Capital, El

El Capital

Diccionario filosófico marxista · 1946:32-36

El Capital es el título de la obra principal de Carlos Marx; obra
genial e inmortal que produjo una completa revolución en las
concepciones sobre la sociedad humana y puso al socialismo sobre
carriles científicos. “El Capital es la obra económico-política más
grande de nuestro siglo” (Lenin). Marx llamaba a El Capital la obra
de su vida: la comenzó a mediados de la década del 40 y continuó
trabajando en ella hasta su muerte. El primer tomo de El Capital se
publicó en 1867; los tomos siguientes, se publicaron después de la
muerte de Marx, preparados y editados por Federico Engels: el segundo
en 1885, el tercero en 1894. La primera traducción rusa del primer
tomo de El Capital comenzada por G. Lopatin y terminada por F.
Danielson, se publicó en 1872. Marx hizo un análisis cabal del modo
capitalista de producción como formación económico-social: descubrió
la ley que rige su nacimiento, su desarrollo y su muerte. El Capital
representa “un modelo de análisis científico, según el método
materialista, de una sola –y la más complicada– formación social, un
modelo reconocido por todos y que nadie ha sobrepasado” (Lenin). La
economía política burguesa, hasta en sus mejores representantes,
concebía el régimen capitalista como la forma “natural”, eterna de la
sociedad. En cambio, con El Capital, Marx fundamentó, de manera
irrefutable, y desarrolló la tesis –ya defendida por él antes en
otros trabajos–, de que el régimen capitalista de las relaciones
sociales constituye una forma transitoria, histórica, de la producción
social; forma que, regida por una ley natural, aparece en una
determinada fase del desarrollo de la humanidad, pero que de acuerdo
con esta misma ley debe perecer en el fuego de la revolución
proletaria, cediendo su lugar a formas nuevas, más progresistas, de la
vida social. Los críticos del capitalismo, los socialistas utópicos,
soñaban con libertar a la humanidad del yugo capitalista inventando no
pocas veces esquemas y remedios geniales, pero fantásticos. Esperaban
llevar a cabo estos esquemas convenciendo de su justicia y
conveniencia a la humanidad y, en primer lugar, a las clases
dominantes. Con El Capital, por el contrario, Marx “puso término a la
concepción sobre la sociedad como un agregado mecánico de individuos
que nació y cambia casualmente, que admite todos los cambios por la
voluntad de las autoridades (o, lo que es igual, por la voluntad de la
sociedad y del gobierno), y por vez primera situó la sociología sobre
una base científica, fijando el concepto de formación económico-social
como un conjunto de determinadas relaciones de producción y poniendo
de manifiesto que el desarrollo de tales formaciones es un proceso
histórico-natural” (Lenin). Descubrió la ley económica del movimiento
de la sociedad capitalista y demostró que el comunismo es una fase
futura completamente inevitable en el desarrollo de la humanidad; que
su aparición es preparada por toda la historia de la humanidad, por
las leyes internas del desarrollo del propio capitalismo. Marx mostró
los factores materiales y las fuerzas sociales que conducen a la
muerte del régimen capitalista. Demostró que el modo capitalista de
producción es, en ciertos marcos y en una determinada etapa histórica,
un modo progresista, por cuanto las relaciones capitalistas
estimulaban el desarrollo de las fuerzas productivas y, además, un
desarrollo mucho más rápido que el de las formaciones sociales que
habían precedido al capitalismo. Sin embargo, este crecimiento de las
fuerzas productivas es alcanzado, en primer lugar, al precio de un
derroche voraz de la fuerza productiva principal: la fuerza de trabajo
del proletariado, así como de las fuerzas de la Naturaleza; en segundo
lugar, tal crecimiento tiene un carácter unilateral y se realiza muy
desigualmente, deteniendo el desarrollo de una serie de ramas de la
producción; en tercer lugar, ese crecimiento de las fuerzas
productivas viene a ser mortal para el capitalismo, puesto que
paulatinamente va entrando en contradicción irreconciliable con las
relaciones de la propiedad privada, se hace incompatible con ellas y
comienza a exigir el paso a otras relaciones sociales más
progresistas. El capitalismo se convierte cada vez más en una traba
para las fuerzas productivas en desarrollo. El crecimiento de las
fuerzas productivas de la sociedad capitalista se efectúa a base de la
socialización del trabajo. Bajo el capitalismo, esta socialización se
expresa ante todo, en que a medida que se desarrolla la distribución
del trabajo dentro de la sociedad, el trabajo de cada individuo se
convierte cada vez en mayor medida, en una parte pequeña y no
independiente del trabajo de toda la sociedad; y también en el hecho
de que la producción capitalista bajo la presión de sus leyes
internas, se centraliza, se concentra en empresas cada vez más
grandes. El crecimiento y desarrollo bajo el capitalismo de las
formas colectivas de trabajo y, principalmente, la aplicación cada día
creciente de las máquinas, conduce al desplazamiento de los pequeños
capitalistas. Los capitalistas más grandes se apoderan de la mayor
parte de la producción social. Esta socialización del trabajo,
específicamente capitalista, está vinculada, no con la abolición de la
propiedad privada sobre los medios de producción, sino con su ulterior
afianzamiento. Como resultado de este proceso crece y se acentúa
progresivamente la contradicción fundamental de la sociedad
capitalista: la contradicción entre el carácter social de la
producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus frutos
(lo que, dicho sea de paso, se expresa en las crisis de
superproducción). Al mismo tiempo, se agudizan todas las demás
contradicciones dentro de la sociedad capitalista, dentro de esta
“última forma antagónica de proceso social de producción” (Marx). En
su teoría de la plusvalía, Marx pone al descubierto la esencia de la
explotación capitalista de los obreros asalariados, que son los
auténticos creadores de toda la riqueza de la sociedad burguesa.
Lenin dijo quo esta teoría “es la piedra angular de la teoría
económica de Marx”. Al crear su teoría de la plusvalía, Marx
descubrió el fundamento de la existencia de las clases capitalistas,
poniendo de relieve la propia esencia de la explotación capitalista
que tan esforzadamente trata de ocultar la economía burguesa. El
obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su fuerza de trabajo al
precio de los medios de vida que necesita para reponer dicha fuerza.
Pero el obrero crea un valor mucho mayor. De toda la diferencia entre
el valor del producto creado por el obrero y el valor de su fuerza de
trabajo, la clase capitalista se apropia en forma de plusvalía, que
