FICHTE, Juan Amadeo

Juan Amadeo Fichte (1762-1814)

Contenido

Diccionario filosófico marxista · 1946:114-115

Idealista subjetivo, uno de los representantes del idealismo clásico
alemán. Fichte aspira a superar el dualismo de Kant (ver), eliminando
la “cosa en sí”, criticando a Kant desde la derecha, es decir, desde
la posición del idealismo subjetivo puro. Negando la existencia de
las cosas, de los objetos y de la materia, fuera del hombre, Fichte
hizo del “yo absoluto” el punto de partida fundamental de su
filosofía. El “Yo” absoluto, según Fichte, es diligente, activo. La
fuente de esta actividad y del desarrollo del “Yo” absoluto son las
contradicciones internas. Fuera del “Yo” absoluto existe el “Yo”
finito, limitado, empírico. El “no-Yo”, es decir, la Naturaleza, que
está enfrente del “Yo”, según Fichte no existe objetivamente, fuera de
nosotros; el “no-Yo” o la Naturaleza es considerado por él como
producto de la actividad del “Yo” absoluto. « El mundo es el no-Yo,
creado por nuestro “Yo”, dijo Fichte» (Lenin). Tanto el “Yo”
empírico, como el “no-Yo” empírico, o en otras palabras, tanto la
conciencia individual como la Naturaleza, según Fichte se fusionan en
la conciencia absoluta. Fichte sostenía el punto de vista de la
identidad del sujeto con el objeto. Según definición de Lenin, Fichte
era el “representante clásico del idealismo subjetivo”. Fichte, dice
Lenin, « se imaginó que había relacionado “indisolublemente” el “yo” y
el “medio”, la conciencia y la cosa, que había “resuelto” el problema,
invocando el hecho de que el hombre no puede saltar fuera de sí mismo.
En otras palabras, repite el argumento de Berkeley: yo percibo sólo
mis sensaciones, yo no tengo derecho a suponer “objetos en sí” fuera
de mi sensación. Las diversas maneras de expresión de Berkeley en
1710, de Fichte en 1801 y de Avenarius en 1892-94, no cambian en
absoluto el fondo del asunto, es decir, la línea filosófica
fundamental del idealismo subjetivo” (Lenin). Sin embargo, el
idealismo subjetivo de Fichte contiene un elemento positivo, lo que no
se puede decir del idealismo subjetivo de Berkeley y de Avenarius. En
contraposición al viejo materialismo mecanicista premarxista, Fichte
destacó y desarrolló el aspecto dialéctico activo, diligente, del
raciocinio. Sobre su concepción del mundo ejerció una gran influencia
la revolución burguesa de Francia de 1789, que expresaba los intereses
de la burguesía radical. Fichte llevó una lucha activa contra el
atraso feudal de Alemania, por la libertad democrática, por la
república, por la unificación de Alemania. Por su radicalismo
político, los reaccionarios quitáronle el derecho a ocupar su cátedra
en la Universidad de Jena.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:189-191

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Eminente filósofo alemán, idealista subjetivo y uno de los
representantes de la filosofía clásica alemana. Discípulo de Kant en
sus comienzos, Fichte no tardó en someter a crítica el elemento
materialista del kantismo, la admisión de la existencia objetiva de la
“cosa en sí”, que considera como un apéndice ilegítimo e ilógico del
sistema kantiano. Partiendo de la tesis de Kant, según la cual, la
conciencia sería el origen de la naturaleza, Fichte llevó al extremo
las tendencias subjetivas de esa filosofía. Pero si Kant enfoca el
“Yo” (la conciencia del hombre) desde el punto de vista de su relación
con el objeto en el curso del conocimiento, Fichte hace del “Yo” la
única realidad, la fuerza creadora omnipotente de la que derivan todas
las cosas y que coincide, en fin de cuentas, con la conciencia de sí
de la humanidad entera. El “Yo” de Fichte es la razón, pero también
es la voluntad; es el conocimiento, pero también, la acción. Y estima
que el rasgo específico de la razón es el de crear el ser y no el de
contemplarlo o reproducirlo. “¡Actuar! ¡Actuar! –¡he ahí nuestra
razón de ser!” Hay que hacer notar además, que si bien pone el acento
en el lado activo del sujeto, la concepción de Fichte no rebasa el
marco del idealismo subjetivo, pues desconoce el fundamento objetivo
de la actividad humana, el mundo material exterior con sus leyes. Al
hacer del “Yo” el demiurgo del mundo objetivo, Fichte llega
prácticamente a afirmar que nada existe fuera del sujeto. Este
sistema anticientífico, completamente refutado por la práctica humana,
lleva el nombre de solipsismo (ver).

