificadas y precisadas. Así, el átomo era considerado como
indivisible hasta comienzos del siglo XX, época en que se demostró que
se compone de electrones y de protones. La teoría electrónica
profundiza y amplía nuestros conocimientos sobre la materia. Las
nociones que tenemos hoy del átomo, difieren sensiblemente de las
nociones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En
particular, han evolucionado nuestros conocimientos sobre el núcleo
atómico (ver). Pero los datos actuales de la ciencia sobre la
estructura de la materia, no constituyen la verdad definitiva y sin
apelación: “…el materialismo dialéctico insiste empero en el
carácter temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del
conocimiento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. El
electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es
infinita…” (Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, p. 292,
Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1948).

Las verdades son relativas, igualmente, en el sentido de que tienen un
contenido concreto determinado por condiciones históricas. Lo que es
verdadero en ciertas condiciones, no lo es ya en otras condiciones
históricas. Así, la tesis de Marx y de Engels sobre la imposibilidad
de vencer el socialismo en un solo país aislado, era justa en la época
del capitalismo premonopolista, pero dejó de serlo después del
advenimiento del imperialismo. La nueva teoría de la revolución
socialista, teoría creada por Lenin, muestra la posibilidad de
construir el socialismo en uno o en varios países aislados, y la
imposibilidad de su victoria simultánea en todos los países.

Aunque subraya el carácter relativo de las verdades científicas, el
materialismo dialéctico sostiene que cada verdad relativa señala un
progreso en el conocimiento de la verdad absoluta, que cada conquista
de la ciencia encierra elementos de la verdad absoluta, es decir, de
una verdad perfecta que no podrá ser puesta en tela de juicio en el
porvenir. No hay barrera infranqueable entre la verdad relativa y la
verdad absoluta. La suma de las verdades relativas concebida en su
devenir conduce a la verdad absoluta. Si el materialismo dialéctico
admite la relatividad de todos nuestros conocimientos, no es porque
niegue la verdad, sino porque no somos capaces, en cada momento dado,
de conocerla hasta el fin, de agotarla enteramente. Esta tesis del
materialismo dialéctico sobre el carácter de las verdades relativas,
tiene una importancia de principio. El progreso de las ciencias hace
aparecer constantemente nociones y representaciones siempre nuevas que
vienen a reemplazar a ciertas nociones y representaciones caducas.
Especulando con esta lógica ineluctable del proceso del conocimiento,
los idealistas pretenden que la verdad objetiva es imposible, que el
mundo material exterior no existe, que no es más que un “complejo de
sensaciones”. Puesto que las verdades son relativas, dicen, no son
más que representaciones subjetivas y construcciones arbitrarias del
hombre; las sensaciones humanas no responden, por consiguiente, a
ningún mundo objetivo, y aun si existe, no podemos saber nada de él.
La filosofía burguesa de nuestros días utiliza ampliamente este
procedimiento para substituir la ciencia por la religión. El
materialismo dialéctico desenmascara a los idealistas. El hecho de
que una verdad dada no pueda ser considerada como definitiva y
completa no quiere decir que no refleje el mundo objetivo, que no sea
una verdad objetiva, sino que ese reflejo es un proceso complejo, que
está en función del nivel alcanzado por la ciencia, que la verdad
absoluta no puede ser alcanzada de un solo golpe.

Corresponde a Lenin enorme mérito en el estudio de este problema, en
la derrota total de las tentativas de los “machistas” de negar el
mundo exterior, de negar la verdad objetiva y absoluta bajo pretexto
de defender la verdad relativa. «Son históricamente condicionados los
contornos del cuadro, pero es incondicionado el hecho de que este
cuadro representa un modelo objetivamente existente. Son
históricamente condicionados cuándo y en qué condiciones hemos
progresado en nuestro conocimiento de la esencia de las cosas hasta
descubrir la alizarina en el alquitrán de hulla o hasta descubrir los
electrones en el átomo, pero es incondicionado el hecho de que cada
descubrimiento de ese género es un progreso del “conocimiento objetivo
absoluto”. En una palabra, toda ideología es históricamente
condicionada, pero es incondicional que a toda ideología científica (a
diferencia, por ejemplo, de la ideología religiosa) corresponde una
verdad objetiva, una naturaleza absoluta» (Ibid., p. 144).

