Jorge Mijáilovich Dimítrov (1882-1949)
No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946
Diccionario filosófico abreviado · 1959:133-135
Guía y educador del pueblo búlgaro, notable militante del movimiento
obrero internacional. “En toda la lucha de la clase obrera”, decía el
manifiesto del Comité Central del Partido Comunista búlgaro a los
miembros del partido y al pueblo búlgaro en ocasión de la muerte de
Dimitrov, “y en el movimiento socialista y comunista de nuestro país,
no ha habido, en los últimos cincuenta años, ningún acontecimiento
importante al que no estuviera vinculado el nombre del camarada Jorge
Dimitrov y su apasionante actividad de organizador y dirigente”.
Dimitrov se adhirió al Partido Obrero Socialdemócrata de Bulgaria en
1902, y luchó activamente en el seno de la corriente marxista
revolucionaria contra los reformistas. Más tarde, después de la
victoria de la Gran Revolución de Octubre en Rusia, y debido al
impulso revolucionario que ésta había provocado en Bulgaria, se
produjo el nacimiento del Partido Comunista búlgaro. Dimitrov era un
internacionalista proletario consecuente. Combatía con abnegación el
“chovinismo” y el nacionalismo búlgaros, la guerra imperialista. El
gobierno búlgaro reaccionario lo perseguía cruelmente. A pesar de las
veces que fue condenado a prisión y de las dos veces que fue condenado
a muerte, Dimitrov no cesó sin embargo de luchar por los intereses de
los trabajadores.
En 1921, los comunistas búlgaros nombraron a Dimitrov delegado al III
Congreso de la Internacional Comunista. En 1923, dirigió conjuntamente
con Koralov, la insurrección de Setiembre que contribuyó sensiblemente
a despertar la conciencia de clase de los obreros y de los campesinos
búlgaros.
Dimitrov era una personalidad notable en el movimiento obrero mundial,
uno de los organizadores de la lucha internacional contra la guerra y
el fascismo, por la paz y el comunismo. Desplegó una gran actividad en
el seno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Su
intrepidez y su talento de tribuno resplandecieron en 1933 durante el
proceso de Leipzig, cuando Dimitrov denunció la provocación fascista y
reveló al mundo entero el rostro bestial del fascismo. Su actitud
plena de valor desempeñó un gran papel en la movilización de la clase
obrera y de todos los trabajadores para la lucha contra la guerra y el
fascismo. Gracias a la intervención del gobierno de la URSS y a la
acción revolucionaria del mundo entero, Dimitrov fue arrancado de las
garras sangrientas del fascismo y llegó a la URSS.
En Moscú, Dimitrov realizó un intenso trabajo para agrupar a los
trabajadores en lucha contra el fascismo. Elegido en 1935 secretario
general del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, permaneció
en ese puesto hasta la disolución de la I.C. en 1943. Dedicado a las
cuestiones de estrategia y de táctica de los comunistas en la batalla
contra la guerra y el fascismo, luchaba por crear y consolidar el
frente único contra la reacción imperialista, por formar y educar los
cuadros dirigentes de los partidos comunistas hermanos, fieles a la
doctrina del marxismo-leninismo.
Durante la segunda guerra mundial, Dimitrov se consagró a movilizar
las fuerzas populares para la lucha contra los invasores
hitlerianos. Organizaba los movimientos de liberación antifascista en
los países ocupados por los hitlerianos, dirigía la lucha de los
patriotas búlgaros contra el fascismo. Por sus grandes méritos en la
lucha contra el fascismo, Dimitrov fue condecorado con la Orden de
Lenin en 1945.
Cuando el Ejército Soviético entró en Bulgaria, el pueblo búlgaro
guiado por Dimitrov, derribó al fascismo e instauró el régimen de la
democracia popular. En noviembre de 1945, Dimitrov, de nuevo en
Bulgaria después de 22 años de exilio, desplegó una actividad
tumultuosa, dirigió todo el trabajo del Partido, y lanzó un llamado a
la lucha por la paz, por la democracia y el socialismo. En la
edificación del régimen democrático popular de Bulgaria, dio pruebas
de su gran talento de estadista. Bajo su dirección tuvieron lugar el
referéndum sobre el régimen político y las elecciones a la Gran
Asamblea Popular. Después de una brillante victoria en las elecciones,
Dimitrov fue elegido por unanimidad, primer ministro de la República
Popular Búlgara.