Para escapar a una conclusión semejante, Fichte concibe el “Yo puro”
como una conciencia humana universal que, sin coincidir con la
conciencia individual, constituye el substrato latente de ella. El
“Yo puro” es un “sistema perfectamente cerrado y acabado, es
perfectamente idéntico en todos”. De ese “Yo” supraindividual
absoluto, Fichte deduce, de una manera totalmente escolástica y
artificial, la existencia de los hombres, una multitud de “Yo”
empíricos. Con su punto de partida falso, se ve obligado a recurrir a
la especulación hueca para demostrar la existencia de los hombres,
ilustración notable del atolladero a que se ve conducida la filosofía
por el idealismo subjetivo. Otra modificación que Fichte aporta al
“Yo” de Kant, consiste en la inclusión del proceso de desarrollo en la
conciencia. Al no estar regido por las leyes de la propia naturaleza,
afirma, el devenir se limitaría al esfuerzo creador del “Yo” absoluto
que engendra perpetuamente el mundo (el “No-yo”) y se enriquece a sí
mismo. Este “Yo” universal “creado a partir de nada” y que toma
conciencia de sí, se convierte al mismo tiempo en el artesano de la
naturaleza y de toda la historia humana. Esta doctrina idealista
implica una hipótesis racional sobre el papel de la práctica en el
conocimiento, en la historia en general. En suma, Fichte sostiene que
al transformar la naturaleza, el hombre se transforma a sí mismo, que
el objeto del conocimiento es a la vez, el objeto de la actividad
humana. Oponiéndose a los materialistas metafísicos, para quienes el
conocimiento es engendrado por la acción de las cosas exteriores sobre
las facultades cognoscitivas del hombre, Fichte demuestra, aunque bajo
una forma idealista, que el hombre sólo llega a conocer los objetos
actuando sobre ellos, transformándolos, creándolos. Vale decir, que
Fichte tuvo la intuición profunda del carácter dialéctico de la acción
recíproca entre el sujeto y el objeto, la teoría y la práctica.

La actividad del “Yo” de Fichte representaba una tentativa de
legitimar, en el plano de la abstracción idealista, las
transformaciones democráticas burguesas. En su Llamamiento a los
soberanos de Europa para que concedan la libertad de pensamiento
oprimida por ellos hasta el presente, Fichte proclama, en un todo de
acuerdo con sus principios idealistas, que todas las libertades
cívicas tienen por origen la libertad de pensamiento, lo cual
significa desconocer las causas materiales de la desigualdad social,
de la dominación del hombre. Se pronuncia por la abolición de los
privilegios jerárquicos y de la servidumbre, reivindica un régimen
democrático burgués y, al fustigar la arbitrariedad de los señores y
la autocracia de los reyezuelos feudales, exclama: “Si los príncipes
se convirtieran en esclavos aprenderían a respetar la libertad”.
Sobre la misión de un sabio es una requisitoria contra la opresión de
los campesinos por los feudales: “Quienquiera se considere el amo de
los demás, es, él mismo, un esclavo. Si no lo es siempre en realidad,
no deja de tener un alma de esclavo, y se arrastrará cobardemente ante
el primero que llegue, que demuestre ser más fuerte y que lo
subyugue”. En su lucha contra la invasión napoleónica, Fichte llamaba
a los alemanes a defender la soberanía nacional, pero realzaba con
patriótica exageración el papel histórico de Alemania. Fue un campeón
de la unificación nacional de su país.

A partir de 1802, Fichte abandona las ideas progresistas y se muestra
cada vez más dispuesto a aceptar el régimen feudal. Predica la “vida
bienaventurada”, afirma que el conocimiento es una “revelación divina”
y que el objeto de su filosofía es el de propagar este principio:
“Ofreceos a Dios, y lo hallaréis en vosotros mismos”. La mezcla de
elementos avanzados y reaccionarios en la filosofía de Fichte,
reflejaba las vacilaciones de la burguesía alemana de la época, en
quien las aspiraciones progresistas se unían al servilismo de los
feudales.

Obra capital: Doctrina de la ciencia.

