¿Anarquismo o socialismo?

¿Anarquismo o socialismo?

Diccionario filosófico marxista · 1946:17-19

Es el título general de una serie de artículos (en total 12) de J. V.
Stalin publicados bajo el seudónimo de Ko…, en el período comprendido
entre el 21 de junio de 1906 y el 6 de abril de 1907, en cuatro
periódicos bolcheviques georgianos de Tiflis: Ajali tsjovreba (“Nueva
Vida”), Ajali droeba (“Nuevo Tiempo”), Chveni tsjovreba (“Nuestra
Vida”) y Dro (“Tiempo”). Estos trabajos fueron escritos por Stalin a
raíz de la aparición de una serie de artículos de los
anarquistas-kropotkinianos de la Transcaucasia atacando la concepción
del mundo del partido marxista: el materialismo dialéctico. En sus
artículos, Stalin desenmascaró y aplastó ideológicamente a los
enemigos del socialismo, a los mencheviques y anarquistas; defendió y
desarrolló la teoría marxista. Los anarquistas, encubriéndose bajo la
bandera del colectivismo, se hacen pasar por socialistas. Stalin
demuestra en sus artículos que los auténticos socialistas sólo son los
marxistas, que reconocen la necesidad de implantar la dictadura del
proletariado para poder construir un nuevo régimen social basado en la
propiedad colectiva de los medios de producción. En cambio, los
anarquistas, que niegan la necesidad de la dictadura del proletariado
como todos los oportunistas, son los vehículos de trasmisión de la
influencia burguesa sobre el movimiento obrero. Sólo los marxistas
son verdaderos revolucionarios. El anarquismo y el socialismo son dos
doctrinas hostiles entre sí, que en el fondo se niegan mutuamente. El
anarquismo sitúa en el primer plano la liberación del individuo, y su
lema es: todo para el individuo. El marxismo plantea en cambio y en
primer término la liberación de la clase obrera, la liberación de las
masas y de los trabajadores y, a través de la liberación de las masas,
la emancipación efectiva y completa del individuo. La concepción
anarquista del mundo es una mezcla ecléctica de los conceptos
filosóficos más heterogéneos. El marxismo, en cambio, es la única
concepción científica armónica y consecuente del mundo, “un sistema
filosófico del cual brota con toda lógica el socialismo proletario de
Marx. Este sistema filosófico se llama materialismo dialéctico”
(Stalin). El marxismo niega como doctrina hostil, todo género y forma
de metafísica, de idealismo y de materialismo vulgar. Stalin muestra
que la ciencia del marxismo, su filosofía, se cimenta en el desarrollo
de toda la historia, y cada nuevo progreso en el desarrollo de la
ciencia confirma cada vez más la exactitud del marxismo. Al exponer
los fundamentos de la teoría marxista, Stalin nos ofrece ante todo, un
bosquejo general del desarrollo de la Naturaleza en consonancia con el
estado contemporáneo de las ciencias naturales. Antes hubo una
“naturaleza muerta”, externa. No había seres vivos. Luego
aparecieron los primeros. El primer ser vivo carecía de toda
conciencia. Sólo poseía parciales y rudimentarios elementos
sensitivos. A medida que avanzaba la evolución histórica y se
complicaba la estructura de los animales y de su sistema nervioso, las
sensaciones se convertían en conciencia, y, con su aparición, nacía la
posibilidad de conocer el mundo y la Naturaleza. El hombre va
conociendo el mundo circundante mediante las percepciones. Antes de
qua pueda aparecer una idea sobre cualquier objeto determinado, éste
debe existir en la Naturaleza y actuar sobre los órganos de los
sentidos del hombre. Stalin señala que las partes integrantes de la
filosofía marxista son: el método dialéctico, la teoría materialista y
su aplicación a la vida social: el materialismo histórico, que es la
teoría de las leyes que rigen el desarrollo de la Sociedad, teoría de
las leyes de la lucha política. Al analizar el método dialéctico y su
contenido, Stalin no se limita únicamente a dar una fórmula general,
