5-Sensación

Sensación

Diccionario filosófico marxista · 1946:275-276

La sensación es el resultado de la acción del mundo exterior sobre
nuestros órganos de los sentidos, “la transformación de la energía de
la excitación exterior en un hecho de conciencia” (Lenin). El
contenido de nuestras sensaciones es el mundo material. “La sensación
es la imagen subjetiva del mundo objetivo” (Lenin). La filosofía
idealista subjetiva, al negar la existencia de las cosas exteriores,
objetivas, trata de hallar la fuente de las sensaciones en el propio
sujeto, en el hombre. El machismo por ejemplo, afirmaba que el mundo
no es otra cosa que el complejo de las sensaciones subjetivas del
hombre. Esta invención idealista y anticientífica es refutada por la
práctica del hombre que a cada paso comprueba la existencia de las
cosas objetivas, cuyas imágenes y copias subjetivas son las
sensaciones. La sensación es la fuente de nuestros conocimientos
sobre el mundo exterior circundante. Gracias a nuestras sensaciones
nos relacionamos con el mundo exterior, lo conocemos y nos orientamos
en él para nuestros actos. Pero la sensación sólo es el primer
peldaño en el proceso del conocimiento. La sensación directa, por sí
misma, puede a veces inducir al hombre a un error, convertirse en una
fuente de ilusiones. El raciocinio –peldaño superior del
conocimiento– reelabora los datos de las sensaciones en conceptos,
categorías, leyes, &c., que reflejan más profundamente el mundo
exterior y cuya exactitud es comprobada por la práctica.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:94-95

Resultado de la acción de la materia sobre nuestros órganos de los
sentidos, “conversión de la energía de la excitación exterior, en la
realidad de la conciencia” (Lenin). El contenido de nuestras
sensaciones viene a ser el mundo material. “La sensación es la imagen
subjetiva del mundo objetivo” (Lenin). La sensación es una imagen,
una copia de las cosas exteriores. Las sensaciones son la fuente de
todo nuestro conocimiento del mundo exterior que nos rodea. Gracias a
nuestros sentidos, a nuestras sensaciones, nos relacionamos con el
mundo exterior, lo vamos conociendo y nos orientamos para nuestros
actos.

Pero la sensación solo es la primera etapa del proceso del
conocimiento. El pensamiento –etapa superior del conocimiento–
transforma los datos de las sensaciones en representaciones,
conceptos, leyes, &c., que reflejan más profundamente el mundo
objetivo y cuya exactitud se verifica por la práctica.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:460-461

Reflejo en la conciencia humana de las propiedades de los objetos y de
los fenómenos del mundo material, como resultado de su acción sobre
los órganos de los sentidos. Nuestras sensaciones son las imágenes
del mundo exterior. Las sensaciones son las formas elementales del
reflejo de ese mundo en nuestra conciencia, y constituyen la base de
las formas más complejas; percepción (ver), representación (ver),
diferentes formas del pensamiento (concepto, ver; juicio, ver;
razonamiento, ver). Las sensaciones constituyen la fuente de todos
nuestros conocimientos sobre la realidad material exterior. “Nada
podemos saber ni de las formas de la substancia ni de las formas del
movimiento, si no es por nuestras sensaciones” (Lenin, Materialismo y
empiriocriticismo, p. 339, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo,
1948). Los objetos y los fenómenos materiales, al actuar sobre
nuestros órganos de los sentidos, determinan una excitación del tejido
nervioso que se trasmite por los nervios centrípetos a la corteza de
los grandes hemisferios y provoca así la sensación. El aparato
anatomo-fisiológico indispensable para la aparición de la sensación,
fue designado por I. P. Pavlov (ver) con el nombre de analizador.
Se infiere que la sensación es debida a la transformación de la
energía de una excitación exterior en un estado de conciencia, proceso
inseparable del sistema nervioso central.

Las sensaciones no aparecen en los organismos animales sino en una
etapa determinada de su evolución. Cuanto más elevada es la
organización de un animal y más complejos son su sistema nervioso y su
comportamiento, tanto más variadas y perfectas son sus sensaciones.
El desarrollo de las sensaciones en el hombre se halla condicionado
por su actividad práctica, por la complejidad creciente de su vida
económica y social.

Las sensaciones humanas se hallan indisolublemente ligadas al
pensamiento (ver), forma de conocimiento mediato y generalizado de la
realidad, y por eso ellas son siempre conscientes. Las sensaciones
pueden ser divididas en dos grupos: 1) Sensaciones que reflejan las
propiedades de los objetos y de los fenómenos del mundo material:
visuales, auditivas, olfativas, gustativas y táctiles. Sus órganos
están situados en la superficie del cuerpo humano o en su proximidad.
2) Sensaciones que reflejan los movimientos de diferentes partes de
nuestro cuerpo y el estado de nuestros órganos internos: sensaciones
del movimiento y del equilibrio, sensaciones orgánicas. Sus órganos
se sitúan en los tejidos mismos o en la superficie de los órganos
internos.

