ZENÓN de Elea

Zenón (de Elea) (aprox. 490-430 a.n.e.)

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959

Diccionario filosófico · 1965:492

Uno de los representantes de la escuela eleática.

Fue el primero en introducir el uso de la forma dialogada. Es
conocido por sus paradojas lógicas, que plantean en forma negativa
importantes cuestiones sobre la naturaleza dialéctica del movimiento.
Para Zenón el ser es no contradictorio, y si lo es, se trata de un ser
imaginario (aparente). Las paradojas de Zenón se reducen a demostrar
que 1) lógicamente es imposible concebir la multiplicidad de las
cosas, 2) admitir el movimiento conduce a una contradicción. Las más
conocidas son sus paradojas contra la posibilidad del movimiento:
“Aquiles y la tortuga”, “La flecha” y otras (Aporía).

Lenin, reflexionando sobre los argumentos de Zenón, subrayó el acierto
de la objeción de Hegel: moverse significa hallarse en este lugar y,
al mismo tiempo, no hallarse en él; es la unidad de la discontinuidad
y la continuidad del espacio y del tiempo, lo que hace posible el
movimiento.

Diccionario marxista de filosofía · 1971:344

Filósofo griego de la Antigüedad de la escuela eleática; formuló las
conocidas tesis (aporías) con las que trató de fundamentar la
imposibilidad del movimiento.

Diccionario de filosofía · 1984:455

Filósofo antiguo griego, representante de la Escuela de Elea
(Eleáticos).

Introdujo por primera vez en filosofía la forma de diálogo. Es famoso
por sus paradojas que plantearon en forma negativa importantes
cuestiones sobre la naturaleza dialéctica del movimiento. Para Zenón
el ser no es contradictorio, por lo cual el ser contradictorio es
imaginario (aparente). Las paradojas de Zenón se reducen a demostrar
que 1) es lógicamente imposible concebir la multiplicidad de las cosas
y 2) la admisión del movimiento conduce a la contradicción. Las más
conocidas son sus paradojas contra la posibilidad del movimiento:
“Aquiles y la tortuga”, “Flecha”, &c. (Aporía).

Reflexionando sobre la argumentación de Zenón, Lenin subrayó la
justedad de la objeción de Hegel contra ella: moverse significa estar
en un lugar y, al mismo tiempo, no estar en él; es la unidad de la
discontinuidad y la continuidad del espacio y el tiempo, lo cual
precisamente hace posible el movimiento.

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