Diccionario filosófico · 1965:174-175

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Filósofo alemán, segunda figura en el tiempo –después de Kant– del
idealismo alemán clásico. Profesor de las Universidades de Jena (de
la que fue despedido por acusación de ateísmo) y de Berlín. Fichte
criticaba los privilegios estamentales, era partidario de la
unificación de Alemania y de poner fin a la fragmentación feudal.
Subrayó el significado de la filosofía «práctica» de las cuestiones
relacionadas con la fundamentación de la moral y de la estructura
jurídica del Estado, pero redujo la «práctica» a la actividad de la
mera conciencia moral. Consideraba como premisa de la filosofía
«práctica» un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia
sobre la ciencia o «teoría» de la ciencia». En la base de la Teoría
de la ciencia de Fichte (1794) se encuentra la concepción del
idealismo subjetivo. Fichte desechó la teoría de Kant sobre la «cosa
en sí» e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda
la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste
en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto
al que atribuye actividad sin fin y al que considera creador del
mundo. El «Yo» inicial fichteano no sólo no es un «Yo» individual ni
una substancia análoga a la substancia de Spinoza, sino la actividad
moral de la conciencia. De este «Yo» místico inicial, infiere Fichte
el «Yo» singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan
sólo un sujeto humano limitado o «Yo» empírico, al que se contrapone
la naturaleza, también empírica. De ello saca Fichte en conclusión
que la filosofía teórica, después de admitir el «Yo» y el «no-Yo» los
contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo «Yo»
absoluto como resultado de su limitación o división. Siguiendo este
original método de «admisión» «contraposición» y «síntesis», Fichte
desarrolló un sistema de categorías del ser y del pensar tanto
teóricas como prácticas. El método de Fichte, en el que están
desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina
«antitético», pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis,
sino que la coloca al lado de ella como su opuesto. Fichte tomaba
como órgano del conocimiento racional la contemplación mental
inmediata de la verdad, es decir, la «intuición intelectual». En la
filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo
subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que
se acentuaron en los últimos años de su vida. En ética, el problema
capital, para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba
un interés creciente en virtud de los acontecimientos de la Revolución
Francesa. De modo análogo a Spinoza, Fichte no ve en la libertad un
acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la
necesidad ineludible. Sin embargo, a diferencia de Spinoza, Fichte no
hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que
pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el
individuo pertenece. No encontrando fuerzas para superar las
ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de su tiempo,
Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad burguesa
alemana en forma de «Estado comercial cerrado». Expresando las
peculiaridades del desarrollo burgués de Alemania, dicho proyecto se
distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de
la excepcionalidad de la nación alemana. Los clásicos del
marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y
los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Engels citó a
Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes tienen a
orgullo descender.

Diccionario de filosofía · 1984:167-168

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)

Filósofo alemán. Por el tiempo es el segundo, después de Kant,
representante del idealismo clásico alemán. Profesor de la
Universidad de Jena (fue destituido por acusación de ateísmo) y de la
Universidad de Berlín. Fichte criticaba los privilegios estamentales
y abogaba por la unificación de Alemania y la liquidación del
fraccionamiento feudal. Subrayó la importancia de la filosofía
“práctica” –cuestiones de la fundamentación de la moral y de la
organización jurídico-estatal–, pero redujo la “práctica” únicamente a
la actividad de la conciencia moral. Consideraba como premisa de la
filosofía “práctica” un sistema teórico científicamente elaborado, a
saber, la ciencia sobre la ciencia: “teoría de la ciencia”. La Teoría
de la ciencia (1794) se asienta en la teoría del idealismo subjetivo.
Fichte rechazó la doctrina kantiana de la “cosa en sí” y trataba de
deducir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de
formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo
establece un sujeto absoluto, dotándolo de una enérgica actividad
infinita y considerándolo creador del mundo. El método de Fichte, en
el que se desarrollan ciertos rasgos de la dialéctica idealista, se
llama “antitético”, ya que la antítesis propiamente no se deduce de la
tesis, sino que se coloca junto a ésta, como su contrario. Fichte
sostenía que el órgano del conocimiento racional es la contemplación
directa de la verdad por la razón. La principal para Fichte era la
doctrina del idealismo subjetivo, pero en su filosofía se advierte la
tendencia hacia el idealismo objetivo, que se acentuó en los últimos
años de su vida. En ética, el problema central para Fichte es la
cuestión de la libertad. Su interés por esta cuestión aumentó gracias
a los acontecimientos de la revolución burguesa en Francia. Lo mismo
que Spinoza, Fichte no considera la libertad como un acto inmotivado,
sino como la acción basada en el conocimiento de la necesidad. Pero,
a diferencia de aquel filósofo, Fichte no pone el grado de libertad
accesible a los hombres en dependencia de la sabiduría individual,
sino de la época histórica en que vive el individuo. Sin poder
superar las ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de
aquel entonces, Fichte traza un proyecto utópico de organización de la
sociedad burguesa alemana en forma de “Estado comerciante cerrado”.
Expresando las particularidades del desarrollo burgués de Alemania,
dicho proyecto está marcado por varios rasgos reaccionarios,
comprendido el de la excepcionalidad, propio del nacionalismo alemán.
Los clásicos del marxismo-leninismo dieron una profunda valoración de
los aspectos progresistas y también reaccionarios de la doctrina de
Fichte.

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