5-Filosofía

Filosofía

Diccionario filosófico marxista · 1946:115-116

Filosofía

Filosofía (Del griego: “filo”, amor; “sofos”, sabiduría). Según el
materialismo dialéctico, la filosofía es la ciencia sobre las leyes
más generales que rigen el desarrollo de la Naturaleza, de la Sociedad
humana y del pensamiento. El problema fundamental de la filosofía es
el de la relación entre el ser y el pensar. Según la solución que den
a este problema, todas los corrientes filosóficas se dividen en dos
campos: el materialista (ver: Materialismo) y el idealista (ver:
Idealismo). Ya en los tiempos antiguos existía la filosofía en la
China y la India. En Europa, la filosofía nació en el siglo VI antes
de nuestra era en la Grecia Antigua, donde alcanzó un brillante
desarrollo. En la Edad Media, la filosofía, dejó de existir como
ciencia autónoma, formando sólo parte de la teología. Con el comienzo
del desarrollo de la ciencia burguesa, en los siglos XVII y XVIII,
florece también la filosofía clásica burguesa (la llamada filosofía
moderna). Después del idealismo clásico alemán (Kant, Hegel –fines del
siglo XVIII, principios del XIX) la filosofía burguesa comienza a
degenerar en sistemas idealistas hechos de retazos archirreaccionarios
y exentos de valor científico. La única filosofía científica y
progresista desde los tiempos de Marx y Engels es el materialismo
dialéctico creado por ellos, la filosofía del proletariado. Durante un
largo periodo, a consecuencia del escaso desarrollo de las diversas
ciencias, la filosofía desempeñaba el papel de una “ciencia de las
ciencias” original, que comprendía todas las ramas del conocimiento
humano. El desarrollo de las ciencias naturales y sociales, a mediados
del siglo XIX, al establecer una separación entre aquéllas y la
filosofía, puso fin a semejante situación. En el materialismo
dialéctico, la filosofía es la ciencia sobre las leyes más generales
de la realidad. El método dialéctico marxista nos proporciona un
método de estudio y de conocimiento de la Naturaleza. El materialismo
filosófico marxista da una interpretación materialista de la
Naturaleza y de las leyes que rigen su desarrollo. La teoría del
materialismo histórico es la aplicación del materialismo dialéctico al
estudio de la Sociedad humana. El materialismo dialéctico y el
materialismo histórico son el fundamento teórico, filosófico, del
comunismo científico, una parte integrante inalienable de la teoría
marxista-leninista.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:36

Filosofía

(del griego “filo”: amor, y “sofos”: sabiduría). En el materialismo
dialéctico, ciencia de las leyes más generales de la naturaleza, de la
sociedad humana y del pensamiento.

El problema fundamental de la filosofía es el de la relación entre la
existencia y el pensamiento. De acuerdo a la solución que se dé a este
problema, todas las tendencias filosóficas se dividen en dos campos:
el materialista (ver Materialismo) y el idealista (ver Idealismo).

Diccionario filosófico abreviado · 191-194

Filosofía

(del griego, φιλος: amiga; σοφία: sabiduría). El objeto de la
filosofía como ciencia, se ha modificado en el transcurso de la
historia. Antes de la aparición del marxismo, la filosofía era
considerada como la “ciencia de las ciencias” que englobaba todo el
saber humano y reemplazaba a todas las ciencias. Este estado de cosas
se explicaba debido al débil desarrollo de los conocimientos concretos
acerca de la naturaleza y la sociedad, y debido a la diferenciación
insuficiente de la ciencia. El progreso en los conocimientos concretos
y la aparición del marxismo, pusieron fin a una filosofía de ese
género. La diferenciación de las ciencias, la capacidad de las
ciencias experimentales para descubrir los vínculos reales de los
fenómenos de la naturaleza y para substituir las ficciones de la
antigua filosofía, sobre todo la idealista, por un saber positivo y
concreto, hicieron superflua la “ciencia de las ciencias” con su
ambición de edificar sistemas universales donde las diversas ciencias
sólo representaran eslabones subordinados a la filosofía. La filosofía
de Hegel (ver) fue la última tentativa de ese género. El fin de la
filosofía como “ciencia de las ciencias” fue un acontecimiento
progresista tanto para las ciencias naturales y sociales como para la
propia filosofía. A diferencia de los sistemas filosóficos anteriores,
la filosofía marxista no constituye una ciencia por encima de las
demás ciencias. La filosofía marxista tiene por objeto la demostración
de la anterioridad de la materia respecto a la conciencia, el estudio
de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza de la
sociedad y del pensamiento, y constituye el instrumento del
conocimiento científico y de la transformación práctica revolucionaria
del mundo.

