En la infancia y en la adolescencia también hay clases
«Es importante reconocer también que los ataques de Hamás no ocurrieron de la nada. El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante… los palestinos han visto sus tierras constantemente devoradas por los asentamientos y plagadas de violencia. Su economía fue asfixiada. Su gente fue desplazada y sus hogares demolidos. Sus esperanzas de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo». [1]Antonio Guterres. Secretario General de la ONU.
El sionismo y sus cómplices del mundo occidental “democrático y civilizado”, saturan los medios informativos y la conciencia ciudadana con escenas y reportajes que, con un vergonzante sesgo proisraelí, nos presentan el intercambio de detenidos por Hamas y secuestrados por el estado de Israel como el triunfo del bien (el sionismo e Israel), sobre el mal (Hamás) ante el conjunto de los palestinos y el mundo musulmán.
La maquinaria propagandística, de los supuestos “valores democráticos y civilizados”, en la que se han convertido la casi totalidad de los medios escritos y la totalidad de los medios televisivos, no permite que se cuele en su bastardo discurso la mínima reflexión sobre la realidad más allá de la mera noticia trastocada y el titular del momento.
Los medios, conscientemente, obvian la realidad de una infancia y una adolescencia, la palestina, que sufre día a día la ocupación y la ley de la selva impuesta por los sionistas con su política de limpieza étnica.
Estamos viviendo no una guerra sino un genocidio que se pretende justificar con una desinformación planificada y destructora de la dignidad del pueblo palestino.
Para la ONG Save The Children en los ataques de Israel han perdido la vida más niños palestinos que en todas las guerras del mundo juntas en los últimos tres años.
La juventud palestina sufre, de forma permanente y continuada, la dura realidad de ser asesinada, tiroteada impunemente en Cisjordania por el ocupante israelí, ejército o colonos, perecer bajo las bombas que el gobierno de Benjamín Netanyahu lanza indiscriminadamente sobre Gaza o ser detenida-secuestrada por el ocupante sin causa ni juicio alguno.
Según Save the Children: «Israel detiene cada año a cientos de menores palestinos, quienes sufren violencia física y verbal, amenazas y aislamiento dentro de las prisiones … 8 de cada 10 niños y niñas sufrieron palizas, agresiones verbales y cacheos desnudos y que casi 9 de cada 10 no recibieron una atención médica adecuada, incluso cuando lo solicitaron expresamente… al 47% de los niños y las niñas detenidos se les negó el contacto con un abogado y que a más de la mitad se les amenazó con agredir a sus familias.»
Cuando son liberados, los que lo son en su caso mientras cientos de niños y adolescentes continúan encarcelados, regresan a un territorio devastado donde es posible que no encuentren a familiares que continúen con vida, pero sí viviendas demolidas, escuelas destruidas, hospitales arrasados, alimentación deficiente o nula, falta de agua, carencia de electricidad. Sus padres no pueden protegerlos, sus escuelas han desaparecido. Los médicos no tienen con qué curarlos.
Para el experto israelí en Derecho Internacional, Neve Gordon, la respuesta de Tel Aviv al ataque sorpresa del grupo palestino Hamás, ha estado “plagada de crímenes de guerra”.
Para la juventud palestina la vuelta a casa, si esta existe aún, después del cautiverio israelí, abre, aquí lo kafkiano del asunto, la posibilidad de volver a ser, de nuevo, secuestrada, detenida y encarcelada por el estado israelí como relata el periódico palestino Al-Quds.com, en el caso de «la niña Nofoth Hammad (16 años), de la que su padre, Jad Hammad, del barrio de Sheikh Jarrah en la Jerusalén ocupada, dijo el lunes que la ocupación devolvió a su hija a prisión, después de haber sido liberada como parte del acuerdo de intercambio, el sábado pasado».
Sin embargo, los menores y adolescentes israelíes, capturados por Hamas – en el intento de hacer llegar al mundo la barbarie que sufren desde hace más de cincuenta años- regresan, afortunadamente para ellos, a casas que siguen en pie, hospitales que les pueden curar, escuelas, con la tranquilidad de sentirse protegidos por uno de los ejércitos más poderosos del mundo amparado, en sus desmanes y asesinatos, por la presencia de las fuerzas desplegadas por Estados Unidos en el Mediterráneo y la complacencia de una Unión Europea incapaz de condenar en Palestina lo que condena en Ucrania.
