Anarquía de la producción

DEP-BZM

ANARQUÍA DE LA PRODUCCIÓN:

Carácter espontáneo y caótico del desarrollo de la producción
mercantil basada en la propiedad privada, falta de plan y de
organización de la economía nacional en su conjunto. Cuando la
propiedad de los medios de producción es privada, las mercancías se
producen sin un cálculo previo de las necesidades sociales, bajo la
acción determinante de la demanda espontánea del mercado, de la
oscilación de los precios en el mismo, en enconada lucha competitiva.

La anarquía de la producción y la competencia en la producción
mercantil simple, llevan inevitablemente a la diferenciación de los
productores y, en determinadas condiciones históricas, al nacimiento
de las relaciones capitalistas de producción. En la sociedad
burguesa, la anarquía de la producción alcanza enormes proporciones.
A consecuencia de la contradicción irreconciliable entre el carácter
social de la producción y la forma capitalista privada de la
apropiación de los productos del trabajo, la anarquía de la producción
da origen a enormes gastos improductivos en todas las esferas de la
economía, lo cual se manifiesta en que no se utilizan por entero las
fuerzas productivas, en que existe un gran ejército de parados, y
también en que se destruye directamente parte de la producción creada.
La anarquía de la producción se revela con singular claridad en las
crisis económicas de superproducción (ver), cuando los capitalistas no
encuentran una demanda solvente —dado que la situación de las masas
trabajadoras empeora cada vez más— y reducen la producción.

En la época imperialista, dicha anarquía aun se acentúa, pues con la
formación de los monopolios se ahonda la desigualdad del desarrollo
capitalista, y el afán de obtener una elevada ganancia monopolista
intensifica y agudiza la lucha competitiva entre los monopolios.

La anarquía de la producción y la competencia constituyen un rasgo
característico de la economía capitalista, una ley económica del
capitalismo imposibles de eliminar en el marco de este último. De ahí
que se hallen condenados a un inevitable fracaso los intentos de poner
fin a dicha anarquía mediante la “planificación” de la economía
capitalista. Tan sólo después de liquidar el capitalismo, después de
establecer el poder de los trabajadores y de que los medios de
producción pasan a ser propiedad social, resulta posible desarrollar
de manera planificada la economía nacional y acabar con la anarquía de
la producción y la competencia.

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