Dirigió la redacción del proyecto de la nueva Constitución que fue en
seguida sometido al examen del pueblo entero. La adopción de la nueva
Constitución y la nacionalización casi simultánea de la industria y
los bancos, consolidaron en Bulgaria el régimen de democracia popular,
una de las formas de dictadura del proletariado. Dimitrov dirigió la
restauración y el desarrollo de la economía nacional. El pueblo
búlgaro obtuvo grandes éxitos en los dominios económico y cultural, en
la elevación del nivel de vida de las masas trabajadoras. En diciembre
de 1948, el V Congreso del Partido Comunista Búlgaro trazó el plan de
construcción de los fundamentos del socialismo en Bulgaria.
Dimitrov era un eminente teórico del marxismo-leninismo. Exhortaba
siempre a inspirarse en la doctrina marxista, en la experiencia del
Partido Comunista de la URSS. Defendía con ardor la idea del
internacionalismo proletario, luchaba incansablemente contra el
nacionalismo, cualquiera que fuese. En el internacionalismo, decía,
los comunistas ven la garantía del éxito de la clase obrera de cada
país que lucha por el socialismo. En sus discursos y artículos
relativos a las cuestiones del movimiento obrero internacional, a la
estrategia y a la táctica de los partidos comunistas en lucha contra
el imperialismo, en la edificación de una Bulgaria nueva, democrática
y popular, Dimitrov aplicaba de una manera creadora el materialismo
dialéctico y el materialismo histórico. En carta a la redacción de la
revista “Filosofska Misl” (Pensamiento filosófico), precisaba que el
estudio de la filosofía afirmaba cada vez más su convicción en la
“necesidad absoluta de asociar la teoría y la práctica, pues la
práctica sin teoría es ciega, y la teoría sin práctica es estéril. Es
de una importancia capital para el proletariado que debe no sólo
explicar científicamente la realidad, sino transformarla radicalmente
para sí y para su pueblo”.
Dimitrov se refirió en detalle a las cuestiones planteadas acerca de
la función y las tareas de la revista “Filosofska Misl”. Indicó en
modo especial, que la revista tenía que desenmascarar y extirpar por
todos los medios la ideología fascista (el racismo, la teoría de la
dominación de las razas “superiores” sobre las razas “inferiores”, el
“führerismo”, la teoría del superhombre, el “chovinismo”
gran-búlgaro); que debía denunciar y estigmatizar toda falsificación
fascista de la historia en general y de la historia búlgara en
particular. La revista, decía Dimitrov, debe ayudar a los
intelectuales a formarse una concepción del mundo marxista-leninista,
científica. Debe examinar desde el punto de vista marxista los
problemas nuevos planteados por la práctica de la construcción
socialista. Dimitrov exigía un lenguaje claro, accesible a los
lectores. Para mejorar constantemente la revista, se necesitan
conocimientos, un inmenso trabajo de sistematización y una severa
autocrítica.
Dimitrov enseñaba a los comunistas y a todos los trabajadores búlgaros
a permanecer vigilantes, a desenmascarar implacablemente a todos los
enemigos del pueblo, a conservarse fieles hasta el fin a la causa de
la liberación de la clase obrera, a la causa del comunismo, a seguir
siempre y en todo las enseñanzas del Partido Comunista de la Unión
Soviética.
El pueblo búlgaro, bajo la dirección del Partido Comunista de Bulgaria
edifica con éxito el socialismo. Su amistad cada vez más sólida con
los pueblos de la Unión Soviética y de todos los países del campo de
la paz, de la democracia y el socialismo, constituye la garantía de su
victoria.
No figura en el Diccionario filosófico · 1965
No figura en el Diccionario de filosofía · 1984