Robert Owen (1771-1858)
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DEP-BZM
Relevante socialista utópico inglés.
En 1808, empezó a dirigir una importante fábrica en New Lanark
(Escocia), donde estableció la jornada de trabajo de 10 horas y media
(en aquel entonces, muy corta), fundó una escuela para los hijos de
los obreros, un jardín de la infancia, una casa cuna, etc.
No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946
Diccionario filosófico abreviado · 1959:395-396
Célebre socialista utópico del siglo XIX. De 1800 a 1829, dirigió una
gran fábrica en New Lanark (Escocia). Owen redujo la jornada de
trabajo a diez horas y media, mientras que en las demás empresas era
de trece y de catorce horas; mejoró las condiciones de vida y de
trabajo de los obreros, fundó una escuela modelo para los hijos de los
obreros, organizó una casa-cuna y un jardín infantil. En su primera
obra “Nuevos juicios sobre la sociedad o ensayos sobre la formación
del carácter humano” (1813-1814), Owen da cuenta de su experiencia de
New-Lanark y de los principios de su actividad. Sus ideas
filantrópicas lo condujeron al comunismo. Fue un viraje en su vida.
Convencido de que sus ideas eran justas y realizables, Owen partió a
Norteamérica para organizar allí la colonia comunista “Nueva Armonía”.
Pero sufrió un fracaso y volvió a Gran Bretaña donde tomó una parte
activa en el movimiento obrero sindical y cooperativo, del que se
apartaría más tarde. Su doctrina terminó por tomar un carácter
sectario. Owen murió a la edad de 87 años, y sus ideas desempeñaron
un papel positivo durante las décadas del treinta y el cuarenta del
siglo pasado. Owen contribuyó mucho a la instrucción de los obreros,
y Engels apreció su prolongada actividad del modo siguiente: “Todos
los movimientos sociales, todos los programas reales registrados en
Inglaterra en interés de la clase trabajadora, van asociados al nombre
de Owen” (Engels, “Del socialismo utópico…”, en Marx/Engels, Obras
escogidas, t. II, p. 117, Ed. esp., Moscú, 1952).
Su concepción social acerca a Owen a los materialistas franceses del
siglo XVIII. Afirmaba que el hombre es un producto de las
circunstancias y que su carácter se forma al margen de su voluntad.
No son los hombres los culpables por sus defectos y sus vicios, sino
el régimen social en que viven. Los crímenes de los hombres son los
crímenes de la propia sociedad; castigar a los individuos, víctimas de
la ignorancia y de los errores de la sociedad, es una injusticia
clamorosa. No hay más que modificar las condiciones de la vida
social, mejorar el orden social, y las costumbres de los hombres
cambiarán, concluye Owen, en todo de acuerdo con los filósofos del
siglo XVIII. Pero los materialistas franceses preconizaban la
sociedad fundada sobre la propiedad privada y las libertades
burguesas, mientras que para Owen, esta sociedad era tan imperfecta
como el régimen feudal. Sólo la sociedad socialista es perfecta.
Owen se elevaba contra los economistas burgueses, que se esforzaban en
demostrar que el régimen capitalista es natural y razonable. Según
Owen, la sociedad burguesa sólo es temporal. A diferencia de los
filósofos franceses que se limitaban a reivindicar la abolición de los
privilegios de casta, Owen aspiraba a la supresión de las
contradicciones de clase, al establecimiento de la igualdad social
entre los hombres. Criticaba severamente el régimen capitalista: la
propiedad privada, la estructura de clase, la división del trabajo, el
reino de la competencia, la depauperación creciente de los obreros,
&c. “¡Qué locura!”, exclamaba Owen con indignación, “que el sistema
social irrazonable de hoy haya apartado de su camino a esta fuerza
enorme; que en lugar de riquezas y virtudes, no engendre sino miserias
y crímenes!”. En esta contradicción, Owen veía uno de los flagelos de
la sociedad. Sin embargo, como todos los socialistas utópicos, Owen
estima que la raíz del mal social no está en el modo de producción
capitalista, sino en la ignorancia de los hombres, que son
inconscientes de su propia naturaleza. Creía que las contradicciones
sociales serían eliminadas por medio de la difusión de conocimientos y
de la verdad. Owen consideraba la historia como idealista, viendo en
ella sólo un progreso gradual de los conocimientos humanos. Soñando
con un orden social nuevo, socialista, en el que la comuna sería la
célula elemental, Owen se alzaba contra la lucha revolucionaria del
proletariado. En su opinión, la refundición socialista de las
relaciones sociales no puede ser realizada por medio de la violencia,
por medio de la revolución. Al igual que los otros socialistas
utópicos, Owen no comprendía el papel histórico de la clase obrera.
Fundaba sus esperanzas en la iniciativa de las clases dirigentes y en
los gobiernos, pero en vano solicitó su concurso para la instauración
de un orden social razonable. Owen dirigió sus proyectos a Nicolás I,
a la reina Victoria, &c.