aunque profunda y expresiva, de las leyes dialécticas, sino que las
ilustra con ejemplos vivos y claros tomados del terreno de la lucha de
clases del proletariado, demostrando así el enorme valor que la
dialéctica tiene para poder comprender los problemas básicos de la
lucha por el socialismo. Todo lo que existe en el mundo se halla en
movimiento, en perenne crecimiento y desarrollo ininterrumpidos. «No
en vano dijo Marx: “el movimiento eterno, la eterna
destrucción-creación: tal es la esencia de la vida”» (Stalin). Debido
a que todo en el mundo se mueve, se desarrolla, nace, crece y muere,
en la vida existe siempre lo nuevo y lo viejo, y la lucha entre ambos.
El objetivo principal del método dialéctico consiste en examinarlo
todo en movimiento y, sobre esta base, comprender hacia dónde y cómo
marcha la vida, qué es lo que nace y qué es lo que muere, qué es lo
que se está destruyendo y qué es lo que se está creando. La
comprensión de estas leyes que rigen el movimiento arma a los
revolucionarios con la ciencia que enseña cómo hay que vencer a los
enemigos de la revolución. El movimiento de la vida social tiene dos
formas fundamentales: la evolutiva y la revolucionaria. El movimiento
es evolutivo cuando los elementos progresistas sostienen
espontáneamente la lucha y tratan de introducir pequeños cambios
cuantitativos en las viejas normas. El movimiento es revolucionario
cuando esos elementos progresistas sostienen la lucha por la
transformación cualitativa, radical del viejo régimen, por
reemplazarlo por un nuevo régimen social. Al analizar la filosofía
del marxismo, Stalin señala que la teoría marxista es una teoría
científica monista. Su carácter monista se revela en su concepción de
la Naturaleza como un algo íntegro indivisible qua se manifiesta en
dos formas: material e ideal. El marxismo rechaza tanto el idealismo
como el dualismo. El lado material de la Naturaleza, la existencia,
es el contenido; y el pensar, la conciencia, es la forma. El
contenido determina la forma, la antecede. De aquí la tesis
fundamental de Marx: “No es la conciencia del hombre la que determina
su existencia, sino por el contrario, su existencia social es la que
determina su conciencia”. La base material de la vida social, su
contenido, según el marxismo es el desarrollo económico, el modo de
producción. La evolución jurídica, político-religiosa y filosófica,
es la forma ideológica del contenido, la superestructura. Al cambiar
la base económica, se transforma también más o menos rápidamente, toda
la superestructura. Al exponer la doctrina económica de Marx, Stalin
muestra más adelante la contradicción fundamental que existe en la
sociedad capitalista: la contradicción entre el carácter social de la
producción y la forma capitalista privada de la apropiación. La
revolución proletaria es el único camino que conduce a la solución de
esta contradicción. La revolución es inevitable, pero hoy que
organizarla: hay que organizar y aleccionar a las fuerzas de clase que
la han de realizar. La clase obrera debe crear para ello el partido
marxista internacional, la forma superior de organización de clase del
proletariado, que dirija todas las organizaciones obreras, elabore la
táctica de lucha, cohesione y oriente el trabajo por la senda
revolucionaria: el derrocamiento del zarismo y de la burguesía, y la
organización del socialismo. Tal es, brevemente expuesto, el
contenido fundamental de los formidables trabajos filosóficos de
Stalin, escritos en 1906-1907; trabajos que desempeñaron un enorme
papel en la educación política de los obreros, en la lucha de los
bolcheviques del Cáucaso contra todas las corrientes antileninistas.
Estos artículos fueron una defensa de los fundamentos teóricos del
partido marxista contra los ataques de los enemigos de la clase
obrera.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:16-17