Por esta razón, admitir la existencia de una verdad absoluta es
admitir la existencia del mundo objetivo exterior, admitir que nuestro
conocimiento refleja la verdad objetiva. Reconocer la existencia de
una verdad objetiva, es decir, independiente del hombre y de la
humanidad, es reconocer de una u otra manera, la verdad absoluta.
Pero el hecho es que esta verdad absoluta se descubre por etapas, a
medida que el conocimiento humano progresa. “Así, pues, el
pensamiento humano es, por naturaleza, capaz de darnos y nos da en
efecto la verdad absoluta, que resulta de la suma de verdades
relativas. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos
a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada
tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos
por el progreso ulterior de los conocimientos” (Ibid., p. 143).

Verdad relativa

Ver Verdad absoluta y verdad relativa.

Diccionario filosófico · 1965:479-480

Categorías del materialismo dialéctico que caracterizan el proceso de
desarrollo del conocimiento y revelan la correlación existente entre:
1) lo ya conocido y aquello que lo será en el ulterior avance de las
ciencias; 2) lo que, conocido ya, puede ser cambiado, puntualizado o
refutado en el curso del ulterior progreso de las ciencias y lo que
permanece irrefutable. La doctrina sobre la verdad absoluta y la
relativa, da respuesta a la siguiente pregunta: “las representaciones
humanas que expresan la verdad objetiva, ¿pueden expresarla de una
vez, por entero, incondicional y absolutamente o sólo aproximada y
relativamente?” (V. I. Lenin, t. XIV, pág. 110. Materialismo y
empiriocriticismo, E.P.U., 1959, pág. 126) Así, la verdad absoluta se
entiende como un conocimiento completo, exhaustivo de la realidad (1)
y como aquel elemento de los conocimientos que no puede ser impugnado
en lo futuro (2). En cada estadio de desarrollo, nuestros
conocimientos se hallan condicionados por el nivel a que han llegado
la ciencia, la técnica y la producción. A medida que van ampliándose
los conocimientos y la práctica, las ideas del hombre sobre la
naturaleza se hacen más profundas y exactas, se perfeccionan. Por
esto las verdades científicas son relativas en el sentido de que no
proporcionan un conocimiento completo, exhaustivo, sobre la esfera de
objetos estudiada y contienen elementos que, con el progreso del
conocimiento humano, se modifican, se precisan, se profundizan y
sustituyen por otros. Por otra parte, cada verdad relativa significa
un paso adelante en la cognición de la verdad absoluta; si es
científica, contiene elementos, partículas de la verdad absoluta. No
existe un límite infranqueable entre la verdad absoluta y la relativa.
La suma de las verdades relativas forma la verdad absoluta. La
historia de la ciencia y de la práctica social confirma este carácter
dialéctico del desarrollo del conocimiento. A medida que la ciencia
avanza, vamos descubriendo cada vez con mayor profundidad y plenitud
las propiedades de los objetos y las relaciones entre los mismos, nos
vamos acercando al conocimiento de la verdad absoluta, lo cual se
confirma a través del éxito en la aplicación de la teoría en la
práctica (en la técnica, en la tecnología de la producción, &c.). Por
otra parte, las teorías elaboradas anteriormente se van precisando sin
cesar, se desarrollan; unas hipótesis son desechadas (por ejemplo la
relativa a la existencia del éter); otras son confirmadas y se
convierten en verdades demostradas (por ejemplo, la hipótesis acerca
de la existencia de los átomos); unos conceptos son eliminados de la
ciencia (como los de “calórico” y “flogisto”), otros se precisan, se
generalizan (compárense los conceptos de simultaneidad y de inercia en
la mecánica clásica y en la teoría de la relatividad), &c. La
doctrina acerca de la verdad absoluta y la relativa se concreta en la
ciencia en el principio de correspondencia. Está dirigida contra la
metafísica, que a toda verdad la declara eterna, inmutable
(“absoluta”), y contra las diversas concepciones idealistas del
relativismo, según las cuales toda verdad es sólo relativa, el
desarrollo de la ciencia atestigua sólo que unos errores son
sustituidos por otros y, en consecuencia, no hay ni puede haber una
verdad objetiva. Sin embargo, en realidad, tal como indicó Lenin,
“toda ideología es históricamente condicionada, pero es incondicional
que a toda ideología científica (a diferencia, por ejemplo, de la
ideología religiosa) corresponda una verdad objetiva, una naturaleza
absoluta” (Ibíd., pág. 123. Ibid., pág. 142)

