Centralismo democrático en la dirección de la economía

DEP-BZM

CENTRALISMO DEMOCRÁTICO EN LA DIRECCIÓN DE LA ECONOMÍA:

Principio de dirección económica bajo el socialismo; estriba en
combinar acertadamente la dirección centralizada con la amplia
participación de los organismos locales y de todos los trabajadores en
el gobierno de la producción social.

El centralismo democrático en la dirección de la economía sólo es
posible en un régimen socialista, el cual permite, por una parte,
centralizar la dirección de toda la economía nacional, y, por otra
parte, incorporar a la labor rectora a las amplias masas de
trabajadores.

El centralismo democrático constituye una de las grandes ventajas del
socialismo frente al capitalismo. La necesidad de dirigir de manera
centralizada la economía se desprende de la propia naturaleza del
régimen socialista. La conquista del poder por parte de los
trabajadores y el paso de los medios fundamentales de producción a
propiedad de todo el pueblo hacen necesario que la economía se
desarrolle según un plan.

Esto, además, permite dar unidad orgánica a la economía nacional y
orientar su desarrollo desde un centro en consonancia con un plan
previamente establecido En el programa del P.C.U.S, se determinan
cuáles son las tareas de la dirección centralizada: “La dirección
planificada centralizada debe orientarse principalmente a: elaborar
los más importantes índices de los planes económicos y asegurar su
cumplimiento, tomando al máximo en consideración las propuestas
dimanantes de abajo; coordinar y vincular los planes establecidos en
las localidades; difundir los progresos científicos y técnicos, así
como la experiencia de vanguardia; aplicar una política estatal única
en la esfera del progreso técnico, las inversiones básicas, la
distribución territorial de la producción, la remuneración del
trabajo, los precios, las finanzas y la aplicación de un sistema único
de calculo y estadística”. La dirección centralizada de la economía
permite utilizar de manera más eficiente los recursos de mano de obra,
materiales y financieros, concentrarlos para dar cumplimiento a las
tareas más importantes, desarrollar la economía según un plan y evitar
muchas perdidas inherentes al desarrollo espontáneo. Incorporando
amplias masas de trabajadores a la dirección, se pueden descubrir más
fácilmente reservas suplementarias para incrementar la producción, se
puede elaborar y llevar a la práctica un programa más eficiente para
dar cumplimiento a las tareas generales señaladas por los órganos
centrales da dirección.

«El centralismo, en su acepción verdaderamente democrática —indicaba
Lenin—, presupone, por primera vez en la historia, la posibilidad de
desarrollar plenamente y sin obstáculos las peculiaridades e
iniciativas locales, la diversidad de métodos, procedimientos y
recursos aplicados para alcanzar la meta común». Interesando a los
trabajadores, material y moralmente, en el desarrollo de la
producción, el régimen socialista abre amplias posibilidades para que
estos participen en la dirección de la economía social. Las formas de
semejante participación son en extremo variadas. Encontramos entre
ellas la discusión de las importantes medidas elaboradas por el
Partido Comunista y el Gobierno de la Unión Soviética con vista al
desarrollo de la economía y de la cultura del país, discusión en la
que participa el pueblo entero; el examen y la puntuación de los
planes y del curso de su cumplimiento en las reuniones obreras y de
Partido celebradas en las empresas; la participación en la labor de
las reuniones sistemáticas de las conferencias y de los comités de
producción, y de las comisiones del Partido; en el desarrollo de la
emulación socialista y de su forma superior: el movimiento por el
trabajo comunista; el trabajo, sobre principios sociales, en
organizaciones económicas y técnicas (buró para el análisis económico
y el estudio de las normas de trabajo, institutos de progreso técnico,
etc.); la participación en el movimiento de racionalizadores e
inventores.

En el transcurso de los últimos años, a la vez que se han consolidado
las bases de la dirección centralizada, se han ampliado
considerablemente los derechos de los órganos locales en la dirección
de la economía, se ha concedido a las empresas una gran independencia
operativa para resolver los problemas que se plantean al cumplir el
plan del Estado, se ha introducido un nuevo orden para establecer los
planes de la producción agrícola, se ha democratizado el procedimiento
para elaborar los planes de desarrollo de la industria y de la
construcción.

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