constituye la base de todas las formas del ingreso capitalista:
ganancias, intereses, rentas, impuestos. Frente al proletariado, la
clase capitalista actúa como un explotador colectivo, como una sola
clase, cuya existencia se nutre de la apropiación de la plusvalía. La
carrera del capital detrás de la plusvalía conduce al aumento
constante de las normas de explotación del trabajo bajo el
capitalismo. Marx pinta con los más vivos colores la lucha del
capital por aumentar su cuota en el producto creado por los obreros.
La prolongación inaudita de la jornada, el ahorro bárbaro en cuanto a
las condiciones de seguridad del trabajo, que produce miles y miles de
víctimas, el exterminio en masa de niños, la destrucción de la fuerza
de trabajo, la mutilación física de millones de obreros, tales son los
medios a los que recurre el capital para satisfacer su “avidez lobuna
de plustrabajo”. Incluso la aplicación de máquinas, el desarrollo de
las fuerzas productivas en la sociedad capitalista, no es para el
capital un medio para aliviar el trabajo de los obreros asalariados,
sino un medio para aumentar el porcentaje de la plusvalía, un medio
para poder apropiarse de una mayor plusvalía. A medida que se
desarrolla el capitalismo crece también la explotación y empeora la
situación de la clase obrera. En la sociedad capitalista, el
crecimiento de las relaciones capitalistas y la aplicación de las
máquinas conducen al paro forzoso y a crear una reserva del ejército
de trabajo, reserva compuesta por la fuerza de trabajo sobrante que,
al presionar constantemente sobre el mercado, permite al capitalista
rebajar los salarios a un nivel inferior al valor de la fuerza de
trabajo. El obrero gana menos, tanto relativa como absolutamente.
“La acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo la
acumulación de miseria, de suplicio de trabajo, de esclavitud, de
ignorancia, de embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto,
es decir, en la clase que crea su propio producto como capital”
(Marx). El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera
ninguna posibilidad de mejorar su situación en los marcos de ese
régimen. Por eso, precisamente, el proletariado es la clase cuyos
intereses están directamente enfrentados, para destruirlos, a los
fundamentos del régimen capitalista. Asimismo, “al aumentar la
dependencia de los obreros respecto al capital, el régimen capitalista
crea una gran potencia del trabajo unido” (Lenin). En el curso de la
concentración y de la centralización de la producción capitalista se
efectúa un constante aumento del número de los asalariados a expensas
de los pequeños propietarios y, particularmente, de los campesinos, a
quienes el capitalismo arruina más y más. El proletariado aumenta.
Los obreros se concentran en masas cada vez más cohesionadas dentro de
los muros de las grandes empresas capitalistas. Así, en el curso de
su desarrollo, el propio capitalismo engendra la fuerza social a cuyas
manos habrá de perecer. Al conquistar el Poder mediante la
revolución, el proletariado establece su dictadura y expropia a los
expropiadores. Marx señaló también la situación desesperante, bajo
las condiciones del capitalismo, de la masa de los pequeños
propietarios y, particularmente, de los pequeños campesinos, todos
cruelmente explotados por el capital. El capitalismo lleva a la masa
fundamental de los pequeños propietarios a la ruina inevitable y a su
conversión en proletarios. “Marx, este marxista de principios, el más
grande de todos los marxistas, aconsejó firmemente al partido de los
comunistas no perder de vista a los campesinos, conquistarlos al lado
del proletariado y procurarse su apoyo en la futura revolución
proletaria” (Stalin). Las leyes descubiertas por Marx, que rigen el
nacimiento, el desarrollo y la muerte de la sociedad capitalista, no
significan ni mucho menos, que la historia sea independiente de la
lucha de clases y que al margen de ésta conduzca a la humanidad al
comunismo. La ley fundamental que rige el desarrollo del capitalismo,
como el de toda sociedad dividida en clases, es el aumento y la
agudización de sus contradicciones, el crecimiento y la acentuación de
la lucha de clases. El conocimiento de las leyes del desarrollo del
capitalismo permite al proletariado encaminar su lucha contra el
régimen capitalista por el cauce necesario, conocer a sus enemigos,
hallar sus aliados y marchar confiadamente hacia la victoria, hacia el
establecimiento de su dictadura. El Capital da una cabal
fundamentación de la necesidad histórica de la dictadura del
proletariado y de lo inevitable de su triunfo como resultado de la
revolución socialista victoriosa. La doctrina de Marx ha dado al
proletariado de todo el mundo la comprensión de su propio papel
histórico, señalándole las vías y los métodos de lucha contra el
capitalismo y de la victoria sobre él. El Capital de Marx no es sólo
una obra de economía. Es también la obra más grande de historia y de
filosofía, en la que de manera desarrollada se da una fundamentación
de la teoría marxista del materialismo histórico, ante todo, en su
aplicación a la investigación universal de una determinada formación
económico-social: el capitalismo. El Capital es también un modelo
insuperable de análisis y de aplicación de la dialéctica materialista
al estudio de la sociedad humana. La dialéctica de la sociedad
burguesa es para Marx, “sólo un caso particular de dialéctica”
(Lenin). En plena consonancia con la realidad efectiva, Marx examina
en El Capital el modo social de producción como la base de toda la
vida social; lo analiza, no como un modo eterno e inmutable, sino como
un modo que históricamente nace, se desarrolla y prepara
necesariamente las condiciones de su muerte. El Capital reúne en sí
la calidad científica más profunda con la más grande firmeza
militante. El Capital lleva como subtítulo “Crítica de la Economía
Política”, que corresponde plenamente a su contenido teórico. A la
vez que la investigación de las leyes que rigen el capitalismo, El
Capital hace también la crítica científica de la economía política
burguesa. Desde la aparición de esta gigantesca obra, en la que se
demuestra científicamente la inevitabilidad de la bancarrota del
capitalismo y su sustitución revolucionaria por la sociedad
socialista, la ciencia burguesa lleva hasta nuestros días una lucha
intransigente contra El Capital, desfigurándolo calumniosamente. La
crítica implacable de las teorías enemigas del comunismo y el
desarrollo ulterior de la doctrina de Marx y de las ideas de su
inmortal obra –El Capital–, hallaron su auténtica encarnación
creadora en las obras geniales de Lenin y de Stalin.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:29

