La desesperación de Europa
Europa mira deseosa a sus denostadas vacunas, la Sputnik V de Rusia y la Sinovac de China.
Qué mal se encuentra el imperio transatlántico, ombligo del mundo capitalista anglo-americano, inmenso club de mercaderes tahúres que ni siquiera le queda el poder de cumplir su propio compromiso de suministrar el número de dosis de las vacunas que la ciencia pública y los contribuyentes les facilitó.
Europa empieza a mirar a Rusia y a China como posibilidades más serias para poder salvar de la tragedia pandémica a nuestra población. Hace dos minutos se reían de la Sputnik V y la Sinovac pero cuando a la Comisión Europea Astra-Zeneca y Pfizer-Biontech le han dicho que por otras latitudes venden mejor su mercancía y no van a poder cumplir los contratos de suministro, se les ha iluminado la vista y ya son capaces de ver que el mundo tiene una extensión superior a la de los EEUU y Gran Bretaña. Que hacia el Este y hacia Oriente existen territorios con una capacidad científica de vanguardia, que conviene que nuestras risas indisimuladas para ridiculizar las vacunas rusa y china pasen rápidamente a la desmemoria, porque en Europa estamos empezando a descubrir que al otro lado del Canal de la Mancha y al oeste del Océano Atlántico sólo hay un viejo imperio incapaz por su avaricia capitalista de incumplir lo acordado. Un imperio a la deriva cuya máxima capacidad ahora es la de ofrecer al mundo el espectáculo bufo de la toma fascista del Capitolio y de cuatro años de un loco al frente del puente de mando de un imperio donde el sol se empieza a poner.
El mundo y Europa necesitamos salvarnos del virus, salvar la vida de la población, parar las tremendas muertes que se están produciendo, aunemos esfuerzos con todos aquellos que coincidan con nuestros objetivos de vida y no sigamos ligando nuestros destinos a las multinacionales farmacéuticas que venden al mejor postor sus vacunas siguiendo escrupulosamente el dogma capitalista de sacar el máximo beneficio aún del dolor y la desesperación humana.
De momento asistimos casi desapercibidos a la maniobra mediática del poder para empezarnos a convencer que la Sputnik V quizás es una vacuna posiblemente tan buena, segura y eficaz como las ya aprobadas en la Unión Europea. Sin ningún rubor pasaron los prepotentes occidentales de invitar en los platós televisivos a “expertos” que con gestos y palabras despectivas desdeñaban el anuncio de que Rusia había conseguido ya en agosto ser la primera nación que había logrado registrar una vacuna segura y eficaz contra el coronavirus, la vacuna desarrollada por el instituto público Gamaleya, a esta situación de ahora donde la farmacéutica británica Astra-Zeneca le está dando a tomar a la Comisión Europea su propia medicina, la de querer limitar la UE el suministro de las vacunas a otras naciones necesitadas.
Esta vez los burócratas de la Comisión Europea, Úrsula Van der Leyen al frente, no tienen más remedio que comprender que el juego de la vida y la muerte está también sometido a las reglas del mercado, a la forma de funcionar capitalista donde quien controla la escasez controla la demanda a través del precio de las cosas. No le resultó arduo a Van der Leyen hacerse cargo de la situación porque conoce profundamente los entresijos de cómo se construyó y se sigue construyendo Europa. Y hacerse cargo de la situación es tener que reconocer que Europa está vendida a los traficantes que operan en la pandemia. Ni siquiera ha osado la Comisión Europea liberar las patentes de las vacunas (lo podía haber hecho) para que toda la humanidad tuviese acceso a las mismas.
El resultado todas y todos lo conocemos, Astra-Zeneca nos impone la mitad de las dosis de vacuna comprometidas en el contrato firmado con la UE y encima se cachondea del cabreo europeo ofreciendo nueve millones de dosis más, pero eso sí, a partir de la mitad de las dosis comprometidas a entregar. Una vacuna que para más inri no asegura su eficacia y seguridad a mayores de 65 años.
En este marco de desesperación mantienen intacto el sagrado derecho a la propiedad privada de las vacunas, las patentes no se tocan, esas patentes que no son otra cosa que el resultado de la acumulación colectiva de miles de inteligencias científicas y centenares de millones de impuestos invertidos para la vida, reducido todo al rápido beneficio de un limitado núcleo de expropiadores que se sientan en los consejos de administración y en la junta de accionistas de las farmacéuticas privadas, donde el plan anual del negocio se tasa en conseguir máximas ganancias de euros y dólares haciendo circular el grueso de la producción entre los mejores postores.
Con este panorama de rapiña comercial la UE se hunde, no consigue deshacerse de la pandemia, el virus mantiene a raya la paralización de las economías del continente en medio de cientos de miles de fallecidos por COVID y de millones de personas infectadas.
Por fin, la canciller alemana Merkel proclama: (ya era hora) que todas las vacunas son bienvenidas y ya la Sputnik V se publica en Lancet, la revista científica de prestigio. A la Sputnik V se la tildaba de propaganda de Putin y de algunas otras cosas peores, y de la noche a la mañana está a punto de presentarse para su aprobación por la EMA, la agencia europea del medicamento, adelantando ya los voceros indecentes de Europa algo que algunos ya sabíamos, que la Sputnik V tiene un elevadísimo nivel de eficacia (del 92%), es segura, se puede aplicar a las personas mayores y su logística de distribución y administración es sencilla.
Esta guerra fría tardía de acoso permanente a países soberanos a través de la propaganda y el desprecio salta por los aires y poco a poco vamos a tener que reconocer que los telediarios se han estado montando muchos años para convencernos de que debemos odiar y vilipendiar a países que quieren vivir en paz, que nos proponen la colaboración y las relaciones internacionales mutuamente beneficiosas para los distintos pueblos, que este mundo es multilateral y que las relaciones de dominio y superioridad tan sólo nos pueden causar serios problemas a la ciudadanía mundial.
Signo rojo
La Necro Economía va de la mano de la necro política, todo viene del neoliberalismo, las farmacéuticas venden al mejor postor, los contratos y la gente les importa una mierda, está muy claro, no hay discusión alguna de algo tan evidente.