Obra de J. Stalin consagrada a la crítica del anarquismo y a la
exposición de principios de la ideología marxista. Publicada
primeramente bajo la forma de una serie de artículos filosóficos en
los periódicos bolcheviques georgianos de Tiflis (de junio de 1906 a
abril de 1907), Stalin responde en ella a los ataques del anarquista
V. Cherkezishvili, discípulo de Kropotkin, y de sus adeptos M.
Tsereteli y Ch. Goguelia, contra la concepción del mundo del partido
marxista, el materialismo dialéctico y el socialismo científico. Al
criticar la actitud del anarquismo hacia todos los problemas cruciales
de la filosofía y del socialismo científico, Stalin expone y
desarrolla la ideología marxista del socialismo. Demuestra que sólo
son socialistas y revolucionarios auténticos los marxistas que
reconocen la necesidad de la dictadura del proletariado (ver) para
construir un régimen social nuevo fundado sobre la propiedad colectiva
de los medios de producción. En cuanto a los anarquistas, no son ni
socialistas, puesto que preconizan un “socialismo de pequeñas
comunidades”, ni revolucionarios verdaderos puesto que niegan la
necesidad de la dictadura del proletariado. Como todos los
oportunistas, propagan la influencia burguesa dentro del movimiento
obrero.

El anarquismo y el marxismo constituyen dos ideologías distintas,
incompatibles una con la otra. La concepción del mundo de los
anarquistas, es una mezcla ecléctica de las ideas filosóficas más
heterogéneas. El marxismo es la única concepción del mundo científica
y consecuente, “una concepción integral del mundo, un sistema
filosófico del cual se desprende lógicamente el socialismo proletario
de Marx. Este sistema filosófico se llama materialismo dialéctico”
(Stalin, ¿Anarquismo o Socialismo?, en Obras, t. I. p. 304, Ed.
esp., Moscú, 1953). El marxismo rechaza categóricamente como hostiles
a la ciencia, todas las variedades y formas de metafísica, de
idealismo, de materialismo vulgar. En su obra, Stalin analiza la
teoría marxista en estrecha relación con las tareas apremiantes de la
lucha del proletariado. Realiza allí un estudio conciso del método
dialéctico marxista (ver), de la teoría materialista y de su
aplicación a la vida social, vale decir, del materialismo histórico
(ver), ciencia que estudia las leyes que rigen el desarrollo de la
sociedad y la lucha política.

La primera parte de la obra trata del método dialéctico. Stalin
analiza allí las tesis principales de la dialéctica marxista y las
defiende contra los ataques de los anarquistas. La lucha de clases
del proletariado le suministra ejemplos probatorios, extraídos de lo
vivo, que le permiten aclarar la importancia de la dialéctica para la
comprensión de las tareas fundamentales en la lucha por el socialismo.
Dado que todo el universo está en movimiento, que todo cambia, nace,
se desarrolla y muere, habrá siempre lo nuevo y lo antiguo, lo
revolucionario y lo conservador, en lucha perpetua. El método
dialéctico exige primeramente que se abarque la vida en su movimiento
y en su desarrollo, y que se determine desde ese punto de vista hacia
dónde y cómo se encamina la vida, cuáles son los elementos que nacen y
cuáles, los que mueren, cuáles los que se destruyen y cuáles los que
se crean. La tesis marxista sobre la invencibilidad de lo que nace y
crece, es de un alcance inmenso para la teoría y la práctica; enseña a
los combatientes del socialismo a distinguir lo nuevo, lo que crece, a
guiarse por ello, a tener confianza en las fuerzas inagotables del
proletariado, que terminará por imponerse sobre la burguesía, puesto
que crece, se fortifica y marcha adelante, mientras que la burguesía,
en su condición de clase, se disgrega, se debilita, envejece y se
transforma en una carga inútil de la que es necesario librarse. El
movimiento de la vida social, señala J. Stalin, reviste dos formas:
la forma evolutiva y la forma revolucionaria. Evoluciona gradualmente
cuando los elementos progresistas tratan de aportar, por medio de su
lucha espontánea, cambios cuantitativos insignificantes al régimen que
toca a su fin. El movimiento se convierte en revolucionario, cuando
los elementos de progreso combaten por una transformación radical
cualitativa del régimen antiguo para substituirlo por un régimen
social nuevo.