La cuestión fundamental de la filosofía es la de las relaciones entre
el ser y el pensamiento. De acuerdo con el modo de resolver este
problema, todas las corrientes filosóficas se dividen en dos grandes
campos: el materialismo y el idealismo.

La lucha entre el materialismo y el idealismo, la consolidación y el
desarrollo, en el transcurso de esta lucha, de la tendencia
progresista, materialista, representa una ley de la historia milenaria
de la filosofía. La lucha del materialismo contra el idealismo refleja
la lucha de las clases progresistas contra las clases reaccionarias.

Desde los tiempos más remotos, la filosofía se cultivaba en China y en
la India. En los siglos VII y VI antes de nuestra era, la filosofía
apareció en la Grecia antigua donde alcanzó un nivel elevado. En la
Edad Media, la filosofía formaba parte de la teología y no existía
como ciencia independiente. Los siglos XV y XVI señalan los comienzos
de un viraje importante: el pasaje de la escolástica a la
investigación experimental. Los progresos de las relaciones
capitalistas, de la industria y el comercio, los grandes
descubrimientos geográficos y astronómicos y las realizaciones de las
otras ciencias de la naturaleza, engendran una nueva concepción del
mundo basada en conocimientos adquiridos por la experiencia. Gracias a
los descubrimientos de Copérnico (ver), de Galileo (ver), de Giordano
Bruno (ver), la ciencia da un salto. El estudio de los fenómenos de la
naturaleza favorece la aparición de sistemas filosóficos
materialistas. Durante los siglos XVII y XVIII, la concepción
materialista del mundo realiza rápidos progresos. Surgen las teorías
materialistas de F. Bacon (ver), Hobbes (ver), Toland (ver),
Priestley, en Inglaterra; de Spinoza (ver), en Holanda; de La Mettrie
(ver), Holbach (ver), Helvecio (ver), Diderot (ver), en Francia; de
Lomonósov (ver), Radishchev (ver), en Rusia. Los filósofos
materialistas critican vigorosamente el idealismo filosófico, combaten
la religión, defienden el principio de la materialidad del mundo,
exaltan la razón y los sentimientos humanos. Lomonósov es el primero
en descubrir la ley de la conservación de la materia y del movimiento
cuya importancia es considerable para la justificación científica del
materialismo. Radishchev se hace conocer no sólo como materialista,
sino como partidario activo de la abolición de la servidumbre. En esa
época, el materialismo estaba estrechamente ligado a los movimientos
sociales progresistas, a la lucha del pueblo y de la burguesía
revolucionaria contra el feudalismo. «A lo largo de toda la historia
moderna de Europa, y especialmente a fines del siglo XVIII, en
Francia, donde se libró la batalla decisiva contra toda la morralla
medieval, contra la servidumbre en las instituciones y en las ideas,
el materialismo se acreditó como la única filosofía consecuente, fiel
a todas las teorías de las ciencias naturales, hostil a la
superstición, a la beatería, etc. Por eso, los enemigos de la
democracia trataban con todas sus fuerzas de “refutar”, minar,
calumniar el materialismo, y defendían las diversas formas del
idealismo filosófico, que se reduce siempre, de un modo u otro, a la
defensa o al apoyo de la religión.» (Lenin, Tres fuentes y tres partes
integrantes del marxismo, en Obras Escogidas, t. I, p. 66, Ed. esp.,
Moscú, 1948). Pero el materialismo premarxista se veía limitado por su
carácter metafísico y mecanicista, y en materia de vida social, sus
posiciones eran idealistas. Sin embargo, para la época, representaba
un fenómeno eminentemente progresista. (Ver Materialismo mecanicista;
Metafísica).

