CLARK, JOHN BATES (1847—1938):
DEP-BZM
economista burgués norteamericano, apologista del capitalismo.
Entre sus principales obras deben citarse “La distribución de la
riqueza” (1899) y “Rasgos esenciales de la teoría económica”.
Clark afirmaba que en la sociedad burguesa el Estado protege los
derechos de los ciudadanos a obtener el equivalente del producto por
ellos creado y que, en consecuencia, no existe ninguna explotación.
Divide la teoría económica en dos partes: estática y dinámica,
subrayando que la economía política debe empezar el estudio de los
fenómenos económicos por la estática, o sea, tomando como constantes
la población numérica, la magnitud del capital, el nivel técnico, la
organización social de la producción y las necesidades de los hombres.
Si cambia aunque sólo sea una de estas condiciones que caracterizan la
estática, se pasa al estado dinámico. La dinámica comprende los
cambios en la esfera económica basados en la estática (el paso de un
nivel a otro, de modo análogo a como se desplaza un líquido en los
vasos comunicantes).
Clark veía la fuente de dicho movimiento en la acción de fuerzas
externas, por ejemplo de los factores naturales. Procuraba demostrar
que en el estado estático de la sociedad, no existe la ganancia
capitalista, existe sólo el salario (el producto del trabajo) y el
interés sobre el capital (el producto del capital). Redujo la renta
del suelo al interés sobre el capital invertido en la tierra. En
cambio, la ganancia capitalista (Clark la identificaba con la
plusvalía extraordinaria) únicamente existe en el estado dinámico de
la sociedad.
La división de la teoría económica en estática y dinámica refleja la
tendencia de Clark a aproximar la economía política a la mecánica y,
de esta suerte, apartar de la investigación las condiciones sociales
más agudas que desgarran a la sociedad capitalista. Una de las
“leyes” más importantes que ideó Clark para el estado estático de la
sociedad es la “ley de la productividad decreciente del trabajo y del
capital”. Dicha “ley” figura en la base de la denominada “teoría de
la productividad marginal”, según la cual cada nuevo incremento del
trabajo, dada una misma magnitud del capital, da una productividad
menor que el incremento precedente, y cada nuevo incremento de
capital, manteniéndose invariable el número de obreros, rinde menos
producción que el anterior. De ahí se sigue, como afirma Clark, que:
1) cada obrero adicional posee menos productividad que el anterior, y
2) el valor del producto lo crea no sólo el obrero, sino también, el
capital, y en ello se funda la pretensión del capitalista de recibir
ganancias. Semejante “teoría” choca por completo con la realidad,
pues hace abstracción del desarrollo de la técnica, cuyo progreso va
acompañado de una elevación —y no de un descenso— de la productividad
del trabajo. El fin de la “teoría” indicada consiste en refutar la
tesis marxista de que la única fuente del valor y de la plusvalía es
el trabajo del obrero.
Según la ‘‘teoría” de Clark, el nivel del salario de los obreros es
determinado por el producto que crea el último obrero, el menos
productivo, por la productividad “marginal” del trabajo, productividad
tanto menor cuanto mayor es el número de obreros. Por consiguiente,
el salario no se puede elevar debido a la baja productividad
“marginal” del trabajo, condicionada por un gran número de obreros.
De ahí infería Clark una conclusión puramente malthusiana en el
sentido de que, para elevar el salario de los obreros, es
indispensable limitar su procreación.
A la vez que criticaba los monopolios capitalistas, Clark defendía una
de sus formas: las corporaciones; atacó los sindicatos calificándolos
de monopolios. Las elucubraciones “teóricas” de Clark han encontrado
amplia difusión entre los economistas burgueses.