HERÁCLITO de Éfeso

HERÁCLITO de Éfeso

Contenido

Diccionario filosófico marxista · 1946:132

Heráclito de Éfeso (vivió alrededor de los años 544-484 antes de nuestra era)

Filósofo de la Grecia Antigua. En los fragmentos de su obra Sobre la
Naturaleza llegados hasta nosotros hay “una excelente definición de
los principios del materialismo dialéctico’ (Lenin). Por su método y
manera de abordar los fenómenos de la Naturaleza, Heráclito es el
filosofo más grande de la Antigüedad. Heráclito enseñaba que “el
mundo forma una unidad por sí mismo y no ha sido creado por ningún
dios ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será eternamente un
fuego vivo que se enciende y se apaga con arreglo a leyes”. El fuego,
según Heráclito, es la primera materia y la primera fuerza. El fuego
se convierte en agua y en tierra; así lo único se transforma en mucho,
en todo. El fuego “se apaga”, “muere”, convirtiéndose en agua y en
tierra; a este proceso de “extinción” del fuego lo llama Heráclito el
“camino hacia abajo”. Pero “el camino hacia arriba y hacia abajo” es
uno y el mismo. Simultáneamente surge del agua la muerte del fuego:
todo deviene único; todas las cosas se convierten en fuego, –el fuego
“se enciende”, “nace”; es el “camino hacia arriba”. Igual que se
cambia oro por mercancías y las mercancías por oro, así también el
fuego universal se transforma en todas las cosas y viceversa. La vida
del mundo no depende de la voluntad, de la “providencia” de los
dioses, La creación –la creación y la destrucción del fuego de las
cosas– es espontánea, y Heráclito la compara con el juego de un niño.
Heráclito es un hilozoísta (ver: Hilozoísmo). El mundo, según
Heráclito, se halla en un proceso eterno de nacimiento y de
destrucción: “todo fluye, todo cambia”. “En este mismo río entramos y
no entramos”. El mundo se compone de contrarios que llevan una lucha
entre sí: “La guerra es la madre y reina de todas las cosas”. Los
contrarios se convierten los unos en los otros: “lo frío se calienta,
lo caliente se enfría; lo húmedo se seca, lo seco se humedece”. Por
eso, la presencia de un contrario condiciona la existencia del otro
contrario: “la enfermedad hace dulce la salud”. Heráclito afirmaba la
identidad de los contrarios: del día y de la noche, del invierno y del
verano, de la guerra y de la paz, de la saciedad y del hambre, del
bien y del mal, &c. Todos los cambios están sujetos a leyes
estrictas. “Todo se produce gracias al conflicto y a la necesidad”.
Estas leyes inherentes a la propia sustancia material son llamadas por
Heráclito “el logos”.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:44

Heráclito de Efeso (aproximadamente 544-484 antes n.e.)

Antiguo filósofo materialista y dialéctico griego. En los fragmentos
de su obra llegados a nosotros, se da “una excelente exposición de los
principios del materialismo dialéctico” (Lenin). Heráclito enseñaba
que “el mundo, unidad de todo, no ha sido creado por nadie entre
dioses, ni por nadie entre hombres, sino que fue, es y será un eterno
fuego vivo, que se enciende y se extingue con sujeción a leyes”. La
causa de todas las cosas en una primera sustancia material: el fuego.
El mundo se halla en una corriente eterna: “todo fluye, todo
perpetuamente cambia”; “no se puede entrar dos veces en el mismo río”.
El desarrollo se origina por la lucha de principios en contradicción.
Todos los cambios de las cosas se subordinan a una rigurosa sujeción a
leyes, que Heráclito llamaba “logos”, que significa: razón, ley. El
logos está inmanente en la misma sustancia material, el fuego, y viene
a ser, según Heráclito, la ley de la naturaleza misma.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:229-230

Heráclito de Efeso (alrededor de 540-480 a.n.e.)