Durante los siglos XVII y XVIII, el materialismo ve alzarse frente a
él las teorías idealistas de Berkeley (ver), de Hume (ver), en
Inglaterra, así como la filosofía alemana de fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX, ilustrada por los nombres de Kant (ver), Schelling
(ver), Fichte (ver), Hegel (ver). Los idealistas tratan de destruir
los resultados obtenidos por la filosofía materialista en estrecho
vínculo con las ciencias naturales; se esfuerzan por restaurar las
ideas religiosas de la prioridad del “espíritu absoluto”, de Dios, del
“yo” subjetivo, etc. Una adquisición importante de la filosofía
alemana, sobre todo de la hegeliana, fue el método dialéctico. Pero
este método estaba edificado sobre principios erróneos, idealistas, y
sólo el marxismo con la utilización de su médula racional, del
elemento positivo de ese método, creó la dialéctica materialista
revolucionaria.

Después de 1840 se produjo en la filosofía un viraje histórico. Como
consecuencia de las últimas realizaciones de la ciencia, surgió la
filosofía marxista, expresión teórica de los intereses de la clase más
revolucionaria de la sociedad capitalista, el proletariado. Fue un
verdadero salto revolucionario de la vieja a la nueva filosofía, la
única que se había fundado en las ciencias de la naturaleza y en la
historia de la sociedad humana. Ninguna escuela, ninguna corriente
filosófica ha tenido jamás adeptos tan numerosos, ni ha ejercido jamás
influencia sobre masas populares tan grandes. Los antiguos sistemas
filosóficos eran profesados sobre todo por individuos aislados y sólo
se dirigían a los iniciados. La filosofía marxista no es una escuela
filosófica en el sentido corriente del término, no es simplemente otra
escuela más en la filosofía, seguida por un puñado de discípulos; es
la ideología de millones de trabajadores y, sobre todo, de la clase
obrera, la clase más avanzada y revolucionaria. El marxismo-leninismo
(ver) es la ideología del proletariado, la doctrina que indica el
camino para derribar el capitalismo y edificar el socialismo y el
comunismo. Es, pues, la filosofía de millones de seres humanos, su
arma de lucha para su liberación. Ningún sistema o escuela filosófica
ha tenido ni podía tener semejantes cualidades. El antiguo
materialismo era contemplativo. La filosofía marxista ha proclamado
como objetivo suyo la transformación revolucionaria del mundo.

El marxismo ha creado la forma superior del materialismo, el
materialismo dialéctico (ver), que resuelve todos los problemas que
planteaba, sin poderlos resolver, el pensamiento de vanguardia
premarxista. La antigua filosofía, incluida la filosofía materialista,
era incapaz de explicar científicamente los fenómenos sociales. Antes
de Marx y de Engels, predominaba una concepción falsa, idealista de la
historia. Los ideólogos del proletariado crearon una ciencia social
tan precisa como las ciencias naturales. El materialismo histórico
(ver) constituye una de las más bellas conquistas de la filosofía
científica. Esta teoría ha revelado las verdaderas fuerzas motrices de
la evolución social, ha señalado a las clases oprimidas, en lucha
contra el capitalismo, las leyes del desarrollo social, lo que les
permite actuar conscientemente y de perfecto acuerdo con la necesidad
histórica, con las leyes objetivas del desarrollo social. Gracias al
materialismo histórico, el socialismo, que no era más que un sueño
utópico, se ha convertido en una ciencia verdadera. La filosofía
marxista está vinculada indisolublemente al socialismo proletario del
cual constituye su fundamento teórico.