Principal trabajo de C. Marx, obra genial e imperecedera, que realizó
una completa revolución en los conceptos sobre la sociedad humana y
colocó el socialismo sobre los rieles de la ciencia. El Capital es la
gran obra político-económica de nuestro siglo” (Lenin). Marx llamaba
El Capital, como la obra de su vida. El trabajo para El Capital fue
empezado por Marx a mediados del año 40 y continuado hasta su misma
muerte. El primer tomo de El Capital se publicó en el año 1867. Los
tomos siguientes se publicaron ya después de la muerte de Marx, siendo
preparados y editados por Engels: el segundo tomo en 1885; el tercero
en 1894. La primera traducción rusa del tomo primero de El Capital,
hecha por Danielson, apareció en 1872. El Capital es un análisis de
las leyes del desarrollo económico del capitalismo. El propósito de
El Capital es, según las palabras de Marx, “descubrir las leyes del
desarrollo económico de la sociedad moderna”.

El Capital de Marx no es sólo un trabajo económico; es también, una
grandiosa obra histórica y filosófica. Se da en él, una
fundamentación desarrollada de la teoría marxista del materialismo
histórico, aplicado, ante todo, a la investigación general de una
determinada formación económico-social: el capitalismo. El Capital
es, asimismo, un modelo insuperado para la elaboración y aplicación de
la dialéctica materialista al estudio de la sociedad humana. “…La
dialéctica de la sociedad burguesa, en Marx, es sólo un caso
particular de la dialéctica” (Lenin).