Los defectos esenciales del socialismo de Owen, subrayaba Engels,
residen en su tolerancia hacia la burguesía, en el carácter abstracto
de sus principios, en la incomprensión de las leyes del desarrollo
histórico. Los socialistas ingleses, escribe Engels, son
“perfectamente suaves y apacibles”, y consideran el “furor” de los
obreros contra los burgueses como estéril. Ellos predican la
filantropía y el amor universal. Pero los méritos históricos de Owen
son grandes. Como las doctrinas de Saint-Simon (ver), y de Fourier
(ver), la de Owen constituye una de las fuentes del comunismo
científico. (Ver igualmente Socialismo utópico).
Diccionario filosófico · 1965:340
Socialista utópico, representante de la corriente socialista inglesa.
Procedente de una familia de artesanos, se ganó el sustento desde los
diez años. De 1791 a 1828, participó en actividades capitalistas y
dirigió grandes fábricas. Conocía mejor que otros utopistas los
aspectos negativos del sistema capitalista, y en el período de la
revolución industrial criticó duramente tales aspectos. Desplegó una
labor filantrópica, fue el iniciador de la legislación fabril.
Posteriormente, orientó sus aceradas críticas contra la propiedad
privada, contra la religión que la santificaba y contra el matrimonio
burgués. Owen era partidario del racionalismo (que en el siglo XIX ya
había envejecido) y ateo, si bien con algunas tendencias hacia el
deísmo. Señaló la influencia decisiva del régimen social sobre el
hombre. Interpretaba con un criterio idealista la historia como
progreso gradual de la autoconciencia humana; veía la raíz de las
calamidades sociales en la ignorancia de la gente. Entre las medidas
para preparar un nuevo mundo moral (es decir, socialista), Owen
confería una importancia extraordinaria a la educación. Aportó muchas
ideas valiosas a la pedagogía teórica y práctica. Hacia 1820, Owen
había formado ya sus concepciones capitales, constituyendo un sistema
al que más tarde empezó a denominar socialista. Sus principios eran:
comunidad de posesión y de trabajo, combinación del trabajo
intelectual y físico, desarrollo multilateral de la personalidad,
igualdad de derechos. En su teoría socialista, el trabajo industrial
y el agrícola se unen, con la particularidad de que se da la
preferencia a este último. La futura sociedad sin clases, según Owen,
ha de ser una federación libre de comunidades que se gobiernan a sí
mismas; cada una de ellas agrupará de 300 a 2.000 personas. Owen
hacía especial hincapié en la distribución. No comprendía la
necesidad de la revolución social y cifraba en los gobiernos burgueses
la principal esperanza para la obra de transformar la sociedad.
Organizó comunas de trabajo (las principales fueron la “Nueva
Armonía”, en los Estados Unidos, desde 1825 hasta 1829, y la
“Harmony-Hall”, en Inglaterra, desde 1839 hasta 1845), así como
mercados de trueque; todas estas empresas fracasaron. Owen fue el
único de los grandes utopistas que vinculó su actividad al destino de
la clase obrera; a principios de la década de 1830, participó
activamente en el movimiento sindical y cooperativista inglés; en
cierta medida, sus ideas –en aquella época– se anticipaban al
sindicalismo. Pese a que no comprendió el papel histórico de la clase
obrera, Owen, hasta su muerte, permaneció al lado de ella.
Diccionario de filosofía · 1984:323
Socialista utópico inglés. En 1791-1829 participó en la actividad
empresarial, administró grandes fábricas, por lo cual conocía mejor
que otros utopistas los aspectos negativos del sistema capitalista.
Owen se dedicó a la filantropía, fue fundador de la legislación
fabril. Más tarde enfiló su crítica contra la propiedad privada,
contra la religión que la santifica y contra el matrimonio burgués.
Owen es seguidor del racionalismo, ateo, con ciertas inclinaciones
hacia el deísmo. Hacía constar la influencia decisiva que en el
hombre ejerce el régimen social. Interpretaba de modo idealista la
historia como progreso gradual en el autoconocimiento y veía la raíz
del mal social en la ignorancia de los hombres. Entre las medidas que
preparan un “mundo moral nuevo” (es decir, socialista), Owen atribuía
extraordinaria importancia a la educación y formuló muchas ideas
valiosas para la teoría y la práctica de la pedagogía. Hacia 1820 se
configuraron las ideas fundamentales de Owen, cuyo sistema él empezó a
llamar más tarde socialista. Sus principios son: la comunidad de
posesión y de trabajo, la conjugación del trabajo intelectual y el
manual, el desarrollo integral del individuo y la igualdad de
derechos. La futura sociedad sin clases es una federación libre de
comunidades autogestionadas, cada una de las cuales agrupa de 300 a
2.000 personas. Owen hacía hincapié principalmente en la
distribución. Sin comprender la necesidad de la revolución social
vinculaba la esperanza en la transformación de la sociedad con los
gobiernos burgueses. Organizó comunas de trabajo (las principales de
ellas fueron “Nueva Armonía” en EE.UU., 1825-1829, y “Harmony-Hall” en
Inglaterra, 1839-1845), así como mercados de cambio, pero todos ellos
fracasaron. Owen fue el único de los grandes utopistas que ligó su
actividad al destino de la clase obrera, aunque, lo mismo que ellos,
no comprendió su papel histórico; a comienzos de los años 30 del siglo
19 participó activamente en el movimiento sindical y cooperativo
inglés; sus ideas en cierta medida anticiparon el sindicalismo.