En Rusia, a mediados del siglo XIX, en la época en que el campesinado
se empeñaba en una lucha encarnizada contra la servidumbre, la
filosofía materialista tuvo un desarrollo intenso. Una brillante
pléyade de revolucionarios demócratas, portavoces de la revolución en
ascenso contra la servidumbre de la gleba, se alzó contra el idealismo
filosófico, instrumento del antiguo régimen, y elaboró la filosofía
materialista más avanzada del período premarxista. (Belinski, ver,
Herzen, ver, Chernishevski, ver, Dobroliúbov, ver). Los demócratas
revolucionarios rusos, cuyo materialismo era militante y no
contemplativo, comprendían la necesidad de una refundición radical de
la sociedad, se inspiraban en la teoría del desarrollo y del cambio, y
tenían conciencia del papel inmenso de las masas populares en la
historia. Marx y Engels tenían la opinión más elevada de Chernishevski
y de Dobroliúbov, a quienes consideraban como grandes conocedores y
críticos del capitalismo. No obstante, las condiciones de Rusia
sometida a la servidumbre, impidieron a los demócratas revolucionarios
elevarse hasta el materialismo dialéctico e histórico, aunque
avanzaron por ese camino.

A fines del siglo XIX, paralelamente al auge del capitalismo en Rusia,
aumentaba rápidamente la clase obrera rusa llamada a transformarse –en
la época del imperialismo, etapa suprema del capitalismo– en la
vanguardia de todo el proletariado internacional. Por razones
históricas, Rusia era en ese momento el nudo de todas las
contradicciones del imperialismo. El centro del movimiento
revolucionario se había trasladado a Rusia donde maduraba una
grandiosa revolución popular, a cuya cabeza se encontraba el
proletariado ruso, el más revolucionario del mundo. Tal es la razón
por la cual Rusia se convirtió en el hogar del leninismo, etapa nueva
y superior del marxismo, adecuada a la época del imperialismo y de las
revoluciones proletarias. Rusia fue la primera en romper las cadenas
del imperialismo y en inaugurar la era del triunfo del socialismo. Fue
en Rusia donde las ideas de Marx y de Engels triunfaron por primera
vez. La victoria del socialismo en Rusia señala la victoria del
marxismo, de la filosofía marxista. En los trabajos de Lenin, guía del
proletariado ruso e internacional, han hallado un nuevo desarrollo
todos los aspectos de la filosofía marxista. Lenin enriqueció todas
las partes constitutivas de la filosofía marxista: el método
dialéctico, la teoría materialista, el materialismo
histórico. Defendió la filosofía marxista contra los ataques de los
oportunistas de la II Internacional y perfeccionó todavía más ese
poderoso instrumento del proletariado. El materialismo dialéctico y el
materialismo histórico constituyen hoy el fundamento teórico de la
lucha liberadora del proletariado de todos los países; es la base
teórica de la edificación del socialismo en los países de democracia
popular y de la edificación del comunismo en la U.R.S.S. El
materialismo dialéctico es el único método valedero de las ciencias
modernas, la única teoría científica que permite explicar y
transformar la naturaleza y la sociedad.