Diccionario filosófico abreviado · 1959:56-60

Obra principal de Carlos Marx, obra inmortal que trastornó totalmente
las nociones sobre la sociedad humana y proporcionó una base
científica al socialismo. El Capital es “la obra de economía política
más prodigiosa de nuestro siglo” (Lenin, Carlos Marx y Federico
Engels, Ed. rusa). Marx decía que El Capital era la obra de su vida.
Comenzó a escribirla durante la década del cuarenta y trabajó en ella
hasta su muerte. El primer libro apareció en 1867. “Es cierto”,
decía Marx, “que es la bomba más temible que haya sido lanzada jamás a
la cabeza de los burgueses (incluyendo a los terratenientes)”
(Marx/Engels, Obras, Ed. alem.). Los libros siguientes fueron
publicados después de la muerte de Marx bajo la dirección de Engels:
el libro segundo en 1885 y el libro tercero en 1894. La primera
traducción de El Capital fue hecha en ruso. La traducción del libro
primero, comenzada por G. Lopatin y terminada por N. Danielson,
apareció en 1872. El libro primero está consagrado al análisis del
proceso de la producción del capital; el segundo, a la circulación, y
el tercero, al análisis de la producción capitalista en su conjunto.
Marx analiza a fondo el modo capitalista de producción, considerado
como una formación económica y social determinada, y revela las leyes
del nacimiento, del desarrollo y de la desaparición de esta formación.
El Capital es un “modelo de análisis científico, según el método
materialista, de una sola –y la más complicada– formación social; un
modelo reconocido por todos y que nadie ha superado” (Lenin, Obras
escogidas, t. I, p. 97, Ed. esp., Moscú, 1948).

Aun en los trabajos de los mejores sabios burgueses, el régimen
capitalista es considerado como una forma “eterna”, “natural” de la
sociedad. Marx demostró en forma irrefutable que las relaciones
capitalistas constituyen una forma histórica, transitoria de la
producción social. Esta forma surgió con la necesidad de una ley
natural en una etapa determinada del desarrollo social, y en forma no
menos ineluctable, debe desaparecer en el fuego de la revolución
proletaria, debe ceder el lugar a formas sociales nuevas más
progresivas. Los socialistas utópicos, críticos del capitalismo que
elaboraban proyectos fantásticos para liberar a la humanidad del yugo
capitalista, esperaban realizarlos persuadiendo a los hombres, y ante
todo a las clases dominantes, del carácter legítimo y racional de esos
proyectos. Marx “ha puesto fin al modo de concebir la sociedad como
un agregado mecánico de individuos sujeto a toda clase de cambios por
voluntad de las autoridades (o, lo mismo da, por voluntad de la
sociedad y de los gobiernos), agregado que surge y cambia casualmente,
y ha colocado por primera vez la sociología sobre una base científica,
al formular el concepto de la formación económico-social, como
conjunto de determinadas relaciones de producción, al establecer que
el desarrollo de estas formaciones constituye un proceso
histórico-natural”. (Ibid., pp. 96 y 97).

Marx descubrió la ley económica del movimiento de la sociedad
capitalista y mostró que el comunismo constituye la etapa futura e
inevitable del desarrollo social, cuyo advenimiento es preparado por
toda la historia de la humanidad, por las leyes internas de la
evolución del capitalismo mismo. Marx puso en evidencia los factores
materiales, las fuerzas sociales que arrastran al capitalismo a su
perdición. Demostró que dentro de ciertos límites y en una etapa
histórica dada, el modo capitalista de producción es un modo
progresista, puesto que las relaciones de producción capitalistas, que
se hallan en esta etapa plenamente adaptadas al nivel de las fuerzas
productivas, estimulan el impulso de estas últimas, en forma mucho más
rápida que en las formaciones sociales anteriores. Sin embargo, este
crecimiento se obtiene, en primer lugar, al precio de un derroche
desconsiderado de la principal fuerza productiva, la fuerza de trabajo
del proletariado, y de las riquezas de la naturaleza; en segundo
lugar, posee un carácter unilateral, se realiza con muchas
desigualdades, frena el progreso de diversas ramas de la producción;
en tercer lugar, sucede que este crecimiento es mortal para el
capitalismo, pues entra en contradicción irreductible con las
relaciones de propiedad privada, y exige relaciones sociales nuevas,
más progresivas. El capitalismo se transforma pues, en una traba cada
vez mayor para las fuerzas productivas en desarrollo. A consecuencia
del impulso de las fuerzas productivas de la sociedad capitalista, la
producción reviste un carácter social. Esta socialización del trabajo
bajo el capitalismo se traduce ante todo de la manera siguiente: a
medida que se desarrolla la división del trabajo dentro de la
sociedad, la función de cada individuo se convierte en una porción
cada vez menos independiente del trabajo de toda la sociedad. Esta
socialización se manifiesta también en el hecho de que la producción
capitalista, en virtud de sus propias leyes, se concentra en empresas
gigantescas. El desarrollo de formas cooperativas del trabajo bajo el
capitalismo, y sobre todo, el empleo cada vez más considerable de
máquinas, desplazan a los pequeños capitalistas. Los grandes
capitalistas acaparan una parte cada vez mayor de la producción
social. Esta socialización de la producción es específicamente
capitalista. Lejos de promover la supresión de la propiedad privada
de los medios de producción, contribuye a su consolidación. Resulta
de ahí una acentuación siempre creciente de la contradicción
fundamental de la sociedad capitalista, entre el carácter social de
producción y la forma privada, capitalista, de apropiación de los
resultados de la producción (lo que se manifiesta en particular bajo
la forma de crisis de superproducción). Al mismo tiempo, se agravan
todas las demás contradicciones de la sociedad capitalista.