En el análisis del materialismo filosófico que realiza en la segunda
parte del libro, J. Stalin muestra que la doctrina marxista, es la
teoría del monismo científico. Es monista puesto que concibe la
naturaleza como un todo indivisible que se manifiesta bajo dos formas:
la forma material y la forma ideal. El marxismo rechaza tanto el
dualismo como el idealismo. Para justificar el materialismo sobre la
base de las ciencias naturales contemporáneas, J. Stalin esboza un
cuadro de conjunto de la evolución de la naturaleza. En la época en
que no existían todavía seres vivos, la naturaleza exterior,
“inanimada”, existía ya. Los primeros seres vivos aparecieron
desprovistos de toda conciencia, dotados únicamente de la facultad de
excitabilidad y de los primeros gérmenes de la sensación. Al compás
de la evolución histórica, la estructura de los animales, su sistema
nervioso, se hacen más complejos, la facultad sensitiva se desarrolla;
ésta se transforma lentamente en conciencia. En un grado determinado
de la evolución del mundo orgánico, aparece la conciencia y, por medio
de ella, la posibilidad de conocer el universo, la naturaleza. Para
poder representarse un objeto, es preciso que exista de antemano en la
naturaleza y que accione sobre los órganos de los sentidos del hombre.

El lado material, el ser, constituye el contenido; el pensamiento, la
conciencia, constituye la forma. El contenido determina la forma, la
precede. De aquí esta tesis fundamental de Marx: “No es la conciencia
del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser
social es lo que determina la conciencia” (Prólogo de Contribución a
la crítica de la Economía Política, en Marx/Engels, Obras Escogidas,
t. I, p. 333, Ed. Esp., Moscú, 1951). Las lucubraciones de los
idealistas subjetivos para quienes el mundo no es más que la
percepción, la representación del “yo” del hombre, son absurdas. J.
Stalin pone de relieve la diferencia fundamental entre el materialismo
dialéctico y el antiguo materialismo metafísico; subraya la actitud
intransigente del marxismo hacia toda manifestación de materialismo
vulgar que considera la conciencia como materia. Es el desarrollo
económico lo que constituye la base material, el contenido de la vida
social. La moral, las costumbres, dependen de las relaciones
económicas entre los hombres. De aquí esta conclusión práctica: si el
régimen político, las formas jurídicas, son defectuosos, es preciso
para cambiarlos radicalmente, transformar las relaciones económicas.

En la tercera parte de su obra, Stalin muestra que “…el socialismo
proletario deriva directamente del materialismo dialéctico.” (Obras,
t. I, p. 339, Ed. esp., Moscú 1953). Ofrece un esquema brillante y
conciso de la sociedad socialista, y critica las teorías reformistas y
anarquistas que no contienen ni un grano de socialismo científico
proletario. Al exponer la doctrina económica de Marx, muestra la
contradicción fundamental de la sociedad capitalista, la contradicción
entre el carácter social de la producción y la forma capitalista
privada de la apropiación. La revolución proletaria es el único medio
capaz de hacer desaparecer esta contradicción. La revolución es
inevitable, pero es preciso prepararla; es preciso organizar y educar
a las fuerzas sociales que realizarán la revolución. Por eso la clase
obrera tiene necesidad de un partido marxista revolucionario que, como
forma superior de organización de clase del proletariado, asumirá la
dirección de todas las organizaciones de la clase obrera, elaborará la
táctica de la lucha, coordinará su acción y la orientará hacia la
revolución, hacia el derrocamiento del zarismo y de la burguesía, para
instaurar el socialismo.

Tal es, a grandes líneas, el contenido de esta obra filosófica de
Stalin, que desempeñó un papel de primer plano en la educación
política de los obreros, en la lucha de los bolcheviques caucasianos
contra las corrientes antileninistas. Stalin mostró que el socialismo
proletario no es simplemente una doctrina filosófica entre tantas
otras en la sociedad burguesa. «Es la doctrina de las masas
proletarias, su bandera; los proletarios del mundo la veneran y “se
inclinan” ante ella. Por tanto, Marx y Engels no son unos simples
fundadores de una “escuela” filosófica cualquiera: son los jefes vivos
del movimiento proletario vivo, que crece y se vigoriza cada día.
Quien luche contra esta doctrina, quien quiera “echarla por tierra”
debe tenerlo bien en cuenta, para no estrellarse vanamente en una
lucha desigual». (Ibíd., p. 358).

No figura en el Diccionario filosófico · 1965

No figura en el Diccionario marxista de filosofía · 1971

No figura en el Diccionario de filosofía · 1984

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