Las diferencias entre el presente y el futuro de la juventud palestina e israelí son abismales, los menores palestinos son, para el estado sionista, prescindibles, pertenecen a una clase diferente de niños y niñas, se les considera subhumanos. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, lo dejó bien claro cuando anunció un bloqueo completo de la franja: «No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos y así procederemos». El exembajador de Israel ante la ONU Dan Gillerman, durante una entrevista con el canal británico Sky News, describió a los palestinos como «animales horribles e inhumanos».
Según el ministro israelí Amichai Eliyahu, arrojar una bomba atómica sobre la Franja de Gaza era “una de las posibilidades” que se barajaba en el Gobierno. La ex ministra Galit Distel-Atbaryan, del Likud, pedía “borrar a toda Gaza de la faz de la tierra”, a la vez que apelaba a una “fuerza israelí vengativa y cruel” que acabara con los “monstruos”.
Con la financiación y el apoyo político y militar de los Estados Unidos y de la OTAN con la complicidad de la UE, Israel ha ido ocupando Palestina, expulsando a los palestinos de sus tierras y reduciendo el territorio controlado por estos a la mínima expresión, hasta el punto de que hoy hablar de la posibilidad de un estado palestino es casi una burla cruel.
Según un informe del Wall Street Journal, del que se hacen eco los periódicos Aljazeera y Almayadeen, Washington ha enviado a Israel, 15.000 bombas y 57.000 proyectiles de artillería de 155 mm, más de 5.000 bombas Mk82 no guiadas, más de 5.400 bombas Mk84, alrededor de 1.000 bombas GBU-39 de pequeño diámetro y aproximadamente 3.000 JDAM, 100 bombas BLU-109 que están destinadas a penetrar búnkeres antes de explotar. Estas últimas se han utilizado en un ataque al campo de refugiados de Jabalia causando la muerte a más de cien palestinos. Para Israel el ataque estaba justificado porque, según los israelíes, mató a un líder de Hamás.
El “demócrata” Biden y el sionista Netanyahu tienen las manos manchadas de sangre.
Queda muy bien, para consumo interno, que el gobierno de España proponga el reconocimiento unilateral del estado palestino, pero no deja de ser un brindis al sol cuando se mantienen relaciones diplomáticas con Israel, no se solicita el encausamiento de Netanyahu y de su gobierno ante la Corte Penal internacional y se sigue comerciando armas con un estado que las utiliza para una limpieza étnica. Es una vergüenza y una inmoralidad seguir manteniendo relaciones diplomáticas con un estado creado sobre la expulsión de los palestinos de su tierra.
Según el Centre Delás, “desde 2005, España ha exportado a Israel material militar de todo tipo por valor de 28,7 millones de euros y autorizado 136,4 millones… España ha comprado recientemente por valor de cientos de millones de euros misiles contra-carro, drones militares, sistemas de mortero, torretas de vehículos militares, munición de carros de combate y lanzacohetes a través de contratos entre empresas situadas en España e industrias militares israelíes». La paralización de este comercio criminal es un imperativo ético y humanitario.
Para Raz Segal, historiador israelí y director del magíster en Estudios de Holocausto y Genocidio de la Universidad de Stockton: «La campaña de Israel para desplazar a la gente de Gaza –y, potencialmente, expulsarlos del todo a Egipto– es otro capítulo de la ‘Nakba’, donde un estimado de 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares durante la guerra de 1948 que llevó a la creación del Estado de Israel… el asalto a Gaza también se puede entender, en otros términos: como un caso de libro de genocidio desarrollándose ante nuestros ojos».
Con el paso del tiempo, el incumplimiento contumaz por parte de Israel de las resoluciones de la ONU, la ocupación del territorio y la consiguiente expulsión de sus pueblos y granjas, la represión y abuso contra el pueblo palestino y la reducción a la mínima extensión de las tierras que aún habitan los palestinos, dificultan extraordinariamente una solución al problema.