La teoría de la plusvalía, elaborada por Marx, revela la esencia de la
explotación capitalista de los obreros asalariados, verdaderos
creadores de todas las riquezas de la sociedad burguesa, y constituye,
como dice Lenin, la piedra angular de la doctrina económica marxista.
Marx puso así al desnudo la base de existencia de las clases
capitalistas que la economía política burguesa se esfuerza en
disfrazar. El obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su
fuerza de trabajo pagada bajo forma de salario, por regla general, por
debajo de su valor. Ahora bien, el obrero crea un valor mucho más
grande. La clase capitalista se apropia bajo la forma de plusvalía de
toda la diferencia entre el valor de la mercancía producida por el
obrero y el salario de este último, y esta diferencia constituye la
fuente de todos los ingresos capitalistas: beneficios, intereses,
renta, impuestos. La clase capitalista, cuya existencia se funda en
la apropiación de la plusvalía, se opone en su conjunto al
proletariado, y es su explotador colectivo. La carrera en pos de la
plusvalía conduce a la elevación continua del grado de explotación del
trabajo. El aumento de la jornada de trabajo, la explotación feroz
del trabajo de las mujeres y de los niños, la destrucción de la fuerza
de trabajo, la mutilación física de millones de obreros: tales son los
medios del capital para satisfacer su sed insaciable de sobretrabajo.

El empleo de máquinas y el desarrollo de las fuerzas productivas son
para el capital un medio de elevar la cuota de la plusvalía y no de
economizar trabajo. A medida que el capitalismo evoluciona, la
explotación de la clase obrera aumenta y su situación no hace más que
empeorar. La extensión de las relaciones capitalistas y el empleo de
máquinas engendran la desocupación, un ejército de reserva industrial.
Este excedente de mano de obra ejerce una presión continua sobre el
mercado de trabajo y permite a los capitalistas reducir los salarios y
fijarlos a una tasa inferior al valor de la fuerza de trabajo. De
allí la pauperización relativa y absoluta del obrero. “…lo que en
un polo es acumulación de riquezas es, en el polo contrario, es decir,
en la clase que crea su propio producto como capital, acumulación de
miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de
ignorancia y degradación moral” (Marx, El Capital, Lib. I, vol. 2).
El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera ningún medio
de mejorar su situación en el marco del régimen capitalista. Por eso
los intereses del proletariado se oponen diametralmente a las propias
bases del régimen capitalista y exigen su destrucción. Ahora bien,
“al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el
régimen capitalista crea la gran potencia del trabajo asociado”
(Lenin, Obras escogidas, t. I, p. 68, Ed. esp., Moscú, 1948). A
causa de la concentración y de la centralización de la producción
capitalista, la cantidad de proletarios asalariados crece sin cesar a
expensas de los pequeños propietarios y sobre todo, de los campesinos
arruinados por el capitalismo. El proletariado aumenta en cantidad y
en fuerza. Los obreros se concentran en masas cada vez mayores y
compactas en las vastas empresas capitalistas. Así es como el
capitalismo en el transcurso de su evolución engendra la fuerza social
destinada a destruirlo. El proletariado revolucionario toma el poder,
establece su dictadura y expropia a los expropiadores.