Los “machistas”, los positivistas y otros idealistas subjetivos
afirman que la sensación separa al sujeto del mundo que lo rodea. Y
declaran que las sensaciones humanas, lejos de reflejar las
propiedades de los objetos y de los fenómenos materiales, no son más
que símbolos, jeroglíficos que no se asemejan en nada a las
propiedades en cuestión. Según este punto de vista anticientífico, el
hombre no podría pasar los límites de sus propias sensaciones ni
conocer los propiedades de las cosas o de los fenómenos existentes
fuera e independientemente de él. En su Materialismo y
empiriocriticismo (ver) V. Lenin denunció los sofismas de los
idealistas subjetivos en todas las cuestiones gnoseológicas, inclusive
la de las sensaciones. “El sofisma de la filosofía idealista consiste
en considerar la sensación no ya como vínculo de la conciencia con el
mundo exterior, sino como un tabique, un muro que separa la conciencia
del mundo exterior; no como la imagen de un fenómeno exterior
correspondiente a la sensación, sino como ‘lo único existente’”
(Ibid., p. 46). Lenin mostró que la actividad práctica del hombre,
criterio de la validez de nuestros conocimientos, reduce a la nada
todas las lucubraciones de los idealistas subjetivos relativas al
problema de las sensaciones.

Diccionario filosófico · 1965:416-417

Resultado elemental de la acción que ejerce el mundo objetivo sobre
los órganos de los sentidos (analizadores) del hombre. Los factores
más diversos del medio exterior (oscilaciones electromagnéticas,
moléculas de las sustancias químicas, &c.) excitan la parte periférica
del analizador: el receptor; la excitación se transmite, en forma de
impulsos discontinuos, por las vías nerviosas a la parte central del
analizador: la corteza del cerebro, donde surge la sensación.
Resulta, pues, que la sensación es secundaria respecto a la realidad
material. En dependencia del carácter específico de los estímulos
exteriores, las sensaciones se dividen en varios grupos separados;
visuales, táctiles, auditivas, gustativas, olfativas, &c. Cada grupo
de sensaciones posee una modalidad específica o conjunto de cualidades
no comparables con las cualidades de las sensaciones de otro grupo.
Así, los colores no son semejantes a los sonidos, a los sabores o a
los olores. Las sensaciones más desarrolladas son las visuales;
siguen luego las táctiles, las auditivas, las gustativas y las
olfativas. Entre las sensaciones y las propiedades de los objetos del
mundo exterior que las provocan existe una relación caracterizada por
el hecho de que a una misma calidad de sensación, pueden corresponder
distintas propiedades de los objetos exteriores. El proceso de la
cognición del mundo objetivo comienza con las sensaciones. En dicho
proceso, las sensaciones cumplen dos funciones. En primer lugar, las
sensaciones tomadas por separado actúan en calidad de señales. Por
ejemplo, el color nos señala la temperatura de un metal incandescente.
La fuente de nuestro conocimiento acerca de la temperatura del cuerpo
dado no es el color mismo, sino la correlación existente entre color y
temperatura, correlación que conocemos de antemano. La segunda e
importante función de las sensaciones estriba en que, formando parte
de la imagen dada en la percepción, transmiten nexos y relaciones
inherentes al mundo objetivo. Las sensaciones (como también las otras
formas de la contemplación sensorial) constituyen el único cauce por
el cual el hombre se halla directamente unido al mundo objetivo.
Lenin, en Materialismo y empiriocriticismo, hizo una crítica de la
interpretación idealista de las sensaciones.

Diccionario de filosofía · 1984:387

Fenómeno psíquico elemental, que surge a consecuencia del influjo
directo de las cosas del mundo objetivo sobre los órganos de los
sentidos (analizadores) de los animales y el hombre, influjo que se
siente subjetivamente como calidad propia de las cosas mismas, por
ejemplo, “rojo”, “verde”, “caliente”, “frío”, &c. (véase Calidades
primarias y secundarias). Los factores más diversos del medio
exterior (ondas de luz y acústicas, moléculas de las sustancias
químicas, &c.) influyen sobre la parte periférica del analizador, son
codificados por este último y se transmiten en forma de impulsos
electroquímicos por las vías nerviosas a la parte central del
analizador –la corteza cerebral–, en la que surge precisamente la
sensación. En el hombre, los más desarrollados son el analizador
ocular y el correspondiente sistema de sensación. Luego siguen las
sensaciones táctiles, acústicas, gustativas y demás. Cada grupo de
sensaciones es específico: posee un conjunto de calidades que se
transforman incesantemente unas en otras y son incomparables con las
calidades de otros grupos de sensaciones: los colores no se parecen a
los sonidos, sabores u olores. La sensación posee también intensidad.
En el proceso del conocimiento, las sensaciones constituyen la base
para la formación de las representaciones elementales.

Comparte este artículo