Diccionario marxista de filosofía · 1971:315-316 y 317

Categorías filosóficas que reflejan el carácter dialéctico del
conocimiento, de la obtención de la verdad objetiva. El mundo que
rodea al hombre y que éste conoce y transforma es infinito e
inagotable. No sólo es inagotable el universo en virtud de su
infinidad en el espacio y en el tiempo, sino también todo objeto
material en cuanto infinito es el número de sus nexos, relaciones e
interacciones con los demás objetos, e inagotable e ilimitadamente
compleja su estructura. “El electrón es tan inagotable como el átomo,
la naturaleza es infinita…” (Lenin). Por otra parte, todo objeto o
fenómeno, al igual que la naturaleza en conjunto, se encuentra en
movimiento y cambio incesantes. Debido a esto, el conocimiento humano
no sólo no está en capacidad para comprender y explicar de inmediato
todos los fenómenos de la naturaleza, sino ni tan siquiera de dar una
explicación absolutamente completa, total, de un simple objeto o
fenómeno. Esto también tiene su raíz en el carácter histórico del
conocimiento humano. Las posibilidades cognoscitivas no sólo de los
individuos sino hasta de las generaciones se hallan limitadas por las
condiciones históricas, es decir, por el nivel alcanzado en el
desarrollo de la producción, de la técnica y la ciencia. De ahí que
prácticamente, en el proceso del conocer, el hombre no esté en
posibilidad de comprender de golpe y hasta el fin todo el universo,
sino que tenga que verse constreñido a descubrir algunas de sus
propiedades generales mediante el estudio de ciertos aspectos,
relaciones y leyes que caracterizan ya a algunos objetos en lo
particular, ya a un conjunto de los mismos. En este camino no existe
en principio para el conocimiento humano ningún límite, pueden ser
superados las dificultades y obstáculos que se presentan. Todo
fenómeno, por más incomprensible que parezca, puede ser comprendido y
esclarecido a la postre. No existen cosas incognoscibles, sólo
existen cosas que no son comprendidas hoy, pero que la humanidad en
desarrollo y su ciencia conocerán mañana. La dialéctica materialista
acerca de la verdad absoluta y la verdad relativa pone al descubierto
precisamente este carácter complejo del conocimiento de la naturaleza
infinita e inagotable; revela la correlación existente entre aquello
que ya es conocido y lo que será conocido más tarde con el desarrollo
ulterior de la ciencia; entre aquello que es fidedigno en el contenido
de nuestros conocimientos y no será modificado con posterioridad, y lo
que inevitablemente será precisado, modificado o simplemente
rechazado. A este respecto se puede hablar de dos distintos sentidos
de los términos “verdad absoluta” y “verdad relativa”. De un lado la
verdad absoluta expresa el conocimiento pleno, acabado, acerca de toda
la realidad, la cual es prácticamente inaccesible y que constituye
solamente la finalidad del conocimiento científico; y la verdad eterna
revela la no plenitud de nuestros conocimientos, su no coronación. De
otro lado, en el proceso de estudio de los fenómenos y aspectos
concretos del mundo circundante, el hombre puede obtener datos que
reflejan unas u otras propiedades de los objetos investigados y que no
pueden ser refutadas por el desarrollo ulterior de la ciencia. Estos
elementos fidedignos de nuestros conocimientos pueden ser considerados
también como absolutamente verdaderos. Mas aquellos conocimientos que
no reflejan del todo con precisión la realidad y que pueden ser
modificados o precisados posteriormente, son verdaderos tan sólo de
manera relativa. Por ejemplo, la teoría acerca de los pequeñísimos
“ladrillos del universo”, es decir, de los átomos, concebidos como las
partículas últimas, inmutables e indivisibles de la materia, teoría
que se remonta a la antigüedad, fue considerada como justa, y las
conclusiones que se hicieron a partir de esta hipótesis por la física
y la química se confirmaron en gran medida por vía experimental. Sin
embargo, la veracidad de tales nociones resultó relativa, ya que los
avances ulteriores de la ciencia demostraron que los átomos son
divisibles y que disponen de una estructura compleja, y que las
partículas más pequeñas que pasaron a ocupar su sitio en el cuadro
físico del mundo como los objetos materiales “últimos” conocidos (las
partículas elementales), disponen de capacidad para modificarse y
transformarse recíprocamente. Sin embargo, en las antiguas nociones
de la ciencia acerca de los átomos había elementos de verdad absoluta,
ya que resultaron justas en un sentido: los átomos son realmente
indivisibles en las transformaciones químicas. De este modo, el
materialismo dialéctico reconoce el carácter relativo de las verdades
científicas, la imperfectibilidad de nuestros conocimientos. No
obstante, a diferencia del relativismo, no considera que nuestros
conocimientos sean sólo relativos, que no haya en ellos elementos de
verdad absoluta. “…el pensamiento humano, por su naturaleza, es
capaz de darnos y nos da en efecto la verdad absoluta, que resulta de
la suma de verdades relativa. Cada fase del desarrollo de la ciencia
añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites
de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto
ampliados como restringidos por el progreso ulterior de los
conocimientos” (Lenin). El subrayar la relatividad, la limitatividad
de nuestros conocimientos, evita que se les convierta en dogmas, en
esquemas muertos, sin vida. La presencia de elementos de verdad
absoluta en las teorías científicas es testimonio de que en ellas no
hay nada de voluntarista o subjetivo, de que nuestra conocimiento
constituye un proceso cada vez más exacto, el reflejo cada vez más
profundo del mundo objetivo.