Marx mostró de igual modo la situación sin salida a que son llevadas
las masas de pequeños propietarios y, en particular, los pequeños
campesinos explotados ferozmente por el capital. El capitalismo
aporta la ruina ineluctable al grueso de las masas de pequeños
propietarios transformándolos en proletarios. “Marx, el marxista más
firme de todos los marxistas en el terreno de los principios,
aconsejaba insistentemente al partido comunista que no dejase de tener
en cuenta al campesinado, que lo conquistara para el proletariado y
que se asegurase su apoyo en la próxima revolución proletaria”
(Stalin, Obras, t. V, p. 364, Ed. esp., Moscú, 1953). La ley del
nacimiento, de la evolución y de la desaparición de la sociedad
capitalista, descubierta por Marx, no significa en modo alguno que la
historia conducirá a la humanidad ineluctablemente al comunismo sin
recurrir a la lucha de clases. La ley del desarrollo del capitalismo,
como de toda sociedad antagónica en general, implica la acentuación de
sus contradicciones, la agravación de la lucha de clases. El
conocimiento de las leyes objetivas de la evolución del capitalismo,
permite al proletariado orientar su lucha contra el régimen
capitalista por la vía revolucionaria, discernir sus enemigos,
encontrar sus aliados y avanzar con seguridad hacia la victoria, hacia
la instauración de su dictadura. El Capital pone de manifiesto
claramente la necesidad de la dictadura del proletariado (ver) y su
victoria inevitable a consecuencia de la revolución socialista
triunfante. La doctrina de Marx permitió al proletariado mundial
tomar conciencia de su papel histórico, conocer y aplicar los métodos
de lucha victoriosa contra el capitalismo.

El Capital de Marx no es únicamente una obra de economía política,
sino que es también una gran obra de historia y filosofía. Constituye
una exposición magistral de los principios del materialismo histórico
(ver) aplicados antes que nada al estudio profundo de una formación
económica y social determinada, el capitalismo. El Capital es
igualmente, un modelo incomparable de elaboración y aplicación de la
dialéctica (ver) materialista al estudio de la sociedad humana. Lenin
subrayó el alcance filosófico de El Capital: “El Capital es la
aplicación de la lógica, de la dialéctica y de la teoría del
conocimiento del materialismo a una ciencia determinada” (Cuadernos
filosóficos, Ed. rusa). El Capital, reflejo fiel del mundo real,
considera el modo capitalista de producción no como un hecho inmutable
y eterno, sino como un fenómeno que nace y evoluciona históricamente y
engendra las condiciones de su hundimiento. Al mostrar que las
contradicciones correspondientes al modo capitalista de producción
constituyen la fuente de su devenir, Marx analiza cómo esas
contradicciones se acentúan y se agudizan, cómo, a través de todo su
desarrollo, el capitalismo crea las premisas objetivas de su
substitución revolucionaria por el socialismo. Al examinar la
formación social capitalista, Marx elabora la teoría del conocimiento
marxista. El carácter rigurosamente científico de El Capital se une
al espíritu de partido intransigente hacia todos los enemigos del
proletariado. El subtítulo de El Capital, “Crítica de la economía
política”, corresponde perfectamente al contenido teórico de esta
obra. El análisis de las leyes del capitalismo es inseparable de la
crítica científica de la economía política burguesa.

Desde que El Capital apareció hasta nuestros días, los teóricos
burgueses y los lacayos reformistas del capitalismo, han sostenido una
lucha encarnizada contra esta obra desfigurándola y difamándola. Pero
toda la experiencia histórica de la humanidad, y en particular, toda
la historia de la lucha de clases desde la aparición de este libro,
confirman plenamente las ideas geniales de El Capital.