Diccionario filosófico · 1965:175-177

Filosofía

(griego: φιλοσοφία: amor a la sabiduría). Ciencia sobre las leyes
universales a que se hallan subordinados tanto el ser (es decir, la
naturaleza y la sociedad) como el pensamiento del hombre, el proceso
del conocimiento. La filosofía es una de las formas de la conciencia
social y está determinada, en última instancia, por las relaciones
económicas de la sociedad. La cuestión fundamental de la filosofía
como ciencia especial estriba en el problema de la relación entre el
pensar y el ser, entre la conciencia y la materia. Todo sistema
filosófico constituye una solución concreta y desarrollada de dicho
problema, incluso si la «cuestión fundamental» no se formula
claramente en el sistema. El término «filosofía» se encuentra por
primera vez en Pitágoras; en calidad de ciencia especial, lo introdujo
por primera vez Platón. La filosofía surgió en la sociedad esclavista
como ciencia que unía todos los conocimientos que el hombre poseía
acerca del mundo objetivo y acerca de sí mismo, cosa perfectamente
natural dado el bajo nivel de desarrollo del saber en las etapas
primeras de la historia humana. En el curso del desarrollo de la
práctica en el ámbito de la producción social, y a medida que se
acumularon conocimientos científicos, ocurrió un proceso de
«desprendimiento por gemación» de algunas ciencias respecto a la
filosofía, a la vez que ésta se formaba como ciencia independiente. La
filosofía como ciencia surge de la necesidad de estructurar una
concepción general del mundo, de investigar los principios y leyes
generales del mismo; surge de la exigencia de un método de pensamiento
acerca de la realidad fundado en lo racional, en la lógica. Tal
necesidad hace que el problema de la relación entre el pensar y el ser
se sitúe en el primer plano de la filosofía, pues toda filosofía se
apoya en una u otra solución de dicho problema, lo mismo que el método
y la lógica del conocimiento. A ello se debe, también, la polarización
de la filosofía en dos corrientes opuestas: materialismo e idealismo;
entre ellos ocupa una posición intermedia el dualismo. La lucha entre
el materialismo y el idealismo atraviesa, como un hilo rojo, toda la
historia de la filosofía, es una de sus fuerzas motrices
fundamentales. Esta lucha se encuentra estrechamente vinculada al
desarrollo de la sociedad, a los intereses económicos, políticos e
ideológicos de las clases. Al precisar la problemática específica de
la ciencia filosófica, se fueron diferenciando en la propia filosofía
distintas facetas en calidad de partes más o menos independientes, a
veces con diferencias señaladísimas. Estas partes son: la ontología,
la gnoseología, la lógica, la ética, la estética, la psicología, la
sociología y la historia de la filosofía. Al mismo tiempo, ante la
insuficiencia de conocimientos concretos, la filosofía intentaba
sustituir las conexiones y leyes del mundo que faltaban por otras
imaginarias, con lo cual se convertía en una «ciencia de las ciencias»
especial, por encima de todas las demás ciencias. Respecto a la
naturaleza, tal filosofía se presentaba como filosofía natural; ante
la historia como filosofía de la historia. El último sistema de este
género fue el de la filosofía de Hegel. Sin embargo, a medida que los
conocimientos aumentaron y se diferenciaron, desaparecieron los
motivos para que existiera la filosofía como «ciencia de las
ciencias». La clara concepción de la necesidad social que da origen a
la filosofía como ciencia especial, la clara idea del lugar que ésta
ocupa y del papel que desempeña en el conjunto de la cultura
espiritual así como, por ende, de cuál es el círculo de sus problemas
(su objeto) se alcanzaron por primera vez en el marxismo-leninismo
