Competencia

DEP-BZM

COMPETENClA:

Lucha entre los productores privados de mercancías por obtener las más
favorables condiciones de producción y venta de las mercancías; lucha
de los capitalistas o de sus agrupaciones por obtener ganancias
máximas.

La competencia se halla indisolublemente unida a la anarquía de la
producción mercantil basada en la propiedad privada y constituye una
ley de la economía mercantil capitalista.

A través del mecanismo de la competencia se manifiesta la acción
espontánea de las leyes económicas del capitalismo. La competencia
actúa como fuerza coercitiva externa que obliga a los productores
particulares de mercancías a elevar la productividad del trabajo en
sus empresas, a ampliar la producción a aumentar la acumulación, etc.
Hace que la gran producción desplace a la pequeña, que los pequeños
productores de mercancías se vayan diferenciando de modo que en su
mayor parte se arruinan, se convierten en proletarios o
semiproletarios, mientras que una minoría insignificante se enriquece,
se convierte en capitalista.

Con la competencia la producción y el capital se concentran y se
centralizan, aumenta el poderío del gran capital. En la época del
capitalismo premonopolista, imperaba la libre competencia entre
empresas desconexas, y relativamente poco grandes, que producían
mercancías para la venta en un mercado desconocido. La libre
competencia ha provocado una concentración tan gigantesca de la
producción, y del capital que las más grandes agrupaciones
capitalistas han llegado a constituir el factor decisivo en la vida
económica de la sociedad burguesa. La libre competencia ha cedido su
lugar al monopolio —que es su contrario directo— y se ve sustituida
por relaciones de dominio y de violencia establecidas por un reducido
número de enormes agrupaciones monopolistas sobre decenas y centenas
de miles de pequeñas y medias empresas capitalistas privadas.

Sin embargo, los monopolios no eliminan la competencia ni la anarquía
de la producción. Bajo el capitalismo monopolista, las formas de la
lucha competitiva se hacen más diversas; sus métodos, más crueles y
rapaces; sus consecuencias destructivas aumentan. Al lado de la libre
competencia, que subsiste, entre productores pequeños y medios, se
mantiene una encarnizada lucha competitiva: 1) entre los monopolios de
un sector de la economía; 2) entre los monopolios de ramas mixtas; 3)
en el seno de los monopolios; 4) entre los monopolios y las empresas
no monopolizadas, etc..

El monopolio procura ahogar a sus competidores, aplastarlos, y con
este fin emplea todos los medios a su alcance, desde el módico pago de
una “indemnización” hasta la organización del espionaje económico y de
actos de diversión en las empresas rivales.

Toda la economía capitalista mundial se va convirtiendo en escenario
de la lucha competitiva, los monopolios internacionales, los estados
imperialistas sostienen una lucha sin cuartel por los mercados y las
fuentes de materias primas, por las esferas de inversión de capitales,
por un nuevo reparto del mundo.

La lucha por el dominio mundial empuja a los imperialistas más
belicosos a desencadenar guerras de agresión. Los sociólogos
burgueses presentan la competencia como una condición importantísima
para el avance de las fuerzas productivas, para el progreso técnico,
para fomentar el espíritu de empresa y la iniciativa entre quienes
participan en la producción. La verdad es, empero, que el capitalismo
moderno ha sustituido hace ya tiempo la pequeña producción mercantil
por la producción fabril grande y supergrande, por los monopolios.
“La competencia significa, en este tipo de capitalismo, el
aplastamiento inauditamente feroz del espíritu emprendedor, de la
energía, de la iniciativa audaz de la masa de la población, de su
inmensa mayoría…” (V. I. Lenin).

Cuando se liquida la propiedad privada sobre los medios de producción
y se establece sobre ellos la propiedad social, la competencia es
sustituida por la emulación socialista (ver), que expresa relaciones
de colaboración y ayuda mutua basadas en un espíritu de camaradería
entre todos los participantes en la producción socialista.

Comparte este artículo