Diccionario filosófico · 1965:132-133

Principal trabajo de Marx; con él, Marx descubre las leyes del modo
capitalista de producción y coloca el socialismo sobre una base
científica. Marx llamaba a El Capital la obra de su vida. Empezó a
trabajar en ella a mediados de la década de 1840 y continuó hasta la
muerte. El primer tomo apareció en 1867; los siguientes, que vieron
la luz después de fallecido Marx, fueron preparados para la imprenta
por Engels: el segundo tomo, apareció en 1885 y el tercero, en 1894.
La primera traducción de El Capital fue la rusa (1872). El primer
tomo está dedicado al análisis del proceso de la producción del
capital; el segundo, al proceso de la circulación; el tercero, al
análisis de la producción capitalista tomada en su conjunto. El
cuarto tomo (“Teorías de la plusvalía”) está consagrado a la historia
y a la crítica de lasteorías económicas. Marx hizo un análisis
exhaustivo del capitalismo como formación económico-social, descubrió
las leyes del origen, desarrollo y desaparición de la formación
indicada. El Capital, grandiosa investigación económica, posee al
mismo tiempo una enorme significación filosófica. Es un “modelo de
análisis científico, según el método materialista, de una sola –y la
más complicada– formación social; un modelo reconocido por todos y que
nadie ha superado” (Lenin, t. I, pág. 125 “Obras escogidas en dos
tomos”. Ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1948, t. I. p. 97). En
esta obra, la dialéctica materialista no sólo encontró una aplicación
brillantísima, sino que, además, está elaborada en todas las
direcciones fundamentales como método de investigación de la realidad
objetiva, como lógica y como teoría del conocimiento. Marx puso de
manifiesto que el capitalismo es un fenómeno en desarrollo, un modo de
producción históricamente transitorio, cuyos cambios cuantitativos
preparan las premisas de su transformación radical, cualitativa, para
saltar al nuevo modo de producción, el socialista. El análisis que
del capitalismo hace Marx se efectúa por entero bajo el signo del
descubrimiento de las contradicciones que se dan en el movimiento y
desarrollo de dicha formación social, desde las primeras
manifestaciones de la producción de mercancias hasta su punto
culminante, cuando, con todo el rigor de un hecho sujeto a ley, llega
el momento en que se produce la “expropiación de los expropiadores”.
Marx examina con todo detalle y profundidad los estadios por los que
pasan estas contradicciones en su incremento, los cambios de su
contenido y de los procedimientos de solución, y formula una de las
leyes más importantes y generales del desarrollo de las formaciones
económico-sociales: “El desarrollo de las contradicciones de una forma
histórica de producción constituye el único camino histórico que
conduce a su disolución y reestructuración (t. XXXIII, pág. 499).
El Capital también es una realización concreta del análisis
materialista dialéctico de los conceptos y de otras formas del
pensamiento con las cuales se reproduce la realidad objetiva en toda
su complejidad y multilateralidad. Los conceptos económicos con que
opera Marx son flexibles, movibles, dialécticamente contradictorios,
reflejan la variabilidad y el carácter contradictorio de las
verdaderas relaciones sociales. El método de ascensión de lo
abstracto a lo concreto (Abstracto y concreto), elaborado y aplicado
por Marx en El Capital, es de singular importancia. El movimiento de
los conceptos, la lógica de su desarrollo y de sus transformaciones
refleja la historia de la producción de mercancías, el desarrollo
histórico del proceso de la producción. Marx mostró, sin embargo, que
el nexo entre lo histórico y lo lógico no es simple, no es rectilíneo.
Como quiera que el modo capitalista de producción subordina y modifica
las formas económicas existentes en el pasado (como, por ejemplo, los
capitales comercial y monetario, la renta, &c.), la lógica del
análisis exige que se parta de la forma básica y decisiva, que es el
capital industrial. Esto, según expresión de Marx, constituye la luz
que alumbra todo lo demás y sólo gracias a ella es posible comprender
las relaciones existentes. De ahí que Marx en varios casos tome con
plena conciencia, en calidad de iniciales, categorías que
históricamente han surgido más tarde respecto a otras categorías que
Marx examina en segundo lugar (por ejemplo, el capital comercial, el
bancario y la renta se investigan después que el capital industrial).
Gracias a una rigurosa metodología científica, Marx supo mostrar cómo
la Plusvalía –la teoría de la plusvalía constituye la piedra sillar de
la economía política marxista– encuentra su expresión concreta en
todos los fenómenos y procesos de la producción capitalista. El
Capital es un modelo clásico de estudio materialista e histórico de la
sociedad y del devenir social. Lenin indicaba que gracias a El
Capital el materialismo histórico había dejado de ser una hipótesis
para convertise en una teoría científicamente demostrada. En El
Capital se encuentran formulados todos los principios y conceptos
fundamentales del materialismo histórico. Marx investiga el
desarrollo del capitalismo como un proceso histórico-natural sobre la
base del desarrollo de las fuerzas productivas, fuente decisiva, en
última instancia, de todas las transformaciones sociales. Muestra la
dialéctica de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción, su unidad y sus contradicciones, la conversión gradual,
pero inevitable, de las relaciones de producción de la sociedad
burguesa en factor que encadena el libre desarrollo de la producción y
exige que las relaciones burguesas de producción sean sustituidas por
las socialistas. Los modernos ideólogos del capitalismo intentan
demostrar que El Capital ya ha envejecido y que sus ideas
fundamentales no son aplicables a la sociedad burguesa del siglo XX.
En realidad, esta obra de Marx, que ha encontrado su desarrollo en la
teoría de Lenin sobre el imperialismo sigue siendo hoy una poderosa
arma de la clase obrera en la lucha por su liberación del yugo del
capitalismo, un monumento inmortal de la ciencia inmarcesible y de la
fuerza revolucionaria del marxismo.