(Materialismo dialéctico, Materialismo histórico). El conocimiento
teórico de los fenómenos del mundo circundante no puede darse sin el
pensar desarrollado en el sentido lógico. Pero, en virtud de la
división del trabajo entre las ciencias, que se formó históricamente,
fue precisamente la filosofía la que elaboró las categorías y leyes
lógicas. La filosofía marxista-leninista ha desarrollado y sostenido
consecuentemente el principio materialista en la concepción del mundo
objetivo y del pensar, principio que ha fecundado con la concepción
dialéctica no como «ciencia de las formas externas del pensamiento,
sino de las leyes que rigen el desarrollo de «todas las cosas
materiales, naturales y espirituales», es decir, el desarrollo de todo
el contenido concreto del mundo y del conocimiento del mismo, o sea,
resultado, suma, conclusión de la historia del conocimiento del mundo»
(V. I. Lenin, t. XXXVIII, págs. 80-81). La filosofía marxista, al
considerar las formas y leyes lógicas como formas y leyes aprehendidas
y comprobadas por toda la práctica humana del desarrollo de los
procesos naturales, históricos y sociales, eliminó la diferenciación
entre ontología, lógica y teoría del conocimiento. La coincidencia de
la dialéctica, de la lógica y de la teoría del conocimiento constituye
el principio cardinal de la filosofía del materialismo dialéctico. Con
esto, la teoría filosófica del marxismo constituye la solución
materialista dialéctica del problema fundamental de la filosofía,
solución desarrollada de manera concreta, acabada en todos sus
detalles. Las formas y leyes lógicas se presentan, en esta teoría,
como formas y leyes universales reflejadas en la conciencia del hombre
del decurso de todo proceso natural o histórico social, como grados de
la reproducción teórica de los objetos en concordancia con el
desarrollo real de los mismos. La filosofía, elaborada partiendo de la
concepción indicada de su papel, de su objeto y de sus tareas
verdaderas en el desenvolvimiento de la cultura humana, aparece como
poderoso instrumento del conocer y obrar de las personas, como factor
activo en el desarrollo ulterior del conocimiento y de la
práctica. Así concebida la filosofía, sus partes la psicología, la
sociología, la ética y la estética se convierten cada vez más en
ciencias independientes, que se consideran ciencias filosóficas sólo
por el peso de la tradición. Cierto es que dicha tradición tiene su
fundamento, ya que las ciencias indicadas están relacionadas en alto
grado con la problemática específicamente filosófica, en particular
con el problema de la relación entre el sujeto y el objeto. La
filosofía facilita el desarrollo de la autoconciencia del hombre, la
comprensión del lugar y del papel de los descubrimientos científicos
en el sistema del progreso general de la cultura humana; con esto,
proporciona una medida para valorar dichos descubrimientos y enlazar
los eslabones sueltos del conocimiento en la unidad de la concepción
del mundo. A las teorías burguesas contemporáneas les son inherentes
tendencias antifilosóficas. Dichas tendencias caracterizan, sobre
todo, al neopositivismo, el cual declara que los problemas de la
filosofía son seudoproblemas, pretende substituir el análisis
filosófico del desarrollo de los conocimientos y de la práctica
actuales por el análisis del «lenguaje de la ciencia», es decir, por
el análisis lingüístico-semántico «de las formas externas del pensar»,
del idioma, de los sistemas de signos con que se expresa el
pensamiento, etc. De este modo, la filosofía, en el fondo, se liquida
como ciencia. De ahí que el único camino que queda para que la
filosofía se desarrolle como ciencia es el del materialismo dialéctico
continuador de las mejores tradiciones de la filosofía universal.