Diccionario de filosofía · 1984:441-442

Categorías del materialismo dialéctico que caracterizan el proceso de
desarrollo del conocimiento y ponen de manifiesto las correlaciones
entre: 1) lo ya conocido y lo que está por conocer en el proceso
ulterior de desarrollo de la ciencia y 2) lo que en la composición de
nuestro saber puede ser modificado, especificado y refutado en el
curso del desarrollo de la ciencia y lo que será irrefutable. En
virtud de ello, la verdad absoluta se entiende como (1) conocimiento
completo, exhaustivo, de la realidad y (2) como elemento de los
conocimientos que no puede ser desmentido en el futuro. En cada etapa
de su desarrollo, nuestros conocimientos están condicionados por el
nivel alcanzado por la ciencia, la técnica y la producción. En la
medida del progreso del conocimiento y de la práctica, las
representaciones humanas sobre la naturaleza se profundizan, precisan
y perfeccionan. Por eso, las verdades científicas son relativas en el
sentido de que no ofrecen un conocimiento pleno, acabado, sobre la
esfera de objetos en estudio y contienen aquellos elementos que en el
proceso de evolución del conocimiento se irán cambiando, precisando,
profundizando y sustituyendo por los nuevos. Al mismo tiempo, cada
verdad relativa marca un paso adelante en el conocimiento de la verdad
absoluta y contiene, si es científica, elementos, granitos, de la
verdad absoluta. No existe una línea infranqueable entre la verdad
absoluta y la verdad relativa. La verdad absoluta se forma de la suma
de las verdades relativas. La historia de la ciencia y de la práctica
social confirma este carácter dialéctico del desarrollo del
conocimiento. En el proceso de su evolución, la ciencia, por una
parte, revela cada vez más profunda y plenamente las propiedades de
los objetos y las relaciones entre ellos, acercándose al conocimiento
de la verdad absoluta, lo cual se confirma por la aplicación exitosa
de la teoría en la práctica (en la vida social, en la producción,
&c.). Por otra parte, las teorías anteriores no dejan de precisarse y
desarrollarse; unas hipótesis son refutadas (por ejemplo, la hipótesis
de la existencia del éter), mientras que las otras se confirman,
convirtiéndose en verdades demostradas (por ejemplo, la hipótesis de
la existencia de los átomos). La doctrina de la verdad absoluta y de
la verdad relativa está enfilada contra la metafísica, que proclama
eterna e inmutable (“absoluta”) toda verdad, y contra distintas
concepciones idealistas del relativismo, que afirman que toda verdad
sólo es relativa y que el desarrollo de la ciencia no atestigua sino
la sustitución de errores, que suceden uno a otro, y que, por eso, no
existe ni puede existir la verdad objetiva. Pero en realidad, como
dijera Lenin, “el pensamiento humano, por su naturaleza, es capaz de
proporcionarnos, y proporciona en realidad, la verdad absoluta, que
resulta de la suma de verdad relativa. Cada fase del desarrollo de la
ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los
límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan
pronto ampliados como restringidos por el progreso consecutivo de los
conocimientos”.

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