2-Escuela romántica

Escuela romántica

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959

Diccionario filosófico · 1965:147

Primera manifestación madura del romanticismo. Existió en Alemania a
fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Su florecimiento
corresponde a los años, de 1798-1800, cuando en Jena se estableció la
estrecha colaboración de los críticos literarios Friedrich y August
Schlegel, Karolina Schlegel, de los poetas Tieck y Novalis, de los
filósofos Schelling y Schleiermacher. En este período se editó la
revista “Atenea” (1798). La escuela romántica combatió el
racionalismo, de la Ilustración, contraponiendo a la “reflexión” sin
alma el culto al sentimiento y al éxtasis creador, el cual, según los
partidarios de esta escuela, descubre los secretos de la naturaleza
con mayor profundidad que el paciente trabajo del sabio. Los
románticos consideraban que la fuerza motriz del conocimiento radicaba
en la vivencia de las contradicciones entre lo finito y lo infinito,
en la tendencia hacia el infinito, la angustia debida a lo que éste
tiene de inaccesible, la actitud irónica hacia uno mismo y hacia la
propia obra creadora. Según los representantes de la escuela
romántica el medio para poder adentrarse en lo infinito radica en el
amor, en el culto místico a la naturaleza, en la creación artística,
en la vivencia creadora. Idealizaban el pasado feudal y católico;
algunos de ellos adoptaron el catolicismo, se convirtieron en
ideólogos de la Restauración. Posteriormente surgieron escuelas
románticas en Francia, Polonia, Italia, España, Dinamarca y Estados
Unidos.

Diccionario de filosofía · 1984:142

Primera expresión madura del romanticismo. Alcanzó su apogeo en
1798-1800, cuando en Jena (Alemania) se estableció una estrecha
colaboración entre los críticos literarios F. y A. Schlegel y K.
Schlegel, los poetas L. Tieck y Novalis y los filósofos Schelling y
Schleiermacher y se editaba la revista “Atenea”. La escuela romántica
se pronunció contra el racionalismo de la ilustración, oponiéndole el
culto del sentimiento y el éxtasis creacional, que supuestamente
aclara más a fondo los secretos de la naturaleza que el trabajo
meticuloso del científico. Los románticos opinaban que la fuerza
propulsora del conocimiento consistía en la vivencia de la
contradicción entre lo finito y lo infinito, sentir angustia por la
inalcanzabilidad de lo infinito y mantener una actitud irónica hacia
sí mismo y su propia creación. Los medios de posible incorporación a
lo infinito eran para los románticos el amor, el culto místico de la
naturaleza, la creación artística y la vivencia religiosa.
Idealizaban el pasado católico-feudal, convirtiéndose algunos de ellos
en ideólogos de la Restauración. Más tarde las escuelas románticas
surgieron en Francia, Polonia, Italia, España, Dinamarca y EE. UU.

Comparte este artículo