Diccionario de filosofía · 1984:168-170

Filosofía

(gr. phileo: me gusta, y sophia: sabiduría): ciencia sobre las
regularidades universales, a las que se someten tanto el ser (es
decir, la naturaleza y la sociedad) como el pensamiento del hombre, el
proceso del conocimiento. La filosofía es una forma de la conciencia
social y se determina, en última instancia, por las relaciones
económicas de la sociedad. El término “filosofía” lo encontramos por
vez primera en las obras de Pitágoras; el primero en destacarla como
ciencia especial fue Platón. La filosofía surgió en la sociedad
esclavista como ciencia que unifica todo el conjunto de conocimientos
del hombre acerca del mundo objetivo y sobre sí mismo, lo cual era del
todo lógico dado el bajo nivel de desarrollo de los conocimientos en
las primeras etapas de la historia humana. En el curso del desarrollo
de la práctica socio-productiva y la acumulación de conocimientos
científicos, algunas ciencias se van desprendiendo de la filosofía y,
a vez, esta última se va formando como ciencia independiente. La
filosofía como ciencia surge de la necesidad de formular una opinión
general sobre el mundo y de investigar sus principios y leyes
generales, de la necesidad de un método racionalmente fundamentado de
pensamiento sobre la realidad, de la necesidad de la lógica y la
teoría del conocimiento. El problema fundamental de la filosofía como
ciencia especial es la relación del pensamiento con el ser, de la
conciencia con la materia. Todo sistema filosófico constituye una
solución amplia y concreta de este problema hasta en el caso de que el
“problema fundamental” no se formule directamente en el marco de este
sistema. A ello está asociada también la polarización de la filosofía
en dos comentes opuestas: el materialismo y el idealismo; ocupa un
lugar intermedio entre ellos el dualismo. La lucha entre el
materialismo y el idealismo preside toda la historia de la filosofía y
constituye una de sus fuerzas motrices. Esta lucha está enlazada
estrechamente con el desarrollo de la sociedad, con los intereses
económicos, políticos e ideológicos de las clases. La precisión de la
problemática específica de la ciencia filosófica condujo en el curso
de su desarrollo a que en la filosofía misma se disociasen los
diversos aspectos como secciones más o menos independientes y, a
veces, diametralmente opuestas. Figuran entre estas últimas la
ontología, la gnoseología (teoría del conocimiento), la lógica, la
ética, la estética, la psicología, la sociología y la historia de la
filosofía. Al mismo tiempo, debido a la insuficiencia de los
conocimientos concretos, la filosofía trataba de poner en lugar de las
concatenaciones y regularidades del mundo ausentes las imaginarias,
convirtiéndose de este modo en una “ciencia de las ciencias” especial,
superior a todas ellas. Tal filosofía era respecto a la naturaleza la
filosofía de la naturaleza, y respecto a la historia, la filosofía de
la historia. El último sistema de este género fue la filosofía de
Hegel. Ahora bien, a medida del crecimiento y diferenciación de los
conocimientos desaparecieron todos los fundamentos para la existencia
de la filosofía como “ciencia de las ciencias”. El marxismo-leninismo
(Materialismo dialéctico, Materialismo histórico) es la primera
doctrina que estableció una clara concepción de la necesidad social
que da vida a la filosofía como ciencia especial y la comprensión de
su lugar y papel en la composición de la cultura espiritual y, por
tanto, de la gama de sus problemas (su objeto). El conocimiento
teórico de los fenómenos del mundo circundante es imposible sin un
pensamiento desarrollado en el sentido lógico. Pero, en virtud de la
división históricamente formada del trabajo entre las ciencias, era
precisamente la filosofía la que estudiaba las categorías y leyes
lógicas. La filosofía marxista-leninista desarrolló y aplicó
consecuentemente el principio materialista a la comprensión del mundo
objetivo y el pensamiento, fecundándolo con la concepción dialéctica y
construyendo la lógica dialéctica. Al estudiar las formas y
regularidades lógicas como formas y leyes del desarrollo de los
procesos naturales y socio-históricos, concientizadas y comprobadas
por toda la práctica humana, la filosofía marxista anuló la distinción
entre la ontología, la lógica y la teoría del conocimiento. La
coincidencia de la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento
es el principio fundamental de la filosofía del materialismo
dialéctico. Por eso, la teoría filosófica del marxismo es una solución
dialéctica materialista concreta y amplia del problema fundamental de
la filosofía. Las formas y regularidades lógicas aparecen en ella como
formas y regularidades universales –reflejadas en la conciencia del
hombre– del curso de cualquier proceso natural y socio-histórico, como
peldaños en la reproducción teórica de los objetos de acuerdo con su
desarrollo real. La filosofía desarrollada sobre la base de tal
comprensión de su papel, objeto y tareas efectivas en el progreso de
la cultura humana, constituye un poderoso instrumento del saber y de
la actividad de los hombres, y un activo factor del desarrollo del
conocimiento y la práctica. De comprender así la filosofía, sus partes
–psicología, ética y estética– se convierten cada vez más en ciencias
independientes, que se consideran filosóficas sólo por
tradición. Cierto es que esta tradición tiene su base, puesto que las
ciencias mencionadas están enlazadas más que ningunas con la
problemática específicamente filosófica, en particular con el problema
de la relación entre el sujeto y el objeto. La filosofía contribuye al
desarrollo de la autoconciencia del hombre y a la intelección del
lugar y papel de los descubrimientos científicos en el sistema del
desarrollo general de la cultura humana, ofreciendo de este modo un
rasero para valorarlos y establecer las concatenaciones de los
distintos eslabones del conocimiento en la unidad de la concepción del
mundo. Son propias de las teorías burguesas modernas las tendencias
antifilosóficas, particularmente características para el
neopositivismo, que proclama pseudoproblemas los problemas de la
filosofía, trata de suplantar el análisis filosófico del desarrollo
del conocimiento y la práctica contemporáneos por el análisis del
“lenguaje de la ciencia”, es decir, por el análisis
semántico-lingüístico de las “formas externas del pensamiento”: del
lenguaje, de los sistemas de signos para expresar el pensamiento,
etc. De este modo la filosofía de hecho se suprime como ciencia. Por
eso, la única vía de desarrollo de la filosofía como ciencia
específica sigue siendo la del materialismo dialéctico, que continúa
las mejores tradiciones de la filosofía mundial.

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