Israel tiene que devolver los territorios ocupados, reconocer al pueblo palestino como legítimo propietario de Palestina y negociar la convivencia de los dos pueblos, palestino e israelí, en el territorio que hoy comparten, como así ocurría antes de que el sionismo, incitado por los intereses de Gran Bretaña y los Estados Unidos, estuvieran interesados por meter una cuña occidental en un mundo árabe rebosante de petróleo y propiciaran la creación del estado de Israel.
La campaña de desinformación, auspiciada por el capital propietario de los medios de comunicación, ha encontrado en Europa y en particular en España un “camino trillado” por la desinformación de la guerra de Ucrania. En ambos casos los supuestos “agredidos”, Ucrania e Israel, son presentados como “víctimas inocentes” obviando de plano antecedentes, historia y realidades que explican ambos conflictos. En el caso de Palestina las palabras de Antonio Guterres son esclarecedoras y nos sitúan en el origen del conflicto con total rotundidad. Lo mismo ocurriría si, para Ucrania, entramos a considerar la burla de los acuerdos de MInks I, firmado bajo los auspicios de la OCSE, y Minks II con la mediación de Francia y Alemania, o las anteriores promesas de George Bush a Mijaíl Gorbachov en 1991 y a la URSS/Rusia sobre la no expansión de la OTAN hacia el este, hacía sus fronteras, sin olvidar las constantes agresiones del ejército ucraniano al pueblo rusófono del Donbas durante siete años con más de una decena de miles de muertos.
En ambas situaciones el discurso simple y tergiversador de la realidad, propagado por los medios, inspirado por la OTAN-EEUU y la UE, se ha hecho un hueco en el sentir colectivo apartando a ciertos sectores de la opinión pública de cualquier pensamiento reflexivo y crítico, hasta el punto de que no dudan en condenar a los palestinos o empezar a ver a la OTAN como la solución a los problemas de seguridad global cuando, en realidad, ésta no ha dejado de ser la organización peligrosa e ineficaz que como brazo armado de los Estrados Unidos sirve a su afán de expansión y dominación unipolar alimentando las tensiones que conducen a la guerra.
Contribuye, de manera radical, a esta percepción tergiversada y sesgada de la realidad que, desgraciadamente, se hace espacio en el sentir colectivo, el papel de la “izquierda neoliberal” acomodada al poder institucional y a la “razón de estado” y despreciando, al mismo tiempo, el poder de la movilización popular.
Esta “izquierda” que pretende reformar lo irreformable, el capitalismo, ha reforzado, con el apoyo al envío de armas a Ucrania, la defensa de la OTAN y sus conclusiones en la cumbre de la OTAN en Madrid, el silencio cómplice ante el abandono, por el gobierno de coalición, del pueblo saharaui en manos de Marruecos o a la crítica light del genocidio palestino, el relato propagado por el imperialismo.
No hay medias tintas que valgan cuando de lo que se trata es revertir este escenario de guerra, parar el genocidio, llevar a los responsables ante la justicia y reconocer los legítimos derechos de los pueblos a vivir en paz.
Derrotar el relato del capital, del sionismo, de los señores de la guerra es posible si la izquierda retoma el papel que le da su razón de ser y existir, ser la voz de los oprimidos, de los explotados, de la clase trabajadora, la vanguardia de la transformación radical de la sociedad capitalista.
Articular una respuesta colectiva a la injusticia, a la mentira, al genocidio, a la guerra es la única posibilidad de supervivencia de la humanidad, ha sido posible en el pasado con las protestas contra la guerra en Vietnam o la guerra en Irak entre otras, con el “OTAN NO, BASES FUERA”.
En Europa las próximas elecciones al parlamento europeo son una oportunidad que no debemos desaprovechar, conformar un bloque por la paz, una COALICIÓN POR LA PAZ, que remueva y reactive las conciencias de todos los ciudadanos europeos y los llame a decir “NO A LA GUERRA, NO AL GENOCIDIO” es, hoy, debería de ser, la tarea fundamental de la izquierda.
Notas
⇧1 | Antonio Guterres. Secretario General de la ONU. |
---|