Cartas sobre el estudio de la Naturaleza
Diccionario filosófico marxista · 1946:36-37
Es el título de la principal obra filosófica de A. I. Herzen (ver),
escrita en 1844-1845. Herzen examina en ella el problema de las
relaciones mutuas entre la filosofía y las ciencias naturales,
investigando la evolución de dichas relaciones a lo largo de toda la
historia de la filosofía. En los tiempos de la escolástica medioeval,
escribe Herzen, tuvo lugar “la ruptura entre un idealismo abstracto y
un empirismo también abstracto”, desarrollándose a lo largo de los
siglos un antagonismo entre la filosofía y las ciencias naturales.
Los filósofos idealistas miran desde lo alto las ciencias
experimentales, lo empírico. El idealismo tiende “a destruir la
existencia material, a tomarla por muerta, por una ficción, por una
mentira, por la nada”. Los naturalistas pagan a los filósofos con la
misma moneda. Refutando “el idealismo huero”, se “previenen contra
todo pensamiento”; creen que se puede conocer la Naturaleza sin
necesidad de salirse del terreno de los hechos, de las
particularidades, de lo empírico, y si alguna vez intentan alumbrar
con el pensamiento lo que en el experimento está oscuro, “se enredan y
se pierden en las mal entendidas categorías”. Criticando a los
naturalistas empíricos, Herzen escribe: “El empirismo llevado al
extremo es un absurdo… su manera de arrastrarse sobre cuatro patas
es tan ridículo como los vuelos de murciélago del idealismo”. Pero ha
llegado el tiempo en que la filosofía y las ciencias naturales
“necesariamente tienen que entenderse, sea como fuere”. Los
naturalistas no pueden orientarse en medio del inmenso número de datos
empíricos sin “un punto de vista universal”, sin una “especulación”,
sin la filosofía. Pero de la misma manera es imposible “la filosofía
sin las ciencias naturales”. El idealismo ha sufrido un golpe mortal:
“Hegel colocó el pensamiento a tal altura que, después de él, ya no es
posible dar un solo paso, sin dejar al idealismo completamente atrás”.
El idealismo, “escolástica del mundo protestante”, desaparece del
escenario y Herzen proclama el triunfo de la filosofía que reconoce a
la Naturaleza como fundamento y que considera las leyes del pensar
como las “leyes conscientes del ser”. Herzen es un materialista.
Pero, a la vez, somete a una severa crítica al materialismo
vulgarizado, “unilateral”, que entonces “caminaba derecho hacia la
destrucción de todo lo no material, negaba lo universal, veía en el
pensamiento una emanación del cerebro… y reconocía la verdad sólo
en las particularidades, en las cosas individuales, palpables y
visibles”. Viendo claramente ]a insuficiencia y la limitación del
materialismo vulgar, Herzen exige “la unión de lo empírico con lo
especulativo”, con el raciocinio, y predice el florecimiento inaudito
de la ciencia y de la filosofía para cuando “lo empírico deje de temer
al pensamiento y el pensamiento, a su vez, no retroceda ante la rareza
inmóvil del mundo de los fenómenos; sólo entonces triunfará plenamente
el objeto exteriormente existente, libre ya de la metafísica abstracta
y de las ciencias parciales: la filosofía especulativa erigida sobre
lo empírico, es un tremendo horno cuyo fuego nada puede resistir”.
Lenin tuvo en gran aprecio las Cartas sobre el estudio de la
Naturaleza de Herzen. Refiriéndose a la primera de ellas –”Empirismo
e Idealismo”– escribía en 1912: “nos muestra a un pensador que aún
ahora está a cien codos por encima de un sinfín de naturalistas
empíricos contemporáneos que hacen experiencias en las ciencias
naturales, y de una infinidad de filósofos idealistas y semiidealistas
del presente. Herzen llegó realmente a las puertas del materialismo
dialéctico y se detuvo ante el materialismo histórico”. Las Cartas
sobre el estudio de la Naturaleza son ocho: I. Empirismo e Idealismo;
II. Ciencia y Naturaleza – Fenomenología del Pensar; III. Filosofía
Griega; IV. Ultima época de la Ciencia Antigua; V. Escolástica; VI.
Descartes y Bacon; VII. Bacon y su Escuela en Inglaterra; VIII.
Realismo. Las “cartas” se publicaron en la revista Anales de la
Patria en 1845-1846.
No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959
No figura en el Diccionario filosófico · 1965
No figura en el Diccionario de filosofía · 1984