Filósofo materialista de la Grecia antigua, uno de los fundadores de
la dialéctica. Heráclito enseñaba que “el mundo forma una unidad por
sí mismo y no ha sido creado por ningún dios ni por ningún hombre,
sino que ha sido, es y será un fuego vivo que se enciende y se apaga
con arreglo a leyes”. Según Heráclito, el fuego es el elemento
primario de todas las cosas, es la fuerza primaria. Gracias a la
metamorfosis del fuego, la materia se transforma en agua y en tierra,
y de ahí, lo único se convierte en múltiple, en todo. El fuego “se
extingue”, “muere”, convirtiéndose en agua y tierra; y este proceso de
la “muerte” del fuego, Heráclito lo llama “camino hacia abajo”. Pero
“el camino hacia abajo y hacia arriba es el mismo”. El agua da
nacimiento a un torbellino de fuego; el todo deviene único, todas las
cosas se convierten en un fuego que “se enciende”, que “nace”: es “el
camino hacia arriba”. Igual que se cambia oro por mercancías y
mercancías por oro, así también el fuego universal se transforma en
todas las cosas e inversamente. El fuego es la materia, el substrato
de todas las metamorfosis, la conexión universal.

Según Heráclito el mundo sufre creaciones y destrucciones perpetuas,
pues todo fluye, todo cambia. Tal como lo dice un documento antiguo,
“Heráclito eliminaba del universo el reposo y la inmovilidad. Pues
eso era una propiedad de muerte. Atribuía movimiento a todas las
cosas: movimiento perpetuo a las cosas eternas, y movimiento temporal
a las cosas perecederas”. Heráclito estima que el mundo se compone de
contrarios en lucha que se convierten recíprocamente: “frío-caliente;
caliente-frío; húmedo-seco; seco-húmedo”. Así, la presencia de un
contrario determina la de otro: “La enfermedad hace agradable la
salud”. Heráclito señala que los contrarios se hallan vinculados y
que su lucha constituye la fuente del desarrollo, del cambio. Todos
los cambios se hallan sometidos a leyes rigurosas, y la vida del mundo
no depende de los dioses. “Todo se produce por medio de lucha y
necesariamente”. Esta necesidad inherente a la substancia material es
llamada “logos” por Heráclito.

La dialéctica se hallaba limitada por la época. El movimiento se
reduce al retorno cíclico de la naturaleza. La idea del desarrollo
progresivo le era extraña. Heráclito era hilozoísta (ver Hilozoísmo).
En lo que concierne a la teoría del conocimiento, sostenía ideas
materialistas, y estimaba que el conocimiento debe revelar la
presencia de la naturaleza en su desarrollo continuo. Es preciso
prestar oídos a la voz de la naturaleza, “actuar de conformidad con la
naturaleza”, decía. Destacaba el papel del conocimiento sensible, así
como también el de la razón. Heráclito era intérprete de los
intereses de clase de los esclavistas, enemigo de la democracia
antigua.

Diccionario filosófico · 1965:213

Heráclito (ap. 544 – ap. 483 a.n.e.)