Diccionario de filosofía · 1984:55-56

Obra fundamental de Marx, “la más grande obra de economía política de
nuestro siglo” (V. I. Lenin, t. 2, p. 11), que proporciona un profundo
análisis científico de las leyes económicas del movimiento del
capitalismo, la demostración de su inminente hundimiento y de la
victoria de la formación comunista. Por eso, El Capital constituye la
fundamentación básica de la concepción comunista del mundo. Marx
llamó El Capital la obra de su vida; dedicó 40 años de infatigable
trabajo a crear la economía política científica. Importantes hitos en
este camino fueron las obras de los años 50, en particular, “Los
manuscritos económicos de los años 1857-1859” y “Contribución a la
crítica de la economía política” (1859), en las que se sientan las
bases de la teoría de la plusvalía, se elaboran en detalle los
principios metodológicos de la investigación y crítica de la economía
política burguesa y se formulan los principios fundamentales del
materialismo histórico, así como los trabajos de los años 60 (un
extenso manuscrito de los años 1861-63), en los que se fundamenta la
estructura de El Capital y se estudia escrupulosamente la historia de
las teorías económicas. En 1867 apareció el I tomo de El Capital
preparado por el propio Marx; los siguientes tomos fueron editados por
Engels ya después del fallecimiento de Marx (el II, en 1885; el III,
en 1894), y sólo a comienzos del siglo 20 Kautsky publicó el IV tomo
de El Capital –“Teorías de la plusvalía”–, pero con sustanciales
abreviaciones y con alteraciones arbitrarias en el texto. La edición
completa científica del IV tomo de El Capital fue efectuada por
primera vez en la URSS en 1955-61. La importancia de El Capital no se
agota con su contenido económico, pues esta obra constituye el
desarrollo de la teoría marxista en su conjunto, en la unidad de sus
tres partes integrantes: la filosofía –el materialismo dialéctico e
histórico–, la economía política y el comunismo científico. En esta
obra, precisamente, se expresaron con mayor plenitud los dos
descubrimientos principales de Marx: la teoría de la plusvalía y la
comprensión materialista de la historia. El primero de ellos puso de
relieve el secreto de la explotación y fundamentó la tesis acerca de
la misión histórica del proletariado como sepulturero del capitalismo
y arquitecto de una sociedad nueva, socialista, lo cual desempeñó un
papel decisivo en la transformación del socialismo, de utopía, en
ciencia. La concepción materialista de la historia, que se convirtió
gracias a El Capital de una hipótesis, en teoría rigurosamente
demostrada, constituyó el fundamento teórico-metodológico de la teoría
del comunismo científico. El método materialista de investigación,
aplicado en El Capital, se distingue sustancialmente de la metodología
de los pensadores premarxistas. La fundamentación de la tesis acerca
de la actividad laboral como modo de formación y existencia de las
relaciones sociales de los individuos y, con ello, de los individuos
mismos y de su conciencia, permitió comprender la sociedad como un
organismo que se automueve y autodesarrolla con arreglo a las leyes
objetivas, y cuya actividad vital incluye la producción de las ideas,
las representaciones y la conciencia. Por eso, la conciencia, en su
relación con el ser, no se estudia en El Capital de modo naturalista,
es decir, en forma de la relación de la conciencia ya preparada con el
mundo exterior, sino desde posiciones socio-históricas, cuando el
conocimiento de los objetos y los métodos de su obtención se enfocan
como resultado del proceso de asimilación práctica del mundo exterior.
Precisamente en ello, se expresa el contenido del principio,
desarrollado en El Capital, de la correspondencia del pensamiento con
la realidad, principio según el cual las formas de actividad mental y
de comprensión teórica del objeto constituyen también las leyes del
desarrollo de este último. El contenido de estas formas lo pone de
manifiesto la dialéctica, que enfoca el conocimiento como aspecto de
la actividad práctica del hombre, en el curso de la cual se elaboran
las categorías universales, que revelan la esencia del desarrollo
tanto de las cosas como de las ideas. Por eso, la dialéctica, al
reproducir la lógica objetiva del movimiento del mundo real,
constituye a la vez la forma del pensamiento teórico (lógica) y el
modo de comprensión de la realidad (teoría del conocimiento). El
método materialista dialéctico de investigación encontró en El Capital
un desarrollo multifacético; poniéndose de manifiesto el contenido de
las principales categorías filosóficas y fundamentándose el método de
su combinación –mediante el ascenso de lo abstracto a lo concreto (lo
abstracto y lo concreto)– en un sistema que permita reproducir
teóricamente el fenómeno en desarrollo (lo histórico y lo lógico). Se
muestra el papel de las contradicciones en el desarrollo de todo
sistema íntegro y en su conocimiento. El Capital pertrecha el
conocimiento científico contemporáneo con la metodología y la lógica
de la investigación, demostrando que para resolver los problemas
candentes de la actualidad se necesita una profunda cultura
filosófica. El Capital sigue siendo hasta la fecha un poderoso
instrumento de la clase obrera en la lucha por su liberación y una
manifestación de la imperecedera fuerza científica y revolucionaria
del marxismo.

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