25 N: Poner fin a la violencia machista
La lucha verdadera contra la violencia sobre las mujeres coincide con la lucha por otra sociedad de personas libres e iguales.
Este 25 de noviembre de nuevo se conmemora internacionalmente a las hermanas Mirabal como símbolo de la lucha contra la violencia hacia la mujer. Y otra vez aparece en el candelero el debate de si se podrán concretar las ilusiones que millones de mujeres, trabajadoras y trabajadores siguen depositando en los gobiernos llamados de «izquierdas» o progresistas de sus países para erradicar esta violencia estructural contra las mujeres por el mero hecho de serlo.
Las hermanas Mirabal, militantes contra el dictador dominicano Rafael Trujillo, fueron asesinadas por orden de éste, el 25 de noviembre de 1960. Aunque las identificamos con la lucha contra la violencia machista, representan mucho más: el protagonismo femenino en la lucha contra la opresión a los trabajadores, las trabajadoras y a los pueblos desde sus propios estados represores.
Es verdad que se ha avanzado en los últimos años y se consiguieron en bastantes países ciertos logros jurídicos y asistenciales: leyes que sancionan la violencia machista, educación sexual no sexista, aborto legal y gratuito, matrimonio igualitario, derechos para las personas trans, ministerios de la mujer y de igualdad, por ejemplo. Pero en casi todos los casos el problema sigue siendo que no se puede llegar más allá, debido entre otras causas a las resistencias de las direcciones políticas en las instituciones, sindicatos e incluso del propio movimiento feminista, en buena medida afines de un modo u otro a estos mismos gobiernos «progresistas» y que, más allá de las declaraciones rimbombantes, siguen comprometidos con el mantenimiento y la perduración de las mismos sistemas patriarcales donde ocupan sus espacios de poder.
En España, concretamente, este 25N diversas asociaciones y colectivos feministas preparan una dura protesta contra las políticas de igualdad del actual gobierno de coalición PSOE-UP en materia, como la relativa a la ley trans y las reducciones de condenas y errores técnicos aplicados por la judicatura patriarcal en esta recién estrenada ley de libertad sexual, conocida como del «solo sí es sí», entre otras. Este rechazo del movimiento organizado de mujeres, uno de los más importantes de Europa en tamaño y riqueza asociativa, es igualmente consecuencia de la nula participación en la elaboración de dichas leyes, debido a que ni el actual gobierno ni los partidos de la coalición PSOE-UP la han permitido.
El pasado 5 de noviembre, Confluencia Movimiento Feminista realizó en Madrid unas jornadas sobre «A quién beneficia la ley trans. Análisis feminista desde la educación, la sanidad y las familias» que contaron con una participación muy alta del conjunto de entidades feministas españolas. Esta organización, el 10 de agosto de 2021, expuso de manera detallada sus alegaciones al anteproyecto de la ley trans.

El 25N se quiere configurar como una fecha ceremonial, siendo que se refiere a unos hechos y mujeres que le dieron un marcado carácter colectivo y de lucha. Las clases dominantes tienen un bien engrasado aparato ideológico-propagandístico para colocar (nos) «su agenda» y orden de prioridades. El objetivo es que no se cuestione la mayor. Es decir, la existencia de violencia patriarcal y la falta de recursos y medidas reales en nuestras sociedades para su erradicación. La propia definición de «violencia» que hacen las actuales leyes muestra esta desviación. Si la violencia contra las mujeres es todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada, entendemos que cuando se hable del 25-N se ponga el foco de la fecha en el número de víctimas y en una de esas violencias, obviándose no solo el componente de clase, sino también el de lucha. Mucho más, se omite cualquier referencia a un sistema violento todo él que ampara la violencia contra las mujeres a gran escala. Un sistema que llamamos capitalismo y que en su fase imperialista actual despliega la guerra contra los pueblos como única salida, utilizando siempre a las mujeres como primera línea de confrontación, represión y sometimiento.
Aleksandra Kollontai aborda esta cuestión en «Mujer y Lucha de clases» [1]ALEKSANDRA KOLOLLONTAI, «Mujer y Lucha de clases», p. 71, El Viejo Topo., señalando que: «los seguidores del materialismo histórico rechazan la existencia de una cuestión de la mujer específica separada de la cuestión social general de nuestros días. Tras la subordinación de la mujer se esconden factores económicos específicos, las características naturales han sido un factor secundario en este proceso. Solo la desaparición completa de estos factores, solo la evolución de aquellas fuerzas que en algún momento del pasado dieron lugar a la subordinación de la mujer, serán capaces de influir y de hacer que cambie la posición social que ocupa actualmente, de forma fundamental. En otras palabras, las mujeres pueden llegar a ser verdaderamente libres e iguales sólo en un mundo organizado mediante nuevas líneas sociales y productivas».
Como bien señala el comunicado de la Comisión de Mujeres de COESPE: «En esta sociedad capitalista y patriarcal es imposible la igualdad en derechos. Las y los trabajadores, toda la sociedad está llamada a romper las cadenas del patriarcado y de un modelo neoliberal. El conjunto de la sociedad, y las mujeres en particular, (todas, incluyendo a las mujeres pensionistas, a las que están enmarcadas en la pobreza y en el desamparo), estamos llamadas a romper con el sistema. Sin nosotras no será posible una sociedad igualitaria.»
La lucha por la emancipación de la mujer es inseparable con la que mantiene la clase trabajadora por la emancipación social. Solo el socialismo abrirá todas las posibilidades a las mujeres y al conjunto de la sociedad para acabar (y no será fácil) con la violencia contra la mujer. Solo el socialismo pondrá fin a la opresión y explotación de los hombres y las mujeres asalariadas.
Este 25N debe ser, en consecuencia, motivo para no engañarnos sobre la violencia estructural, consustancial de la sociedad capitalista patriarcal en la que vivimos. La lucha verdadera contra la violencia sobre las mujeres coincide con la lucha por otra sociedad de personas libres e iguales.
Notas
⇧1 | ALEKSANDRA KOLOLLONTAI, «Mujer y Lucha de clases», p. 71, El Viejo Topo. |
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