Filósofo materialista y dialéctico griego. Natural de Éfeso (Asia
Menor); de linaje aristocrático. Su obra De la naturaleza, de la que
nos han llegado sólo fragmentos, era famosa en la Antigüedad clásica
por la profundidad de su pensamiento y por lo enigmático de su
exposición (de ahí que se le llaman “el Oscuro”). Según Heráclito, la
sustancia primera de la naturaleza es el fuego, la más susceptible de
cambio y la más móvil. Del fuego proceden el mundo entero, las cosas
singulares y hasta el alma. “Este mundo, que es el mismo para todos,
no lo ha creado ninguno de los dioses o de los hombres, sino que
siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con
medida y se apaga con medida”. Lenin observó que este aforismo
constituye “una exposición excelente de los principios del
materialismo dialéctico” (t. XXXVIII, pág. 347). Todas las cosas
surgen del fuego en virtud de una necesidad que Heráclito denomina
“logos”. El proceso universal es cíclico: transcurrido el “gran año”,
todas las cosas se convierten otra vez en “fuego”. La vida de la
naturaleza es un proceso incesante de movimiento. En ese proceso,
toda cosa y toda propiedad se transforman en su opuesto: lo frío se
vuelve caliente; lo caliente, frío, &c. Como quiera que todo, al
cambiar incesantemente, se renueva, no es posible entrar dos veces en
el mismo río: nuevas aguas bañan al que entra en él por segunda vez.
En la vida humana, este paso de todo a su contrario no es un simple
cambio, sino una lucha. Tal lucha es universal, “el padre y el rey de
todas las cosas”. En la lucha de contrarios se manifiesta, sin
embargo, su identidad: una misma cosa es el camino hacia arriba y el
camino hacia abajo, la vida y la muerte, &c. La universalidad del
cambio y del paso de cada propiedad a su contraria hacen que todas las
cualidades sean relativas. En la base del conocimiento se encuentran
las sensaciones. Si algo quedara encubierto a la luz perceptible por
los sentidos, no podría escapar a la luz de la razón. Heráclito
contrapone su concepción del mundo a la concepción que del mundo
tienen la mayor parte de sus contemporáneos y conciudadanos. Las
ideas aristocráticas de Heráclito acerca de la sociedad se dan en él
combinadas con algunos rasgos progresivos: Heráclito se manifiesta
contra el derecho consuetudinario tradicional defendido por los
aristócratas, al que contrapone la ley promulgada por el Estado, ley
por la cual los hombres han de luchar como por los muros de su ciudad
natal.

Diccionario de filosofía · 1984:204-205

Heráclito (ca. 544-ca. 483 a. n. e.)

Filósofo materialista y dialéctico antiguo griego Nació en Éfeso (Asia
Menor), aristócrata de origen. La obra de Heráclito Sobre la
naturaleza, que llegó a nosotros sólo en fragmentos, era famosa en la
Antigüedad por su profundidad de pensamiento y el carácter enigmático
de la exposición (de ahí el apodo de Heráclito: “oscuro”). Según
Heráclito, la substancia primaria de la naturaleza es el fuego,
elemento más capaz para el cambio y movible. El fuego dio origen al
mundo en conjunto, a las cosas e incluso al alma. “Este mundo, que es
el mismo para todo lo existente, no lo ha creado ningún Dios ni ningún
hombre, sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo, que
con orden regular se enciende y con orden regular se apaga”. Según
dijera Lenin, ese aforismo es “una exposición muy buena de los
principios del materialismo dialéctico” (t. 29, p. 311). Todas las
cosas surgen del fuego de acuerdo con la necesidad, que Heráclito
llama “logos”, pero el proceso mundial es cíclico: todas las cosas
vuelven a convertirse en “fuego”. La vida de la naturaleza es un
proceso ininterrumpido de movimiento. En él, toda cosa y toda
propiedad se transforma en su contrario: lo frío se convierte en
caliente; lo caliente, en frío. Puesto que todo cambia y se renueva
continuamente, no es posible sumergirse dos veces en el mismo río,
pues el que se sumerge por segunda vez, entra ya en aguas nuevas. En
la vida humana, esta transformación de todo en su contrario no es un
simple cambio, sino lucha de carácter universal. En la lucha de los
contrarios se manifiesta, empero, su identidad: es lo mismo el camino
hacia arriba que el camino hacia abajo, la vida y la muerte, &c. La
universalidad del cambio y la transformación de cada propiedad en su
contrario hacen relativas todas las cualidades. El conocimiento se
apoya en las sensaciones. Ahora, bien, sólo el pensamiento conduce a
la sabiduría. Si algo quedara oculto de la luz percibida por los
sentidos, no podría esconderse de la luz de la razón. Heráclito opone
su concepción del mundo a la de mayoría de sus contemporáneos y
compatriotas. Las opiniones aristocráticas sobre la sociedad se
conjugan en Heráclito con algunos rasgos progresistas: se pronuncia
contra el derecho tradicional no escrito, defendido por los
aristócratas, y le opone la ley establecida por el Estado, por la cual
la gente debe combatir como por las murallas de su ciudad natal.

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